30 octubre, 2007

El cambio climático y Luhmann

Niklas Luhmann era un jurista y sociólogo alemán que el nuevo pensamiento de orden y pancarta tiene por conservador. Así que ojo al dato y a tomárselo en serio. Luhmann desarrolló una muy peculiar teoría de sistemas con la que explica el funcionamiento de las más variadas instituciones y prácticas sociales. Bebe originariamente en la teoría cibernética y el funcionalismo, a los que sumó luego la teoría de los sistemas autopoiéticos de Maturana y Varela. Pero no es momento de que nos perdamos en abstrusas elucubraciones.
Si me ha vuelto a la cabeza estos días es por el asunto de Rajoy y su primo, compañero éste, creo, de algún buen amigo sevillano de este blog. Habla Luhmann de legitimación por el procedimiento, cuestión a la que quiero referirme brevemente, para acabar en ese tema de actualidad.
Debatía Luhmann con Habermas, la otra gran cabeza de la teoría social alemana contemporánea. Habermas entiende que la legitimación de las instituciones sociales se basa en el consenso, un consenso social alcanzado a base de que todos los interlocutores interesados en la cuestión que sea sopesan reflexivamente argumentos y acaban poniéndose de acuerdo en la verdad o validez de las mejores razones que para cada tema cuenten, razones de fondo, razones de contenido. En cambio, Luhmann sostiene que de eso nada, que si hay acuerdos sociales que permiten a los ciudadanos aceptar decisiones, es porque funciona un elemento de fe, de confianza en la competencia y capacidad de los que deciden, pero sin que ésos que consienten entiendan de la misa la media ni estén en condiciones de dar cuenta del contenido de esas razones. ¿Qué entiende el común de los mortales de una ley de seguros o de una ley sobre telecomunicaciones, pongamos por caso, con sus bandas anchas, sistemas digitales y analógicos, ondas hertzianas y gaitas gallegas? Ni palabra. Sin embargo, díjolo Juan, punto redondo, la ley va a misa y aceptamos sus contenidos. Otro día leemos que han dado el premio Nobel a unos señores que han descubierto no sé qué cosa de la cadena de ADN y convencidos quedamos de que son importantes hallazgos, y bien verdaderos, ésos de tales científicos, ponemos la mano en el fuego por la verdad de sus teorías. ¿Y qué entendemos, la inmensa mayoría, de esas cadenas de ADN, si ni siquiera sabemos colocar las cadenas del coche cuando nieva? Ni jota. Pero si ellos lo dicen, ellos sabrán, con buen fundamento. Si la misma teoría, exactamente la misma, la formula un vecino nuestro que es funcionario de correos y no tiene carrera ni trabaja en un laboratorio, nos lo tomamos a chufla aunque tenga más razón que un santo. Por cierto, que los milagros de los santos también se los creen los fieles, y hasta muchos infieles, sin haberlos visto ni disfrutado y sin sospechar en qué parte de la chistera llevaban el conejo.
¿Entonces? Pues ahí es donde aparece la legitimación por el procedimiento. Lo que provenga de ciertas instituciones que trabajan con determinados procedimientos acreditados dentro del respectivo sistema –el de la ciencia, el del derecho, el de la religión, el de la economía…- goza de una aceptación social por razón de ese origen, no porque los ciudadanos dominen las respectivas claves ni comprendan el fondo de que se trate. El consenso social juega anticipadamente, es un acuerdo apriorístico, una disposición anticipada a creer lo que venga de donde debe: creemos que lo que el Parlamento aprueba como ley, ley es y bien está como ley; lo que los especialistas económicos calculen sobre el PIB del año próximo nos resulta fiable, aunque no sepamos ni desentrañar las siglas; lo que el Papa diga hablando ex cátedra como verdad de fe se toma, aunque no haya la gente visto jamás un alma ni un ángel ni tenga tratos habituales con el Espíritu Santo. Y lo que digan los que trabajan como científicos en sedes e instalaciones científicas, como verdad de la ciencia va a contar, aunque no se entienda ni papa, aunque sólo lo comprendan los científicos.
Lo del cambio climático puede ser un buen ejemplo. No digo yo que no tenga fundamento científico, líbrenme los dioses de echarme a los pies de los caballos como un vulgar Rajoy. Habrá cambio climático, pues la mayoría de los científicos dedicados a esos menesteres están diciendo que sí y uno no está en situación de contradecirlos, pues no es científico. Verdad es que en mi pueblo oía desde pequeño a los paisanos decir cada verano que el tiempo estaba loco y que ya no hacía los fríos de antes; o los calores. Pero será que ya había comenzado la movida en los Polos. El caso es que los que no somos científicos sólo estamos en situación de creer sí o sí, y de corroborar modestamente las aseveraciones de la ciencia con la observación de que esta temporada han estado más tristones nuestros geranios. No va a cumplir su papel social la ciencia si nos dedicamos a llevarles la contraria a los expertos, igual que no va a funcionar el Estado si cualquier mindundi se pasa el día poniendo en tela de juicio la competencia de los legisladores, o se va al garete la Iglesia si cada beata se lo monta de teóloga alternativa. Pero, repito, ¿en el fondo qué sabemos? Nada; o casi.
No hay ciencia posible, ni derecho ni economía ni nada, si la gente pierde la fe en las verdades de los que sientan las verdades. Sólo un científico puede cuestionar a los científicos, sólo un teólogo a los teólogos, sólo un economista a los economistas. Y ellos lo son por el tipo de dedicación que cultivan, los instrumentos con que trabajan y los métodos que aplican. Y punto.
También cuenta Luhmann que el progreso de la vida social se ralentiza cuando esos sistemas sociales –el de la ciencia, el del derecho, el de la economía…- son invadidos por sistemas ajenos. Cuando la ciencia se hace con criterio religioso, por ejemplo, o el derecho se practica con miras políticas, o la economía hace sus cálculos con pautas morales. Acabará entonces siendo verdad que Dios hizo a Eva con una costilla de Adán lisiado y que los fósiles engañan como bellacos, o las normas jurídicas se aplicarán buscando nada más que la justicia y a la porra la seguridad jurídica, o los tribunales se guiarán en sus decisiones por la consideración de qué beneficia más al gobierno o a la oposición, y adiós independencia judicial y derechos de los ciudadanos. Por cierto, esto último me suena de algo.
En el tema del cambio climático la ciencia se ha contagiado de política, pues el complicado discurso científico se está convirtiendo en eslogan político. Ya ven lo que entenderá don Z de los fundamentos causales del cambio climático; lo mismo que Rajoy: ni puñetera palabra. Cuando la ciencia se convierte en arma política suceden dos cosas temibles: se trivializa y se alteran sus resultados a conveniencia. No es que mientan los científicos, es que el político va a tomar de sus resultados lo que le convenga, como le convenga y para lo que le convenga. Y el día menos pensado acabarán quemando en una hoguera en plaza pública al científico que tenga la ocurrencia de llevarle la contraria a la ciencia oficial o, lo que es mucho peor, al que discuta la peculiar verdad científica que los partidos hayan convertido en estandarte electoral. Discurso político único, prietas las filas y neolengua. En ésas estamos.
A Rajoy se le fue la olla, seguro. Porque qué diablos sabe él en verdad del cambio climático. Y a su primo ni lo entiende ni puede entenderlo. Le toca creer lo que nos digan, como a todos. Corcho, pero Al Gore tampoco es un científico. Así que por qué habíamos de tenerlo a él por un gurú de la climatología. Porque cobra una pasta por las conferencias. Muy bien. Pero, ¿esas conferencias no deberían darlas los científicos? ¿No sería mejor asistir a sus discusiones, las de los científicos, en lugar de escuchar al nuevo sacerdote del dogma climático incuestionable? A un tipo, por hablar de ciencia, le dan el Premio Nobel de la Paz. Me parece estupendo, se le premia la buena intención y aunque haya estado en un gobierno que bombardeó lo suyo. Pero no le han dado el de Física, ojo. Así que mejor sería escuchar a los Físicos. Y los Físicos aún discuten sobre el cambio climático, sus porqués, sus alcances, sus efectos posibles. Los políticos no. La gente que hace de la ciencia mal digerida una nueva fe con la que machacar heterodoxos y conseguir votos, tampoco. La mayoría de los no científicos entregados a la causa del cambio climático se lo creen con la misma convicción con que los fieles cristianos están convencidos que una vez se abrió el Mar Rojo y allá se fueron los judíos, de la mano de Moisés, por el sendero marítimo. Al final, es la fe, a ser posible religiosa, lo que mueve montañas; y urnas. Y los políticos guiando al Pueblo de Dios al son de los telepredicadores.
No sé de qué vale perder la fe en la Biblia y su autor para acabar profesando la religión de Al Gore, la verdad. Aunque igual un día vemos al picaro yanqui elevarse en un carro de fuego. Todo se andará. A ver a quién le echan la culpa de lo del fuego y de lo que contamina el carro.

Jueces independientes

El amigo Lopera in the nest nos indica amablemente a todos un interesante comentario de Javier Caraballo en su blog. Merece ser destacado, ciertamente, y si pinchamos aquí, lo vemos.
Gracias, amigo Lopera.

29 octubre, 2007

Los lugares del sexo

Este título no es original. Un colega de Geografía me puso en la pista de una página web sobre un interesante sistema de debates que geógrafos de París organizan en cafés y en la web. Voy a mirar y me topo con un debate sobre este asunto precisamente, los lugares del sexo. En francés. Olalá. Echa uno un vistazo y se queda pensando.
Basta andar cerca de la cincuentena para darse cuenta de que sí han cambiado los lugares de la vida sexual. Allá en mi adolescencia aldeana había una muchacha de mi pueblo que tenía la fantasía del “avellaneru”, el bosque de avellanos. Caramba, poesía sí había ahí, y toda una mitología. El “avellaneru” era un lugar mental, seguramente más poblado de lúbricos trasgos que de seres de carne y hueso con ganas atrasadas. Los otros lugares eran la tenada, lugar donde se almacenaba el heno para el invierno, el monte, las esquinas más discretas de los prados, tal vez a la sombra de un castaño cómplice. También los caminos, en las noches estrechas en que los mozos y las mozas volvían de la romería, cargados de música los cuerpos y retozona el alma. No ha de extrañar, pues, que a alguno le quede con los años ese resabio de echarse al monte, aunque la vida sedentaria haya hecho de cada cual una pacífica amalgama de comodidad y lumbagos mentales.
De todos modos, en alguna parte deben de quedar retazos de esa sexualidad ecológica. No hace tanto que uno de mi pueblo y de mi quinta, que sigue viviendo de la labranza, me contaba sus andanzas campestres recientes, cuando se fue a cazar y se topó con una fémina que tomaba el sol en un valle nemoroso. Pero lo tomaba en top-less, y en ese dato se contiene ya un discutible elemento de contaminación cultural. Parece que su hallazgo acabó en húmedo ayuntamiento, para solaz de grillos, pájaros y puede que alguna prudente vaca perpleja. Por allá todavía son nación.
Luego llegó la sexualidad en coche, origen de catarros sin cuento y fuente de uno de los primeros y más sanos sentimientos de solidaridad. En las afueras de cada ciudad había refugios en los que al caer la tarde se iban apelotonando vehículos, generalmente modestos, que se batían cual si fueran asaltados por repentinos ataques de tos. Era un sentirse protegido y protector entre iguales, sabedores todos de que cualquiera que osara perturbar con malas artes el ejercicio amatorio de conductores y conducidas tendría que sufrir las iras de aquel ejército de automovilistas de calzón descapotable. Era cuando los nuevos modelos de coche se anunciaban con ostentación de sus asientos abatibles. Esos asientos supusieron una revolución de le geografía amatoria, ya que llevaron a la liberación del asiento trasero y a una convivencia más que problemática con la palanca de cambios y el freno de mano. Si hubiéramos sido más románticos los de entonces, muchos hijos deberían llamarse Simca o Seat, en lugar de Pedro o María.
Tampoco es descabellado que muchas crisis ulteriores de esas parejas nacieran del acceso legal a la cama, cuando la relación estuvo bendecida por la Iglesia y el Código Civil, pues seguro que más de uno y de una echaron de menos sin remisión aquellas torsiones, aquellos cristales empañados y la luz de la luna, que era la de los poetas del cuerpo motorizado.
Tengo entendido que hoy las cosas son bien distintas. A ver, si no, cómo se explica esta eclosión de hoteles en las afueras de cualquier ciudad o villorrio. No puede haber tanto representante de comercio, sin duda, ni tanto turista que evite la proximidad de los monumentos propiamente dichos. Por no hablar de la carga semántica tan particular que lleva ese concepto hotelero de habitación individual de doble uso, que expresa el doble uso individual que se hacen esos amantes más o menos ocasionales, solitarios amores compartidos. Esos hoteles tienen espíritu extraterritorial, vocación de paréntesis, celo de alcahueta, complicidad de vieja yaya chocha.
Los hoteles han significado la democratización del amorío, el sexo popular con talonario de diez noches. Otra ventaja, si lo es, del Estado del bienestar. En aquel entonces una cama de hotel era pura ensoñación de enamorados sin posibles, utópico lecho ignoto, al alcance sólo de jefes de oficina con secretaria consentidora y esposa miope. Hoy las relaciones sexuales más esquivas se refugian en los moteles, esas construcciones con nombres de exóticos lugares caribeños, donde el amor se hace anónimo y ciego y donde el coche aguarda a buen recaudo y nostálgico, mientras su dueño o dueña se pierde en trámites de Visa y mandos imposibles del jacuzzi.
También estamos en época de deslocalización del sexo y de trabajo a domicilio. En la alcoba de muchos la herramienta sexual es el ordenador, con su webcam de reglamento para que una persona se haga el amor a sí misma con la vista puesta en otra que también se lo hace a mil kilómetros, atentas la una y la otra a que no se despierten los niños o no se levante a mear la pareja legal, que sueña plácidamente con un ascenso laboral o un golpe de suerte en la bonoloto.
La geografía sexual es contradictoria y casquivana, esquizofrénica incluso, pues es común que los amantes cómodamente instalados en su nido habitual viajen mentalmente a sitios lejanos y a parajes equívocos, mientras transitan el cuerpo suyo de cada día según el uso y la costumbre del lugar común. Los lugares de la fantasía suplen con solvencia el hastío de los espacios sabidos y se pueblan de susurros, presencias, guiños y variadas luces. No suelen los amantes estar donde se encuentran y algún día se deberá hacer el catálogo de esos imaginarios lugares y el índice de sus habitantes recurrentes. Se encontrarían allí espontáneamente y entre risas y sorpresas muchos que ni se hablan ni se saben copropietarios de semejantes ubicaciones imaginadas.
Quién no ha visto de pronto, en los ojos tendidos de su pareja, un reflejo de mares, una oscuridad de noches lejanas, una multitudinaria presencia de amigos y conocidos. Quién no se ha preguntado qué obra se representa al otro lado del telón cuando los párpados caen y apunta una sonrisa en lontananza y las manos que acarician se ponen a jugar con el aire. Comunicación difícil la de las parejas, pues, de haberla, habrían de conversar al final del revolcón sobre dónde estuvo cada uno, adónde había volado el alma de cada cual mientras al otro le prestaba el cuerpo con pacto de devolución. Porque el espíritu de los amantes es etéreo, huidizo, inestable y caprichoso, siempre viajero, explorador, atrevido y desvergonzado. Luego, tras narrar el viaje y sus peripecias, los amantes civilizados tendrían darle las gracias a esa geografía secreta que acaba en la feliz quietud del estar allí sin propósito de irse propiamente. De momento, o salvo que un día, al fin, quepa viajar juntos, aunque sea en vuelos baratos y con bancotel.

