Muchas veces oímos que de un fulano o una fulana se dice eso de “es un hombre/mujer de partido”. ¿Qué significará esa expresión?
Yo jamás he militado en un partido y cuando he estado cerca de alguno se me a encabritado la psoriasis rápidamente. De todos modos, en tiempos la expresión no me sonaba mal, pues en mi cabeza bullía una ecuación de cuyo error los tiempos me han convencido a gorrazo limpio. Era tal que así: ideología definida = partido = militantes convencidos = hombres/mujeres de partido.
Pues no, no era eso. O, si un día fue, ya no lo es. Sólo hay que mirar alrededor. Podríamos fijarnos en cualquier parte, pero quedémonos aquí mismo. Nada resulta más enternecedor que ver a peperos y pesoeros esmerarse por marcar diferencias ideológicas. Eslóganes distintos sí que se gastan, y gestos para la galería y posturitas. Jolipa, si el otro día en Rodiezmo hasta cantaron la internacional con el puño en alto Zapatero y sus chicos/as. Viva la gente, la hay donde quiera que vas. Bueno, pero con la letra de antes. Así que no sé por qué se cortan los del PP de cantar el Cara al Sol cualquier día después de tomar el té con Espe. Vamos, que mucho fingir discrepancias, pero todos van a lo mismo, como de los machos decían antes las madres preocupadas a sus “vástagas”.
Yo jamás he militado en un partido y cuando he estado cerca de alguno se me a encabritado la psoriasis rápidamente. De todos modos, en tiempos la expresión no me sonaba mal, pues en mi cabeza bullía una ecuación de cuyo error los tiempos me han convencido a gorrazo limpio. Era tal que así: ideología definida = partido = militantes convencidos = hombres/mujeres de partido.
Pues no, no era eso. O, si un día fue, ya no lo es. Sólo hay que mirar alrededor. Podríamos fijarnos en cualquier parte, pero quedémonos aquí mismo. Nada resulta más enternecedor que ver a peperos y pesoeros esmerarse por marcar diferencias ideológicas. Eslóganes distintos sí que se gastan, y gestos para la galería y posturitas. Jolipa, si el otro día en Rodiezmo hasta cantaron la internacional con el puño en alto Zapatero y sus chicos/as. Viva la gente, la hay donde quiera que vas. Bueno, pero con la letra de antes. Así que no sé por qué se cortan los del PP de cantar el Cara al Sol cualquier día después de tomar el té con Espe. Vamos, que mucho fingir discrepancias, pero todos van a lo mismo, como de los machos decían antes las madres preocupadas a sus “vástagas”.
Veamos: Zapatero dijo la semana pasada que él no es intervencionista. Si sabe lo que quiere decir, se dará cuenta de que está dando gustito por ahí a los neoliberales, ésos que él afirma que son tan malos tan malos, casi tan malos como los neocons, en su opinión. Y el hombre del saco y el coco. Uuuuuh, qué miedo. Este Zapatero es el mismo que el otro día fue a Nueva York a apoyar sin reservas y a tope el plan de Bush para rescatar a los banqueros más fulleros con el dinero de los contribuyentes de allá. ¿Diría el PP cosas distintas? Y ya sabemos qué pasa por aquí con la inmigración, la mano dura penal, etc., etc. Eso sí, sobre lo que pasó en este país hace sesenta años discrepan duramente ambos partidos. Que no decaiga la tensión competitiva.
Así que, con perdón de ustedes, lo de que nuestros dos grandes partidos tienen una ideología que los diferencia un servidor no se lo cree ni por el forro. Oigan, y entonces cómo nos explicamos la fidelidad de muchísimos votantes y la fogosidad con que tantísimos simpatizantes se emplean en lo que parece un debate político y no es más que escaramuza de patio de colegio. Pues se explica porque hay mucho hombre/mujer de partido. Eso sí, entendiendo por partido algo muy parecido a un equipo de fútbol. Juegue bien o juegue mal, gane o pierda, yo soy del equipo X... y del partido Y. ¿Por qué? Porque ya lo fue mi padre o porque mi padre era del rival o porque fue la suya la primera camiseta que me regalaron o porque me gusta ganar... Y así. Puede el líder de un partido decir hoy una cosa y mañana su contraria (Zapatero y Rajoy andan esta temporada intercambiándose papeles de un modo alucinante), puede pasarse por el arco del triunfo (electoral) los principios que ayer mismo declaró sagrados, puede imitar a la perfección lo que del contrario criticó ayer acerbamente. Da igual, el hombre y la mujer de partido van a seguir a su líder aunque rebuzne y se van a aplicar con saña a su defensa frente al enemigo del progreso o de la nación que intente atacarlo.
Por eso a mí me cae mejor la gente religiosa que la gente de partido. Porque es lo mismo, pero con más solera y, aunque los dogmas y los ritos también cambian, al menos lo hacen más pausadamente y sin que al fiel se le noten tantísimo las (des)vergüenzas.
Así que, con perdón de ustedes, lo de que nuestros dos grandes partidos tienen una ideología que los diferencia un servidor no se lo cree ni por el forro. Oigan, y entonces cómo nos explicamos la fidelidad de muchísimos votantes y la fogosidad con que tantísimos simpatizantes se emplean en lo que parece un debate político y no es más que escaramuza de patio de colegio. Pues se explica porque hay mucho hombre/mujer de partido. Eso sí, entendiendo por partido algo muy parecido a un equipo de fútbol. Juegue bien o juegue mal, gane o pierda, yo soy del equipo X... y del partido Y. ¿Por qué? Porque ya lo fue mi padre o porque mi padre era del rival o porque fue la suya la primera camiseta que me regalaron o porque me gusta ganar... Y así. Puede el líder de un partido decir hoy una cosa y mañana su contraria (Zapatero y Rajoy andan esta temporada intercambiándose papeles de un modo alucinante), puede pasarse por el arco del triunfo (electoral) los principios que ayer mismo declaró sagrados, puede imitar a la perfección lo que del contrario criticó ayer acerbamente. Da igual, el hombre y la mujer de partido van a seguir a su líder aunque rebuzne y se van a aplicar con saña a su defensa frente al enemigo del progreso o de la nación que intente atacarlo.
