Ay, hija, no gana una para alegrías. Así se me está poniendo el cuerpo. Efectivamente, dicen que el PP de Carguillo y León va a proponer al Senado que hagan a don Enrique López, hasta hoy portavoz del CGPJ, magistrado del Tribunal Constitucional. Lo mires por donde lo mires, no tiene más que ventajas. Me refiero al asunto, no al Sr. López.
Son varios los juristas eminentes que en los últimos tiempos andan proponiendo que se suprima el Tribunal Constitucional o que, si hay que mantenerlo por aquello de que viste mucho, le pongan la sede en Cacabelos o Verín. Mi amigo Sosa Wagner escribió algo de esto no hace mucho. Parece que el PP se suma a la idea de ir apagando poco a poco el TC, hasta que llegue un día en que se funda y se confunda con la clientela de cualquier bar donde los jubilatas jueguen al tute después de comer o las viudas más orondas hablen de sus cosas a la hora de la merienda. Por la cosa de la paridad, supongo que se mantendrá el número igual de jubilatas varones y viudas negras o de cualquier otro color.
También está muy bien que para los que se pasaron un puñado de años en el CGPJ se busque una salida digna, ajustada a sus merecimientos y a la altura del nivel que mostraron hasta ahora. Es muy conveniente que se produzcan esos tránsitos entre instituciones constitucionales de tan similar prestigio: escaso hasta no hace mucho, hoy nulo.
Que el señor López, don Enrique, acceda al más alto órgano de control constitucional (de órgano a órgano y me toco el armonio), también es una sutil forma de aflojarles la vanidad a los constitucionalistas. ¿Que usted es un cátedro de Derecho constitucional con doctorado en Heidelberg, conferencias en Harvard y Cracovia, quince monografías de lo más sesudo y un carretillo entero de artículos sobre las más recónditas intimidades de la Carta Magna? Pues ajo y agua y a ver si vamos bajando esos humos. Mindundi, que es usted un mindundi, todo el día venga estudiar e investigando como si no tuviera cosa mejor que hacer o no aspirara a nada en la vida. Al fin y al cabo, si para que a uno lo propongan para magistrado del Chisme Constitucional, y hasta para llegar a serlo, no hace ninguna falta ni ser experto en la Constitución, ni haber escrito gran cosa, ni haber puesto una sentencia en los últimos diez años, ni haber demostrado imparcialidad e independencia de juicio, ni nada de nada, es probable que dentro de poco esas magistraturas de alta cuna y baja cama (como decía aquella canción) se sorteen directamente entre los militantes de los partidos o entre los criados de sus líderes. Y, mira por donde, a lo mejor en una de ésas, y por las cosas del azar, sale del bombo, o del armario, un constitucionalista competente para el Tribuanal Constitucional (¿donde está la errata...?) y nos deja a todos con la boca abierta y la mano en salva sea la parte.
En fin, que le deseo mucha suerte a don Enrique López porque, a fin de cuentas, si las cosas son como son y van como van, mejor que sea un conocido el que nos dé por el amparo, y porque hace años que lo conozco y me consta que todos sus compañeros de la carrera judicial, y muy en particular los leoneses, lo tienen por modelo de vocación y ejemplo de entrega. ¿Vocación de qué y entrega a qué? Oiga, no pregunte usted bobadas. A la carrera, carajo, a qué va a ser. Además, los que más lo han tratado insisten en que seguro que don Enrique arde en deseos de poner sentencias otra vez. “Es lo que más echo de menos y considero que por mi país ya he sacrificado más de la cuenta mi vocación de juez de a pie”, declaró con voz susurrante una noche a una periodista de Telva.
Pues eso, ánimo y suerte, don Enrique.
PD.- Por cierto, luego no se extrañará el PP de que el PSOE quiera incrustar a Conde Pumpido en el TC, ¿verdad? Oigan, y dicho sea sin ánimo de comparar.