27 octubre, 2007

Viva el Derecho penal, amigo.

Ando un poco malhumorado algunos días y no sé muchas veces qué hacer para desahogarme o para desquitarme de lo torcidas que se presentan ciertas horas. Pero ya tengo la solución. La próxima vez que se me cruce el cable salgo a la calle y me lío a patadas y hostias con alguna niña, a ser posible extranjera y sin sangre ni azul ni real. Supongo que luego me quedaré sereno, aplacado. Procuraré, eso sí, que a ella no se le rompa ningún hueso. Una buena somanta, pero administrada con cabeza, sabiendo dónde y cómo se pega para que duela bien pero no deje secuelas de ésas que se cuentan a tanto de indemnización por día.
Menos mal que nos queda alguna salida así. Si esa chavala fuera mi pareja, sólo por amenazarla levemente de palabra, sin tocarle ni un pelo, ya se me iba a caer el pelo a mí, que si policías especializados, que si fiscales especiales, que si jueces acojonados. Pero no hay tal problema, le pego a una tía que no conozca de nada, y listo, así no es delito de género. Porque el género en estos casos tiene que estar emparejado, por lo que veo. Si grito ETA mátalos o una gilipollez tal, me meten p´alante poco menos que como si hubiera puesto yo mismo una bomba. Bah, pero pegarle unas leches, así porque sí, a una jodida chiquilla extranjera no es para tanto, desde luego. Si en lugar de emprenderla a coces con la cría en cuestión, quemo en la calle una foto del Rey, al personal le parece mucho peor y me pone todo dios de vuelta y media; así que mucho mejor golpe a inmigrante en vivo que a miembro de la familia real en efigie. Si niego el holocausto, me empuran hasta dos años de prisión, pero si actúo como si fuera yo de las mismísimas SS y la jodida joven fuera judía, no hay para tanto. Si conduzco bastante borracho cabe hasta que me metan entre rejas, pues pude matar a alguien; si me lío a patadas con una chica asustada, no pasa nada tan grave, pues no la maté. Cada día me gustan más ésos que mi abogado llama delitos de peligro abstracto y que son los malos de verdad.
El día que pille en el bus a la hija menor de algún diputado, ministro o hasta presidente, le voy a arrear unas patadas en el culo y unos escupitajos. Tengo mucha curiosidad por ver si esto del Derecho penal es como parece o si más bien depende.
También me gusta mucho lo pacífica y pacifista que es la gente que viaja en metro. A lo mejor pensaban que la niña era kurda y yo un primo del Sadam aquel. Mola.
Heil.

26 octubre, 2007

Despendole constitucional

Pues me da exactamente igual quién tiró la primera piedra, quién le pone a sus actos y recursos más mala fe o quién es más impresentable. Pasado un cierto grado de indecencia, ya no importa el resto o si hay otro que es peor aún. La puñalada número mil ya no duele; la anterior, lo mismo. Y no vale tampoco que se lamente a toro pasado del sádico que se cargó a la víctima. A burro muerto, la cebada al rabo. Y entre todos lo mataron.
Cada vez parece más obvio que esta Constitución tampoco va a colar en este país por mucho tiempo, ni este modelo de Estado ni este hábito de convivir bajo el Derecho y con unas pocas garantías. No nos va esta marcha, y punto. Nos gusta más un payaso tipo Chaves. Lo tendremos. Casi lo tenemos ya. Tampoco hay gran tradición a la que acogerse y hasta nos viene de vez en cuando la nostalgia de los goyescos cachiporrazos. Cada vez son más por aquí los que añoran el aroma de las tapias de cementerio al alba. De momento tal vez nos entretengamos aún una temporada desenterrando muertos o beatificándolos. A ver qué pasa cuando se nos acaben. Habrá que hacer más.
En estos treinta años de Constitución del 78 habrá habido políticos buenos y malos, honestos y corruptos, ilustrados y lerdos; pero semejante conjunción de sinvergüenzas sin principios, tal aglomeración de mentecatos sin seso, tamaña apoteosis de gañanes sin escrúpulos no se había visto nunca. Si me apuran –y miren que es muco decir- ni en los tiempos de la dictadura. Con esto ni quiero hacer buena a aquella dictadura odiosa ni pretendo dar salvaguarda moral a los que en ella gobernaron, sino nada más que señalar que por el hecho de dedicarse a la política en democracia no se es sin más demócrata, pues puedes aprovecharte de ella o entenderla a tu dictatorial y putrefacta manera. El político demócrata y poseído por la convicción de la superioridad moral y práctica del Estado de Derecho ama las reglas de juego de ese Estado por encima de cualquier otra consideración, y prefiere su sana vigencia incluso frente a su personal éxito o la victoria de su partido. El otro, el que en la Constitución sólo ve ventaja, pero nunca límite, el que gusta del juego sólo mientras gana la partida, el que no tiene empacho en jugar con cartas marcadas y, además, se escuda siempre en que todos en el fondo son tramposos, es un hijo de la gran puta que no llegó a tiempo para chupar de la dictadura y quiere convertir la democracia en un sucedáneo de aquélla.
Hay palabras fuertes en el párrafo anterior. Pues es porque hacen falta y porque las cosas hay que decirlas en el lenguaje de la gente y de todos los días; no podemos seguir con tanta mordaza y tanto miramiento. Alguna vez se demostrará para qué sirve tanto cuento con lo políticamente correcto y tanta censura mental y lingüística. Es pura añagaza, vale para que se vaya perdiendo en sociedad el uso de la crítica, la habilidad para la ironía, la capacidad para expresar el hartazgo y el enfado. Quieren dejarnos sin palabras, ponerle sordina a nuestras protestas, aplacar esa capacidad que tiene el lenguaje para soliviantarnos ante el abuso y el fraude. Ah, no debemos decir hijos de puta, ¿verdad? Es mejor proclamar cosas tales como que hay un desfase estructural entre las acciones que el sistema requiere y la capacidad de los sujetos para un rendimiento acorde con la función institucional. Eso, y de paso parece que sabes algo. Inmenso reino de impostores y cobardes. Basura, escoria, palabrería vacía. Lo que está ocurriendo en este país nuestro no se explica ni con jerga posmoderna ni con las categorías más serias de la Ciencia política. Dada la naturaleza de lo que pasa, el único lenguaje que se le ajusta es el de la calle, el de la gente. Y en esos términos la explicación es sencillita: estamos en manos, aquí y ahora, de unos partidos políticos a los que la Constitución, la democracia, los supremos órganos del Estado y las garantías del ciudadano les traen absolutamente al fresco. Unos partidos que han conseguido destilar para sus puestos de mando a los dirigentes más falsarios, intelectualmente más insolventes y éticamente más abominables. Unos partidos desideologizados, salvo que por ideología entendamos en el PP cuatro monsergas obispales y un arriba España a la antigua usanza, y salvo que pensemos que es ideología lo que conserva este PSOE abducido por el Forrest Gump cazurro que perdió el último escrúpulo moral el día que decidió ganar unas elecciones aprovechando un atentado terrorista salvaje que acababa de ocurrir, y que de sus poquitos años de profesor de Derecho político no conserva ni un vago recuerdo de lo que significa vivir en Estado de Derecho bajo una Constitución democrática. Él nació para mandar en república bananera y ahí va, orgulloso y camino de conseguirlo plenamente y con la inestimable ayuda de sus iguales de la oposición.
Llueve sobre mojado, pero la noticia de hoy es que definitivamente se van a cargar entre todos el Tribunal Constitucional. Seguramente estaba muerto ya, pero se ensañan. Unos y otros, ya lo he dicho. En estos momentos nada más ocioso, repito, que embarcarse en bizantinos debates sobre si está más justificada aquella recusación o ésta, la anterior o la siguiente. Da igual. Tanto el Gobierno como la oposición practican la deslealtad constitucional con un celo digno de peor causa. Se dirá que exagero, pero esta campaña coordinada y sistemática para ir dejando en nada la función constitucional y el sentido de instituciones como el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial y otras viene a equivaler a un golpe de Estado silencioso y metódicamente ejecutado. Díganme sino. Después de un golpe de Estado antidemocrático lo primero que los gobernantes nuevos van a hacer es someter y controlar férreamente a la judicatura, acabando con el último vestigio posible de separación de poderes. Los nazis en el 33, después de desmontar el andamiaje constitucional de Weimar, no derogaron la Constitución del 19, sino que mantuvieron, con el apoyo de sus perezrroyos particulares, que todas aquellas medidas eran perfectamente constitucionales, fruto de un estado de necesidad del Estado y expresión de una revolución constitucional ejecutada en nombre de la justicia y de los supremos intereses del pueblo. Bien, ¿y puede haber alguien hoy aquí, ya sea del PSOE o del PP, que en su fuero interno no sepa que entre los unos y los otros no están dejando de la Constitución ni los huesos y han llegado ya a quitarse de en medio hasta al mismísimo guardián de la Constitución, el TC? Pobre Constitución, con semejante pandilla de camándulas velando por ella. Que se dé por jodida.
Es gracioso, porque por un quítame allá esas pajas aquí procesan a unos cuantos por conspiración para delinquir; o por quemar unas fotos o dar cuatro gritos a favor de ETA te empitonan como enemigo del Estado y la Constitución. ¿Acaso no son, para la Constitución y para el Estado de Derecho, mucho más peligrosos Zapatero y Rajoy, Zaplana y Pepiño? ¿Acaso no es mucho más radical la disolución que ellos están logrando de las estructuras estatales que todo lo que en su maldita vida hayan podido o puedan nunca soñar los tarados y psicópatas de ETA ? Son unos traidores y unos golpistas. Y unos malnacidos.
También llaman mucho la atención los titiriteros, los saltimbanquis del circo este. Ya ven, llegar a magistrado del Constitucional para eso, para convertirse en esbirro servil de cuatro carcamales sin luces. ¿A ti quién te propuso para el cargo, vida? A mí el PSOE. Ay, entonces ya sé lo que votas, so pendona. Pues claro que sí, por lo mismo que yo sé lo que votas tú, que para eso te puso el PP, lagartona. Maravilloso. Tan importantes y tan poquita cosa. Sin pizca de autonomía. Dicen que es por no volver luego a la cátedra o a los estrados o a ver las obras con los jubilatas. Que si uno quiere ser embajador, que si la otra magistrada en Estrasburgo, que si el de más allá monagillo con Rouco. Indecentes. Mezquinos. Sumisos. Mierdecillas. Este larvado golpismo comenzó el día que a ellos los auparon a donde jamás llegarían por sus méritos públicos.
Deberíamos los ciudadanos que ni tenemos miedo ni nos entregamos por dinero ni aspiramos a más cosa que vivir en paz y libertad bajo un Derecho democrático ir pensando en salir a la calle un día. A pedir democracia y Constitución. A pedirlas a gritos. A pedirlas a hostias, si hace falta. A luchar contra la nueva y maldita dictadura. La dictadura de estos nietos de mierda.

