Siempre que va uno a escribir algo que tenga que ver con la religión en general, y en particular con el catolicismo, se desvive en excusas previas y advertencias preliminares. Que si se respeta la fe ajena, que si viva la tolerancia con todos los credos, que si cada uno gestiona sus temores como puede, etc., etc. Dese todo por dicho aquí nuevamente. Pero si la alternativa para no ofender es callar, mal vamos. Y si para hablar de papas y fieles uno ha de renunciar a su tono habitual, ése con el que critica tantas otras creencias también respetables, será igualmente señal de que algún temor nos hace más mella de la debida. Así que allá vamos.
Leo hoy que el Papa vuelve a insistir en que al católico no le está permitido más medio anticonceptivo que aquél que patentó un tal Ogino, pero que debió inventar San Anselmo o San Agustín para que todo cuadrara de maravilla. O sea, lleve la calculadora a la cama, haga la raíz cuadrada de la ovulación y luego fíjese en la mirada de su señora: si lo observa a usted con cara de te voy a devorar hasta la empuñadura, córtese, debe de ser señal de que está más fértil que cerebro de cátedro recién acreditado.
Sabido es que al llamado método Ogino se debe una buena parte de la superpoblación de muchos países católicos. Eso de calcular “a ogino” cuándo se echa el polvete al fin y sin reparar en emisiones embarazosas es una excelente manera de traer al mundo consumidores de videoconsolas y calimochos. Dice un periódico hoy que de cada cien mujeres que emplean este método tan poco metódico, veinte quedan embarazadas cada año. Pero como ese periódico es El País y ya se sabe que exagera por el lado de la laicidad despendolada, ponga usted que son dieciocho las que preñan con susto y cagándose en la que parió al japonés de marras, que se llamaba de nombre de pila Kyusaku, que suena asturiano del todo.
Para empezar -ya empezamos con los matices y parabienes- cada uno es responsable de su fe y que cada cual viva con arreglo a los dogmas y preceptos de la que eligió o le endilgaron sus papás en nombre del sacrosanto derecho a la educación, que ésa es otra y a ver cuándo dejamos de mezclar derechos a tontas y a locas. O sea, que si usted es católico y con su cónyuge se lo hace a golpe de calendario y pasando más hambre que Carpanta, tiene todo mi aplauso. Pero, ja, el día que me encuentre a uno de ésos lo invito a una buena comida con chupito y para que me cuente qué tal tiene el almanaque de banderitas y muescas. Porque no conozco ninguno, ésa es la verdad. No digo que no haya. Pero yo no me los he topado. Sí que sé de unos cuantos que pasan de echar cuentas y no echan nada de nada, célibes totales par entregarse a su obra pía. Los hay que son buenos compañeros y amiguetes. Ellos sabrán. Pero los otros, la inmensa mayoría de los que se dicen católicos, que van a misa o que la Iglesia computa -con perdón- como suyos porque fueron bautizados y tal, no se diferencian un pimiento de los no creyentes. Repito, me refiero a los que yo conozco. O sea, que el Papa les dice que así no, que con ésa o ése no, que hoy no toca y que nada de ponerse chismes ahí, y ellos como si les dijera misa. Precisamente. Como si oyen llover. Por eso supongo que la nueva insistencia de Benedicto XVI en que hay que hacerle un nudito a la pilila mientras no seas casado y, cuando lo seas, seguir con el nudito buena parte del mes y ponerle velas a San Antón para que el cambio climático no le altere a la parienta los ritmos y las temperaturas, tendrá la misma vigencia y aplicación entre sus huestes de muy creyentes y practicantes de lo que les conviene que vigencia tiene, en otro orden de cosas, la ley antitabaco: casi nada.
No sé si les he contado alguna vez que en mi juventud y en aquel colegio yo pasé por unos años de religiosidad. Me alejé porque un dios así no me entraba en la cabeza, me resultaba conceptualmente inconcebible. Un ser que se dice o del que se dice que es infinitamente bueno, sabio y poderoso no puede dedicarse a pijadas propias de taradillos, sádicos y crápulas. Con todo el respeto lo digo, pero así lo pienso. Y luego dice este mismo Papa que no hay incompatibilidad entre la fe y la razón. Pero razón en mano ese dios no se sostiene. Y si hemos de prescindir de la razón sería preferible que nos hubiera hecho vacas o caimanes.
