07 noviembre, 2005

Ni la izquierda ni el Papa parecen de los pobres, la verdad

Estuvo deliciosa la prensa este fin de semana. Hace una temporada me preguntaba yo por aquí si era posible ser partidario de España como nación unitaria y de izquierda. A mí me parecía que sí, pero no me atrevía a decirlo muy alto, no fuera que muchos de mis amigos más progres dejaran por eso de tenerme presente en sus oraciones. Ahora leo con regocijo y consuelo a Umbral, que en artículo del pasado sábado en El Mundo dice cosas tales como éstas:
"Ocurre que, en la actual subversión de valores, un patriota español es un fascista y un fanático de su pueblo es un progre, porque ahora lo progre consiste en usar como bandera la cabra/fetiche de Manganeses, el toro asesinado lorquianamente, o sea con clase (...). No hay mayor confusión que presentar las cosas del revés, y eso es lo que están haciendo hoy quienes vienen a Madrid con bandera republicana a pedir más pasta en los Presupuestos, mayores ventajas comerciales y económicas, que ellos disfrazan de culturales y autóctonas".
Y añade Umbral, después de algunas otras consideraciones:
"Pero la izquierda no es así, no lo ha sido nunca y no vamos ahora a dejarnos engañar".
Leo esto y me da gustillo, ciertamente, pero me desazonan de inmediato dos interrogantes. Una:¿dónde está esa otra izquierda que no es así? Porque en el menú electoral o en los escaños del Parlamento no se ve. ¿Habrá sido abducida por alguna nave espacial? ¿La tendrán secuestrada los malos? ¿Tal vez algún maligno genio la tiene encantada y convertida en sapo? Y la otra pregunta que me desasosiega es la de por qué de todos mis amigos que se dicen progresistas y de izquierda sólo hay uno (loado sea dios) que dice cosas como éstas, mientras los otros callan como muertos o recitan al unísono lo de que el culpable de todo fue Aznar por tener tan mal carácter y un bigote tan poco fashion.
Pero sigamos con la prensa. Nuevo placer con el artículo de Savater el sábado en El País. Miren esto que dice:
"Sin embargo, el laicismo va más allá de proponer una cierta solución a la cuestión de las relaciones entre la Iglesia (o las iglesias) y el Estado. Es una determinada forma de entender la política democrática y también una doctrina de la libertad civil. Consiste en afirmar la condición igual de todos los miembros de la sociedad, definidos exclusivamente por su capacidad similar de participar en la formación y expresión de la voluntad general y cuyas características no políticas (religiosas, étnicas, sexuales, genealógicas, etc...) no deben ser en principio tomadas en consideración por el Estado. De modo que, en puridad, el laicismo va unido a una visión republicana del gobierno: puede haber repúblicas teocráticas, como la iraní, pero no hay monarquías realmente laicas (aunque no todas conviertan al monarca en cabeza de la iglesia nacional, como la inglesa). Y por supuesto la perspectiva laica choca con la concepción nacionalista, porque desde su punto de vista no hay nación de naciones ni Estado de pueblos sino nación de ciudadanos, iguales en derechos y obligaciones fundamentales más allá de cuál sea su lugar de nacimiento o residencia. La justificada oposición a las pretensiones de los nacionalistas que aspiran a disgregar el país o, más frecuentemente, a ocupar dentro de él una posición de privilegio asimétrico se basa -desde el punto de vista laico- no en la amenaza que suponen para la unidad de España como entidad trascendental, sino en que implican la ruptura de la unidad y homogeneidad legal del Estado de Derecho. No es lo mismo ser culturalmente distintos que políticamente desiguales. Pues bien, quizá entre nosotros llevar el laicismo a sus últimas consecuencias tan siquiera teóricas sea asunto difícil: pero no deja de ser chocante que mientras los laicos "monárquicos" aceptan serlo por prudencia conservadora, los nacionalistas que se dicen laicos paradójica (y desde luego injustificadamente) creen representar un ímpetu progresista...".
La tesis de Savater, ya ven, es que la supuesta progresía nacionalista ni es izquierda ni es laica, sólo una más de las iglesias armadas de cepillo y excomunión. Y de nuevo las malditas dudas: ¿por qué la mayoría de mis amigos progres odian tantísimo a Savater? Al fin y al cabo, él se la ha jugado más de una vez por decir lo que piensa y pensar en los derechos de todos, mientras que yo conozco a más de uno que va por la vida de superactivista chachi de los derechos humanos y cuando le toca currar en Euzkadi no tiene savateres para decir esta boca es mía, por si se la parten, hija, ya sabes, allí la cosa no está tan mal como se dice, eso son intoxicaciones de la derechona.
Se queda unos dando vueltas a la sugerente idea de que el nacionalismo no es meramente sectario, sino una verdadera secta religiosa, y ¡toma castaña! llegamos a la última página de El País del sábado, en la que, bajo el sorprendente título de "Guerra de sastres papales", uno se entera de que andan a la greña los sotaneros romanos porque el Papa ha decidido cambiar de sastre, pues, por lo que se ve, le tira la cosas de las marcas y el diseño. Otro que se nos pasa al sector ideal de la muerte. Acabará habiendo Pasarela San Pedro, si no al tiempo. Vean:
"Benedicto XVI ya causó una cierta sorpresa cuando empezó a lucir unos vistosos zapatos de Prada. Hubo quien lo comparó con las modestas pantuflas con que fue enterrado Juan Pablo II y criticó el dispendio. Por el lado del gasto no había mucho que criticar, ya que las pantuflas de Karol Wojtyla estaban hechas a medida y venían a costar lo mismo que los zapatos más caros del mercado. Pero los Prada se combinaban con unas gafas de sol de diseño, y los vaticanistas, a falta de encíclicas y nombramientos curiales, empezaron a prestar atención al vestuario".
Cómo no se va a poner pija total la progresía si, a este paso, hasta en el Vaticano acabarán dándose en masa a la depilación másculina y los ungüentos para el cutis, de esos que con tanta fruición compran mis amigos después de comprobar marcas y precios en el suplemento dominical de El País.
Es el momento, queridos amigos, todos a una: arriba, parias de la tierra, en pie famélica legión. Je, tío, después de la mani por el Estatut quedamos en un japonés nuevo que pone un sushi que te cagas. Que además hoy es vigilia, tronco.
PD. Ya sé que prometí contar hoy los detalles del nacionómetro, ese invento que revolucionará la ciencia política del siglo XXI. Es que todavía estoy traduciendo el manual de instrucciones, que viene en latín. Mañana les cuento con calma.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado su destripe de la prensa y de las pantuflas del vaticano. Y desde aquí propongo abrir una rueda de consultas a ver si entre todos averiguamos de una vez por qué a la izquierda y a los progres les cae mal Savater. Porque nunca lo entenderé. Además de escribir muy muy bien, cosa que en estos tiempos cada vez se estila menos, a mi me parece que, en general, tiene muchísima razón porque lo que dice suele ser muy razonable. La razón del sentido común. Y, sin embargo, me pasa como a usted: a mi alrededor todo el mundo habla mal de él. O le perdonan la vida. Como decía un lamentable personaje del un, dos, tres, ¿por qué será...?