Chorras que premian y premiados chorras

Esto hoy ha de ser corto, pues he viajado un poquito y ando somnoliento a esta hora nocturna en que escribo. Pero no quiero dejar que pasen los titulares de ayer, jueves, de la prensa de mi tierra. Pasaba fugazmente por el aeropuerto de Asturias y ojeé La Nueva España. Resulta que anteayer hicieron a Letizia hija predilecta de Oviedo. Bueno, ya se sabe cómo son las madres y lo muy peculiares que resultan a veces sus preferencias por estos hijos o aquellos. La predilecta de Oviedo es estos días la Leti. Pues muy bien. Además, hay por allí alboroto mediático, pues se entregan los Premios Príncipe de Asturias, que también podrían llamarse premios cal y arena, pues unas veces aciertan a dárselos a gentes que le han servido para algo al mundo o saben al menos hacer la o con un canuto y otras veces los regalan a cantamañanas comunes y corrientes, aunque generalmente suertudos y con algo de pasta. Miren este año por ejemplo, ahí tienen a Michael Schumacher y Dylan. Como si la Fórmula 1 fuera un deporte y no un mercado en el que los dueños de las escuderías compran a la carta modelos blancas y negras, y como si el Schumacher fuera un caballero de los circuitos. ¿Y Bob Dylan, premio de las Artes? Lo del arte va como va, ya se sabe. Sí, mucha poesía en sus letras. Y yo con estos pelos. Como si no hubiera poetas de verdad a los que premiar, aunque no llenen estadios y hasta su madre se avergüence de que hagan versos y lugar de planear opas. Y ritmo en sus canciones, claro. Como si no hubiera por el mundo músicos. Encima, y para colmo del ridículo, he oído que el Bob no se digna acercarse a Oviedo, pues tiene concierto en Nebraska. Ay qué disgusto, hija mía, yo que iba a pedirle un autógrafo y un rizo cano. El pobre pensará que Oviedo está en el Congo y que los asturianos son una tribu antropófaga de allá. Si hasta tienen Príncipe, se dirá, aterrado, el artista...
Pero lo que más me ha gustado hoy de los diarios astures son los titulares con las declaraciones de nuestra Princesa, toda llena de ángulos y dientes. En Oviedo, al recoger la maternal distinción municipal declaró que en esa ciudad aprendió ella a amar a Oviedo mismamente y a España toda. Fíjate qué original. Lo peculiar hubiera sido que se hubiera adiestrado allí en el amor a Helsinki o en la pasión por el Benelux. En cualquier caso, a los periodistas, que son un gremio con una sensibilidad especial, tipo lombriz de tierra, les ha debido de parecer la bomba el aserto de la Leti y en letras grandes lo han puesto. Tan monos todos. Y ya el no va más es cuando también leemos en tipografía mediana que la hija predilecta de la vetusta Vetusta ha afirmado que las infantas ya saben que sus papis llevan Oviedo en el corazón todo el santo día. Joer con las infantas, qué despiertas y qué precoces. Debe de ser la diferencia entre la sangre real de las infantas y la irreal de los bebés de tipo mierdecilla que nos gastamos los de la plebe. “Pfrrrsmmsdmmm, Pfrrrsmmsdmmm”. “Ay, alteza, mire qué ruiditos está haciendo doña Leonor”. “No son ruiditos, idiota, está cantando el Asturias, patria querida”. “Ondia la criatura”.
En fin, que si eres Princesa, aunque sea de rebote y a base de hacerle al heredero torniquetes con las pantorrillas en el cogote, te aplauden hasta las pedorretas. Ya lo dijo Victor Manuel, aquel trovador nuestro que se fue a Madrid y se aburguesó a base de conciertos para el Pecé: y la gente por el prado no dejará de bailar, mientras se escuche una gaita y haya sidra en el lagar. Pues eso.

24 octubre, 2007

Culos. Por Francisco Sosa Wagner

Pues ahí tenemos hoy a nuestro muy querido amigo, Paco Sosa Wagner, nada menos que en la última de El Mundo, poniendo su sello ese torneo de las mejores plumas que es "La columna de Umbral". Enhorabuena y disfrutémoslo.
Culos. Por Francisco Sosa Wagner.
Una empresa de lencería ha convocado un concurso de culos, buena noticia para quienes tememos que las delgadeces puedan conducirnos a un declive irreversible del culo y con ello a un naufragio social de imprevisibles consecuencias. Gómez de la Serna, a quien tanto admiró el inquilino de esta columna, dedicó un libro a los senos, pero está por hacer el de los culos.

Los culos han de ser vistos como un calidoscopio porque son capaces de fabricar infinitas combinaciones. Hay culos asimétricos, que se dividen en dos nalgas caprichosas, incoherentes, con un punto de adorable desorden. Sin embargo es simétrico cuando las porciones carnosas se manifiestan en ejemplar concierto y en sutil armonía.

El culo describe una curva que es redondez y esfera. Una observación que el culo nos depara es ésta: el culo alberga muchas geometrías pues se apropia de ellas para saciar su apetito geométrico. De ahí que se pueda sostener que hay en él redondez, esfera y curva. Pero también describe un arco formado por dos porciones que se cortan componiendo una punta en la parte superior, flecha que nos indica el camino del abandono de un espacio para entrar en otro, el de la espalda, pleno de enigmas y de vibraciones. Arco pues el culo. Y arco iris, lo que se observa cuando, en la playa, vemos un culo desnudo sobre cuya superficie reverberan los reflejos del sol y de ojos sedientos, ojos que emiten cuchillos como destellos.

Hay también, ay, el culo plano, un descampado que descubre demasiadas carencias a un tiempo. El culo, por su sagrada condición, debe ser un arcano, superficie donde aterrizan audaces cabriolas imaginativas, promontorio para las hipótesis y las conjeturas. Pues bien, en el culo plano todo se ve de antemano. De ahí su fracaso al ser explanada donde se pueden realizar ejercicios simulados con balas de fogueo pero nunca un lugar apto para entrar en batalla con fuego real. El culo plano es culo de desmonte, encalladura de la anatomía y de las ambiciones.

Ahora bien, un respeto para el culo plano. Porque es también un monumento a la virtud: inspira la práctica de las cardinales, prudencia, fortaleza y demás, pero también de las teologales, esperanza, caridad, fe. Es un acicate para la práctica de la oración y a quien propenda al ascetismo puede conducirle al cenobio, al apartamiento puritano de las tentaciones mundanas con todo lo que ello alberga de edificante.

El culo es asimismo círculo. Ha de saberse que el círculo vicioso es en puridad el culo, escenario donde se pueden practicar varios de los más acreditados en el enredado mundo de las licencias. El culo, bien usado, nos pone en órbita y, si nos evoca por su redondez al anillo, es porque este es el adorno de respeto que usan los obispos y los planetas de prestigio como Saturno.

Nos sentimos atrapados por el culo-círculo. Hay que tener en cuenta que en círculo se torea y se juega y que en el centro del círculo mágico es donde se convoca a los espíritus para que no vaguen sin ton ni son. El círculo es cerco y a la mujer se la conquista cercándola con albórbola de señuelos. Sólo cuando se la tiene cercada entra en el círculo de nuestros deseos, es decir, se está en condiciones de llegar a su culo.

Culo, alarde de geometrías, eslabón de eslabones. El culo es la corona que ciñe el cuerpo en un punto delicado, allí donde corre el riesgo de desparramarse y de perderse en inútiles huidas.

22 octubre, 2007

Albricias, ya sé qué es el llionés y quien lo vende.

Ay, ay, ay. Y yo que pensaba dedicar los próximos meses a perfeccionar el inglés -oxidadísimo-, el alemán, el francés y el italiano, y hasta pretendía ponerme en serio y de una vez con algo de portugués. Nada, nada, cambio urgente de planes: me aplico al llionés en cuanto pase el mes de mortificaciones que me voy a imponer, a partir de ya mismo, por haber hecho coñas de una lengua de la que se hacen lenguas las crónicas más vetustas y los investigadores de aquí curtidos en Italia.
Maldita sea, vive uno encerrado entre libracos y ajeno a las demandas sociales, al sentir popular y al río caudaloso de la historia. Claro, asturiano grandón y jurista teórico abstraído en disquisiciones de la fría doctrina internacional sobre la cosa de las leyes, me olvidé de vivir, que diría Julio Iglesias. Menos mal que los milagros existen y se han democratizado gracias a google. Pues google, nueva deidad omnisciente, omnipotente y ubicua, amén de gratuita y que no exige sacrificios humanos, me acaba de mostrar que la lengua leonesa existe y que don Abel Pardo, un muchacho con el que hasta comí un día, hace años, es su profeta. Alabado sea el Señor de los Anillos, el de las Moscas y el de las Filologías.
Fíjense, no me había enterado de que todos los reyes de León hablaron en leonés hasta en la intimidad, de que esa real locuacidad no ha impedido que la UNESCO haya declarado recientemete que el leonés es lengua "seriously endangered", que traducido al idioma de esta tierra debe de sonar más o menos así: "el peligru acéchala muchu". Desconocía también este humilde servidor de ustedes que el llionés había llegado hasta Huelva, de lo que deduzco que las famosas y deliciosas coquinas de Huelva se llaman así por influencia nuestra.
Claro, según se nos cuenta en el documento que a continuación transcribiré, nos quedamos sin lengua cuando el reino de León perdió la independencia, hecho que, como todos sabemos, ha sido reiteradamente comentado por los más afamados historiadores. Qué putada. Habría que recuperar la independencia esa, qué diantre. Y como en una parte de Portugal también se habla leonés, igual pillamos por ahí salida al mar; por ahí o por Asturias, si los tercos astures, que también debieron de perder la independencia varias veces, entran en razón y reconocen que en realidad el bable o asturiano no es más que leonés mal hablado, pues todos sabemos que los hechos históricos proceden siempre de adelante hacia atrás, y un, dos, tres.
Y miren esta conclusión: "Los leoneses hemos sido capaces de desarrollar un idioma propio, el nuestro, que es el máximo exponente de nuestra cultura y el que ha dado forma a nuestra manera de ver el mundo, de sentir el mundo". Manda cojones. Toda la vida llevamos los asturianos preguntándonos por qué seran tan raritos los cazurros y va a ser por una cosa que tienen en la lengua. Por cierto, ¿será Zapatero, alias Z (mejor sería ZZ, pero no se les ha ocurrido), así porque ha mamado esa lengua?
Caray, el inventor del leonés fetén es un muchacho joven que firma sus escritos de periódico como Dottore in Lingua e Cultura Italiana per Stranieri. Mamma mia. Babel a tope. Con un par. ¡Y tiene entrada en Wikipedia!, supongo que redactada por algún filólogo de Massachussetts admirador de su obra. Llegará lejos. Este mundo, ya se sabe, es de los pillos, de los pícaros, de los descarados, de los dottores. Dan ganas de apearse urgentísimamente.
Bueno, este texto que aquí les copio pueden verlo en varios sitios de la red, como éste o éste, y creo que lo publicó su perpetrador en un periódico de León, La Crónica-El Mundo. Para que luego digan que es difícil publicar en los periódicos o que éstos no apoyan bastante la creación literaria. Allá va, como agua:

La Llingua Llïonesa, el idioma propio del Reino de León

La lengua leonesa, el idioma propio de los leoneses, podrá estudiarse en los colegios a partir del presente curso escolar. Ello viene a frenar el anacronismo de que la lengua leonesa, idioma en el que hablaron todos los reyes de León, idioma de prestigio en la Edad Media, lengua reconocida oficialmente por la UNESCO y lengua peninsular en la que se escribió el primer texto escrito en romance (Nodicia de Kesos, siglo X) fuera el único idioma peninsular que no se podía estudiar en su territorio.

