Uno, que es de pueblo, se quedó con aquella copla de cuando éramos críos: “Niño, estudia, que sólo estudiando podrás llegar a ser alguien. A ver si te crees que hacen ministro a cualquiera”. Luego leí en el artículo 103 de la Constitución eso tan emocionante del acceso a la función pública “de acuerdo con los principios de mérito y capacidad”, y seguí animándome. Hoy no sé qué pensar.
Lo de que lleguen a funcionarios exactamente los más competentes ya no se lo cree ni el más lelo de la comunidad autónoma. Promociones internas, prioridad de nativos con el cazo salido o que hablen no sé cómo, tribunales de amigos, sindicatos otra vez verticales... Cuando, con todo y con eso, se teme que se cuele un despistado que vaya por libre y no sepa a quién se ha de complacer y cuándo ponerse en pompa, los jerifaltes echan mano de los llamados cargos de libre designación para puestos de confianza, y ya se sabe lo que pasa cuando hay tanta confianza: a los ciudadanos nos da asco.
Acorralada ya nuestra inocencia, todavía nos decimos con la boca pequeña que tal vez las cosas sean distintas en las altas magistraturas del Estado. Ahí sí que no puede haber trampa ni cartón, eso debe de ser objetivo a tope. Mismamente el Tribunal Constitucional, de cuyos miembros dice la Constitución (art. 159) que serán todos “juristas de reconocida competencia” y, además, “independientes”. Siempre creímos los de la aldea que la competencia en cuestión se refería al dominio del Derecho. Pronto van a nombrar para ese Tribunal magistrados nuevos. Ya verán, ya. ¿Se acuerdan de los que todavía están? Un nivelazo. Y qué me dicen del Consejo General del Poder Judicial. Gracias a él, hasta los más ingenuos han caído de la burra la semana pasada. Sus miembros los acaban de escoger Zapatero y Rajoy con el mismo espíritu con que uno elige los calcetines cada mañana: los que mejor me vayan con lo que pienso ponerme. También hubo uno para el PNV y otro para CiU, que los buscaron entre los más íntimos y en plan aquí están mis vergüenzas al aire, qué pasa.
Ahora a ver qué les decimos a nuestros hijos para que estudien. Ministros ha habido que ni tienen carrera ni la han necesitado nunca para subirse al coche oficial. Se lo hacen por el morro o por el género. Y juristas de altísimo prestigio les menciono yo ahora mismo cien, de lo mejorcito, que nunca van a llegar ni al Constitucional ni al CGPJ ni a nada, pues no se dedican años y años a ronronear alrededor de los partidos y a frotarse el lomo contra la pernera de los que tienen por el mango la sartén de la democracia.
Pues eso es lo que hay y lo que la mayoría vota cada vez que puede. Voto útil lo llaman. Así que ajo y agua.
Lo de que lleguen a funcionarios exactamente los más competentes ya no se lo cree ni el más lelo de la comunidad autónoma. Promociones internas, prioridad de nativos con el cazo salido o que hablen no sé cómo, tribunales de amigos, sindicatos otra vez verticales... Cuando, con todo y con eso, se teme que se cuele un despistado que vaya por libre y no sepa a quién se ha de complacer y cuándo ponerse en pompa, los jerifaltes echan mano de los llamados cargos de libre designación para puestos de confianza, y ya se sabe lo que pasa cuando hay tanta confianza: a los ciudadanos nos da asco.
Acorralada ya nuestra inocencia, todavía nos decimos con la boca pequeña que tal vez las cosas sean distintas en las altas magistraturas del Estado. Ahí sí que no puede haber trampa ni cartón, eso debe de ser objetivo a tope. Mismamente el Tribunal Constitucional, de cuyos miembros dice la Constitución (art. 159) que serán todos “juristas de reconocida competencia” y, además, “independientes”. Siempre creímos los de la aldea que la competencia en cuestión se refería al dominio del Derecho. Pronto van a nombrar para ese Tribunal magistrados nuevos. Ya verán, ya. ¿Se acuerdan de los que todavía están? Un nivelazo. Y qué me dicen del Consejo General del Poder Judicial. Gracias a él, hasta los más ingenuos han caído de la burra la semana pasada. Sus miembros los acaban de escoger Zapatero y Rajoy con el mismo espíritu con que uno elige los calcetines cada mañana: los que mejor me vayan con lo que pienso ponerme. También hubo uno para el PNV y otro para CiU, que los buscaron entre los más íntimos y en plan aquí están mis vergüenzas al aire, qué pasa.
Ahora a ver qué les decimos a nuestros hijos para que estudien. Ministros ha habido que ni tienen carrera ni la han necesitado nunca para subirse al coche oficial. Se lo hacen por el morro o por el género. Y juristas de altísimo prestigio les menciono yo ahora mismo cien, de lo mejorcito, que nunca van a llegar ni al Constitucional ni al CGPJ ni a nada, pues no se dedican años y años a ronronear alrededor de los partidos y a frotarse el lomo contra la pernera de los que tienen por el mango la sartén de la democracia.
Pues eso es lo que hay y lo que la mayoría vota cada vez que puede. Voto útil lo llaman. Así que ajo y agua.
(Publicado hoy en El Mundo de León)
2 comentarios:
El otro día hablaban por aquí de este personaje:
El PP propone al magistrado leonés Enrique López para el Constitucional
la verdad es que lo del voto útil fue la clave de este gobierno actual pero sí ,voto útil para todos los que estan ahi arriba bien acomodados. Respecto al art 103.3 de la constitución eso ya es una pura bola de papel mojado. Pero es que además hay otro problema añadido...¿ Cuanta gente sabe lo que es CGPJ, o el Tribunal Constitucional? y bueno de sus funciones ya ni hablar....la mayoría de la gente pasa de leer nada relacionado con eso por que como dicen ellos : No es lo mío o comentario del tipo : ¿ Y qué hacemos ? ellos son los que mandan, además la capacidad crítica de las gente está totalmente atenuada y emborrachada con las garras de esta estupidez colectiva que nos invade , y que a algunos nos llena de sentimientos como la ansiedad y la depresión aunque bueno mejor reirse , no sea que nos receten antidepresivos.
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