Este fin de semana viene en Die Zeit el enésimo artículo sobre el significado social y político de la avalancha de blogs. Las cifras son impresionantes. Se calcula que en el mundo hay actualmente unos doscientos millones de webblogs, y la progresión es imparable. Y véanse estas cifras sobre el reparto de tal cantidad: en China hay más de 30 millones de blogs, en Corea del Sur 20 millones, en Japón 10 millones y en la India 1,2. Son 600.000 en Holanda y sólo 300.000 en Alemania. Aunque las cantidades totales se dividan por cuatro para tener el número de los que se mantienen y actualizan con regularidad al menos semanal, sigue tratándose de cantidades espectaculares.
Todos los expertos, reales o que se imputan tal condición, se preguntan sobre cómo será el futuro y qué efectos tendrá semejante explosión. Parece que la preocupación de los regímenes dictatoriales y autoritarios es enorme ante ese fenómeno comunicativo que se les escapa de las manos. En Irán, por ejemplo, donde se dice que existen unos cuantos cientos de miles de blogs, hay varios "blogueros" encarcelados, tal es el afán de los teócratas de allá por controlar el tremendo potencial resistente y rupturista de este medio.
Hace poco alguien me contaba que en Norteamérica muchas revistas científicas están soportando mal la acometida de los blogs y que se empieza a pensar que reside ahí el futuro de la comunicación y el intercambio académico de ideas. En España hay quien ya cuelga cada día en su blog materiales jurídicos que luego colectivamente se analizan y comentan, en ese espacio, entre especialistas o simples aficionados. Todo más vivo y real que los contenidos de esas revistas que se apolillan en los anaqueles de las bibliotecas universitarias, caras y vírgenes.
Tiene uno la impresión de que hay una sociedad virtual u oculta que ha encontrado su manera de trascender los límites de la sociedad real. Ya he dicho aquí varias veces que me asalta muy frecuentemente la sensación de que apenas hay con quién mantener un rato de conversación decente, que anda todo el mundo temiendo el juicio ajeno, el encasillamiento y la delación. Por la misma razón que hace tan poco seguras las encuestas sobre intención de voto, pues el personal ya no se fía ni del encuestador y teme que un vecino esté oyendo que va a votar al PP o al PSOE. Dice mucho sobre los miedos que nos atenazan y sobre sus fundamentos, en una sociedad crecientemente cainita y en manos de sicilianos vocacionales, y entiéndaseme rectamente la figura literaria (Un día de estos empezaré a contar sobre las consecuencias de algún post que aquí colgué sobre ciertos manejos. Por hacerlo a cara descubierta. A mí me importa un bledo el body de los sicilianos y los calabreses y toda su corte de celadores -¿he dicho "ce"?-, pero hay gente más vulnerable... o más ambiciosa... A lo que vamos es a que en este país tan tolerante y guay del paraguay el que se mueva no sale en la foto. Pues más madera, queridos colegas. Dentro de nada tocará hacer recensiones, jejeje. ¿Ven? Un ejemplo práctico de la importancia de la cosa: yo puedo colgar aquí lo que tal vez nadie querría o se atrevería a publicar. Y, de propina, lo que pongo aquí lo lee más gente del gremio, por la cosa del morbo y de que es gratis y secreto. Luego habrá dos o tres enanitos que corran y se den codazos para ser los primeros en lo de "jefe, jefe, mire lo que ha dicho este malón, no hay derecho, qué poco respeto". La monda, a ver cómo nos paran).
Pero luego la gente de bien que fundadamente teme las represalias llega a su casa, enciende el ordenador, se traviste y se desmelena. A lo mejor eso explica la sobredosis de pasión y de tensiones que se aprecia en gran parte de la prosa "bloguera". Es como el que, disfrazado, sale de noche a dar rienda suelta a sus pulsiones más auténticas. Por eso me parece que el anonimato, la política de nicks, es una parte tan importante de este invento, pues sin ella volvería la comunicación cibernética a ser tan represiva y castrante como la cotidiana. Las dependencias diarias, los temores y los chantajes se vuelven nada cuando alguien deja de hablar bajo el nombre que se le conoce en el trabajo, la familia y el vecindario y se viste con las galas de su nick. Transcomunicación se podría llamar ese fenómeno. Es como la separación afortunada entre el alma y el cuerpo, entre un espíritu que, por fin, se desata y se hace libre, y un cuerpo compuesto de dependencias sociales y vulnerabilidad. La libertad de expresión halla su quintaesencia desvinculándose del personaje social y haciendo que se exprese el individuo que piensa y siente sin ataduras.