El leonés es una lengua. Una lengua hablada en España y Portugal. Científicamente, filológicamente, y estructualmente cualquier otro tipo de afirmación no tiene ningún tipo de base. El reconocimiento de los estados lo da la ONU y el de las lenguas también, a través de la UNESCO que es la sección de la ONU que se encarga de la lengua y la cultura. La UNESCO reconoce a la Lengua Leonesa y la cataloga además como “Seriously Endangered”. Por tanto, la ONU reconoce no sólo que el Leonés es una idioma, sino que es una lengua que se habla, que está viva y que además posee hablantes patrimoniales maternos, es decir, niños que aprenden a hablar en Leonés, aunque advierte sobre que la no escolarización del Leonés podría provocar que ésta fuera la última generación en la que los niños ya no aprenden leonés como idioma materno.

El Leonés es una lengua que surge como tal, a nivel escrito, ya en el siglo X con la Nodicia de Kesos, primer documento romance de la península Ibérica. Una serie de Fueros, de escritos, y de esbozos de literatura comienzan a dibujarse durante toda la Edad Media, donde la Lengua Leonesa se extiende desde el Cantábrico hasta la actual provincia de Huelva. Todos los reyes leoneses hablaron en Leonés, que sería, en términos actuales, la lengua oficial del Reino de León.

Dentro del dominio lingüístico leonés puede entreverse que comenzó a cuajar una normativa medieval leonesa a finales del siglo XIII y en el siglo XIV. Esta normativa sería la de la corte, es decir, el leonés propio de la región entorno a la ciudad de León, que se impondría por el peso de ser la sede regia.

Con la pérdida de la independencia del reino de León y la imposición del castellano se corta de raíz el proceso de estandarización del Leonés, quedando reducido al uso oral. Al ser substituida la lengua propia por el castellano en la documentación, y al verse reducido su ámbito a las áreas menos desarrolladas, el leonés comienza su declive. Por tanto, el grado de soberanía del reino leonés es directamente proporcional al nivel de reconocimiento de la lengua propia de los leoneses. A menor soberanía, menor peso de la lengua, a mayor soberanía, mayor presencia de la lengua.

Menéndez Pidal, y Leite de Vasconcelos, entre otros, “redescubren” el Leonés entre finales del siglo XIX y primeros del XX tanto en el estado español como en el portugués. Comienzan los estudios, se realizan algunas publicaciones (vocabularios, historias, cartas...), especialmente en lenguajes muy dialectalizados y parcialmente castellanizados, hasta la Guerra Civil, que provoca un descenso en la realización de este tipo de estudios. Paralelamente, en otros dominios lingüísticos, como el catalán, se realizan progresos de cara a normativizar y normalizar sus idiomas propios, como el I Congreso de la Lengua Catalana o la Fundación del Institut d’Estudis Catalans. El Leonés por su parte se ve reducido a una mera “peculiaridad”, digna de estudio y caracterización por parte de los filólogos.

Con la llegada de la transición comienza el proceso de recuperación en Asturias, que genera una normativa propia y segregacionista con respecto al resto del dominio lingüístico, creando la “Academia de la Lengua Asturiana” como una institución del Principado de Asturias y circunscrita a ese ámbito territorial, basada en los dialectos centrales asturianos y cerrándose en sí misma. Cuaja el “asturiano” como un idioma independiente, y se reconoce el Bable en su estatuto de autonomía. Por su parte en Miranda (territorio de cultura leonesa perteneciente a Portugal) se crea a finales de los años 90 una normativa basada en la ortografía portuguesa para regular el Leonés allí hablado, logrando el reconocimiento oficial del gobierno portugués y comenzando su inclusión en la educación lectiva y uso en instituciones oficiales.

En el medio del dominio queda el Reino de León, que logra en el presente año 2007 que se reconozca al Leonés en el estatuto de autonomía y que nuestro idioma, por fin, pueda estudiarse en los centros de enseñanza.

Los leoneses hemos sido capaces de desarrollar un idioma propio, el nuestro, que es el máximo exponente de nuestra cultura y el que ha dado forma a nuestra manera de ver el mundo, de sentir el mundo. Como leoneses no podemos permitir que la humanidad pierda uno de sus idiomas, el idioma propio de León, la Llingua Llïonesa.

Abel Pardo Fernández
Dottore in Lingua e Cultura Italiana per Stranieri y Diplomado en Estudios Avanzados de Filología Románica.

21 octubre, 2007

Patata se escribe con "p". Por Francisco Sosa Wagner

Nada menos que la ONU, sigla de siglas por los siglos de los siglos, ha decidido dedicar el año próximo a la patata, el tubérculo con el que se confecciona esa tortilla que es nuestra más acabada seña de identidad, la que nos permite ir por esos mundos con los orgullos bien encendidos. Para acabar con la guerra de las banderas debería hacerse flamear la tortilla de patatas en los edificios oficiales y en los buques de la Armada y se vería cómo desaparecían las discrepancias y los enfrentamientos.
Año 2008, año pues de la patata. Eso quiere decir que es el año de la “P”. P de parentesco pues está previsto que todos los parientes -agnados y
cognaticios- de diputados, alcaldes y rectores acaben rellenando los escalafones de las Administraciones públicas que van a nacer el próximo año, que se espera fecundo pues aún España no ha dado de sí lo que puede en este capítulo de su historia memorable. Se parirán nuevas consejerías, nuevos ministerios, nuevas concejalías y cientos de vicerrectores así como otras perlas para prez de esta tierra próvida en ingenios.
P de parlamento pues se renovará el de la Carrera de san Jerónimo y se espera que por fin pronuncien en él perlas de buena parlería aquellos elegidos que llevan años paralizados, con el verbo contenido y la ceja ceñuda, propugnando en la soledad de sus escaños arbitrios para arreglar los males de la patria.
P de política pues esta se desparramará y llenará todos los confines de la península, con mítines prolijos donde se plasmarán las más atrevidas ideas y donde se puntualizará a los pensadores ilustres del pasado ya que en ellos está previsto que intervengan parleros punzantes.
P de prosa ya que veremos incluso a ágrafos ilustres coger la pluma y engarzar párrafos de potente puntería contra los tópicos y los lugares más comunes, penetrando en lo profundo de la prognosis y de la gnosis.
P de progresismo porque progresivamente prohibiremos el uso de la palabra a quienes protesten por las prótesis a que está sometido el pensamiento.
P de producir pues produciremos y proclamaremos naciones, esbozos de naciones, perfumes nacionales, regiones nacionales y naciones regionales. Un primor provechoso y propenso a exaltar las emociones más primitivas.
P de profeta. Proliferarán quienes nos ofrezcan sus recetas salvíficas para acomodar sus prebendas al orden constitucional y su próstata a la profilaxis más exigente.
El priapismo será curado en prostíbulos pleno de pecatrices prietas y próvidas.
Los poderes del Estado -el legislativo, el ejecutivo y el judicial- acabarán, podados de sus ínfulas, reuniéndose en uno solo, en el Partido, mayormente para que no se peleen ni pugnen por la preeminencia petulante que es cosa de pordioseros.
En fin, vemos cómo de la “P” salen palabras perennes y proteicas. A mí me gusta porque designa a la parodia que es lo que me pone y al profiterol que es mi postre.
Estimula la escritura pulida y está colocada en un buen lugar del alfabeto, no a su cola como le pasa a la pobre “Z”, que es letra con la que el zalamero hace zumo de principios y zapping en la pantalla de las ocurrencias.

20 octubre, 2007

Para caña, la de antes

El otro día pasé un rato en la feria del libro usado, en León. Sólo con ver los viejos volúmenes de la colección Austral ya me vienen mil nostalgias. Compré unos pocos. También me llevé el tomo primero de las obras de Jovellanos, el gijonés más ilustre, tomo que corresponde al Epistolario y que editaba, en Labor en 1970, José Caso González, aquel gran jovellanista que fue rector de la universidad de Oviedo cuando nos parecía que los rectores eran todos unos fachas y unos necios y no podíamos ni sospechar lo que nos esperaba por ese lado décadas más tarde. Esa editorial, Labor, también tiene sus hermosas resonancias para los que de jovencitos ya amábamos los libros y seguimos queriéndolos luego y dedicándonos a ellos, en lugar de pasarnos, como tantísimos, al lucimiento del body ante los politicastros o a hacer la esquina para pillar carguitos y enchufes variados.
Me puse a leer las cartas de don Gaspar Melchor y a la primera ya me divertí. Le escribe a un tal Carlos González de Posada que, según nos cuenta en nota al pie el editor, era catedrático de Latinidad en el Colegio de san Isidro de Madrid, se ordenó sacerdote y llegó a canónigo. Parece que tenía para las letras más afición que real disposición y le había enviado a Jovellanos una obra suya en verso, que no se conserva. Vean cómo lo golpea Jovellanos con guante de seda:
Cuanto puedo decir de ella se reduce a pocas palabras. Si se examina según la verdad, los elogios que contiene son demasiado abultados, pues lo sujetos que comprende no son dignos o correspondientes al panegírico que se les hace, y se conoce que el afecto nacional y el entusiasmo poético arrebataron su imaginación de usted y colocaron sus héroes entre los signos del Zodiaco; lo que no digo yo porque no sean dignos de alabanza, sino porque la alabanza que se hace de ellos es de mayor tamaño. Y aunque se puede decir que esto se debe atribuir a los colores de la poesía, ya sabe usted que la poesía didáctica no concede tantas licencias.
Pero si considero el romance como poeta, hallo en él mil gracias: muchos pensamientos sublimes y brillantes, muchos versos correctos y armoniosos, algunas ideas originales, y sobre todo un estilo fácil, noble y de bastante majestad. Seguramente usted podrá hacer grandes cosas en poesía, si se aplicase particularmente a este ramo, estudiándola por principios en Aristóteles, Horacio, Scalígero, Cascales, el Pinciano, el Brocense, Marmontel, Boileau, Castelvetro, y otros maestros, entre cuyas obras creo que no desconocerá usted las hermosas Instituciones poéticas del padre Juvencio, que andan al fin de la Retórica del padre Colonia en algunas ediciones, y con la cosa mejor que yo he leído
”.
Después de sonreír ante esta fina esgrima, que entre aparentes alabanzas viene a dejar más que tocado al osado autor, me he puesto a pensar en cómo se hace hoy esto de cartearse sobre los libros que a uno le envían autores que no siempre fueron llamados por el Señor para engrandecer la Ciencia ni honrar las Artes. Muchas veces lo más piadoso es hacerse el loco y como que se te olvidó contestar. De tarde en tarde cierto es que llegan obras que merecen el elogio sincero, y bien a gusto se queda el que así se lo expresa al autor. Pero lo más común es que antes de decir esta boca es mía el profesor universitario se pare a tomar en consideración algunos detalles que condicionarán grandemente esos renglones con que agradece el envío: a) ¿éste de quién es discípulo o de quién maestro?; b) ¿estará próximamente en algún tribunal que importe?; c) ¿es amigo de algún amigo mío? d) ¿me ha hecho él a mí la pelota alguna vez y qué menos que corresponderle ahora? e) ¿y a mí qué carajo me importa que el libraco esté bien o mal, si, al fin y al cabo, ni pienso leerlo ni me cuesta nada decirle al que lo perpetró que olé su salero y que muy bien y vaya level?
Claro, como de tal jaez es el proceder habitual, cuando un autor cualquiera recibe una crítica, aunque sea ligerísima y envuelta en celofanes, monta en cólera, jura venganza y se va corriendo a buscar algún a becario del crítico, para golpear a éste en el culo de aquél.
Llevo años proponiendo a colegas amigos y poco dados al magreo académico que formemos un grupo de recensionistas asesinos. No para escudarnos en el anonimato de una logia secreta ni cosa así, sino para repartirnos el trabajo de dar leña a tanta memez que se publica con ilegítimo orgullo de sus autores y que sirve para que en las anecas y anecacas cuele la carne de burro viejo cual si fuera la más jugosa ternera roja. Y porque uno solo o unos pocos no pueden encargarse de trabajo tan arduo y voluminoso. Si te lees más de tres libros de ésos al año, te quedas así, p´allá, como los autores, y al final ya sólo quieres ser vicerrector, rector o capoescuela. Y hasta te pueden hacer catedrático, si no lo eres, habilitarte, acreditarte, certificarte o empitonarte entre vítores por la parte con la que escribes. Que hay mucho degenerado, vaya, y al personal le gusta cada cosa que válgame Dios.
Por cierto, y ya que dije antes lo de la carne de ternera: ¿hasta cuándo la carne de ternera se va a seguir llamando así, de ternera? ¿Por qué no protesta alguna consejera de Estado ante tamaña afrenta machistoide y falocrática, y dado que también se matan y se comen los terneros? ¿No degrada al género femenino, sector vacuno/a, esta asociación de las hijas del toro y de la vaca con lo más comestible de la carne, con carne meramente comestible? Tal parece que el ternero estuviera llamado a hacerse toro y demostrar su casta en la lidia o en el campestre apareo, mientras que para la ternera no hay más futuro que el de que nos la comamos nosotros hoy o se la meriende el toro mañana. Propongo que en el futuro se multe al que en la carnicería no pida así los filetes: póngame un kilo de filetes de terner@. ¿Y cómo lo pronunciamos? Pues tal que así: póngame un kilo de filetes de ternero o ternera. Como lo de los vascos y las vascas, pero con el ganao.

