03 junio, 2012

Perdiendo el tiempo como si lo ganáramos


                Hoy, domingo 3 de junio, las noticias económicas de España quitan el hipo al más pintado. Por suerte, pocos serán los que lean los periódicos o escuchen alguna emisora radiofónica seria. No tardando, será asunto de muy sesudos doctorados en psicología social este fenómeno nuestro, la debacle irreversible de un país mientras sus gentes no se inmutaban o seguían a los suyo como si nada o se manifestaban con eslóganes que no cambian desde hace veinte o cuarenta años, manifestaciones que no resultan de la reflexión sobre la situación, sino que son puros restos de una pose progre que válganme los dioses si tiene hoy algún sentido; para posturitas estamos o para cubrirnos los perendengues con el pañuelo palestino.

                Hoy domingo nuestros periódicos explican que doña Angela ya ha dictado sentencia y que la UE toda presiona al gobierno español para que solicite la activación de los mecanismos de rescate europeos, pues no podremos sobrevivir a la crisis de la  banca, la de un sistema bancario del que decíamos ayer que era modélico y fabuloso y duro como pedernal. Somos la perfecta síntesis de todos los gatillazos. Pero tranquilos, queda una semana antes de que nos sea comunicada la novedad, resistirán Rajoy y su tropa hasta que dentro de ocho días ya casi ningún español se altere con la buena nueva, y entonces podrán contarnos que nos rescatan, nos intervienen o nos empalan, dará igual. ¿Por qué dará igual? Ah, porque habrá comenzado la Eurocopa de fútbol y a lo mejor volvemos a ganar, y si ganamos la Eurocopa salimos de la crisis o la crisis nos la pela, que viene a ser lo mismo. Ya se lo ha dicho Marianico el Corto al seleccionador Del Bosque: si España se lleva el campeonato, nos vendrá un gran subidón y remontaremos. Si no, nada importa y que se quede Rita con el país, nos trae al fresco el destino si no llega con gloria deportiva.

                Que sí, que me repito más que el ajo, pero voy a tratar de explicarlo de otra manera y con otros ejemplos. A un tipo le dicen que se le está gangrenando una pierna y que hay que amputar con toda urgencia a la altura de la rodilla, pues en caso contrario llegará a la ingle la podredumbre y hasta pasará a la otra pierna. Y entonces el buen hombre decide que vale, pero que primero se marcha de fin de semana a Salobreña, que después hay que esperar porque tiene una boda el mes que viene y piensa marcarse un vals con la novia y otro con la madrina, y que en cosa de tres meses o así ya estará dispuesto para la cirugía. Al poco tiempo los doctores le indican que el mal se extiende y que hay que operar rapidísimamente, a lo que nuestro protagonista replica con cara muy seria y gesto compungido que sí y que ya mismo y que le busquen hora en el quirófano, mas al siguiente día aparece con las piernas depiladas y diciendo que le ha surgido un contratiempo y que habrá que esperar unos días más. Ante el reproche de los galenos, les enseña los muslos sin pelos y les dice que si no ven en la depilación indicio más que de sobra de que ya está en el tema y que ahora va en serio con la operación. En casa el paisano comenta que menudos hijos de mala madre esos médicos y que en realidad a él le da lo mismo quedarse sin piernas, pues que le quiten lo bailado y, además, seguro que luego la silla de ruedas, con motor y todo, se la paga la mutua médica, que ya se ha enterado él de que hay un fondo para eso.

                Nosotros andamos más o menos así, como el tipo de la historieta. Y, claro, ni nos toman en serio por ahí fuera ni se fían de nosotros. Lo cuenta muy bien este artículo de El Confidencial. Los alemanes, con 81 millones de habitantes, tienen 39 aeropuertos. Nosotros, que somos la mitad, hemos hecho 52, de los que nada más que 9 son rentables y algunos no tienen ni aviones. Y tenemos más kilómetros de autovía que nadie, más trazados de AVE que ninguno, más universidades por millón de habitantes que media Europa… Más caradura que todos los otros juntos.

                Me quedo, como siempre, con lo de las universidades, que servirá de muestra para tantas otras cosas. Lo que sabemos todos y con absoluta certeza, empezando por los que gobiernan el país, las CCAA y las universidades mismas, es lo siguiente: a) hay demasiadas; b) no son rentables bajo ningún punto de vista; c) la calidad de la gran mayoría es penosa; d) muchas son auténticos antros de corruptelas, ineficacia y engaño. Y la conclusión a nadie se le escapa tampoco: sobran universidades, porque sí y porque ahora ya no hay con qué pagarlas. ¿Y qué hace la autoridad? Depilarse las ingles, recortarse las puntas y decir que ya va y que un momentito más, que todavía falta pasar por el bidé. Oigan, pero que es ahora cuando hay que dar un tajo y poner solución, que se nos acaba el tiempo, que se nos sale de madre la crisis, que nos intervienen y entonces sí que nos van a cortar por más arriba. Y como si nada, que aguarda un ratito más, corazón, que ahora tengo manicura y luego ya me voy poniendo la cremita.