Porque vamos a ver, qué hacemos con un dios que, entre otras muchas cosas, anda obsesionado con el pito de uno, más incluso que uno mismo. Podría habernos fabricado aptos para reproducirnos por esporas o para polinizarnos sin placer y por obra de unos pajaritos voladores. Pero no, nos da la manera de sentir gustito y nos dice que de gustito nada si no es conforme al cuadrante y con la misma o el mismo de la primera vez y después de pasar por ritos, exámenes y cursos. Y que nada de verterse en otro lado ni de otra forma y que a recibir a todos los hijos que vengan. Aunque sea para que se mueran de hambre o se los coman las ratas. Porque, por las mismas, tampoco hay que dar condones a los que no tienen para comer ni con qué alimentar a sus criaturas, ni a los que tienen sida. Hay que decirles que se aguanten si no quieren niños, que se aguanten incluso con su esposa/o y que lleven las cuentas aunque no sepan de cuentas. Por favor, por favor, por favor. En este punto me freno, me contengo -precisamente- y no suelto la caballería como me pide el cuerpo. Por respeto. Pero manda narices. Este dios -la mayúscula es deliberada, y no por querer ofender al hipotético Dios que pudiera existir, sino porque éste del que hablamos no puede ser- te puede condenar por toda la eternidad por tirarte en marcha con tu señora o por hacerte unas pajillas. Por favor, por favor, por favor. Qué obsesión tan enfermiza y tan impropia de un Dios que merezca el nombre.
Ya no tengo ganas de decir más. Aquí lo dejo. Y que cada perrillo se lama su culillo... si no es pecado. Duda uno de todo a estas alturas.
Sólo una pequeña coda: cuéntenme los creyentes entre los liberalones dispuestos a batirse donde haga falta para que se respeten sus opciones personales y puedan practicar su fe como deseen. Pero déjenme hablar con el mismo espíritu.
Leo hoy que el Papa vuelve a insistir en que al católico no le está permitido más medio anticonceptivo que aquél que patentó un tal Ogino, pero que debió inventar San Anselmo o San Agustín para que todo cuadrara de maravilla. O sea, lleve la calculadora a la cama, haga la raíz cuadrada de la ovulación y luego fíjese en la mirada de su señora: si lo observa a usted con cara de te voy a devorar hasta la empuñadura, córtese, debe de ser señal de que está más fértil que cerebro de cátedro recién acreditado.
Sabido es que al llamado método Ogino se debe una buena parte de la superpoblación de muchos países católicos. Eso de calcular “a ogino” cuándo se echa el polvete al fin y sin reparar en emisiones embarazosas es una excelente manera de traer al mundo consumidores de videoconsolas y calimochos. Dice un periódico hoy que de cada cien mujeres que emplean este método tan poco metódico, veinte quedan embarazadas cada año. Pero como ese periódico es El País y ya se sabe que exagera por el lado de la laicidad despendolada, ponga usted que son dieciocho las que preñan con susto y cagándose en la que parió al japonés de marras, que se llamaba de nombre de pila Kyusaku, que suena asturiano del todo.
Para empezar -ya empezamos con los matices y parabienes- cada uno es responsable de su fe y que cada cual viva con arreglo a los dogmas y preceptos de la que eligió o le endilgaron sus papás en nombre del sacrosanto derecho a la educación, que ésa es otra y a ver cuándo dejamos de mezclar derechos a tontas y a locas. O sea, que si usted es católico y con su cónyuge se lo hace a golpe de calendario y pasando más hambre que Carpanta, tiene todo mi aplauso. Pero, ja, el día que me encuentre a uno de ésos lo invito a una buena comida con chupito y para que me cuente qué tal tiene el almanaque de banderitas y muescas. Porque no conozco ninguno, ésa es la verdad. No digo que no haya. Pero yo no me los he topado. Sí que sé de unos cuantos que pasan de echar cuentas y no echan nada de nada, célibes totales par entregarse a su obra pía. Los hay que son buenos compañeros y amiguetes. Ellos sabrán. Pero los otros, la inmensa mayoría de los que se dicen católicos, que van a misa o que la Iglesia computa -con perdón- como suyos porque fueron bautizados y tal, no se diferencian un pimiento de los no creyentes. Repito, me refiero a los que yo conozco. O sea, que el Papa les dice que así no, que con ésa o ése no, que hoy no toca y que nada de ponerse chismes ahí, y ellos como si les dijera misa. Precisamente. Como si oyen llover. Por eso supongo que la nueva insistencia de Benedicto XVI en que hay que hacerle un nudito a la pilila mientras no seas casado y, cuando lo seas, seguir con el nudito buena parte del mes y ponerle velas a San Antón para que el cambio climático no le altere a la parienta los ritmos y las temperaturas, tendrá la misma vigencia y aplicación entre sus huestes de muy creyentes y practicantes de lo que les conviene que vigencia tiene, en otro orden de cosas, la ley antitabaco: casi nada.
