Qué absoluta desgracia lo de don Jesús Neira. En primer lugar, sin duda ninguna, para él, que está al borde de la muerte; y para su familia. En segundo lugar, y a la distancia que se quiera, para la sociedad toda. Sólo nos faltaba un caso así para que ya nadie vuelva a dar la cara por maltratados, oprimidos o víctimas de ningún tipo. Y cuando digo dar la cara no me refiero a ir a una manifestación, firmar un manifiesto, dar unas conferencias a tanto el kilo o formar parte de un observatorio de estos tan majos que están de moda y en los que se cobran dietas. No, se trata de salir sobre la marcha a defender a pecho descubierto a quien está siendo agredido impunemente. Pues bien, temo que en adelante ni las tres o cuatro personas animosas y arriesgadas que en el país quedaban para tal menester se van a arriesgar. La próxima vez que le peguen a alguien, a mirar para otro lado y a seguir camino, no vaya a ser que la víctima esté disfrutando y te eche la bronca luego por cortarle el vacilón.
Ya sabemos lo que pasó. El bueno de don Jesús se pone a defender a una mujer a la que le estaba zumbando de lo lindo su bestia amorosa, el zopenco que la enloquece; éste le parte la crisma al valiente profesor y la mujer de marras, obtusa, idiota, consentidora, masoca obnubilada, dice que nadie tenía por qué meterse, que su macho es un cielo, que el pobre es que anda mal de la cabeza por causa de sus toxicomanías, que no la tiró al suelo ni la andaba pateando con malas intenciones, quia, que no lo va a denunciar, que no quiere a su maromo entre rejas, que siente lo del señor Neira, el cual no tenía que haberse inmiscuido, que adiós muy buenas y que ya se pone burra de nuevo pensando en la próxima vez que su tigre le atice unos guantazos bien dados. Mecagoenlamother de la señora de los demonios. Qué faena.
Luego llega la Aido, echa un vistazo no se sabe a qué, y dice que cuando le levantan la mano a una mujer nos la levantan a todos. Son maneras de hablar de esta otra señora, pero la entendemos, que no se sonroje. Se le olvidó un detallito de nada: que a veces las bofetadas les caen a mujeres absolutamente estúpidas, absurdas, dementes, que disfrutan con el castigo y babean ante hombres con porte de jabalí, ante malnacidos con pronto de víbora. Se le pasó decir que hay mujeres, como ésta del caso, que no merecen una maldita ayuda ni un puñetero apoyo, que andan buscando que les partan la crisma y que se entristecen muchísimo cuando otro se mete a recibir los puñetazos que para ellas ansiaban. No tuvo la Ministra perspicacia para explicarnos que sí, que es como si nos levantaran la mano a todos, pero que, visto lo visto en caso tan triste –y que no es el único, por grandísima desgracia-, es de temer que, en adelante, todos dejemos que nos levanten la mano a todos para estrellarla en la cara de alguna mujer que se equivocó al encamarse y que ahora carga con un ceporro que se cree muy macho porque excita a alguna burra. Pagarán justas por pecadoras, muchas justas, y ésa es la grandísima y principal tristeza. Nadie las defenderá ya nunca, salvo que llamemos defensa a las paridillas que cuenten la Aido y otras pescadorcillas de río (de sangre) revuelto. Irá a peor un problema que tenemos que resolver entre todos con arrojo y empeño y que no se arreglará, entre otras muchas cosas, muchas, por culpa también de tanta mujer absolutamente lerda, ignorante y zafia como hay por ahí. Igual que hay cantidad de hombres lamentables, asquerosamente violentos, abusones y con alma de gusano carroñero. Porque lo uno no quita lo otro, aunque hoy no sea políticamente correcto decirlo así.
Ya sabemos lo que pasó. El bueno de don Jesús se pone a defender a una mujer a la que le estaba zumbando de lo lindo su bestia amorosa, el zopenco que la enloquece; éste le parte la crisma al valiente profesor y la mujer de marras, obtusa, idiota, consentidora, masoca obnubilada, dice que nadie tenía por qué meterse, que su macho es un cielo, que el pobre es que anda mal de la cabeza por causa de sus toxicomanías, que no la tiró al suelo ni la andaba pateando con malas intenciones, quia, que no lo va a denunciar, que no quiere a su maromo entre rejas, que siente lo del señor Neira, el cual no tenía que haberse inmiscuido, que adiós muy buenas y que ya se pone burra de nuevo pensando en la próxima vez que su tigre le atice unos guantazos bien dados. Mecagoenlamother de la señora de los demonios. Qué faena.