Siempre que la sociedad habla, aunque sea así, con antifaz, es bueno para la sociedad y preocupante para los que la quieren adocenada y manejable. Las posibilidades de ejercitarse interpersonalmente en la reflexión y la crítica a través de los cauces públicos establecidos son muy escasas. Los partidos son comederos donde tejen sus estrategias más viles los desaprensivos que no tienen lugar decente donde caerse muertos o ganas de trabajar en serio; y no me obliguen a poner ejemplos, que no hace ninguna falta. Los periódicos son cadáveres conservados en formal por grupos empresariales y ante los que plañen desconcertados consejos de redacción. El movimiento asociativo no existe apenas, salvo que llamemos tal a ciertas cositas que una gente muy fisna y relacionada hace para sacarse unas subvenciones y pagarse unos paseos con el foulard de Arafat. Todo eso, partidos, sindicatos, asociaciones, medios de comunicación, constituye una superestructura que da apariencia de vida a lo que no es más que un cementerio en el que pastan las bestezuelas.
Todos los expertos, reales o que se imputan tal condición, se preguntan sobre cómo será el futuro y qué efectos tendrá semejante explosión. Parece que la preocupación de los regímenes dictatoriales y autoritarios es enorme ante ese fenómeno comunicativo que se les escapa de las manos. En Irán, por ejemplo, donde se dice que existen unos cuantos cientos de miles de blogs, hay varios "blogueros" encarcelados, tal es el afán de los teócratas de allá por controlar el tremendo potencial resistente y rupturista de este medio.
Hace poco alguien me contaba que en Norteamérica muchas revistas científicas están soportando mal la acometida de los blogs y que se empieza a pensar que reside ahí el futuro de la comunicación y el intercambio académico de ideas. En España hay quien ya cuelga cada día en su blog materiales jurídicos que luego colectivamente se analizan y comentan, en ese espacio, entre especialistas o simples aficionados. Todo más vivo y real que los contenidos de esas revistas que se apolillan en los anaqueles de las bibliotecas universitarias, caras y vírgenes.
Tiene uno la impresión de que hay una sociedad virtual u oculta que ha encontrado su manera de trascender los límites de la sociedad real. Ya he dicho aquí varias veces que me asalta muy frecuentemente la sensación de que apenas hay con quién mantener un rato de conversación decente, que anda todo el mundo temiendo el juicio ajeno, el encasillamiento y la delación. Por la misma razón que hace tan poco seguras las encuestas sobre intención de voto, pues el personal ya no se fía ni del encuestador y teme que un vecino esté oyendo que va a votar al PP o al PSOE. Dice mucho sobre los miedos que nos atenazan y sobre sus fundamentos, en una sociedad crecientemente cainita y en manos de sicilianos vocacionales, y entiéndaseme rectamente la figura literaria (Un día de estos empezaré a contar sobre las consecuencias de algún post que aquí colgué sobre ciertos manejos. Por hacerlo a cara descubierta. A mí me importa un bledo el body de los sicilianos y los calabreses y toda su corte de celadores -¿he dicho "ce"?-, pero hay gente más vulnerable... o más ambiciosa... A lo que vamos es a que en este país tan tolerante y guay del paraguay el que se mueva no sale en la foto. Pues más madera, queridos colegas. Dentro de nada tocará hacer recensiones, jejeje. ¿Ven? Un ejemplo práctico de la importancia de la cosa: yo puedo colgar aquí lo que tal vez nadie querría o se atrevería a publicar. Y, de propina, lo que pongo aquí lo lee más gente del gremio, por la cosa del morbo y de que es gratis y secreto. Luego habrá dos o tres enanitos que corran y se den codazos para ser los primeros en lo de "jefe, jefe, mire lo que ha dicho este malón, no hay derecho, qué poco respeto". La monda, a ver cómo nos paran).