No sé si les he contado alguna vez que en mi juventud y en aquel colegio yo pasé por unos años de religiosidad. Me alejé porque un dios así no me entraba en la cabeza, me resultaba conceptualmente inconcebible. Un ser que se dice o del que se dice que es infinitamente bueno, sabio y poderoso no puede dedicarse a pijadas propias de taradillos, sádicos y crápulas. Con todo el respeto lo digo, pero así lo pienso. Y luego dice este mismo Papa que no hay incompatibilidad entre la fe y la razón. Pero razón en mano ese dios no se sostiene. Y si hemos de prescindir de la razón sería preferible que nos hubiera hecho vacas o caimanes.
Porque vamos a ver, qué hacemos con un dios que, entre otras muchas cosas, anda obsesionado con el pito de uno, más incluso que uno mismo. Podría habernos fabricado aptos para reproducirnos por esporas o para polinizarnos sin placer y por obra de unos pajaritos voladores. Pero no, nos da la manera de sentir gustito y nos dice que de gustito nada si no es conforme al cuadrante y con la misma o el mismo de la primera vez y después de pasar por ritos, exámenes y cursos. Y que nada de verterse en otro lado ni de otra forma y que a recibir a todos los hijos que vengan. Aunque sea para que se mueran de hambre o se los coman las ratas. Porque, por las mismas, tampoco hay que dar condones a los que no tienen para comer ni con qué alimentar a sus criaturas, ni a los que tienen sida. Hay que decirles que se aguanten si no quieren niños, que se aguanten incluso con su esposa/o y que lleven las cuentas aunque no sepan de cuentas. Por favor, por favor, por favor. En este punto me freno, me contengo -precisamente- y no suelto la caballería como me pide el cuerpo. Por respeto. Pero manda narices. Este dios -la mayúscula es deliberada, y no por querer ofender al hipotético Dios que pudiera existir, sino porque éste del que hablamos no puede ser- te puede condenar por toda la eternidad por tirarte en marcha con tu señora o por hacerte unas pajillas. Por favor, por favor, por favor. Qué obsesión tan enfermiza y tan impropia de un Dios que merezca el nombre.
Ya no tengo ganas de decir más. Aquí lo dejo. Y que cada perrillo se lama su culillo... si no es pecado. Duda uno de todo a estas alturas.
Sólo una pequeña coda: cuéntenme los creyentes entre los liberalones dispuestos a batirse donde haga falta para que se respeten sus opciones personales y puedan practicar su fe como deseen. Pero déjenme hablar con el mismo espíritu.
Y segunda nota, ésta para fieles de la corrección política, sector feminista aidóneo: esta birria de texto está escrito desde la perspectiva masculina; o sea, con punto de vista y terminología propia de varón decadente y faloquesea. Es que es mucho lío andar poniendo todo el tiempo pilila/o y cosas así. Pero conste que todo lo que se dice, debidamente traducido, vale también para las mujeres. Tal cual y en igualdad.