Luego llega la Aido, echa un vistazo no se sabe a qué, y dice que cuando le levantan la mano a una mujer nos la levantan a todos. Son maneras de hablar de esta otra señora, pero la entendemos, que no se sonroje. Se le olvidó un detallito de nada: que a veces las bofetadas les caen a mujeres absolutamente estúpidas, absurdas, dementes, que disfrutan con el castigo y babean ante hombres con porte de jabalí, ante malnacidos con pronto de víbora. Se le pasó decir que hay mujeres, como ésta del caso, que no merecen una maldita ayuda ni un puñetero apoyo, que andan buscando que les partan la crisma y que se entristecen muchísimo cuando otro se mete a recibir los puñetazos que para ellas ansiaban. No tuvo la Ministra perspicacia para explicarnos que sí, que es como si nos levantaran la mano a todos, pero que, visto lo visto en caso tan triste –y que no es el único, por grandísima desgracia-, es de temer que, en adelante, todos dejemos que nos levanten la mano a todos para estrellarla en la cara de alguna mujer que se equivocó al encamarse y que ahora carga con un ceporro que se cree muy macho porque excita a alguna burra. Pagarán justas por pecadoras, muchas justas, y ésa es la grandísima y principal tristeza. Nadie las defenderá ya nunca, salvo que llamemos defensa a las paridillas que cuenten la Aido y otras pescadorcillas de río (de sangre) revuelto. Irá a peor un problema que tenemos que resolver entre todos con arrojo y empeño y que no se arreglará, entre otras muchas cosas, muchas, por culpa también de tanta mujer absolutamente lerda, ignorante y zafia como hay por ahí. Igual que hay cantidad de hombres lamentables, asquerosamente violentos, abusones y con alma de gusano carroñero. Porque lo uno no quita lo otro, aunque hoy no sea políticamente correcto decirlo así.
Por cierto, luego va la directora general de la Mujer de la Consejería de Empleo y Mujer de la Comunidad de Madrid, de nombre María José Pérez-Cejuela, y declara lo que sigue sobre la señora en cuestión, y se queda tan ancha: "Bastante tiene la pobre con lo que está sufriendo como para que nosotros la juzguemos". Ah, pues mira, a las tías no se las juzga aunque sean tontas del culo o villanas de libro. Pues vale. Según cuenta El País, la directora general en cuestión dio marcha atrás después de haber declarado inicialmente "que era <<algo tremendo>> el hecho de que la mujer a la que defendió Neira no haya denunciado al presunto culpable". Fíjate tú qué cosa más terrible había dicho, que era "algo tremendo". No, pues como para no recular, claro. Cómo va a ser "tremendo" algo que haga una mujer en este tema. De cajón.
Y ya sé, en esta historia falta el tercer protagonista: los médicos que no supieron detectar a tiempo el derrame del señor Neira. Otros que van por el mundo dándoselas de algo y a los que convendría ir poniendo en su sitio. ¿Nadie va a contarnos cómo se llaman, qué cargo tienen y a qué dedican el tiempo libre esos señores doctores?
Y ya sé, en esta historia falta el tercer protagonista: los médicos que no supieron detectar a tiempo el derrame del señor Neira. Otros que van por el mundo dándoselas de algo y a los que convendría ir poniendo en su sitio. ¿Nadie va a contarnos cómo se llaman, qué cargo tienen y a qué dedican el tiempo libre esos señores doctores?
4 comentarios:
Ahí queremos ver a Doña Esperanza Aguirre Gil de Biedma....!!!
Aquí hay varios segmentos.
I.- Dos yonkis de cocaína (que son pareja) discuten. ¿Hasta qué punto dos politoxicómanos pueden decidir libremente si son pareja? ¿aquí llamamos pareja a cualquier relación? Dos personas enfermas no pueden ser catalogadas como pareja a efectos de que le caiga a él todo el peso de la ley.
II.- el profesor Neira, magnífico en su actitud, todo lo que se diga de su actuación se queda corto. Ahora bien, desde el punto de vista de la defensa del presunto agresor habrá que saber exactamente que palabras dirigió el profesor al presunto para que desencadenase tal violencia para provocar semejante arrebato.
III.- para los que van en contra de la tenencia de armas y permisos de armas, etc... si el profesor en vez de tener que enfrentarse al presunto energúmeno con sus palabras, va y le pone al tipo un arma en la cabeza (o apuntando a cualquier parte del cuerpo menos vital , para no asustar más que nada a los sensibles)y le encañona hasta que llegue la policía ¿no estaríamos hablando también del profesor como un héroe?
IV.- del hecho de que una persona adicta no se sintiese agredida y considere al profesor un entrometido ¿hemos de inferir que el presunto agresor deba ser condenado sin un juicio justo?
Acojonante su columna de hoy en El Mundo León. Ole.
Perspectiva de mujer: pues sí, boba, sinvergüenza e inmoral hasta decir basta (y, quizá asustada también). Espero haber sido capaz de educar a mi hija (me parece que sí, pero nunca se sabe) no ya para que no admita ni el asomo del principio de la sospecha de un mal trato, sino para que no se crea cuentos chinos como que "el amor es ciego". Si va a resultar que soy una tarada por ser incapaz de enamorarme de un tipo al que no respete, ni que me respete a mí, pues bendita tara, que espero haberle transmitido sin paliativos.
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