19 octubre, 2007

Paseo


Pues ahí estamos. Y no hemos conseguido encontrar a ningún profesor ni hablante de leonés. Otra vez será.

Asombro lingüístico. Sigue el mismo cuento.

Asombroso. Un amigo me pone en la pista de la noticia que viene hoy en el Diario de León y que dice así:
"La Asociación de Profesores de Lengua Leonesa, con sede en Salamanca, felicita al Ayuntamiento de León, y en particular a su concejal de Educación, Abel Pardo, por su «excelente» iniciativa de introducir la Lengua Leonesa en los documentos oficiales. El colectivo está siguiendo con particular interés el cambio positivo de actitudes en el seno de la corporación municipal de la capital leonesa, porque entienden que la promoción institucional de los valores autóctonos es un paso necesario, en cuanto que supera el clima «hostil propio del anterior equipo de gobierno», interpretó Raúl Sánchez, presidente de esta asociación".
Ahora resulta que hay una asociación de profesores de leonés con sede en Salamanca. Sí, ya sé, lo del antiguo reino de León y todo eso. Derechos históricos sacándonos la lengua. El lengualingus, que se dice. Pero para este ignorante asturiano las sorpresas no cesan. Es como si me explican de pronto que en Valladolid hay una asociación de profesores de gaélico que pugnan por una lengua municipal bífida. Pues me suena raro.
Como se da la feliz coincidencia de que estoy en Salamanca hasta mañana, esta misma tarde me voy a ir a callejear y llevaré el oído bien atento, a ver cuántas palabras pillo de ese idioma de birlibirloque. Hasta ahora había oído aquí mucho alemán, francés e inglés y algo de castellano sin acento. Pero en una de éstas doy con un profesor salmantino de llionés y me muero de gozo lingüístico. Al fin y al cabo, el saber no ocupa lugar, aunque a veces se descojone uno de risa con lo que se aprende.

Las dos españas


Salamanca, 18-X-2007. J.A.G.A.


18 octubre, 2007

Sobre naciones. Para que lo entienda hasta el Tato.

Un amable visitante de este blog insiste en preguntarme si creo en nación alguna, tal vez en la nación española. Su sospecha es la habitual: si tan crítico y negativo es uno con los nacionalismos emergentes (emergen como setas en pinar), se deberá a que uno es un recalcitrante nacionalista español. Bien, pues definámonos sobre estas cosas.
1. ¿Y qué, si se es nacionalista español? Tiene muchísima gracia que esté tan bien visto por tantos, que se sienten la mar de progres y avanzados de pensamiento, el ser nacionalista vasco, catalán o gallego, pero sea considerado retrógrado hasta la náusea el nacionalismo español. Yo, con mi presbicia, los veo estructuralmente idénticos. Al decir estructuralmente idénticos no me refiero a que el español o los otros puedan tener más o menos fundamento histórico (ay, los derechos históricos), social, político o del tipo que sea, sino a que las ideas de base, el juego conceptual y el esencialismo metafísico son exactamente los mismos, aun aplicados a diferente objeto. Igual que son estructuralmente idénticas las tres grandes religiones monoteístas, por mucho que luego cada una llame a su dios de una manera, haga distinta la lista de profetas, mande o no mande matar infieles o dibuje diferente las dichas de su paraíso particular. En medio de esa identidad básica, queda al gusto del individuo o a las servidumbres de su socialización el inclinarse por Alá o Yahvé, igual que el nacido en Combarro o Lalín puede elegir entre ser nacionalista español o gallego; o ateo, claro, y ahí es donde se apunta un servidor.
Apuesto a que Tato me replica que es imposible ser apátrida total, no llevar en las neuronas o los genes los patrones de alguna nación y el sentimiento filial por ella. Como el doctrinarismo nacionalista está tan cercanamente emparentado con la religión, eso me recuerda a cuando a los que nos proclamamos ateos nos vienen con eso de que es imposible ser ateo del todo o no llevar en una esquina del alma un resquicio de fe en el dios verdadero. Pues llevamos lo que ustedes quieran, educación judeo-cristiana, formación del espíritu nacional y lo que sea; pero no.
2. Alguien responderá que lo que hace odiosa la nación española es su condición opresora sobre otros pueblos o naciones que viven en el territorio del Estado español. Así, catalanes, vascos, gallegos, y puede que algunos más, estarían condenados a vivir en un Estado que no se corresponde con su verdadera nación propia, pues ese Estado se halla dominado por esa que se llama nación española y que no existe como tal, sino que no es más que el fruto del imperialismo castellano. Que sean España las Castillas, que acabe ahí el Estado español y que se deje a las demás naciones ibéricas sin Estado formar el suyo. Muy bonito, pero el problema está en la reversibilidad de tales argumentos. Pues da la casualidad de que del mismo modo que muchos, tal vez la mayoría, de los guipuzcoanos no quieren ser españoles, esto es, ciudadanos del Estado llamado España, muchos vitorianos, tal vez la mayoría, no quieren ser ciudadanos de un Estado vasco. ¿Y por qué tantos nacionalistas gallegos odian a los capitalinos coruñeses? Pues porque éstos suelen sentirse más españoles que gallegos. Así pues, ¿están dispuestos el nacionalismo vasco o el gallego a dejar fuera de su nación y del Estado que quieren llegar a ser a esos territorios o partes de la población que no tienen ninguna gana de cambiar de nacionalidad? Obviamente no, y con ello vuelven a reproducir exactamente los esquemas que critican en el nacionalismo español.
3. También me replicará más de uno que España ha oprimido a los “nacionales” de otros pueblos de este Estado, al hacer cosas tales como imponer el castellano, fomentar una mitología nacional unitaria y, en suma, no respetar suficientemente la diversidad de culturas y pueblos, tratando así de ahogar a esas naciones y de unificarlas bajo la idea fantasmagórica de una España unitaria. Ay, que me troncho con eso. Es cierto que así ocurrió en muy buena medida bajo el franquismo (al tiempo que Franco ponía lo mejor del tejido industrial y productivo en “naciones” como Cataluña y el País Vasco, y a Extremadura o Andalucía que les dieran por el saco, por no tener nación con la que tocarle los cataplines al régimen). ¿Así que está pero que muy mal imponer en todo un territorio una misma lengua, castigar o discriminar a los que no la hablen, sancionar a los que no rotulen los comercios en ella, etc., etc.? Pues sí, mire usted, está muy mal, y por eso, entre otras cosas, es odioso y liberticida el nacionalismo. Lo fue el de Franco, odioso, liberticida, monolítico, imperativo y gritón. Pero ahora da la casualidad de que aquel cabronazo de Franco ya no está y que el Estado español es considerablemente pluralista, reconoce y ampara la variedad lingüística -la seria, no empecemos otra vez a aturrar con inventos como el llionés-, permite a esas “naciones” unos grados notables de autonomía política y jurídica... Pero, ¿quién ocupa ahora el lugar del nacionalismo franquista? Los nacionalismos de esos territorios, ésos que frente a la pluralidad lingüística de castellano y lengua autóctona quieren el puro monolitismo idiomático, ésos que castigan y discriminan por razones lingüísticas, ésos que -en su grupo más extremo- llegan hasta a ver con simpatía a los que atentan y matan en nombre de la nación (mira, como Franco otra vez), ésos que anteponen los derechos colectivos a las libertades individuales, incluida la libertad para que cada cual hable lo que le salga de las narices y escriba o rotule idénticamente, sin ser por ello discriminado, castigado ni vilipendiado. ¿O acaso usted, amigo Tato, ve diferencias sustanciales entre el nacionalismo españolista de corte franquista y los nacionalismos de Esquerra, el Bloque, los batasunos o Eusko Alkartasuna y el PNV, cada cual con los matices de rigor? ¿Le parece a usted horrible que se obligue desde pequeñitos a los niños a cantar el himno nacional? Pues mire, mire lo que les gusta a don Antxo Quintana y compañía. Y, que yo sepa, en las escuelas “españolas” hace un porrón de décadas que no se fuerza a cantar el himno español. A mí en la mía de niño me obligaban, y por eso les cogí tantísimo asco a los nacionalismos que así lo hacen y a los santurrones del Volksgeist que se esponjan al escuchar himnos, ver ondear banderas, formar selecciones nacionales u organizar desfiles de grupos folklóricos aborígenes, en plan Educación y Descanso. Y dígame, repito, dónde se ve más eso en estos días.
4. ¿Concretamos más? No me siento nacionalista español porque me provocan repulsión los nacionalismos, ya lo he dicho. Uno es un maldito liberal individualista, con unos toques socialdemócratas de los de antes, de cuando había socialdemocracia y no este gato por liebre que nos dan ahora los mandangas del PSOE. España como concepto y como nación me trae completamente al fresco. Créame que a mí me importan usted, aquél y el otro de más allá y no me paro a pedir el pasaporte para establecer preferencias. ¿Que algún resabio me quedará de la cerrazón nacionalista y patriotera en que a todos nos educaron? Seguramente, y a lo mejor se nota cuando juega la selección española de baloncesto y me apetece que gane. Pero luego juega la de fútbol y siempre deseo que pierda, así que no sé. Pero, con mayor éxito o menor, contra tales resquicios de irracionalidad, fe barata y religiosidad primitiva lucho todo lo que puedo.
Bien, entonces vamos a su pregunta: ¿por qué no me meto más con el nacionalismo español que con los otros de estos pagos? Pues por las razones siguientes:
a) El nacionalismo español ya no tiene mucho, a mi modo de ver -usted legítimamente discrepará-, de aquel rancio nacionalismo franquista, al cual, como he dicho, se me parecen más los nacionalismos de Carod, Ibarretxe, Quintana, etc. Es ese tufo reaccionario, colectivista tirando a organicista, mitologizador y, en el fondo, desvergonzado y aprovechado en grado sumo, el que me excita la mala leche. A fin de cuentas, para gustos colores. Es por lo mismo que me produce más rechazo una religión cuanto más dogmática y manipuladora, cuanto más mentirosa y cuanto más aprovechados sus ministros. Y, del mismo modo que, a día de hoy, prefiero vivir rodeado de resabiados cristianos que de entusiastas musulmanes, y ya que no hay manera de dar con el paraíso de los descreídos, lo que queda de nacionalismo español sociológico y políticamente relevante me molesta menos que las -que yo considero- patochadas infumables de Carod y compañía. Pero ¿que usted me dice que hay un nacionalismo español que es igual de apestoso, el representado por el extremo más derechista del PP y por partidos falangistas y similares? Pues mire, en eso vamos a estar completamente de acuerdo y por eso me dan todos la misma grima, igual las juventudes del Esquerra que las juventudes de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Tal cual. Y el día que el PSOE pacte con un partido falangista y nacionalista español de ese modo me van a oír. Pero da la casualidad que los cafres y reaccionarios con los que anda pactando ahora son los otros. Pues por eso.
b) Pese a la voluntad de cosmopolitismo de la que luego hablaré, creo que hoy por hoy los estados siguen siendo necesarios. Es decir, mientras no se consigan estructuras políticas y jurídicas supraestatales o aestatales que sean verdaderamente efectivas para el mantenimiento de un orden social mínimo, la garantía de los derechos principales de las personas y una mínima acción social de redistribución de la riqueza y de igualación de oportunidades entre los individuos. Ya está otra vez el dichoso rollo socialdemócrata, ¿ve? Pues bien, puestos a tener estados, me parece más útil uno mayor y fuerte. Entiéndase lo de la fortaleza en el sentido de su capacidad de maniobra, su resistencia frente a la presión de todo tipo de grupos económicos y su fuerza negociadora, todo ello basado en su riqueza en población productiva, bienes y recursos de todo tipo. Es éste un argumento que aquí y en otros lugares habrán leído, y mucho mejor expresado, en la pluma de mi amigo Paco Sosa. En otros términos, no se entiende por qué de poco para acá las gentes que se dicen de izquierda simpatizan más con los microestados anoréxicos que con los Estados que, por fuertes y eficientes, están en condiciones de plantar cara a multinacionales y grupos económicos y de hacer valer con espíritu universalista los más cruciales derechos; de la misma manera que no se comprende por qué del internacionalismo la izquierda ha pasado de sopetón a ese nacionalismo tradicionalista, esencialista, metafísico y opresivo que fue siempre patrimonio de la derechona más cerril. Misterios.
Ésa que acabo de expresar es la única razón por la que me parece que mejor estaríamos todos, castellanos, asturianos, gallegos, catalanes, vascos, murcianos, etc., etc., unidos en un Estado como Dios manda y arrimando el hombro solidariamente para mejorar las condiciones de vida de todos, y en particular de los más menesterosos, dentro y fuera de nuestras fronteras, en lugar de partirnos el alma y acabarnos la paciencia a base de querer cada cual arrimar el ascua a su sardina, dárselas cada uno de viejo hidalgo y descendiente de no sé qué pueblos fantasmales e inventarse señas de identidad que sean disculpa tonta para que cada cual se refugie en el desván de su casa a cultivar la memoria de los muertos y añorar los tiempos de viejas rencillas.
6. La anterior, como se ha visto, es una razón puramente instrumental o utilitarista. ¿Que éstos o aquéllos no están de acuerdo y prefieren irse ellos solos a adorar sus dioses antiguos, a hacerse pajas mentales y dárselas de catalanes viejos (¿se acuerdan de los castellanos viejos?), vascos incontaminados o celtas de ida y vuelta con parada y fonda en O Grove? Pues, mire, allá ellos y con su pan se lo coman. Por mí, como si se machacan el árbol genealógico con un par de piedras. Cada perro se lame su culo y tal. Si esto de Europa sigue adelante, mal que bien, si las fronteras van cayendo, si uno o sus hijos pueden ganarse la vida acá o allá -estoy feliz de tener un hijo ganándosela en el quinto pino, Suiza, y en cuanto pueda sacar a la pequeña Elsa de este país mohoso en que nos estamos convirtiendo, la saco, palabra-, si el saber buen castellano te ayuda a ir por el mundo y disfrutar de la vida, y más aún el inglés, pues ya está, no hay de qué preocuparse. Los que quieran quedarse en la Costa da Morte a cantar himnos y a imaginarse bosques animados, que se queden; los que prefieran hablar euskera solamente, que lo hablen; los que sean más felices rescatando recetas antiguas o tejiendo mantas en viejos telares, pues que se pongan a ello. Hagan juego, señores, y sírvanse a la carta. Yo lo único que pido es que no se fastidie a nadie que tenga otras expectativas y que para sus planes de vida quiera hablar castellano o inglés, ser directivo de una multinacional en lugar de dueño de una casa rural en el Ampurdán, o historiador del mundo en lugar de mero investigador de los archivos parroquiales de su pueblo.
Ah, ¿que además son mayoría los catalanes, vascos, gallegos, asturianos, canarios o melillenses que quieren largarse con la música a otra parte y no seguir llamándose españoles ni siendo ciudadanos de este Estado? Pues aire, sin resquemor. Ancha es Castilla; y el mundo más. Que cada palo aguante su vela. Hace mucho que escribí aquí -tal vez el amigo Tato no leía este modesto blog por entonces- que si yo tuviera el poder político una temporadita y una varita mágica para ejercerlo sin que me partieran la crisma, convocaría referendos de autodeterminación en todas partes en que haya una mínima inquietud en tal sentido. Con perfecta libertad y todas las garantías. ¿Que sale que éstos o aquéllos se van? Fíjate qué pérdida más terrible en estos tiempos de Europa, internacionalismo y globalización. ¿Qué sale que se quedan? Ah, pues encantados, pero se acabó la matraca por un mínimo de cincuenta años; y en autopistas, aeropuertos, trenes o casas de cultura van a tener exactamente en la misma proporción que los demás de este Estado, sin tantos pucheros, mimitos, aires de solterona ofendida ni hostias en vinagre -con perdón-.
¿Que se me ve una cierta acritud? Pues sí. La misma que tendría si viviera a gusto con una señora con la que pensaba que me entendía, en una relación que parecía agradable y beneficiosa para los dos. ¿Que de pronto ella se quiere ir a un convento de clausura? Hombre, pues me dará rabia, pero qué le vamos a hacer. Peor todavía será que antes de marcharse se dedique todo el maldito día a castigarme los higadillos con el cuento de que no la entiendo, no la valoro, no la aprecio lo suficiente y que me quiero gastar el patrimonio de sus antepasados. Hale, hale, que se vaya a la porra ella solita. Agur. Aunque, claro, yo me quedaré tan liberado de sus manías como puteado por lo que no pudo ser. Pues eso.
7. Esos juegos de palabras de que el internacionalismo es inter-naciones y tal quedan muy aparentes y muy apropiados para un torneo de ingenio. Pero nada más. Si yo me proclamo internacionalista y me vienen con ésas, seguiré pensando lo que pienso y, todo lo más, cambiaré el término con el que me expreso. Me llamaré cosmopolita o me inventaré un palabro tipo interhumanismo o bobada así. O ni siquiera, pues aceptar -aunque sea resignadamente- el Estado nación y el inter-nacionalismo no tiene por qué equivaler a comulgar con un concepto de nación tan absolutamente metafísico, sustancialista, reaccionario y poco grato para la autonomía individual como el que, por ejemplo, era propio del franquismo y lo es ahora de los nacionalismos postfranquistas catalán, vasco, gallego y español residual. En ese binomio de Estado y nación podemos hacer más hincapié en el Estado que en la nación y valorar los estados por su capacidad funcional y prestacional en lo que nos importa, en lugar de por ser prístino reflejo del espíritu de un pueblo o de la misteriosa esencia de una nación; o podemos entender la nación a modo de coyuntural agrupación de individuos con interés común en formar un Estado que garantice sus libertades, sus derechos políticos y sus derechos sociales, en vez de como plasmación de la personalidad de un pueblo que es así y asá desde el año de maricastaña. Podemos poner en la base del Estado una nación más rosseauniana que del gusto de Bonald, de Maistre, Donoso Cortés, Carl Schmitt, José Antonio Primo de Rivera... Y mire por donde y lo que son las cosas: esos nacionalistas catalanes, vascos o gallegos que dan el pego de progres y le roban la virtud a tanto pseudosociata se parecen mucho más a ésos últimos que al bueno de Juan-Jacobo. Y a Marx ni le cuento, de ése ya no les queda ni traza.
Disculpe, amigo Tato, la extensión de este panfleto, aunque supongo que no será lo último que sobre el tema nos digamos. En cualquier caso, creo que no deberíamos perder de vista que en la actualidad, aquí y ahora, el nacionalismo no es más que una rama de la picaresca. Ni más, ni menos. Esperemos que se quede ahí. Sí, también el español.
PD.- La foto ha sido tomada hoy mismo por un servidor en la Plaza Mayor de Salamanca. Tiene su aquel.