10 comentarios:
En mi opinión, en problema reside en que la iglesia católica tiene una radical incomprensión del sexo como medio de comunicación humano, (humano y, por tanto, imbricado profundamente en ese ser cultural y pensante que es cada persona humana), y lo entiende únicamente como instrumento para la procreación, a la vez que como un placer “animal” que, como tal, ha de ser controlado ya que, caso contrario, resulta degradante. Varias son las razones de esta incomprensión. Una de ellas, la concepción dualista de la naturaleza humana, el dualismo cuerpo/alma, materia/espíritu, en virtud del cual el cuerpo se identifica con lo animal, lo meramente instintivo, que es por ello mismo lastre para lo racional y lo espiritual, que sería lo realmente importante. Por ello hay que domar los instintos animales, y especialmente, por su fuerza, el instinto sexual. Como es lógico, este planteamiento carece de sentido si no se acepta el dualismo, y en este punto es curioso comprobar que Jesús de Nazaret, como buen judío, no era dualista. De ahí que, para un cristiano, cuando uno muere no va su alma cielo o al infierno. Se va al cielo o al infierno al final de los tiempos, una vez se ha resucitado, y no va el alma, sino el cuerpo, ya inmortal. No existe, pues, en los evangelios, como no existía en el judaísmo de Jesús, el alma como algo distinto o separado del cuerpo.
Otra de las razones de la incomprensión de la iglesia católica respecto al sexo reside en su concepción de lo natural como opuesto a lo artificial, sin tener en cuenta que, desde el punto de vista humano, tan “artificial” (es decir, tan cultural) es el método Ogino, como la píldora, el parche hormonal, el diu, el diafragma o el preservativo, pues todos estos métodos anticonceptivos, sin excepción alguna, son el resultado de la inteligencia humana, que es en sí misma parte de la naturaleza: toda creación humana es naturaleza, a no ser que uno se piense a sí mismo como algo distinto o ajeno al mundo natural, y lo que llamamos cultura no es sino la expresión natural de nuestra especie de homínidos racionales. Y también resulta curioso que la iglesia católica, que en el Concilio Vaticano II afirmó la humanidad esencial de la ciencia y la tecnología, no comprenda sin embargo, que tan humana es la investigación científica que ha dado lugar a la píldora anticonceptiva como la investigación, también científica –por rudimentaria que ahora nos parezca-, del Dr. Ogino.
Por todo ello, incluso para alguien que, como yo, no es ni cristiano ni creyente en dios alguno, la actual posición de la iglesia católica sobre el sexo y la anticoncepción aparece como mero residuo de una mirada sobre la naturaleza y el hombre ajenas no solo a los tiempos actuales sino a su propia doctrina; esto explica, a mi juicio, que el hecho de que la inmensa mayoría de los católicos utilice sin ningún problema de conciencia todos los medios anticonceptivos que considere oportunos, no suponga, ni de lejos, crisis de ningún tipo en el seno del catolicismo. Que, por otra parte, siempre ha defendido la primacía de la conciencia personal sobre todas las cosas, moral oficial incluida.
Y ¿qué hay de la concepción musulmana del sexo?
Una prueba irrefutable de la incompatibilidad entre fe y razón(que niega el actual papa), es precisamente toda esta teoría en torno al sexo y la reproducción humana que defiende la iglesia católica.Sólo una fe irracional puede aceptar sin que se le fundan los plomos del cerebro semejante cantidad de patrañas.No sólo eso,de prestar oidos a sus consejos estaríamos privándole al ser humano de dos de sus características básicas: voluntad e imaginación.
Jusamawi
A lo de fe y razón incompatible con tal que Vd hace mención, ¿es aplicable a todas las religiones incluída la musulmana?
¿Vd cree que el punto de vista ateo nos da o no nos quita voluntad e imaginación?
Buenas noches Roland,
No veo diferencias fundamentales entre las religiones a la hora de juzgar la incompatibilidad o no entre fe y razón.
La razón tiene que utilizar técnicas de verificación para llegar a certezas. La religión no.La religión no nace como fruto de la experiencia ni de la investigación.Yo no sé si todas pero desde luego la inmensa mayoría de las religiones tienen su origen en una revelación. Esto no tiene por qué ser trampa, pero desde luego va por diferente camino al de la razón.
Las religiones responden a creencias y dependen de una esperanza.Asímismo,en todas ellas se establece una relación con un ser sobrenatural que interviene en nuestras vidas.La religión por tanto se opone a la razón, según mi punto de vista.La razón no sirve para creer,su fin último es conocer.Puede que la religión busque también conocer pero parte de creencias y eso, otra vez más, no es razonable.
