Ayer por la noche, después de la consabida pelea con la pequeña Elsa para que comiera un poquito de algo, y tras limpiarme los restos de papillas y yogures que adornaban distintas partes de mi cuerpo y una vez que me hube sacado de un ojo la cucharilla que en él llevaba incrustada, decidí relajarme ante el televisor viendo la segunda parte del partido que jugaba la selección española de fútbol. Nadie es perfecto, qué se pensaban. Enciendo el televisor, aparece TelaHinco, perdón, Tele5, y, cuando voy a menear el mando para tirar de la cadena, capto unos gritos atronadores que vienen del chisme. Del televisor, quiero decir. Me pudo la curiosidad, lo siento. Miro a ver y resulta que en un programa que no sé cómo se llama y que presenta (moderar no modera, eso no) un señor con pelo pincho y cara de sarpullido, está hablando la novia –o como se denomine esa relación- del tipo aquel que agredió a Jesús Neira cuando éste iba a defender a la tía de marras, creyendo que era una señora, una mujer.
Como veinte minutos tardé en reponerme de la parálisis y durante todo ese tiempo no pude librarme de escuchar lo que decía la tipa ésa, que, por cierto, iba como un pincel, toda adornadísima y en plan a ver aquí si pillo, que la cosa ta mu achuchá. Como se sabe y allí mismo confesó la casquivana de los demonios, en ese programa cobraba por ir a sacarse de esa manera las heces del cerebro. Y tres periodistas bramaban, gritaban, soltaban espumarajos por la boca. Ellos también cobran, supongo, pues su trabajo consiste en eso, en menearle las partes a la fiera para que salpique a los telespectadores con sus humores fétidos y grasientos. Por cierto, una de las periodistas se llamaba Pilar Rahola y me quedé pensando que no podía ser la Pilar Rahola aquella que antes andaba en la política catalana. Seguro que es otra. Segurísimo. Tranquilo Carod, hay esperanza.
Al fin, con supremo esfuerzo, me liberé y pude ver los últimos minutos del fútbol. Me pareció, el fútbol, actividad con altísimo mérito intelectual y de gran estatura moral. Cielo santo, después de lo que acababa de ver y oír, hasta una boñiga resultaría sublime.
Me levanté al baño aceleradamente y con el vientre revuelto. Al pasar ante el espejo percibí algo raro en mi rostro y me detuve un momento a contemplarme. Tenía los ojos inyectados en sangre, mocos verdosos colgaban de mis fosas nasales, de las orejas me asomaban unos pelajos retorcidos cual esvásticas y de mi boca, que tenía los labios agrietados y llenos de pústulas, salía una letanía incesante: “pena de muerte para todos”, “mano dura”, “más castigos”, “que los maten”, “putas”, “maricones”, “esto antes no pasaba”. En ese momento, sonó el teléfono. Era del CIS y me llamaban para una encuesta. ¿Por qué yo, señor?, le pregunté al amable entrevistador distante. Porque ahora ya es usted un ciudadano común, me respondió. Y soltó un regüeldo.
Como veinte minutos tardé en reponerme de la parálisis y durante todo ese tiempo no pude librarme de escuchar lo que decía la tipa ésa, que, por cierto, iba como un pincel, toda adornadísima y en plan a ver aquí si pillo, que la cosa ta mu achuchá. Como se sabe y allí mismo confesó la casquivana de los demonios, en ese programa cobraba por ir a sacarse de esa manera las heces del cerebro. Y tres periodistas bramaban, gritaban, soltaban espumarajos por la boca. Ellos también cobran, supongo, pues su trabajo consiste en eso, en menearle las partes a la fiera para que salpique a los telespectadores con sus humores fétidos y grasientos. Por cierto, una de las periodistas se llamaba Pilar Rahola y me quedé pensando que no podía ser la Pilar Rahola aquella que antes andaba en la política catalana. Seguro que es otra. Segurísimo. Tranquilo Carod, hay esperanza.
Al fin, con supremo esfuerzo, me liberé y pude ver los últimos minutos del fútbol. Me pareció, el fútbol, actividad con altísimo mérito intelectual y de gran estatura moral. Cielo santo, después de lo que acababa de ver y oír, hasta una boñiga resultaría sublime.