17 octubre, 2007

Con naciones y a lo loco.

Procuraré no dar más lata con las guasas del llionés, leonés o como se llame esta lengua completamente desconocida que, sin embargo y al parecer, es seña de identidad de todo un pueblo, el pueblo leonés. El destino ya está escrito en los astros y es que sí. Igual que la función crea el órgano, el político crea la nación y lo mismo le pone un idioma que un pasado –histórico, naturalmente-, un poco de silicona o un liguero. Alguna vez habrán existido naciones de verdad y propiamente dichas, no digo que no, particularmente en islas o remotos valles donde los primos se apareaban con los primos –y con algunas primas- y la comunicación tenía lugar mayormente por señas. Pero desde que la humana promiscuidad provocó carnales ayuntamientos con los de otros pueblos y desde que el ardor guerrero llenó todo de invasiones y mestizajes, no hay más naciones que las soñadas y las que a sí mismos se ponen los políticos para asegurarse sillón y dietas. “¿Y tú qué vas a ser de mayor?”, le preguntan al chiquitín de la familia en el colegio inglés al que lo mandan sus papis para no parecer menesterosos habitantes de un barrio sin clase? “Yo inventor”, responde él con seguridad. “¿Y eso?”. “Pues para forrarme, viajar mucho y tener secretarias y chóferes”. “¿Y qué piensas inventar para eso? ¿Vacunas? ¿Aparatos? ¿Programas informáticos?”. “No, no, naciones. Es lo que más da”. Porque ya saben el verdadero lema de todo nacionalismo: NACIÓN ES RACIÓN.
No hay por qué cortarse, pues de la misma manera que se convirtió en líder indiscutible y Führer sagrado de los arios un alfeñique moreno, de ridículo bigote, mirada demente y gesto como de afeminado con almorrana latosa, aquí se lo puede montar cualquiera de portavoz de esencias nacionales que no conoció ni por el forro, más que nada porque las está componiendo él sobre la marcha. Más que con la historia o con la política propiamente dicha (¡ay, noble arte en decadencia!), lo del nacionalismo tiene que ver con la coctelería. Coges tres o cuatro ingredientes de nada, que si una lengua real o ficticia, que si una asamblea que hicieron aquí en la Edad Media cuatro herreros puteados por el señor local, que si un manifiesto firmado en el XIX por dos sacristanes y un barbero, que si un panfleto con faltas de ortografía que redactó durante la Primera República (porque también hubo una República Primera, ¿saben?) un amante despechado que se decía literato y era simple carnudo disléxico…, lo metes en un programa electoral, agitas bien a la población y ya puedes servirte sillón municipal, escaño autonómico y puesto de asesor para tres o cuatro amantes foránea/os que se ganan la nacionalidad por rozamiento.
Será como se quiera, pero, como iba diciendo, la suerte está echada. Esto ya no hay quien lo pare. En diez años, máximo, los nacionalistas leoneses tendrán la mayoría política en esta tierra, se impartirán clases universitarias en esa lengua deslenguada, serán primados sus inverosímiles conocedores para el acceso a los puestos de la Administración Pública, se les contarán a los escolares historias de mucho miedo sobre unos leoneses originarios que hubo aquí de toda la vida y a los que primero maltrataron los romanos, luego los visigodos, más tarde los árabes, después los reyes asturianos y españoles y ahora mismo todo el mundo que se niegue a reconocer que el latín en verdad proviene del llionés y no éste del laboratorio del doctor Bacterio.
Y, hablando más en serio aún, ¿saben cuál será el próximo paso en esta irresistible ascensión de Xuan Llionés? Pues bastará con que en unas próximas elecciones a rector de la Universidad un candidato cualquiera –posiblemente todos- prometa a los estudiantes leonesistas que habrá menú leonés en las cafeterías del campus, programas de las asignaturas en leonés y majaderías de ese calibre. Ganará y tendrá que cumplir lo prometido, con lo que de la Universidad harán su feudo unas juventudes ociosas y poco estudiosas que se dicen nacionalistas por no reconocerse simplemente desechables.
Ya bien engrasado el aparato propagandístico, se irán subiendo al carro imbéciles para pegar carteles y listillos para ocupar cargos. Es posible que alguno de los primeros tenga algún primo segundo de la montaña que sepa un par de palabras de llionés. Los segundos ni lo sabrán ni les importará, aunque siempre pueden tomar unas clases particulares cuando se haya conseguido hacer una Academia de la Lengua Leonesa que diga cómo hostias se habla eso que no habla nadie. Unos, los más bobos, para sentirse tan majetones como catalanes, vascos o gallegos, otros por convicción de que como no tengas nación ni te hacen carreteras decentes ni te quitan peajes, y otros porque ven la manera de vivir a costa de los anteriores y de la mayoría silenciosa y pasota, cuando queramos darnos cuenta medio León será nacionalista de toda la vida y el PSOE y el PP se pondrán a hacer concesiones como locos, con la esperanza de pillar un puñado de votos de ese manicomio; o simplemente para seguir ocupando asiento, que de ahí viene todo. Pues no olvidemos que el verdadero principio del nacionalismo leonés, como de cualquiera, está cuando alguno de sus avispados impulsores se hace con concejalía de cultura y empieza a tomarle el pelo a la gente de ese modo que hemos visto en los periódicos locales de ayer y hoy. Nunca el oficio de payaso resultó tan rentable como en estos tiempos. Ayer mismo salió algún otro en la tele.
Y uno no puede dejar de preguntarse: ¿por qué son tan redomadamente idiotas los partidos mayoritarios, PP y PSOE? ¿Por qué están dispuestos a absolutamente cualquier cosa con tal de seguir un ratito más agarrados a esa birria de poltronas? ¿Están dispuestos a hacer cualquier cosa que les pida quien pueda darles una alcaldía, aunque sea mentir, inventarse naciones, vender a su propio hermano o ponerse en pompa cada noche en esa calle por la que pasan despacio los coches a la busca de carne de saldo? Ya, ya, ya sé la respuesta: sí están dispuestos. Amén. Vale. Pues los va a votar su mamá, que era del mismo oficio; es decir, política y partidaria del diálogo con todos y de amplios consensos; o de pactos de progreso.

