La Comisión Nacional de la Competencia (CNC) acaba de publicar un informe sobre servicios profesionales y colegios profesionales. En aras de una competencia más libre, se pretende que no sea necesaria la afiliación a un colegio profesional para ejercer el correspondiente oficio. Por ejemplo, que no haga falta estar inscrito en un Colegio de Abogados para hacer de abogado.
Más sorprendente es otra parte de dicho documento, donde se afirma que “Es necesario romper con la unión automática de una profesión y un título... de tal forma que se permita que profesionales con titulaciones diversas puedan competir en un mismo mercado”. Habría quedado más fino sin el “con”, pues se rompe con un amigo o con la pareja, pongamos por caso, pero no se rompe con la unión del toro y la vaca al separarlos, simplemente se rompe esa relación. Pero vayamos al grano. Afirma la CNC que sólo en casos excepcionales y en razón del interés general puede estar justificado “que una determinada profesión solo sea ejercida por los poseedores de una titulación concreta”. Ya nos imaginamos a todos queriendo ser la excepción.
Si las cosas se hicieran como la CNC sugiere y si no funcionara de nuevo el principio de que hecha la ley, hecha la trampa, podría ser divertido. Veríamos a arquitectos defendiendo a acusados ante los tribunales, a licenciados en Derecho ejerciendo como arquitectos y diseñando edificios inestables, a veterinarios que en lugar de curar bichos harían de tocólogos de señoras, a médicos que ocuparían plaza de ingeniero agrónomo, a ingenieros agrónomos que pondrían una farmacia, a farmacéuticos que se ganarían la vida con la topografía y a topógrafos llevando barcos como si fueran oficiales de la marina mercante.
Uno irá al odontólogo y se topará con un experto en avestruces, y a su amigo que estudió biología y se especializó en zoología le pedirá que le haga de procurador en un pleito o de masajista en la zona lumbar. Hasta ahora eran los masajistas los que tenían más competencia imprevista, pero ese modelo se va a generalizar. Veremos licenciados en Filología Hispánica anunciarse como protésicos dentales y a pilotos de aviación operando de hernia inguinal.
Que a los graduados en Biblioteconomía se les permita hacer de enfermeros y a los graduados en Enfermería se les faculte para la ingeniería aeronáutica será cosa muy buena para el mercado, para la competencia y, sobre todo, para los consumidores, que se sentirán muchísimo más seguros en manos de profesionales tan competentes.
Más sorprendente es otra parte de dicho documento, donde se afirma que “Es necesario romper con la unión automática de una profesión y un título... de tal forma que se permita que profesionales con titulaciones diversas puedan competir en un mismo mercado”. Habría quedado más fino sin el “con”, pues se rompe con un amigo o con la pareja, pongamos por caso, pero no se rompe con la unión del toro y la vaca al separarlos, simplemente se rompe esa relación. Pero vayamos al grano. Afirma la CNC que sólo en casos excepcionales y en razón del interés general puede estar justificado “que una determinada profesión solo sea ejercida por los poseedores de una titulación concreta”. Ya nos imaginamos a todos queriendo ser la excepción.
Si las cosas se hicieran como la CNC sugiere y si no funcionara de nuevo el principio de que hecha la ley, hecha la trampa, podría ser divertido. Veríamos a arquitectos defendiendo a acusados ante los tribunales, a licenciados en Derecho ejerciendo como arquitectos y diseñando edificios inestables, a veterinarios que en lugar de curar bichos harían de tocólogos de señoras, a médicos que ocuparían plaza de ingeniero agrónomo, a ingenieros agrónomos que pondrían una farmacia, a farmacéuticos que se ganarían la vida con la topografía y a topógrafos llevando barcos como si fueran oficiales de la marina mercante.
Uno irá al odontólogo y se topará con un experto en avestruces, y a su amigo que estudió biología y se especializó en zoología le pedirá que le haga de procurador en un pleito o de masajista en la zona lumbar. Hasta ahora eran los masajistas los que tenían más competencia imprevista, pero ese modelo se va a generalizar. Veremos licenciados en Filología Hispánica anunciarse como protésicos dentales y a pilotos de aviación operando de hernia inguinal.
Que a los graduados en Biblioteconomía se les permita hacer de enfermeros y a los graduados en Enfermería se les faculte para la ingeniería aeronáutica será cosa muy buena para el mercado, para la competencia y, sobre todo, para los consumidores, que se sentirán muchísimo más seguros en manos de profesionales tan competentes.
Y, por cierto, ¿quién le hace competenica a la Comisión Nacional de la Competencia? ¿Es un monopolio? ¿Y con qué títulos se accede, ya que estmos con eso?
1 comentario:
Interesante y sorprendente gilipollez esto de que sólo en casos excepcionales y en razón del interés general puede estar justificado “que una determinada profesión solo sea ejercida por los poseedores de una titulación concreta”. ¿A quién se le ha ocurrido? ¿Quién es el genio? ¿Dónde estaba escondida esta mente preclara? Yo quiero conocerlo
Ahora bien, tal y cómo están las cosas (y visto cómo funcionan determinados colegios) lo que no me parece tan disparatado es la idea de que no sea necesaria la inscripción/ colegiación en los llamados colegios profesionales (i. e. la sangría económica de deliciosos resabios gremiales y premodernos...a cambio de ¡nada!, a no ser que estés metido en la pomada ultracorporativa y siciliana) . Si yo le contara...
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