                En plata: en mi Comunidad Autónoma castellano-leonesa están empezando a circular documentos primeros para un eventual inicio de las negociaciones el año que viene, de cara a que quizá para el otro año haya que cerrar alguna titulación universitaria sin apenas estudiantes y para que tal vez en el 2020 se haya cambiado la estructura de facultades y departamentos, a ver si para el 2025 tenemos un nuevo mapa de… Marear la perdiz, esperar a que escampe a base de rezos, confiar en que la infección pase sola y, de paso, hacerle pedorretas a Merkel, a la UE y hasta al Lucero del Alba, al tiempo que recitamos aquello de señorito, deme algo, que mire que no quiero acabar robando. Como si no robáramos ya.

                Hay dos clases de actitudes, que se combinan con efecto devastador. Una es la del pueblo llano, alienado y obtuso hasta los tuétanos. Que no pasa nada y que esto se arregla y que nunca llovió que no escampara. Y que, mientras, vamos a la manifa contra los recortes, churri mío, porque estaremos monísimos con la camiseta verde y tú puedes llevar las chanclas del verano pasado y así las suavizas para esta temporada. La otra, la de los gobernantes. Lo de estos es más sutil. Usted por ejemplo es consejero autonómico de Carcasas y Circunvalaciones, con competencia sobre cimborrios. Sabe perfectamente que en su Comunidad sobran ciento cincuenta de los doscientos cimborrios que hay, hechos casi todos en los últimos veinte años y por lo general con dineros europeos. Repito, está usted, señor Consejero, al tanto de que hay que cargarse ciento cincuenta cimborrios, por lo menos. Mas resulta que: a) el ochenta por ciento de ellos están regidos por camaradas suyos, cuando no parientes de usted o de su(s) señora(s), y a ver dónde metes esa gente, casi toda inútil y maloliente, si les cierras la cueva; b) en las parroquias con cimborrio clausurado se va a armar la tremolina y saldrán las fuerzas vivas –párroco, pedáneo, farmacéutico y una asociación de profesores de secundaria- a gritar que se está extirpando el futuro de la comarca y condenando a los parroquianos a la emigración; c) solo faltan tres años para la próximas elecciones y puede tener reflejo electoral muy negativo la descimborriación, por lo que mejor será esperar a fines del 2015 o comienzos del 2016. Así que, ante la evidencia de que los cimborrios están de más pero de que a usted y a su partido no les conviene eliminarlos o no tienen cataplines para ello, se procede del siguiente modo: a) se redacta un documento para la UE, en el que se expone la importancia de la economía cimborrera en nuestra nación y se hacen unas consultas a la autoridad de Bruselas sobre si será mejor empezar las reformas por la perífrasis cimborrial o si convendrá más emprender una política de descimborriamiento sostenible; b) se invita a un delegación de la UE y otra del Parlamento Europeo para que recorra las comarcas más dependientes de la economía cimborriana y que “pulsen el sentir del pueblo y las antoridades”; c) se intenta que Paul Krugman venga a un congreso en la capital de la Comunidad o, al menos, que mande un powerpoint en el que se haga ver que en EEUU están saliendo adelante porque la Reserva Federal ha metido dólares a los cimborrios de allí; d) el partido que gobierna la Comunidad vota en el Congreso de los Diputados a favor de la eliminación de los cimborrios, pero aquí, en la Comunidad, presenta una moción en contra de aquella decisión del Congreso y el Consejero declara que en Madrid no nos entienden pero que ya va él a hablar con una que sale con el Ministro del ramo.

                Es ganar tiempo, o creer que se gana. Es negarnos a reformar por nosotros mismos. Es conciencia de que mes que pasa sin cambios, mes que nos lo seguimos llevando a casa calentito, y que mañana Dios dirá. Es afición a hacernos las víctimas, pues cuando vengan los alemanes, los holandeses y los franceses a decirnos que a cerrar ahora mismo la mitad de las universidades, los aeropuertos y los cimborrios, tendremos disculpas para hacernos los dolidos y los ofendidísimos y para volver a salir a manifestarnos con la camiseta y las bermudas que, fíjate, amor, me hacen juego con los banderines.

                Atentos durante la Eurocopa, sobre todo si la selección de aquí va superando eliminatorias. Con semejantes alegrías ni nos enteraremos apenas cuando resulte que han llegado los hombres del maletín y nos cortan por donde más duele. Amén.   

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es, en definitiva, el pecado original de las gentes de este país: somos hijoputas por acción o por omisión.

PD: Empiezo a echar de menos los posts en los que solo ponías a caer del burro a aquel miserable de esa universidad que...