Hoy va esto breve, a la fuerza. Empieza a escasear aún más el tiempo. Llega septiembre cargado de citas, asuntos pendientes, viajes, reuniones, papeleos..., agobios. No pasa nada. No todo va a ser postear como un minero.
A lo que íbamos, a que cómo está el periodismo. Interesantes observaciones de los amigos tras el post de ayer, por el que, en parte, entono el mea culpa: la intención de criticar ese gusto periodístico por el fango, la murmuración y la dinamita para los (gili)pollos se me cruzó con ese morbo que cada tanto me da a cuenta de El País y con las ganas de fastidiar un poco a una parte de sus lectores, ésos que cualquiera identifica a un kilómetro por la pinta y la pose, igual que tradicionalmente pasaba con los lectores de ABC. Es más, la pintilla de aquellos de ABC de antes (?) y la de muchos de estos de El País de ahora es casi la misma. Por cierto, tampoco serán todos. Yo mismo soy lector diario de El País. Y de ABC y de El Mundo y alguno más a boleo. Pero eso son menudencias que no deberían distraernos más que cuando estamos con ganas de guasa o de bronca fácil. A lo mejor hasta es amarillismo de blog. Sorry.
Lo que sí alcanza para unos cuantos capítulos es lo del periodismo en general. Vayamos ahora con asuntos menos populares y populistas, sin sangre ni vísceras ni humores corporales, pero que a menudo nos muestran que los periódicos están en manos de indocumentados. Cada día nos encontramos docenas de ejemplos. Cada uno detectará mejor los que tienen que ver con su especialidad y su trabajo. En mi caso, suelo escandalizarme con las noticias de educación y universidad. Oigan, la mayor parte de los periodistas (?) que llevan esas secciones en muchos diarios no saben aún la diferencia entre una tesina y una tesis doctoral. Por eso todas las semanas cuenta algún periódico que Zapatero hizo su tesis doctoral en León y que se la juzgó mi gran amigo Paco Sosa. No hay mala fe ni ánimo de hincharle el curriculum a la lumbrera de la Moncloa, que total para qué. No, es que a los periodistas especializados (?) les suena todo a lo mismo. De igual manera que, por ejemplo, confunden los órganos de gobierno de la Universidad, no captan la diferencia entre un artículo y un libro, no se saben la escala del profesorado o no tienen ni remota idea de cómo está organizada la enseñanza de grados y postrados, etc., etc., etc. Hay excepciones, ya sé, muchas. Pero convendrán ustedes conmigo en que es muy sorprendente esta frecuencia con la que quienes trabajan en una determinada sección de un periódico no dominan ni los rudimentos más elementales de la materia correspondiente.
Hace pocos meses, en Asturias, leí en un periódico local las declaraciones que hacía un buen amigo sobre los asuntos jurídicos que eran objeto de un curso de verano que él dirigía. ¡Cielo santo!, él no podía haber dicho tales cosas ni harto de vino. Y, efectivamente, no las había dicho. Le había tocado becario de verano como entrevistador y éste había metido en un imaginario bombo todas las palabras que el entrevistado había usado y luego las había ido sacando al azar y colocándolas por ese orden sin orden. Menudo galimatías y qué cantidad de burradas. Y ejemplos así todos conocemos muchísimos. A usted le preguntan, por ejemplo, qué piensa de la pederastia, responde, ingenuo, que no deberían ir tantas cosas y conductas al mismo cajón, y ya puede imaginarse el titular: "X propone meter las cosas de los pederastas en un cajón".
Por eso, cuando nos escandalizamos, con razón, de tanto amarillismo, de ese afán periodístico por excitar lo peor que sus lectores llevan dentro, de esa especie de metafórica coprofilia –o no tan metafórica- que destilan muchísimos diarios y medios de comunicación en general, de ese modo tan simplista de razonar, de esa falta de sustrato cultural de sus informaciones, de las constantes patadas a la historia, la teoría política, el derecho, la lengua (¡ay, la lengua! Va haciendo falta un manifiesto para defender el castellano –aquí sí: defender- frente a los continuos ataques que sufre a menos y boca de los periodistas, especialmente los deportivos) y hasta el sentido común, deberíamos afinar un poco más y tratar de averiguar cuánto hay de mala fe y propósito manipulador y cuánto, verdaderamente y aunque cueste creerlo, de pura ignorancia, de mera estulticia de los plumíferos.