Anónimo dijo...

El Papa y el PSOE a ver si venden ambos todos sus bienes a sí mismos (pues deben ser los que tienen dinero para comprarlo)y quitan el hambre en el mundo de una puta vez.
El Papa éste se está luciendo con sus sotanas blancas, pero los articulistas estos citados por garciamado : Umbral, Savater y El País son también unas piezas cojonudas de las de predicar sin dar ejemplo, labia es lo único que tienen y dominio de la ortografía.

Anónimo dijo...

No viene a cuento, pero no sé dónde colgarlo (pido disculpas, no me riñan). Acabo de leerlo en la edición digital de EL Mundo y no resisto la tentación de compartir con alguien semejante ejemplo de "argumentación". Tiene que ver con el desgraciado accidente de Granada:

"Sobre si considera que pudo influir la mala calidad de los materiales apuntada desde los sindicatos, Lazcano descartó esta posibilidad porque, aseveró, "la obra es digna de verse, es absolutamente ordenada y limpia y además, cada 15 días, la UTE (Unión Temporal de Empresas) hacía una auditoría interna de prevención". O sea, tú lo tienes todo limpito y ordenado y como si pegas los ladrillos con supergén... Eso sí: limpito y ordenado. Lo de la UTE es el además. El balbuceo elevado a razonamiento: así nos va.

Anónimo dijo...

El último comentario del usuario anónimo, el que no viene a cuento, es mío. He debido hacer algo mal y no salió mi nombre. Se siente. No quiero endilgarle a nadie mis elucubraciones.

Anónimo dijo...

Pues al inteligente y no sólo buen escritor Savater ya no le queda dónde cogerse. Desde hace algún tiempo (adivinen Vds. desde cuándo exactamente) también le zumba la derecha. Sí, esa derecha que -en su caso, por una vez y sin que sirviera de precedente- había acogido con respeto a uno que no era de 'los suyos'.

Qué incomodo es pensar, coño.