La fe puede ser tremendamente útil para la esfera íntima de las personas.Desde ella sin embargo no podemos acceder a un conocimiento basado en la razón.
En cuanto a lo de si el punto de vista ateo proporciona más o menos imaginación o voluntad diré que si la voluntad es la capacidad de elección, entonces sí, pues pienso que la fe no nos deja elegir.Otra cosa es que el creyente esté muy contento con el estado de cosas, pero evidentemente no ha elegido.En última instancia elegir consiste además en conocer las razones por las que hemos elegido.Esto distancia más la fe de la voluntad.
La imaginación es libre y no creo que entienda de fe o razones.
Salud
Jusamawi
Para un creyente, particularmente para los musulmanes,no hay que demostrar nada, ni investigar el por qué de la religión , ya sabe que los creyentes creemos que "esto" lo hizo Dios. Y Dios no interviene en nuestras vidas sino que existe el libre albedrío.
No estamos en el tiempo tomista de la recta ratio donde la ratio era el designio divino para el mundo y el conocimiento del hombre derivaba de la fe y todo aquel sistema que el Santo tenía en su cabeza.
Recientemente un polaco (no me acuerdo de su nombre a ver si Ante nos lo pone en un enlace) ha conseguido demostrar matematicamente la existencia de Dios (no he leído ese trabajo porque creo no saber mucho de números y tal, pero cuando se traduzca a lo inteligible para mentes obtusas lo leeré).
La razón la dibujaba Spinoza como una escalera a través de la cual ascendemos al lugar deseado. Lo que no especificó es hasta dónde o hasta que distancia o hasta que medida llegaría la escalera.
Mis hermanos en Cristo católicos, es cierto que con lo de la pirula se exceden y los musulmanes ya es una pasada, es que en Arabia Saudí ni hablar puedes con las mujeres pero eso no significa que la religión te prive de la voluntad ni de la imaginación.
Si Vd dice que la religión no nos deja elegir, el ateismo tampoco , un mundo ateo sería un caos en el que no cabría el Derecho ya que si todos creemos firmemente que todo acaba aquí ¿por qué tu vas a tener más que yo? o ¿por qué voy a tener que dar yo según mi capacidad a cada cuál según su necesidad? ¿por qué voy a alimentar yo a un desnutrido? ¿solidaridad para qué?, los ateos utilizan los vericuetos que deja la religión para intentar justificar su modus vivendi (incluso desde un planteamiento racional), un ateo es un free rider "a posteriori".
Sin duda tiene Vd parte de razón en que prefiere algo empírico, pero le pongo un ejemplo con el que yo pienso al menos mensualmente y no me lo resuelve la razón : Yo soy quinto de Dn Miguel Díaz y García-Conlledo catedrático de Dº Penal y autor de una Tª y yo soy un aprendiz de jurista "nadie" ¿cómo es posible eso? ¿por qué uno es una eminencia y otro un "cagao"? y así me sigo haciendo preguntas hasta que me quedo dormido como si cada pregunta fuese una oveja contada.
Salud y Libertad.
Hola de nuevo Roland.
El hecho de que los creyentes no necesiten ni quieran demostrar nada me parece perfecto siempre y cuando no se impongan a nadie esas creencias.Lo que yo vengo a decir es que esto mismo sería prueba de que fe y razón juegan partidos diferentes.A unos la verdad les ha sido revelada y por tanto ,como creen, no necesitan demostración ni razonamientos. A otros les hace falta investigación, razonamientos y demostraciones para tener algo como verdadero. Son caminos diferentes e incompatibles.
La demostración matemática de una creencia, por muy sólida que sea ésta me parece un empeño inutil además de innecesario para el creyente. ¿Para qué lo necesita?
Cuando yo hablaba de la intervención divina en nuestras vidas no me refería a la privación del libre albedrío, sino a que la creencia en un Dios y en una vida más allá de la vida modifica nuestra actuación y nuestras decisiones.Esto ha sido también utilizado en muchas ocasiones por las diferentes religiones para intervenir en la vida pública y hacer de sus creencias y opiniones normas de obligado cumplimiento para todo el mundo.Y esto sí me parece mal.Creo que la religión debe permanecer en el ámbito privado.