Por cierto, a lo mejor habría que empezar por suprimir la carrera de periodismo, como tantas otras, dicho sea de paso. Que escriba quien sepa y que informe quien tenga de qué. No habría menos "periodistas" trabajando en los periódicos, pero a lo mejor cada uno sabía de lo que trataba.
PD.- Vds. me disculparán, pero acabo como siempre esta temporada, para evitar las agresiones indiscriminadas a mis muertos queridos: también hay excelentes periodistas, comunicadores muy competentes y tal y cual. Por supuesto. Yo sólo digo que escasean más de lo debido y que no podemos permitirnos que la opinión pública esté, en una gran parte, en manos de desalmados y/o catetos. Y que, encima ,hagan negocio regándonos de estiercol.
¿Cómo dice Vd.? ¿Que los profesores universitarios también tenemos lo nuestro y los de Derecho muy en particular? Naturalmente -bueno, le discuto sólo el "muy en particular"-, y aquí se ha dicho muchas veces. Pero una cosa no quita la otra y la burrez de los unos no sana la de los otros. En este país vivimos instalados en el tu quoque como disculpa ya permanente y para todo, y eso tampoco puede ser. Va siendo hora de que dejemos de zanjar nuestros debates con el "y tú más" o el "y yo en la tuya, por si acaso". Y me aplico el cuento, ya sé. Arrieros somos.
A lo que íbamos, a que cómo está el periodismo. Interesantes observaciones de los amigos tras el post de ayer, por el que, en parte, entono el mea culpa: la intención de criticar ese gusto periodístico por el fango, la murmuración y la dinamita para los (gili)pollos se me cruzó con ese morbo que cada tanto me da a cuenta de El País y con las ganas de fastidiar un poco a una parte de sus lectores, ésos que cualquiera identifica a un kilómetro por la pinta y la pose, igual que tradicionalmente pasaba con los lectores de ABC. Es más, la pintilla de aquellos de ABC de antes (?) y la de muchos de estos de El País de ahora es casi la misma. Por cierto, tampoco serán todos. Yo mismo soy lector diario de El País. Y de ABC y de El Mundo y alguno más a boleo. Pero eso son menudencias que no deberían distraernos más que cuando estamos con ganas de guasa o de bronca fácil. A lo mejor hasta es amarillismo de blog. Sorry.
Lo que sí alcanza para unos cuantos capítulos es lo del periodismo en general. Vayamos ahora con asuntos menos populares y populistas, sin sangre ni vísceras ni humores corporales, pero que a menudo nos muestran que los periódicos están en manos de indocumentados. Cada día nos encontramos docenas de ejemplos. Cada uno detectará mejor los que tienen que ver con su especialidad y su trabajo. En mi caso, suelo escandalizarme con las noticias de educación y universidad. Oigan, la mayor parte de los periodistas (?) que llevan esas secciones en muchos diarios no saben aún la diferencia entre una tesina y una tesis doctoral. Por eso todas las semanas cuenta algún periódico que Zapatero hizo su tesis doctoral en León y que se la juzgó mi gran amigo Paco Sosa. No hay mala fe ni ánimo de hincharle el curriculum a la lumbrera de la Moncloa, que total para qué. No, es que a los periodistas especializados (?) les suena todo a lo mismo. De igual manera que, por ejemplo, confunden los órganos de gobierno de la Universidad, no captan la diferencia entre un artículo y un libro, no se saben la escala del profesorado o no tienen ni remota idea de cómo está organizada la enseñanza de grados y postrados, etc., etc., etc. Hay excepciones, ya sé, muchas. Pero convendrán ustedes conmigo en que es muy sorprendente esta frecuencia con la que quienes trabajan en una determinada sección de un periódico no dominan ni los rudimentos más elementales de la materia correspondiente.