Por eso a mí me cae mejor la gente religiosa que la gente de partido. Porque es lo mismo, pero con más solera y, aunque los dogmas y los ritos también cambian, al menos lo hacen más pausadamente y sin que al fiel se le noten tantísimo las (des)vergüenzas.
PD.- Pinche aquí y verá un buen artículo muy relacionado con este asunto.
3 comentarios:
¿No hay ninguna cuestión importante en la que los dos partidos mayoritarios mantengan posiciones divergentes? A mí se me ocurre alguna. Y precisamente, de las que más pasiones mueven.
A. La política del PP (PNV, CiU) es más complaciente con la jerarquía católica que la del PSOE o IU. Aunque hoy el PP le sea infiel a la Iglesia Católica (ICAR) con lo de no reformar la regulación del aborto -ya cumplió oponiéndose en su momento-), en los demás puntos esté más cerca de la ICAR que los partidos teóricamente de izquierdas.
IU y el PSOE mantienen una línea distinta en relación con la separación entre ICAR y Estado. Creo que la relación entre ICAR y Estado es un resorte importante de sus electorados. Eso parece en cuestiones como:
- la asignatura de religión,
- el despendolado avance de la enseñanza concertada (¡curiosamente, el PSOE abrió la veda!), en manos de religiosos;
- el proyecto de reforma del aborto;
- el matrimonio entre personas del mismo sexo;
- la disminución de la presencia de la ICAR y sus símbolos en actos estatales;
- la eutanasia y otras cuestiones relativas a la primacía de la voluntad de la propia persona en la fase final de la vida;
- la financiación de la ICAR (por más que luego se acojonen a la hora de la verdad, o le dé por creer que va a liar a los más liantes, como se creyó De La Vega);
¿Es estética? Puede. Pero no sólo. El avance de la separación entre Iglesia y Estado es también cuestión de símbolos.
¿Es una cuestión de grado? Sí. También lo es a veces la diferencia entre convivencia y sumisión.
B. La posición en relación con la estructura territorial de España. El PP es más centralista, el PSOE está más próximo a las posiciones de partidos nacionalistas. Creo que negar esto es ignorar uno de los resortes fundamentales del voto del PP (etc., etc.).
¿Esto es una cuestión estética? Puede. Pero no sólo. La soberanía y el poder político tienen una esencial vertiente ideal y simbólica.
¿Es una cuestión de grado? Sí. También lo es la diferencia entre un estado autonómico y uno federal. O uno centralista.
Pues tengo la sensación que esas cuestiones que plantea el Sr. Antetodomuchacalma son tan sólo la carnaza con la que entretienen a la materia gris del pais, ésto es a la masa de seres grises; entre los que por supuesto me incluyo; cuya única misión es soportar y perpetuar un sistema socio-político-económico podrido hasta las trancas, susceptible de mejora y enmienda a la totalidad, y principalmente al servicio de los intereses de una minoría beneficiaria y cómplice.
Cuestiones que sirven para polarizar a la sociedad y generar el caldo de cultivo necesario para seguir manteniendo un status quo tan injusto; o más; que el de algunos sistemas previos.
Si la democracia se agota aquí, casi prefiero algunas dictaduras que en el mundo han sido, al menos en ellas el juego está claro: el hijo puta es el dictador y todos los que se someten a él lo hacen en contra de su voluntad y obligados por un miedo insuperable. Los que no se someten son distinguidos; tras la desaparición del dictador; por su heroismo de distintos y desconocidos grados, y gozan del general reconocimiento.
Aquí y ahora reina la confusión: ¿ quien es el bueno ?, ¿ donde se esconde el malo ?.
Unas de las principales ollas donde se cuecen estás melés son las de los "partidos políticos", que quizás tomen su nombre de su falta de entereza o quizás de aquello de los "partidos de risa", y no es que sean de risa pues la cosa es seria, sino que sus hombres y mujeres sin duda están "partidos de la risa", de ver como nos la están metiendo por detrás y encima sonreimos y damos las gracias.
En este caso yo también me inclino; con mucha precaución por si están al quite; por la religión: al infierno con los "partidos".
Ya ve, D. Rogelio, cosa de perspectiva. A otros sujetos les parece que la carnaza es liarse entre sotanas y casullas, preguntándose quién es el bueno y dónde se esconde el malo".
A mí no me mire, ¿eh? Esos desabridos sujetos suelen ser los liberales. En la más alta tradición del liberalismo político clásico se encuentra la separación entre Iglesia y Estado y la racionalización de la organización del poder.
Y abominar de dictaduras, claro. Aunque esas dictaduras presten a algunos necesitados orientación moral para salir de la confusión y saber quién el bueno y dónde se esconde el malo (debo decir que nunca me había planteado la dictadura como una clase práctica de Educación para la Ciudadanía... ¿Usted quoque, don Rogelio, a favor de la EpC?).
¿Y cómo le gusta a usted el final de las dictaduras? ¿Happy end? A mí me gusta que salpique. A lo yanqui, con blood of tyrants. Luego uno se confiesa con el Padre Mariana... ¡y evita ir al infierno de los dictadores!
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