26 septiembre, 2012

¿Y si nos gobernara El Corte Inglés?



                No voy a dar la matraca hablando de la matraca que nos dan los políticos pelmazos y los ciudadanos pelmazos que van de su cadena. Sigo en mis trece de que si tengo que tirar de pasaporte para ir a Barcelona o considerar vino extranjero un blanco del Penedés que yo me sé y que está muy bueno, ya veré si viajo a Cataluña o a la Conchinchina o si me paso a los blancos alemanes, que también tienen su aquel. Con tranquilidad y porque tampoco lamento que Portugal no esté en España. Tampoco voy a jugar al juego del rescate ciego y la prima retozona, pues vamos camino de estar ahogados cuando gritemos socorro y nos echen el flotador, y ya para qué.

                Narraré una historia absolutamente real, aunque, por respeto a la intimidad y la vida de la gente, no daré datos concretos sobre personas y cambiaré algún detalle personal. Resulta que un buen amigo latinoamericano viajó a España por unos asuntos académicos bien importantes, con todos los papeles en regla y permiso de residencia. Cuando ya estaba a punto de retornar a su tierra, le sobrevino un achuchón de salud que requirió unos días de hospitalización y el correspondiente tratamiento. A él y a su familia, y a nosotros, sus amistades españolas, nos vino la inquietud sobre los gastos médicos y hospitalarios. Tenía un seguro de allá, que respondió como suelen hacerlo los piratas de tal gremio, al menos los de algunos países, y argumentaron los muy pillos que una dolencia así no quedaba cubierta, aunque  el seguro se llamara de enfermedad y accidente, ya que esa dolencia ya estaba latente y, por tanto, no era sobrevenida. Extraordinario argumento, que hace que un seguro de enfermedad no sirva para las enfermedades, pues a ver cuál de ellas no se incuba o se desarrolla antes de manifestarse y vaya usted a averiguar el origen de las causas y la ubicación geográfica del primer incidente celular.

                Bueno, pues toca enterarse de cómo funciona en tales situaciones nuestra Seguridad Social. Los pardillos, entre los que me incluyo con harto dolor, nos mostramos confiados, pues hemos leído y escuchado mil veces que la Sanidad española es universal y gratuita. Cierto que a los extranjeros sin papeles se les han puesto restricciones severas últimamente, pero hablamos de persona con todos los documentos en regla, no de inmigrantes irregulares ni nada por el estilo. Nos asesoran expertos y nos dicen que sí, pero que es imprescindible sacar la tarjeta sanitaria y que con su mágico numerito, problema resuelto. Así que allá van algunos a la correspondiente oficina del INSS, cargados de nacional optimismo. Dos funcionarios se desconciertan y llaman al tercero que sabe, el cual muestra a los perplejos españolitos el articulejo de la última norma reformadora, donde rotundamente se dice que nones y que para extranjeros en la situación del enfermo, perfectamente legal, no hay cobertura ninguna, fuera de la atención en urgencias. Así que por fin entiendo la universalidad de nuestra Seguridad Social: es universal para el universo o conjunto de los que tienen derecho a su cobertura.

                Pero, milagro, resulta que los billetes de avión habían sido adquiridos en una agencia de viajes de El Corte Inglés, aquí en España. ¿Y eso qué tiene que ver? Pues los amables empleados de tal empresa explican que, además de los seguros voluntarios que el viajero quiera contratar para cubrir cualquier evento desgraciado o mal percance, y que en verdad cuestan cuatro perras de nada, la propia empresa tiene su seguro para sus viajeros y que lleva incluida la plena cobertura sanitaria, para lo que sea: atención médica, hospitalización, cirugía, si hace falta. Problema resuelto por el lado más insospechado.

                Lo cual que me ha hecho ratificarme en una práctica mía y plantearme alguna duda filosófico-política. Lo primero es porque siempre soy objeto de crítica y murmuración cuando organizo mis viajes, y especialmente los de asueto o vacación, a través de esa misma empresa. Que si pijo, que si me sobra el dinero, que si en la red reservas unos hoteles buenísimos de la cadena Bocata y Anda, que si por la quinta parte vuelas con Chupy Jet. Vale, pero por ahora voy ganando dinero. Cuando aquella huelga de controladores, teníamos mi mujer y yo tres o cuatro días reservados y pagados en Londres, con vuelos y todo, y a los dos días me devolvieron hasta el último euro y con sonrisas. Solo con eso, ya he compensado todos los vuelos de Cutry Jet que no he tomado. Además, qué caray, servidor viaja con maleta de reglamento, un puñado de libros y mudas abundantes, cual caballero. Etc. Pero esto es lo de menos, vamos a lo sustancial.

                ¿Tiene presentación que una cadena privada haga de Estado y que el Estado se organice peor que la más mísera tienducha? No teman, no voy a abogar por la privatización de los servicios públicos esenciales, pero es que tiene delito que usted invite, pongamos, a un Premio Nobel de la India, se enferme en León, en la Seguridad Social le cuenten que no se paga el hospital a los indios ni aunque sean Premios Nobel y que llegue El Corte Inglés y se encargue de todo porque le vendió el billete de avión. Entre las cosas gloriosas que he averiguado, saliendo de mi ignorancia culpable, es que ahora están excluidos de la asistencia sanitaria española los estudiantes extranjeros, hasta los de doctorado, salvo por accidentes y con el seguro de estudiantes. Sabia estrategia, una más, para atraer a nuestras aulas a los más brillantes cerebros del mundo. Que tampoco iban a venir con nuestro panorama académico, eso es verdad. Pero menuda tela.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tranquilo, Profesor, al menos, de momento. El art. 2.3º apartado b) del RD 1192/2012, de 3 de agosto, otorga la condición de asegurado a los extranjeros extracomunitarios o apátridas, "titulares de una autorización para residir en territorio español, mientras ésta se mantenga vigente en los términos previstos en su normativa específica".

Anónimo dijo...

Por el primer párrafo: !qué desilusión! Se le ve a usted la patita rojigualda, querido amigo. Creí que los "no nacionalistas" debíamos mantenernos neutrales frente a esas cuitas tribales. ¿También usted se apunta al boicot patriótico de productos catalanes? Nunca creí que hiciera frente común con los gatos al agua and co.