Hace pocos meses, en Asturias, leí en un periódico local las declaraciones que hacía un buen amigo sobre los asuntos jurídicos que eran objeto de un curso de verano que él dirigía. ¡Cielo santo!, él no podía haber dicho tales cosas ni harto de vino. Y, efectivamente, no las había dicho. Le había tocado becario de verano como entrevistador y éste había metido en un imaginario bombo todas las palabras que el entrevistado había usado y luego las había ido sacando al azar y colocándolas por ese orden sin orden. Menudo galimatías y qué cantidad de burradas. Y ejemplos así todos conocemos muchísimos. A usted le preguntan, por ejemplo, qué piensa de la pederastia, responde, ingenuo, que no deberían ir tantas cosas y conductas al mismo cajón, y ya puede imaginarse el titular: "X propone meter las cosas de los pederastas en un cajón".
Por eso, cuando nos escandalizamos, con razón, de tanto amarillismo, de ese afán periodístico por excitar lo peor que sus lectores llevan dentro, de esa especie de metafórica coprofilia –o no tan metafórica- que destilan muchísimos diarios y medios de comunicación en general, de ese modo tan simplista de razonar, de esa falta de sustrato cultural de sus informaciones, de las constantes patadas a la historia, la teoría política, el derecho, la lengua (¡ay, la lengua! Va haciendo falta un manifiesto para defender el castellano –aquí sí: defender- frente a los continuos ataques que sufre a menos y boca de los periodistas, especialmente los deportivos) y hasta el sentido común, deberíamos afinar un poco más y tratar de averiguar cuánto hay de mala fe y propósito manipulador y cuánto, verdaderamente y aunque cueste creerlo, de pura ignorancia, de mera estulticia de los plumíferos.
Por cierto, a lo mejor habría que empezar por suprimir la carrera de periodismo, como tantas otras, dicho sea de paso. Que escriba quien sepa y que informe quien tenga de qué. No habría menos "periodistas" trabajando en los periódicos, pero a lo mejor cada uno sabía de lo que trataba.
PD.- Vds. me disculparán, pero acabo como siempre esta temporada, para evitar las agresiones indiscriminadas a mis muertos queridos: también hay excelentes periodistas, comunicadores muy competentes y tal y cual. Por supuesto. Yo sólo digo que escasean más de lo debido y que no podemos permitirnos que la opinión pública esté, en una gran parte, en manos de desalmados y/o catetos. Y que, encima ,hagan negocio regándonos de estiercol.
¿Cómo dice Vd.? ¿Que los profesores universitarios también tenemos lo nuestro y los de Derecho muy en particular? Naturalmente -bueno, le discuto sólo el "muy en particular"-, y aquí se ha dicho muchas veces. Pero una cosa no quita la otra y la burrez de los unos no sana la de los otros. En este país vivimos instalados en el tu quoque como disculpa ya permanente y para todo, y eso tampoco puede ser. Va siendo hora de que dejemos de zanjar nuestros debates con el "y tú más" o el "y yo en la tuya, por si acaso". Y me aplico el cuento, ya sé. Arrieros somos.
9 comentarios:
"Arrieros somos".
¡Ya, pero ellos mucho más! ;-p
________________________________
Aporto mi obsesioncilla particular en la legítima crucifixión del periodismo patrio.
¿A quién habrá que agradecer la proliferación indiscriminada de la estructura "el resto + sustantivo plural".
- "El resto de jugadores no asistieron al evento".
Será porque "algunos de jugadores" sí que asistieron.
¡Esto no puede ser correcto! ¿De dónde ha venido eso de eliminar el artículo determinado "los"? Será "el resto de los jugadores" (como "algunos de los jugadores").
