La señora ministra lo ha dicho con claridad impropia de gobernante: “el decano de los parques nacionales españoles no puede ser transferido a las comunidades autónomas hasta que éstas expliciten cómo a va ser el órgano de gestión conjunto porque Picos de Europa no es la suma de tres parques, sino uno solo”.
Naturalmente, señora ministra: Picos es un parque y no tres. Y de ahí el disparate de la sentencia del Tribunal Constitucional 194/2004 al desapoderar al Estado de sus atribuciones en él para que las Comunidades autónomas pudieran hacer y deshacer. Sobre todo para deshacer. Porque es evidente que, si con las bridas que a la gestión ponía el Ministerio, los Picos habían devenido un ejemplo cabal de desgobierno, era fácil calcular lo que ocurriría cuando esa mano componedora desapareciera de la escena. Esto se veía venir y algunos lo advertimos, en mi caso, hace meses, encaramado en esta columna que es atalaya, mirador, muga y aguardadero. Dije entonces que “los magistrados del Tribunal Constitucional, acostumbrados a los papeles timbrados, no han visto más tierra que la de una maceta y de ahí su despiste. Yo no quisiera descalificarles porque son colegas míos y varios de ellos buenos amigos. Pero sí que podían haber procedido a la prueba del reconocimiento judicial y viajar un día a Picos y dejarse acompañar por algunos expertos independientes. Hubieran tenido así una más cabal información y, a lo mejor, hubieran llegado a la conclusión de que la interpretación de artículos y disposiciones transitorias y contradictorias podía haber circulado en dirección distinta a la que han plasmado en sus razonamientos de tan dudosa sindéresis”.
Ahora viene la ministra a decirnos -con razón- que la gestión ha de ser conjunta y, desde los órganos de gobierno de las Comunidades autónomas implicadas, se habla, para conseguir este objetivo inevitable, de la constitución de un consorcio. La pregunta que nos asalta a los aguafiestas es la siguiente: para hacer este viaje al punto de partida ¿hacían falta las alforjas bien ahítas de demandas, contrademandas, considerandos, confirmandos y nefandos comandos? Todo parece indicar que no, porque los espacios naturales cuyo territorio excede de las fronteras -artificiales- de una Comunidad autónoma deben estar en manos del Estado, deben ser “reservas federales”, como es usual en muchos federalismos del mundo a los que nosotros queremos dar una lección de sabiduría organizativa y de convicciones descentralizadoras. Y así nos luce el pelo. Así pues, constituyamos ahora un consorcio para gestionar el parque que es único, que no admite la trinidad, reservada a asuntos teológicos de gran envergadura. Debo añadir que hay otras formas organizativas tan buenas como la del consorcio, que por mi oficio bien conozco, pero solo las desvelaré en presencia de mi abogado.
Se impone levantar la mirada del papel de este concreto pleito y preguntarnos ahora ya con carácter general: ¿qué razón hay para que cualificados expertos lleguen a perpetrar estos dislates? A mi juicio, una es la determinante. Se nos ha enroscado la idea según la cual “descentralizar” es progresista, y su contrario “centralizar”, rancio. Esta doctrina necia impera y hace estragos, extendida y avalada por el“progre”. Dicho “progre” -lo he escrito alguna vez- nada tiene que ver con un señor de izquierdas, que es un tipo reflexivo, austero y alicatado de lecturas. El “progre” es sencillamente un botarate pero un botarate que, si tiene el mando a distancia del poder, hace daño. Lo inquietante es que abundan.
De todo ello se sigue que los Picos, donde tantos huevos se empollan, también son escenario para empollar los huevos de la bobería.
1 comentario:
Si la Junta de C. y León se hace cargo del Parque de los Picos ¡¡que Dios nos coja confesados!!
Publicar un comentario