Son varios los juristas eminentes que en los últimos tiempos andan proponiendo que se suprima el Tribunal Constitucional o que, si hay que mantenerlo por aquello de que viste mucho, le pongan la sede en Cacabelos o Verín. Mi amigo Sosa Wagner escribió algo de esto no hace mucho. Parece que el PP se suma a la idea de ir apagando poco a poco el TC, hasta que llegue un día en que se funda y se confunda con la clientela de cualquier bar donde los jubilatas jueguen al tute después de comer o las viudas más orondas hablen de sus cosas a la hora de la merienda. Por la cosa de la paridad, supongo que se mantendrá el número igual de jubilatas varones y viudas negras o de cualquier otro color.
También está muy bien que para los que se pasaron un puñado de años en el CGPJ se busque una salida digna, ajustada a sus merecimientos y a la altura del nivel que mostraron hasta ahora. Es muy conveniente que se produzcan esos tránsitos entre instituciones constitucionales de tan similar prestigio: escaso hasta no hace mucho, hoy nulo.
Que el señor López, don Enrique, acceda al más alto órgano de control constitucional (de órgano a órgano y me toco el armonio), también es una sutil forma de aflojarles la vanidad a los constitucionalistas. ¿Que usted es un cátedro de Derecho constitucional con doctorado en Heidelberg, conferencias en Harvard y Cracovia, quince monografías de lo más sesudo y un carretillo entero de artículos sobre las más recónditas intimidades de la Carta Magna? Pues ajo y agua y a ver si vamos bajando esos humos. Mindundi, que es usted un mindundi, todo el día venga estudiar e investigando como si no tuviera cosa mejor que hacer o no aspirara a nada en la vida. Al fin y al cabo, si para que a uno lo propongan para magistrado del Chisme Constitucional, y hasta para llegar a serlo, no hace ninguna falta ni ser experto en la Constitución, ni haber escrito gran cosa, ni haber puesto una sentencia en los últimos diez años, ni haber demostrado imparcialidad e independencia de juicio, ni nada de nada, es probable que dentro de poco esas magistraturas de alta cuna y baja cama (como decía aquella canción) se sorteen directamente entre los militantes de los partidos o entre los criados de sus líderes. Y, mira por donde, a lo mejor en una de ésas, y por las cosas del azar, sale del bombo, o del armario, un constitucionalista competente para el Tribuanal Constitucional (¿donde está la errata...?) y nos deja a todos con la boca abierta y la mano en salva sea la parte.
En fin, que le deseo mucha suerte a don Enrique López porque, a fin de cuentas, si las cosas son como son y van como van, mejor que sea un conocido el que nos dé por el amparo, y porque hace años que lo conozco y me consta que todos sus compañeros de la carrera judicial, y muy en particular los leoneses, lo tienen por modelo de vocación y ejemplo de entrega. ¿Vocación de qué y entrega a qué? Oiga, no pregunte usted bobadas. A la carrera, carajo, a qué va a ser. Además, los que más lo han tratado insisten en que seguro que don Enrique arde en deseos de poner sentencias otra vez. “Es lo que más echo de menos y considero que por mi país ya he sacrificado más de la cuenta mi vocación de juez de a pie”, declaró con voz susurrante una noche a una periodista de Telva.
Pues eso, ánimo y suerte, don Enrique.
PD.- Por cierto, luego no se extrañará el PP de que el PSOE quiera incrustar a Conde Pumpido en el TC, ¿verdad? Oigan, y dicho sea sin ánimo de comparar.
6 comentarios:
Magistrados magefesa, insisto.
En cuanto al procedimiento de selección de ratos señores, sugiero, Maestro, que examine esta propuesta: http://transiberianterminus.blogspot.com/2005/10/chollocracia.html
La noticia es una verdadera bomba. Yo me tenía por curado de espanto y malpensado natural, pero esto ya es demasiado. Vale que el CGPJ sea un reparto de cromos, como lo ha sido desde que existe, pero ¿también el Tribunal Constitucional, por el que -mal que bien- han pasado profesores eminentes, como Díez-Picazo o Garrido Falla, y Magistrados de prestigio, con decenas de años de labor judicial a sus espaldas?.