Pues en Google, por "el resto de jugadores" aparecen 103.000 entradas. Por "el resto de los jugadores", sólo 60.000. Lo mismo ocurre con "el resto de [los] invitados", "el resto de [los] asistentes", etc.
(Por cierto: yo consulto muchos giros y expresiones en Google cuando escribo en un idioma extranjero. A saber qué barbaridades puedo estar escribiendo por ahí...).
Más grave es la falta de concordancia entre sujeto y verbo, creo. Debería ser "El resto de los jugadores no asistió al evento", ¿no? Saludos
Anónimo, es que usted pide mucho...
Curiosa la información que ofrece Antonio Elorza en el País: por primera vez le deniegan un proyecto de investigación, que trataba de analizar las relaciones entre los medios de comunicación y el poder político.
Sería relativamente fácil hacer periodismo de calidad (contrastando fuentes, haciendo modestas búsquedas en interné y bases de datos, usando asesores que entiendan del tema del que se está escribiendo, ... ). Pasarían el filtro un moderado número de errores, e incluso la corrección de los mismos se convertiría en un factor de calidad.
Se podría afirmar categóricamente que, gracias a interné, nunca ha sido más fácil y económico hacerlo.
Evidentemente, estas consideraciones no se le escapan a nadie, y mucho menos a quienes están en la industria. Se deduce inmediatamente que si no hay calidad, es porque no interesa que la haya: bien otros son los objetivos. En todo el mundo occidental, las grandes cabeceras se han convertido en instrumentos del poder económico-político; por lo general, dan una de cal y veinticuatro de arena. Desde hace algunos años, las bitácoras buenas las están poniendo en evidencia un día sí y otro también. Aportan mucha más información y pensamiento usando una ínfima fracción de los medios que emplean los medios de comunicación de masa; será interesante ver en los próximos años si el poder las logra amordazar, como declaradamente desea, o si la onda de libertad que ha aportado la revolución de interné prevalece.
En el caso de El País, es especialmente notorio el viraje de lo que nació como un periódico y ahora es ... otra cosa. Comprendo los lagrimones más o menos ácidos que se les saltan a muchos.
En el caso de El Mundo, es menos notorio, porque nació para lo que nació, y sigue en la misma línea.
Paradojas del destino, creo que el proyecto El Mundo ha tenido más éxito que El País, y no por tiradas, difusiones, visitas a la página y demás chorradas pseudocuantitativas, sino por una verdad de a puño: a fin de cuentas, El País se ha "mundizado", y en eso estamos consumiendo pañuelos de papel, mientras que El Mundo ciertamente no se ha "paisizado" un milímetro, si para crear ese verbo utilizamos como referencia lo que fuera el otrora periódico hacia el año 1980.
Salud,
Por el amor de Dios o de la naturaleza según gustos, que alguien que se maneje en esto tenga la amabilidad de poner un enlace de esos azules de los que tanto gusta Ante, que muestre al ZP sonriendo en un cartel de los de la propaganda de las pasadas elecciones , en concreto aquel que decía : Motivos para creer - Por el Pleno empleo. Nos serviría para reflexionar acerca de la política este fin de semana.
Pero gracias a las excepciones podemos disfrutar a diario de excelentes definiciones, ejemplo : los politicamente correctos = carquiprogres.
Lo bueno de todo esto es que, a veces, casi sin darse cuenta, el periodismo chapucero puede decir toda la verdad, tal como se atribuye a los niños y a los borrachos. Eso ha ocurrido en el diario "El País" de hoy, que titula, sin el menor rubor:
"Zapatero baraja tres posibles candidatos para ocupar los puestos en la presidencia del CGPJ y en el Supremo".
Acabáramos, o sea que al Presidente del Tribunal Supremo no lo nombra el CGPJ, como dice la LOPJ (esto ya lo sabíamos), pero tampoco el Parlamento, ni siquiera los partidos políticos, ¡lo nombra Zapatero!.
Por cierto: fíjense qué simpática noticia da El País: ¡Génova paga traidores!.
Publicar un comentario