Yo no sé lo que pasaría en un mundo ateo.Sí imagino un mundo donde la religión no ocupe el poder político.Ese mundo, creo que sería más razonable.
En cualquier caso no tenemos por qué inferir que los ateos no tengan valores.La justicia social por ejemplo puede ser defendida tanto por creyentes como por no creyentes.
Todos nos hacemos preguntas.Imagino que impulsados por la razón, no por nuestras creencias.
Salud,paz y libertad
Jusamawi
Muy brevemente, no creo que ninguna religión quiera imponer nada a nadie (tal vez los musulmanes sí, pero muy matizado), el no necesitar una demostración exacta de tus creencias religiosas no implica el que estas no deban ser demostradas y si matematicamente se ha demostrado la existencia de Dios es que fe y razón pueden ir juntas, otra cosa es lo que queramos que sea ese resultado (Nos gustaría que Dios no permitiese que nadie muriese y tal ; y a mí me gustaría también que el agua no mojara) o que nos guste más o menos , es decir, Dios es Dios y existe porque está demostrado cientificamente por un acreditado matemático polaco y que yo sepa no ha sido desmentido su análisis Cuando Gentili mandó callar a los teólogos en territorio ajeno ,no cerró el uso del pensamiento a estos sino que lo amplió a todos.
No estoy de acuerdo que la creencia en otra vida o de que hay huríes en un paraíso te limite, más bien al contraario, te hace audaz, ingenioso y sin límites en la voluntad; al contrario que un ateo, por razones sencillas, el ateo piensa que aquí se acaba todo y que te transformas en energía y tal por lo que querrá vivir esta vida que es la única que tiene al máximo.
Creo que los creyentes debemos participar en la vida pública y no permitir que el poder nos imponga algo que vaya contra nuestras creencias. Y no dude de que un mundo ateo sería insolidario y sin posibilidad de que existiera el Derecho porque si todo se acaba aquí, quien coño eres tú para decirme en la escasa vida que poseo lo que tengo que hacer ¿por qué es más razonable? , me cago yo en la razón si tengo más fuerza que tú.
Lo cuál no quiere decir que un ateo no tenga valores, los tiene, pero me gustaría verlos solos en el mundo, no iban a aceptar ninguna norma y pudiera ser que perdiesen los valores rapidamente, aunque esto tal vez un sociólogo nos lo podría iluminar.
Y no creo que la justicia social la lleven a cabo los ateos, en un mundo ateista (insistiendo en lo mismo)¿por qué yo te voy a dar a tí, si me voy a extinguir no se cuando, disfrutaré del momento y si tú no tienes, te jodes.
Sin duda cuando yo me pregunto por qué yo soy así y Díaz y García-Conlledo es superior, empleo la razón y nunca encuentro respuesta ¿dónde está la escalera de Spinoza?
Salud y libertad
bueno mi opinión es que es bastante absurda esa idea que atemoriza a los hombres..con la vida eterna, el infierno..el castigo el no se qué y el no sé cual, ciertamente no se por que deberiamos guardarle ese respeto despues de matar y torturar hasta la muerte a un montón de personas..y aún hoy en día intentando seguir con el pensamiento totalitario..aunque claro...ahora hay alguien que les ha desplazado en ese intento de "totalizar" el pensamiento, pero bueno no seamos rencorosos y asumamos que tienen ese derecho a seguir expresandose...aunque desde luego no estoy para nada de acuerdo, ademas promulgan la existencia de un dios que como muy bien usted ha dicho..supuestamente es infinitamente bueno, poderoso etc...es absurdo totalmente no tiene ni pies ni cabeza porque si esta tan bueno ¿ por que no resuelve los problemas que hay en el mundo? bueno las preguntas tipicas de siempre que estamos hartos de leer. Creo que se podría relacionar lo que esta pasando con la muerte de dios de Nietzsche, el problema es que si, aqui Dios muere, pero en su lugar se pone algo aun peor, el pensamiento totalitario neoliberalista y consumista, pero bueno esto a nadie le interesa.....que más da si ya no pintan " nada ".......
Buenos días.
Aunque tarde, he podido disfrutar de su entrada, desnudo (eso sí) y con un nudo, mayormente cojonudo -sin perdón-.
Cuente con otro crápula que le lee a partir de hoy.
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