Al fin me detuve un rato en un autor colombiano que me habían recomendado reiteradamente mis amigos paisas. Se trata de Fernando González. En los años treinta editaba y escribía él solo una revista que se llamaba Antioquia. Hizo diecisiete números, entre el 36 y el 45, y acaban de reeditarse todos conjuntamente como libro. Y, al ojear, sorpresa.
Una vez vi una antología de refranes y dichos populares asturianos, se supone que muy autóctonos, o así. Y se me grabó este, en la versión de entonces: "El hombre pon la mecha, la muyer la estopa, vien el diablu y sopla". Y resulta que el tal Fernando González, en el número de 1938 de su revista, escribe un cuentecillo en el que el personaje, un cura de Medellín, dice:
La mujer es estopa,
el hombre fuego,
viene el diablo y sopla.
Sea como sea, ¿se explica la similitud entre la variante asturiana y la colombiana como señal de una globalización avant la lettre? ¿O tal vez porque en la colonización antioqueña hubo mucha presencia de emigrantes asturianos, tal como acredita la abundante presencia en aquellas tierras de apellidos como Arango o Arias, por ejemplo? ¿O será que apenas hay en parte alguna nada propiamente local que justifique cabalmente los localismos?
En una de estas resulta que el localista es un universalista y poco leído, uno sujeto en serie (o una serie de sujetos) con ínfulas de originalidad. O puede que nada quiera decir nada, sin más.
Una vez vi una antología de refranes y dichos populares asturianos, se supone que muy autóctonos, o así. Y se me grabó este, en la versión de entonces: "El hombre pon la mecha, la muyer la estopa, vien el diablu y sopla". Y resulta que el tal Fernando González, en el número de 1938 de su revista, escribe un cuentecillo en el que el personaje, un cura de Medellín, dice:
"Yo la voy muy bien con todos; soy curita de misa y olla...¡Eso sí, el que me joda, le doy a entender quién es Casiano Restrepo!... Se me sube la restrepada... Soy curita de misa y olla, humilde... De vez en cuando veo por aquí cerca, después de mi casa, unas doncellitas en agüita, con galanes, conversando en la acera... Yo me bajo al pasar y les digo:
El hombre es el fuego;
la mujer, la estopa;
el diablo viene,
se acurruca y sopla...
A ellas se les sale la babita, y a los galanes, el prana... Me preguntan:
¿qué nos dijo, padre? Adiós, preciosuras, respóndoles, yo no acostumbro repetir".
Sí, ya sé, en numerosos repertorios de refranes castellanos aparece este otro tan similar:El hombre es el fuego;
la mujer, la estopa;
el diablo viene,
se acurruca y sopla...
A ellas se les sale la babita, y a los galanes, el prana... Me preguntan:
¿qué nos dijo, padre? Adiós, preciosuras, respóndoles, yo no acostumbro repetir".
La mujer es estopa,
el hombre fuego,
viene el diablo y sopla.
Sea como sea, ¿se explica la similitud entre la variante asturiana y la colombiana como señal de una globalización avant la lettre? ¿O tal vez porque en la colonización antioqueña hubo mucha presencia de emigrantes asturianos, tal como acredita la abundante presencia en aquellas tierras de apellidos como Arango o Arias, por ejemplo? ¿O será que apenas hay en parte alguna nada propiamente local que justifique cabalmente los localismos?
En una de estas resulta que el localista es un universalista y poco leído, uno sujeto en serie (o una serie de sujetos) con ínfulas de originalidad. O puede que nada quiera decir nada, sin más.
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