12 noviembre, 2005

EDUCACIÓN: ¿POR QUÉ HAY QUE OPTAR ENTRE ALTERNATIVAS IGUAL DE IDIOTAS?

Hoy quiero ser breve, pues tengo claro lo que quiero expresar y porque no quiero dar margen de párrafos al hervor de la sangre. Toca esta semana andar a vueltas con debate sobre la educación y parece que de nuevo hay que alinearse o con Luzbel o con Belcebú. Pues no me da la gana, ya que son una auténtica desgracia y un radical despropósito las alternativas en pugna, las dos, las dos únicas que nos ofrecen. Si es eso lo que nos dan para escoger, que elijan ellos. Me niego a aceptar que todo el margen de movimiento que se nos brinda sea entre la Escilla de una educación meapilas y dogmática y el Caribdis de una formación para tontitos intocables alérgicos al esfuerzo. O, por mejor decir, pues los chavales de poco tienen culpa aún: no asumo tener que tomar partido o por opusianos empeñados en explicar a nuestros muchachos y muchachas que sus cuerpos son sucios y que tienen que santificarlos absteniéndose de toques y relaciones fuera del matriminio, o por progres de pega que porque un día ganaron cuatro duros y ya tienen hipoteca y BMW consideran que su hijo es la quintaesencia de la perfección y que nadie debe osar ni suspenderle una asignatura y, mucho menos, disciplinarlo para que pierda sus modos de gañán pijo y cenutrio consentido y bobalicón.
¿Qué hacemos, qué votamos, dónde y cuando nos manifestamos los que queremos que la educación sea laica y de calidad y que, al mismo tiempo, a los muchachos se les enseñen contenidos y se les imponga una mínima disciplina, que es arte y adiestramiento en el respeto a los demás?
Porque veamos resumidamente. De mano la derecha demanda mayor valoración del esfuerzo y mejor insistencia en los contenidos formativos que tienen que ver con las matemáticas, la lengua o la historia. Muy bien. Pero pronto se le ve al portavoz de turno asomar la sotanita por debajo de la mesa, como la patita del lobo aquel. Y a las asociaciones firmantes de manifiestos y convocantes de manifestaciones les salen de inmediato unos apellidos que dan miedo, de tanto como huelen a azufre, al diabólico azufre de los que odian sus cuerpos y los ajenos, de los fundamentalistas que quisieran poner en las escuelas la primera piedra de un Estado otra vez confesional y de una ciudadanía tan pía que de puro obediente al dogma acepte sin decir ni pío lo que sobre la vida buena y la persona modélica decreten obispones y demás ralea de los que critican el uso de lo que ellos no usan y elevan a patrón moral universal sus neurosis mal administradas, sus incapacidades nunca reconocidas o su particular manera de acomodarse, a duras penas, en armarios y arcones.
¿Nos ofrece algo mejor la izquierdita de diseño retozón y eslóganes de manual trasnochado? Pues ya ven, decía Pepiño Blanco hace unas semanas que no entiende por qué la insistencia en relacionar la educación con el esfuerzo. Muy bien, Pepe, sigue así, tú que eres ejemplo vivo de que se puede llegar alto sin ninguna de las dos cosas, sólo con ser mandado de un jefe que sonría y hable con la esquiva profundidad de un oráculo cazurro. Di que sí. Jamás entendí ni entenderé qué diablos tienen los izquierditos estos contra el esfuerzo y la competitividad bien entendida. Si aceptan el mercado, porque no queda otra, si asumen que no hay más remedio que mejorar las capacidades y la formación de los ciudadanos, si es que no queremos perder el tren de la historia, si supuestamente creen en la igualdad de oportunidades y en la necesidad de apoyar más al que económicamente puede menos, ¿por qué ese afán de igualar por abajo, de dejar inermes a los profesores, de no brindar al estudiante mejor capacitado ningún modelo positivo de constancia y superación? ¿Por qué semejante obstinación en no reconocer que los métodos didácticos y pedagógicos que se vienen enseñando en las Facultades de Educación del 68 para acá han resultado un estrepitoso fracaso y han provocado un daño que no se sanará en generaciones? ¿Para cuándo van y vamos a poner fin de una maldita vez a la marea rosa de los pedagogos light y de los experimentos diseñados por incapaces, que sólo sirven para la producción masiva de incompetentes? ¿Pero de verdad alguien cree todavía que la sociedad toda, y en particular los padres, desea que se siga convirtiendo a los niños en esa cosa tontorrona que no sabe hacer la o con un canuto y que no tiene espíritu para mover su culo por nada? ¿Quién embrujó a esta izquierdita de sushi y Ribera de Duero hasta el punto de pensar que es progresista conseguir que acabe con el mismo título escolar el muchacho que sabe y se esmera y el zote que no domina a los dieciseis años las cuatro reglas y que entretiene sus horas colegiales insultando a profesores o maltratando a compañeros?
Voy a decirlo más claro, y no retiro ni una palabra: ¿cuándo va a tomar conciencia la izquierda, si es que algo queda de ella, de que a un alto porcentaje de los alumnos de primaria y secundaria hay que comenzar por darles un par de hostias bien dadas, y otras tantas a sus padres, y más fuertes cuanto más pijos e ideales de la vida sean éstos? Sí, y de paso, que se ponga en las listas de los buscados por Interpol a los geniales pedagogos que, desde sus cátedras ganadas en alta competencia con inútiles de su misma guisa, han convencido a los que mandan de que es mucho más fino y avanzado convertir las escuelas y los institutos en casas de putas administradas por los propios clientes.
No retiro ni una palabra. Y me pongo más solemne aún para declarar que jamás de los jamases votaré a una derecha que sueña con que nuestros hijos vayan, todos santos, con cilicio por la vida, ni a una izquierda que pone su mayor esfuerzo en convertirlos en unos analfabetos definitivos y unos sinvergüenzas irrecuperables. Tal cual.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Señale lugar, día y hora; difunda(mos)lo por la red, en los blogs, en las webs de otros que están igual de cabreados y de desesperados que usted. Rescatemos el ingenio que aún nos queda para diseñar pancartas y eslóganes que nos saquen en televisión -a ser posible también en algún sucio programa de la víscera-; utilicemos todos los medios a nuestro alcance para hacernos oír; iniciemos una campaña de protesta en la red, bombardeemos a nuestros amigos y conocidos con mails incitándoles al compromiso, y a bloquear los buzones de los políticos de todos los partidos sin excepción, y a lanzarles tomates en los mitines,... Y si nadie se suma -o somos cuatro-, si no conseguimos nada, si no salimos en ningún sitio, si no hay forma de escuchar más voces como la suya, resígnese -y resignémonos-: habrán conseguido lo que se proponen (nos llevan mucha ventaja, son años socavando el sistema educativo), seremos todos idiotas (más idiotas cuanto más pobres). La conjura de los necios (lástima que esta vez no sea literatura)