Me levanté al baño aceleradamente y con el vientre revuelto. Al pasar ante el espejo percibí algo raro en mi rostro y me detuve un momento a contemplarme. Tenía los ojos inyectados en sangre, mocos verdosos colgaban de mis fosas nasales, de las orejas me asomaban unos pelajos retorcidos cual esvásticas y de mi boca, que tenía los labios agrietados y llenos de pústulas, salía una letanía incesante: “pena de muerte para todos”, “mano dura”, “más castigos”, “que los maten”, “putas”, “maricones”, “esto antes no pasaba”. En ese momento, sonó el teléfono. Era del CIS y me llamaban para una encuesta. ¿Por qué yo, señor?, le pregunté al amable entrevistador distante. Porque ahora ya es usted un ciudadano común, me respondió. Y soltó un regüeldo.
9 comentarios:
JAJAAAAAAA
Santo subito!
Muy bien, te has quedado descansadito con tu discurso elitista, por encima del bien y el mal. Pues te diré. A mi me pareció un horror que esta tipa se lucrara con el dolor de un hombre que quería ayudarla. Y me encantaron los periodistas, especialmente Rahola, que estuvo sembrada, y Calabuig, muy oportuno. Ojalá hubiera más momentos como este en televisión. Creo que son muy ilustrativos.
Viva el elitismo, cojones. Hasta la polla de la corrección política: hay escoria a patadas, e indicar con el dedo y apuntar el hecho no es más que ser fiel a la verdad. Que se jodan las masas, que ellas mismas se forjaron (salvo, no vaya a ser, el consabido 5-10% que realmente no lo pudo evitar).
´ A ver si Ante nos pone aquí el video del programa, para poder debatir con algo de base.
Ei, quien se conecta a la mierda, come mierda, poca sorpresa. Ninguna como T5 merece el nombre de cadena. La escobilla, no saben lo que sea, o mejor dicho, se apañan con las lenguas de sus telespectadores. Optimización empresarial lo llaman.
No te escandalices demasiado: cualquier interludio publicitario contiene muchas más obscenidades e indignidades que los delirios venales de ese insulto con patas a su propio sexo.
Salud,
"Muy bien, te has quedado descansadito con tu discurso elitista, por encima del bien y el mal".
Hostiusté, don Garci. A algunos la visión del programa les ha sentado peor que a usted. Será que al vomitar a tiempo, impidió que llegase a loqués propiamente el celebro.
Triste. Recomiendo que vean la entrevista que el escritor peruano Jaime Bayly hizo a Jiménez Losantos en un canal de TV de Miami hace un mes (está en Youtube). También muy ilustrativa.
¡Es verdad, Ana! Eso también fue de mucha náusea y regüeldo.
Lo vi en el tubo, como tú, y eché en falta en la entrevista a otros grandes como José María García, Jesús Gil, el Padre Acebes, Queipo de Llano, Pozí, el CuñAaAaAo y tantos otros héroes de las ondas, que no se pliegan a la dictadura de la corrección política y en vez del cerebro -ese pijo sociata-, emplean los cojones para decir las cosas por su nombre. ¡Con un par!
Etm. "ante...", en efecto, la entrevista es più più heavy. Cómo sería, si todavía Losantos se sentía incómodo en algunos momentos especialmente golpistas, non sé si te diste cuenta
Al margen, y en general: se extiende una hartiana zona de penumbra en la que periodismo y cieno se funden y no se sabe ya bien de qué va la cosa. En esa zona está emergiendo una tendencia a la rosificación del análisis sociológico-político y la sociologización-politización de la cronique rosse, que programas como el que motivó el post propician o potencian vía 1) la presencia conjunta de periodistas políticos en principio serios, de todos los colores, además de los inevitables tutto logo y los periodistas de lo rosa, y 2) la heterogeneidad de los temas tratados, la espectacularización de asuntos serios y la deliberada confusión de lo que es de "interés del público" con el "interés público". Miseria del periodismo, periodismo de la miseria.
Ciao y un saludo.
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