Cada día, su tontería

Sigue la sarta de gilipolleces en el Ayuntamiento leonés/llionés a costa de la tan famosa como ignota lengua leonesa. En esta puto país, en cuanto te descuidas, te sacan la lengua.
Bueno, si tienen curiosidad, estómago y paciencia, pinchen aquí y vean el nuevo retablo de las maravillas lingüísticas. Y no se pierdan lo que declara el Alcalde, del PSOE: que peor sería poner los impresos aquellos en finlandés. ¿Es un gran guasón o los tiene cuadrados y blindados?
¿Pero es que en esta España -o lo que sea- ya no hay donde caerse muerto? ¿Nunca se va a acabar la ola de idiotez que nos invade?
Vivo en León desde hace trece años y jamás de los jamases, ni una sola vez, he oído a ningún aborigen hablar en llionés.
En la penumbra de este Estado enloquecido y gobernado por pitufos intelectuales, todos los gatos son Pardos. Y tonto el último.

16 octubre, 2007

La memez no tiene rubor ni freno.

Pinchen aquí encima y vean, vean esta noticia de hoy mismo.
Se comenta sola.
Están locos estos romanos (o lo que carajo sean).
¿Y el PSOE tiene que pasar por estas gilipolleces de oligofrénicos para poder trincar alcaldía leonesa? No sé si le merece la pena, la verdad. Aunque seguramente sí: que si coche oficial, que si dietas, que si secretarias...
Puajjjj.

Zapatérica quincalla

Qué le vamos a hacer. Se levanta uno temprano y con buen ánimo para trabajar en lo que se debe, pone la radio mientras se ducha y se atusa un poco, y salen con la noticia de que Nuestra Desgracia Política Suprema (NDPS, también conocido como “NosDaPolSaco) le va a decir al Presidente de los vascos y las vascas, (también conocido como lehendakari en el idioma de algunos de ellos y algunas de ellas) que de referéndum y eso nanay mientras no alcance un acuerdo entre todos los vascos (y las vascas, supongo). Así que, somnoliento aún y en ese duermevela en que te sume la prosa polsaquista, me digo: pues escribo ahora mismo el post de hoy y dedico el resto del día a pensar en cosas más serias, tipo qué me pondré para la comida que tengo a mediodía o qué tal me quedaría la raya en medio.
Veamos eso del acuerdo previo de los vascos (y las vascas, leches). ¿Qué quiere decir semejante aserto zapatérico? ¿Adónde quiere ir a parar? ¿Le está ofreciendo ahora al tontaina de Ibarreche la misma muñeca chochona que hace meses intentaba venderles a los de ETA? ¿Ya empezamos otra vez con lo de la puntita nada más y cuando nos casemos allá va tó y te concedo hasta lo del látigo, los cueros y las vías alternativas? No está de más, aunque sea perfectamente inútil en estos tiempos, puntualizar alguna cosilla:
a) En democracia los acuerdos se toman por mayoría, pues en una sociedad plural y pluralista, como por definición tiene que ser una sociedad en democracia, las unanimidades son imposibles, y hasta indeseables. Si acaso, el acuerdo más general y firme se ha de dar respecto de las reglas básicas del juego, esto es, de la Constitución. Pero un tipo como el ZP (si ya no les gusta lo de las letritas, que se jodan, seguimos con ellas), que se pasa los consensos constitucionales por el arco del triunfo, hace de la suprema norma un cojín para sus cazurras posaderas presidenciales y pone a su vicepresidenta, Tere, a echarle una bronca en toda regla –es un decir- nada menos que a la Presidenta del TC (¿se lo monta de sumisa y tal la Emilia?), ¿viene ahora a pedir acuerdos de fondo o les va a invocar a los vascos que un respeto y una cosa para los consensos constitucionales y la legalidad básica del Estado? Como si Drácula vendiera leche desnatada, vamos, o como si el jefe de una tribu de antropófagos anunciara hamburguesas de tofu: no cuela.
b) Si el acuerdo en cuestión hubiera de ser de toda la sociedad vasca o, lo que no es lo mismo, de todos los partidos, nos podrá decir el Presidente de los vascos (y las vascas), también conocido como lehendakari (Kari para los amigos y las amigas), que dicho acuerdo general tampoco lo tiene ni lo tuvo ni la mismísima Constitución, ni allá, en la tierra de los vascos (y las vascas) ni en parte alguna del Estado (también conocido fuera del país de los vascos y las vascas como España). Así que es un argumento de los que rebotan, cuidadín.
c) ¿Cuál es la única manera de ver si hay acuerdo general en una sociedad en torno a determinada idea o propuesta? Je, pues convocar un referéndum. No cabe otro camino. Así que sigue rebotando el argumento. Porque, ¿cómo es eso de que primero hacemos el acuerdo y luego hacemos la consulta? La consulta es la manera de ver si hay acuerdo, así que habrá que empezar por ahí, si lo determinante es el acuerdo.
Claro, a lo mejor se refiere ZP a un acuerdo entre los partidos. Es curioso lo de los titulares de los periódicos ahora mismo. No tengo tiempo -ni ánimo- para pararme en este momento a ver el vídeo con la intervención completa de NDPS, pero tiene gracia cómo la explican los periódicos digitales a esta hora mañanera. El Mundo y Abc resaltan que ha dicho que pedirá al Presidente de los vascos y las vascas (etc.) un acuerdo previo entre los vascos (y las vascas, supongo). El País, despechado pero calientes aún los rescoldos de lo que fue un amor apasionado y ahora es ardor no plenamente correspondido (o sea: que le han puesto los cuernos al que hasta ayer mismo fue el diario independiente de la mañana) titula, más caritativamente: “Zapatero exige a Ibarretxe un acuerdo con las fuerzas políticas vascas”. Aunque luego pincha uno en la noticia y lo que sale es esto otro: que Zapatero exige a Ibarretxe “que logre el consenso entre los vascos”. ¿En qué quedamos? ¿Cuál consenso? ¿Entre quienes? Va uno a la cita literal de Nuestra Eminentísima Cazurrez Presidencial y el desconcierto crece, pues nos enteramos de que ese acuerdo ha de ser “plural y transversal”. Sí, los acuerdos conviene que sean plurales, claro. Ahí anduvo fino. Porque un acuerdo no plural es el acuerdo de uno consigo mismo, cosa que, no nos engañemos, tampoco se da siempre así como así. En cuanto a lo de transversal, me imagino que es como una manera de meter el acuerdo, como que te atraviesa hasta lo hondo. Aclaradas quedan las dudas. Da gusto.
d) A lo mejor le está tendiendo ZP al Presidente de los vascos y las vascas una trampa saducea, pues sabe que el acuerdo total y transversal a tope es imposible en la sociedad vasca o entre los partidos vascos (y las partidas vascas), y aun por mucho que el Pachi (también conocido como Patxi) López (esto se escribe igual) se coloque en una postura apta para una mejor penetración transversal del acuerdo. Porque a los que no se lo van a meter, el acuerdo, es a los del PP, y supongo que tampoco a los de Savater y Díez. Si eso es lo que tiene en la cabeza ZP para frenar al profeta de los vascos y las vascas, es un auténtico cabronazo, pues equivaldría a que quiere utilizar en beneficio propio y para su personal propaganda la resistencia ajena, esa misma que todo el día llama cerrazón y facherío. Tendría gracia.
e) Por cierto, y si llegara ese acuerdo, transversal o del misionero, si el Presidente de los vascos y las vascas lo lograra, ¿ya sería constitucional el referéndum y ya podría hacerse tranquilamente? ¿Volvemos a la perversa doctrina de que la verdadera Constitución es el consenso y que, por tanto, es constitucional todo lo que esté consensuado, aunque sea por cuatro gatos y un par de marranos y aunque vayan los negociadores con una pistola en la faltriquera o pongan al primo psicótico de Zumosol a amenazar en la puerta?
f) Me parece que por ahí van los tiros -es una manera de hablar-. ZP anda tramando otra de las suyas y quiere volver a hacer con la Constitución lo mismo que en estos pasados años y meses: pulírsela con una sonrisa en los labios y una mano en los muslos del TC. Con acuerdo de todos, eso sí, porque si no sería violación; de la Constitución, quiero decir.
Pobre ZP. A lo mejor lo único que pasa es que está poco y mal asesorado. Y nosotros aquí criticándolo malamente. No hay derecho; ni Derecho.

14 octubre, 2007

La entrevista de Zapatero e Ibarreche. Un anticipo.

Dentro de nada se van a entrevistar Zapatero (lo de ZP vamos a ir olvidándolo; para la nueva temporada se lleva el apellido completo) e Ibarreche (que en euskera se escribe Ibarretxe, pero se pronuncia igual) en la Moncloa, que es un sitio lleno de asesores y currantes de todo pelaje. Andan los periodistos y las periodistas y los tertulianos y las tertulianas dándole vueltas a lo que hablarán ese par de lumbreras en semejante encuentro en la intimidad y si se expresarán los dos en castellano o el uno en euskera y el otro en circunloquios.
Por un azar afortunado he podido conocer con sorprendente precisión un largo fragmento de lo que será tal conversación que aún no ha ocurrido. ¿Qué como así? Pura casualidad, como digo. Tengo una cuñada gallega, de la parte de Ponte Caldelas, provincia de Pontevedra, que es prima segunda de una amiga íntima de una famosa vidente llamada Maruxa Cordal, que vive en Cangas de Morrazo. Al parecer, la buena señora las ve venir cada vez con mayor anticipación y se cuenta que anunció con meses de adelanto que una catedrática de ética, doña Amelia Valcorcel, sería miembra del Consejo de Estado o que Fabián Ayala ficharía por el Zaragoza, cosa que importa bastante más que la anterior, visto lo que le queda al Estado este y lo poco que le sirven ya los consejos. Así que tiré del hilo y conseguí hablar por el skype con la buena señora, que, pese a sus setenta y tantos años, se maneja con el ratón talmente como si fuera una ouija. Hablaba un gallego como si lo hubiera mamado más que Ancho Quintana, pero creo que he conseguido una traducción bastante fiable de su profecía sobre los contenidos de la conversación –o lo que sea- entre don Ibarreche y don Zapatero. Antes de reproducirla, permítaseme sólo aclarar que doña Maruxa me explicó que se trata nada más que de un fragmento, pues asegura que de otras partes de la entrevista no ha podido entender nada, ya que más que palabras se escucha como un frufrú acompañado de jadeos y ocasionales suspiros. Así que esto es lo que nuestra vidente (y oyente) ha podido anticiparnos. Ya veremos si acierta de pleno, aunque tiene toda la pinta de que sí.