Poco puedo añadir a lo que dice el post; únicamente voy a referirme a ciertos pormenores burocráticos, lo cual es seguramente innecesario, porque la cuestión trasciende del personaje concreto, aunque es posible que tengan interés para algún lector del blog.
Todos creíamos entender que el art. 159.2 de la Constitución, cuando dice que los miembros del Tribunal Constitucional deberán ser nombrados entre “juristas de reconocida competencia con más de quince años de ejercicio profesional”, se refiere a quince años de ejercicio “como jurista” (abogado, profesor, juez o lo que sea), pero no al tiempo que se pasa en otros menesteres, por mucho que la situación de servicios especiales mantenga la ficción de permanencia en la carrera de origen, lo cual tiene algún sentido en cuanto a antigüedad, trienios, etc, pero ninguno cuando se pretende acreditar una cualificación vinculada en principio -como único elemento reglado del nombramiento-, a un determinado número de años de ejercicio profesional. Recuerdo (aunque los términos de la normativa no sean idénticos) que el Tribunal Supremo declaró en su día nulo de pleno derecho el nombramiento de Eligio Hernández como Fiscal General del Estado, teniendo en cuenta que muchos de sus “quince años” de ejercicio como jurista los había pasado en otras labores, incluida la de Gobernador Civil. Enrique López no habrá pasado más allá de siete u ocho años como juez de verdad, de los que dictan sentencias, los últimos en León, como es sabido.
Ninguna esperanza cabe de que lo anterior impida el nombramiento, vistos los precedentes: el art. 112 LOPJ prohíbe proponer como Vocal del CGPJ a quienes presten servicios en sus órganos técnicos, como sucedía en este caso, aunque la difícil papeleta se solventó hábilmente pidiendo el reingreso al servicio activo “durante un ratito”, triquiñuela ¿legal? que nos lo devolvió fugazmente a León, para regresar de inmediato a Madrid como miembro del CGPJ. ¿Qué podemos ya creer después de esto?
Es que la inmoralidad crece, incluso entre los que predican otra cosa. Esto es como si un prestigioso Catdrático presidiera el Tribunal que ha de valorar la Cátedra pretendida por un pariente cercano. Pero eso no pasa, ¿no?
Oiga, Anónimo. No digo yo que no pase eso que usted dice. Pero, ¿podría decirnos más de ese caso al que usted alude?
Se trata de una Cátedra de Derecho administrativo. La información me ha llegado por varios canales y no tengo forma de comprobarla (usted seguro que sí). Deseo de todo corazón que sea un infundio.
Oiga, anónimo, su deseo se cumple al cien por cien: esa información que le pasaron es un infundio como la copa de un pino. Sé perfectísimamente de lo que hablo, nos estamos refiriendo a personas absolutamente honestas y no hubo ni una sola componenda, ni de lejos, ni por asomo. Qué perro mundo este. Mire la persona que obtuvo la cátedra la ganó en competencia con un montón de aspirantes, en una habilitación celebrada en una universidad madrileña y en un tribunal en el que no estaba su marido, en ninguno de los sentidos que el verbo "estar" puede tener aquí. Luego, en León se celebró otro concurso de habilitación a cátedra, más tarde, presidido, ahora sí, por ese marido del que las lenguas viperinas le han hablado. El resultado fue no provisión, por razones que no vienen al caso.
No doy nombres -aunque dudo- porque no he hablado aún con las personas afectadas. Pero si usted quiere saber todos los detalles, para plantar cara a quienes andan levantando semejantes calumnias, no dude en escribirme a mi correo electrónico -jagara@unileon.es, y con el mayor gusto le daré todos los datos que quiera o, sin problema ninguno, le pondré en contacto con los interesados, si así lo desea.
Qué asco de mundo la Universidad, qué barbaridad. Eso de las varias vías me ha dejado sinceramente consternado. Ya imagina uno de qué tipo son las vías en cuestión. Puaj!
Por otro lado, si usted quiere darme más datos de los calumniadores de marras, estaré encantado de recibirlos y de darles a los semejantes cobardicas el trato que se merecen. Manga narices.
Saludos.
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