Anónimo dijo...

Se ruega que continúes con éste tema, las alternativas son igual de idiotas, es cierto, pero en este asunto creo que cabe más la utopía, que en otros temas de las dos ESPAÑA.

Anónimo dijo...

Las fotos de los periódicos de hoy sobre la manifestación de ayer están plagadas de niños -algunos muy pequeños- con pancartas. Asumo que lo que voy a decir es demagogo pero, igual que está prohibida la mendicidad infantil, igual que está prohibido ponerse a pedir en la calle con niños, debería estar prohibido sacarlos a la calle portando pancartas que no entienden, en plan reclamo publicitario. Más que nada porque es ridículo.

Anónimo dijo...

Absurdis, estoy de acuerdo con usted en el diagnóstico, pero no en la resignación. También a los padres se les educa, y se les dan armas para enfrentarse a los hijos. La misma ley que educa a los hijos educa a los padres. Antes -y no estoy hablando de la prehistoria: yo he nacido en el 68- a los padres les daba vergüenza decir que sus hijos suspendían, que iban a clase particular o que les expulsaban del colegio (igual que a los hijos). Ningún padre de la generación de los míos hubiese osado discutir la decisión de un profesor, por arbitraria que esta fuese -y algunas lo eran-, ni hubiese dicho delante de otros padres que su hijo había sido tratado injustamente -ninguno le habría creído, lo que también era injusto-. Eran otros padres y eran otros tiempos: no existían las revistas de pedagogía baratas que convierten a cualquier indocumentado en especialista del barrio y, sobre todo, le convencen de que su opinión vale tanto como la de los demás (cuánto daño ha hecho y hace esa estúpida mentira!) No los añoro, porque tampoco todo era bueno. Pero algunas cosas sí.
Saludos afables y buena noche

Anónimo dijo...

Absurdis, no nos fijemos unicamente en la actitud y la violencia verbal de un caso concreto, el ejemplo que citas del alumno deslenguado y su comprensiva madre, no es una generalización, por suerte.
Si nos ponemos a buscar hay maestros que es para asombrarse, recvientemente ha sido condenada la directora de una guardería infantil que se dedicaba a pegar, no dejar ir a hacer sus necesidades a los niños, etc ... Pues no todos los educadores son así.
Creo que cualquier alumno (que tenga cerebro)no es censurable por no obedecer, sino por no estudiar, ese alumno contestón y maleducado sin duda, puede llegar a ser Einstein ¿por que no?, de eso se trata en la escuela de enseñar.
El ama y haz lo que quieras de San agustín podría transformarse en : Estudia y haz lo que quieras, pero a ese estudia no hay inconveniente en añadirle "con dos cojones" y a ese haz lo que quieras se le puede añadir "los 45 minutos que dura la clase, no todos tienen que ser de chapa, sino de dudas y algo de risas coño.