ZP.- Los españoles están muy preocupados con eso del referéndum que has dicho.
BCH.- ¿Y las españolas?
ZP.- También, también.
BCH.- ¿Igual de preocupadas las españolas que los españoles?
ZP. - Paritariamente. Ya no puede ser de otra manera.
BCH.- Nosotros también hemos avanzado mucho en la paridad de vascos y vascas
ZP.- ¿Tú por qué dices siempre vascos y vascas y no vascas y vascos?
BCH.- Yo creo que queda como machista ponerlas a ellas por delante, ¿no?
ZP.- No sé. He pedido opinión al Consejo de Estado sobre eso. Tere ha metido ahí a una tía de ética que es muy feminista y que tiene un marido estético.
BCH.- ¿Es guapo?
ZP.- No profesor de estática.
BCH.- ¿Físico?
ZP.- No, quiero decir de estética. Bueno, da lo mismo.
BCH.- ¿Tu familia bien?
ZP.- Sí, gracias. Sonsoles se pasa el día cantando.
BCH.- Le voy a mandar unas cosas de Guridi que han sacado los de Cultura de mi Gobierno.
ZP.- ¿Gudari?
BCH.- No, Guridi. Un compositor. De Vitoria. Da igual. Tú coméntaselo a Sonsoles, que ella entiende.
ZP.- Como te decía, estamos muy preocupados.
BCH.- ¿Quiénes?
ZP.- Los españoles
BCH.- Ahí va Dios, ¿y quiénes son los españoles?
ZP.- Todos los del Estado español y eso, ya sabes.
BCH.- Pues según eso los vascos somos españoles, pero no estamos preocupados.
ZP.- ¿Lo sois?
BCH.- Tenemos que hablar un poco más de los presupuestos tú y yo.
ZP.- Lo que tiene a le gente mosca es lo del referéndum.
BCH.- ¿Vas a hacer un referéndum, Presidente?
ZP.- ¿Pero no eres tú el que dice que va a convocarlo?
BCH.- Sí, pero en mi nación nada más.
ZP.- Ah, bueno… Esto… ¿cómo que en tu nación?
BCH.- En Euskadi.
ZP.- Ya, pero la nación española qué.
BCH.- ¿Tú no crees que eso de la nación española está ya un poco pasado?
ZP.- Sí, hombre, pero tú ya sabes lo que son estas cosas, la gente empieza a darle vueltas y el PP a tocar las narices y tal.
BCH.- Yo creo que todos los pueblos deben autodeterminarse.
ZP.- ¿Todos?
BCH.- Sí, todos. Es un derecho de los más importantísimos, posiblemente el primero que existió.
ZP.- ¿Y cuántos calculas tú que serán?
BCH.- ¿Qué cosa?
ZP.- Los pueblos.
BCH.- Hombre, Euskadi es uno solo. Pero luego miras por ahí y te sale un puñado de pueblos autodeterminables.
ZP.- No sé, lo veo mucho lío.
BCH.- ¿Qué ves mucho lío?
ZP.- Ponerse ahí que si este pueblo que si el otro también. Y luego está el PP, que por todo se molesta, ya sabes.
BCH.- Eso sí, unos reaccionarios que están todo el día España, España, España. Aburren.
ZP.- Sí es un nacionalismo que ya huele.
BCH.- Y que lo digas. Apesta. Esa gente no tiene visión de futuro.
ZP.- No, no quieren que los pueblos se autodeterminen.
BCH.- Eso.
ZP.- Pues vaya lío.
BCH.- Cuál.
ZP.- Lo del referéndum que preocupa a los españoles.
BCH.- Pero quiénes son los españoles, vamos a ver. Tú vas mirando éstos y los otros y éstas y las otras y no ves más que los y las de un lado y los y las de otro, pero españoles no ves, y españolas tampoco.
ZP.- Es lo que yo digo. Yo por ejemplo soy de León y ahora dicen allí que también son medio nación.
BCH.- Pues eso deberías mirarlo.
ZP.- No te digo que no, no te digo que no. Pero antes tenemos que arreglar lo del referéndum tuyo.
BCH.- ¿Y qué quieres arreglar?
ZP.- Nada, hombre, que os estéis callados y calladas hasta marzo, luego ya vemos tú y yo lo de Euskadi y todo.
BCH.- Sí, pero yo tengo que decirlo antes de marzo, ¿comprendes?
ZP.- Ya, ya.
BCH.- Pues eso.
ZP.- Bueno, pues entonces hasta marzo yo digo que no.
BCH.- ¿A qué?
ZP.- Hombre, a tu referéndum.
BCH.- Presidente, pero el derecho de autodeterminación es un derecho, como ya te dije.
ZP.- Que sí, que sí, que ya lo entiendo. Que yo no digo que no lo sea, sino que tengo que decir que sí y que no y tal y cual. Tú ya sabes de qué va el asunto. Es que coinciden malos meses.
BCH.- Bueno, pero después de marzo hablamos, ¿eh?
ZP.- Claro, claro. Quedamos en eso. Por cierto, ¿tú fumas? Tengo aquí unos habanos y unas habanas…

12 octubre, 2007

¿Qué hacer? Se busca consejo urgente

Ya saben, va a comenzar lo de las nuevas acreditaciones para el profesorado funcionario de la universidad, catedráticos y titulares. Demasié. Acaba de publicarse en el BOE la normativa que desarrolla la Ley esa que han hecho los rectores para demostrar al mundo su talla real. Era un engorro aquello de reunir a siete tipos por sorteo para que formasen un tribunal y pudiesen tumbar sin ton ni son a ese primo suyo de usted que no tiene donde caerse muerto. Además y al parecer, era antieconómico y disfuncional andar convocando a los jueces y candidatos en vaya usted a saber qué ciudades dejadas de la mano de Dios. Se gastaban un pastón los concursantes en pensiones y hostales, y a los del tribunal las dietas no les daban para pasar de los veinte minutos de rigor. Así que al carajo los concursos públicos con público y de candidato presente y hagamos una comisión comisionada para resolver a distancia y mirando unos papeles la mar de monos, todos llenos de colorines y perfumados con eau de genuflexé. Por cierto, que se van a quedar de piedra los notarios, registradores y jueces cuando se enteren de que eso de los concursos lejos de casa y sabiendo temario ya no se lleva nada y no es progre ni leches. Verás qué pronto se le ocurre al Bermejo que para fiscal o secretario de juzgado basta y sobra con que hagan en casa los candidatos unos ejercicios de macramé y unas posturitas tal que así.
Una cocada de concursos, con los concursantes calentitos en su casa y echando horas en el teléfono para preguntarle al capoescuela respectivo cómo lo ve usted que lo ve todo, don Junior. Y el Soprano mayor que tranquilo, chaval, que yo lo tengo controlado y ya le he dicho al de la comisión, este..., cómo se llama, Pepe o no sé qué, que si se porta como hay que portarse y hace lo que hay que hacer para sacarte en justicia o por detrás, pues que le preparamos una gira de conferencias por Extremadura y le gestionamos la traducción al serbio de aquella monografía última que publicó en el 82, cuando lo de la Expo.
Claro, no se puede tener todo. Como los concursantes están en su casa envueltos en la frazada y marcándose unos claretes con gaseosa, la Comisión no puede preguntarles nada en vivo y en directo y tampoco es cosa de que se ponga a escribirles cartas interesándose por la familia o las almorranas. Así que puede volver a ocurrir lo que con certeza pasó cuando aquello de las idoneidades: que acabó de titular de inglés más de uno que no chapurreaba ni el jaguaryú, o de titular de cálculo uno que no había pasado del ábaco y de contar por los dedos. Ahora me apuesto unas cañas a que acaba saliendo catedrático de óptica algún ciego.
Menos mal que la norma, toda chuli y progresistona de sobaco peludo, establece que en las Comisiones de marras ha de haber representación paritoria de mujeres y varones. Perdón, quise decir paritaria. ¡Puto subconsciente machista de los ovarios! Hola, guapa, ¿y tú por qué estás aquí? Por mujer. ¿La mujer de quién? De la comisión, idiota, falócrata, maltratador de mierda. Ah, sorry, no sabía que hacían una fiesta. Y todo así. O sea: que con esta broma acabo de defecarla por completo y me van a caer leches hasta en los sexenios.
Pero dejemos de complicarnos la vida y de criticar con tanta desfachatez al sabio legislador y al excelente ministerio de la Cabrera y vayamos a lo que importa: necesito consejo. Amigos, no todo va a ser cachondearse a costa de lo que andamos haciendo con cargo al erario público. Toca arrimar el hombro y ayudar a este humilde bloguero a resolver su dilema: ¿me apunto o no me apunto a la lista de la ANECA para poder estar en las comisiones -ni de coña me cae a mí eso, me inscriba o no, pues ni soy pariente de ninguno/a del Ministerio ni me acuesto con nadie que no sea mi santa desde tiempo inmemorial- o para ser un asesor de ésos que asesoran a los comisionados?
Por de pronto, vean lo que ayer mismo decía aquí sobre las tales comisiones y sus reglas “Uno que está quemado”:
¿Por qué NINGÚN SINDICATO se ha opuesto EN SERIO Y CON GANAS, al nuevo decreto de acreditación del profesorado? ¿A nadie le llama la atención que los evaluadores tengan que postularse? ¿A nadie le llama la atención que no se sepa cómo se van a formar las comisiones? ¿Van a hacer una norma de desarrollo de la norma de desarrollo? ¿A nadie llama la atención las cosas que pregunta el formulario que deben cubrir los titulares y catedráticos que quieran -y puedan- estar entre los sorteables? ¿A nadie llama la atención el peso que tiene en ese formulario el haber formado parte de las comisiones y agencias de evaluación más variopintas, y que en ningún sitio 'puntúe' haber sido miembro de tribunales de los de toda la vida? ¿Van a quitarle la condición de titular de universidad a todos los que la obtuvieron de acuerdo con el antiguo sistema, hoy tan denostado? ¿A nadie llama la atención que para poder formar parte de las comisiones, un titular tenga que tener dos tramos de investigación y un catedrático tres? ¿Los catedráticos con dos tramos no van a poder formar parte de las comisiones de evaluación de titulares? ¿Qué mente perversa está detrás de todas estas normas, cada vez más absurdas, cada vez más inmorales, cada vez peores?
Bueno, sobre lo de los sindicatos en la Universidad corramos un tupido velo. En otras empresas es tan necesario su papel como cuestionable su práctica real en estos tiempos. Pero en la universidad…, no sirven para absolutamente nada que no sea la defensa corporativa de los más zánganos, sinvergüenzas e incapaces y para asegurarse de que no salga de la plantilla ninguno de los que jamás debieron entrar en ella.
En lo que estábamos: en esas comisiones que ahora van a acreditar a la gente por correo van a estar los cuatro gatos dóciles que digan el Ministerio y los rectores, que para eso han puesto ellos las luces de neón, las camas de agua y la barra del escenario. Y como no va a haber un comisionista (perdón, quise decir comisionado) por cada especialidad, disciplina o área, sino uno por latifundio (por ejemplo, los méritos de un aspirante de Derecho Penal puede tener que juzgarlos un comisionista de Derecho Eclesiástico del Estado, and so on), pues el latifundista puede pedir asesoramiento a algún especialista de la materia del aspirante. Tampoco sé por qué lo complican tanto, la verdad, porque una vez puestos a echarle descaro y a fomentar la arbitrariedad y el triquitraque, podría haber dicho la ley que se decidiese a los dados o jugándoselo a la carta más alta. Pero bueno, ya que las cosas están así por consideración al sacrosanto principio de mérito y capacidad, habrá que ver quiénes son ésos especialistas de cada disciplina que pueden asesorar al comisionista omnívoro: pues los que se apunten.
Sí, sí, acaba de publicarse el reglamento que así lo dice y nos han dado, a los que reunimos las condiciones formales, un plazo hasta el próximo día 19 de los corrientes para que, si nos mola, nos inscribamos en una lista al efecto. Ciertamente, no se dice que entre los así inscritos vaya a asignarse la función por sorteo ni por ningún otro procedimiento objetivo y/o aleatorio, pero, al menos, con esto de apuntarse se asegura la lumbrera ministerial que no se le va a pedir dictamen a ninguno que esté de muy mal café o vaya por libre. Esos no se apuntan, así que tranquilos.
De modo que ¿qué hacer? Llevo meses autoproclamándome objetor a todas esas mandangas y corruptelas y ciscándome en la venal y muy ligera progenitora de la CRUE, del ministerio de la parienta del de la Bolsa y hasta de los parlamentario/as a los que se la/o trae tan floja/o la universidad. Pero, mira por donde, empiezan a escribirme algunos amiguetes y colegas para decirme que si no intentamos meter cabeza ahí insumisos, se lo van a quedar todito los cavernícolas de siempre, ésos que por un momentito de poder o por colocar a uno/a que los pone berracos son capaces de vender hasta el rosario de su madre y de cepillarse a la Constitución entera sin condón ni nada.
En realidad, va a servir de muy poco inscribirse o no en esa lista de meritorios dictaminadores, pues tanto la ley como el reglamento se aseguran a conciencia que todo transcurra en al oscuridad y al tacto y de que no se respete ni una puñetera garantía de los concursantes ni de nadie que no esté en el ajo y vaya a trincar a calzón quitado. Pero, con todo y con eso, ¿qué molestará más a semejante panda de granujas, soplagaitas y alcahuetes, que nos apuntemos las que queremos ser decentes o que sigamos en casa sin hacer más cosa que escribir blogs y hacer vudú sin un maldito resultado?
En verdad, ni concursos ni porras, aquí lo que está haciendo falta es que palme medio escalafón, a ser posible violentamente y con dolor. Tal cual. A ver si hay suerte y por San Martín…