Pero luego la gente de bien que fundadamente teme las represalias llega a su casa, enciende el ordenador, se traviste y se desmelena. A lo mejor eso explica la sobredosis de pasión y de tensiones que se aprecia en gran parte de la prosa "bloguera". Es como el que, disfrazado, sale de noche a dar rienda suelta a sus pulsiones más auténticas. Por eso me parece que el anonimato, la política de nicks, es una parte tan importante de este invento, pues sin ella volvería la comunicación cibernética a ser tan represiva y castrante como la cotidiana. Las dependencias diarias, los temores y los chantajes se vuelven nada cuando alguien deja de hablar bajo el nombre que se le conoce en el trabajo, la familia y el vecindario y se viste con las galas de su nick. Transcomunicación se podría llamar ese fenómeno. Es como la separación afortunada entre el alma y el cuerpo, entre un espíritu que, por fin, se desata y se hace libre, y un cuerpo compuesto de dependencias sociales y vulnerabilidad. La libertad de expresión halla su quintaesencia desvinculándose del personaje social y haciendo que se exprese el individuo que piensa y siente sin ataduras.
Siempre que la sociedad habla, aunque sea así, con antifaz, es bueno para la sociedad y preocupante para los que la quieren adocenada y manejable. Las posibilidades de ejercitarse interpersonalmente en la reflexión y la crítica a través de los cauces públicos establecidos son muy escasas. Los partidos son comederos donde tejen sus estrategias más viles los desaprensivos que no tienen lugar decente donde caerse muertos o ganas de trabajar en serio; y no me obliguen a poner ejemplos, que no hace ninguna falta. Los periódicos son cadáveres conservados en formal por grupos empresariales y ante los que plañen desconcertados consejos de redacción. El movimiento asociativo no existe apenas, salvo que llamemos tal a ciertas cositas que una gente muy fisna y relacionada hace para sacarse unas subvenciones y pagarse unos paseos con el foulard de Arafat. Todo eso, partidos, sindicatos, asociaciones, medios de comunicación, constituye una superestructura que da apariencia de vida a lo que no es más que un cementerio en el que pastan las bestezuelas.
Por eso los blogs y los fenómenos similares son tan importantes. Porque el ciudadano que se sienta cada día o cada semana a ver qué se discute en sus páginas favoritas se ahorra tiempo de estar ante el televisor en actitud de rumiante manso, o de escuchar pasivamente y por enésima vez al tertuliano radiofónico que está más vendido que las discípulas de Madame Claude. Ese ciudadano se abre espacios de libertad, busca a sus afines, discute con los de ideas opuestas, construye opinión libre sin aquellas mediatizaciones. Contribuye a que la sociedad sea un caos de ideas, gustos y propuestas, en lugar del cercado en que nos quiere recoger esa panda de niñatos demagogos, ignorantes, banales y venales. Amén.
3 comentarios:
Bravo. A por ellos.
Me sumo al aplauso de mercutio. Imposible decir más en menos y retratar mejor la realidad circundante.
Lo que quizás sea más interesante del artículo es la observación de que el éxito del blog, la diferencia entre los muchos miles o las muy pocas visitas, estriba en dos cuestiones: contenido, e interconexión. Humanístico en extremo, ¿no?
Tu comentario, en cambio, va más allá, y añade un tercer ingrediente de éxito: que ofrezcan participación libre (lo que equivale a decir participación verdadera).
Todo ello da que pensar -como el dato de que en Alemania sean 300.000 y en España 1.600.000 (si lo ponderamos con las respectivas poblaciones, la relación es de 1 a 10). Conectado con tu comentario, el diagnóstico -reconozco que simplificado, pero atrayente- es despiadado: estamos mucho más oprimidos socialmente, y tenemos medios de mucha peor calidad.
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