Anónimo dijo...

Discrepo de usted, anónimo. El alumno también debe obedecer, y saber comportarse, y sentarse correctamente -y no con los pies encima de la mesa- y no comer pipas en clase, y levantar la mano cuando quiere hablar, y escuchar cuando habla un compañero, o el profesor. Lo del club de los poetas muertos está muy bien para el cine. Y no estoy diciendo que no deban tener personalidad, y protestar de forma civilizada cuando crean que tienen razón para ello. Ni la libertad, ni la creatividad, ni el espíritu crítico, están reñidas con una disciplina mínima y unas normas mínimas de urbanismo, imprescindibles para que la clase funcione y se pueda aprovechar.
Tiene usted una extraña obsesión con los cojones, pero eso ya es otro tema.
Un saludo

Anónimo dijo...

Venator, estoy de acuerdo en que debe existir un mínimo de conducta, lo fundamental es levantar la mano cuando quiere hablar, escuchar al compañero/a o al profesor/a. Pero yo opino que de poco vale la urbanidad sin estudio y que un/a docente con demasiada autoridad y que base su clase unicamente en la disciplina puede , en algún caso, plantear un conflicto con el alumno/a.
Aparte, ese alumno/a no tiene que venir educadísimo de su casa forzosamente, luego habrá que enseñarle.
Por otra parte eso de que la letra con sangre entra es verdad, tengo la experiencia, estuve en el ejército de 1978 a 1980 y tuve la gloriosa fortuna de servir a la patria en un cuerpo de élite : La Legión, pues bien, allí en aquellos tiempos en mi expedición, varios legionarios eran analfabetos y los 12 espíritus de La Legión hay que saberlos de memoria y claro el analfabeto lo llevaba mal, pues con unas ostias de los cabos aprendían por velocidad, increible pero cierto.
El otro asunto, el de los cojones, en el barrio cojones = valor, pero también = esfuerzo personal. En el barrio, si no lo sabes te explico un poco : eso de buenos días, por favor, eres tan amable, etc ...como que no, el rollo más bien va de : ¿qué llevas?, déjame algo, préstame, dame, saca algo ... y claro tú sales de casa y dices para tus adentros : sea lo que sea que me pidáis NO y externamente tienes que llevar una cara de mala sombra y malos muertos que no es normal y eso se mantiene a base de cojones y un buen pincho , antes de alianza de civilizacxiones vamos a ver si nos aliamos los ciudadanos que más tienen con los que menos tienen.

Anónimo dijo...

Noooooooo! No me diga que también usted se ha pasado a lo políticamente correcto: Profesor/a, compañero/a, un/a, alumno/a... Si también cae usted, ya no hay esperanza! (Lealo todo en tono irónico y de broma)
Seguro que básicamente estamos de acuerdo, aunque no en lo de que la letra con sangre entra, es cuestión de matiz. Pero me ha entrado una curiosidad, ¿cuáles son los doce espíritus de la legión? (Sorry, soy uno de esos que no ha hecho la mili)
Buen día

Anónimo dijo...

Glup, he escrito normas de urbanismo cuando quería decir de urbanidad. Las de urbanismo son otras. De momento, en las escuelas, mejor que aprendan urbanidad y no urbanismo.
Corregido queda.

Anónimo dijo...

Venator en internet tienes la página Amigos de La Legión española, cuando acceda a la página , al lado izquierdo pinche en mística y le saldrá el credo legionario tirando hacia abajo, el credo son los 12 espíritus.
No se preocupe que lo de politicamente correcto lo tengo vacunado hace tiempo.

Anónimo dijo...

Identificar la religión con el "odio al cuerpo" es una solemne tontería. ¿Aman su cuerpo aquellos que lo entregan a placeres sin tasa? ¿Lo odian los que desean fortalecerlo, como haría el buen pedagogo, no dándole lo que continuamente les pide? Y, por cierto, ¿qué credo basado en el odio a lo corporal iba a promover su resurrección?

Pero aquí hablamos de cultura, no de ética. Uno puede conocer la cultura cristiana a rajatabla y no practicarla en absoluto.


http://justicia.bitacoras.com

Anónimo dijo...

"Conocer a rajatabla"... se entiende, pero no ha quedado muy fino eso. Cruce de cables. Digamos "de cabo a rabo" (con perdón), que aluego nos llaman logsianos.