11 abril, 2006

El más malo, el asturiano.

Manda narices. Al final, el más felón de los felones y el más delincuente de los terroristas más malos resulta que no es ni islámico ni abertzale (esto último sólo se le puede ocurrir a mentes perversas y destartaladas, ya lo sé, lo cito sólo a mayor abundamiento retórico), era asturiano. Pues cuentan los diarios hoy que el minero Trashorras es el que carga con más delitos imputados por lo del 11-m, según se desprende del auto de procesamiento dictado por el juez Del Guindo.
Si el tema no fuera tan trágico daría para unas cuantas guasas. Se nos acabó lo de Asturias, paraíso natural. Enfocará la CIA todos sus satélites sobre Avilés, Colloto, Limanes y Arroes. Nos pondrá EEUU mil y un inconvenientes a los asturianos para darnos visa de entrada en el territorio imperial. En los aviones nos aplicarán los más osados métodos de registro corporal, convencidos de que hasta las criadillas de un asturiano harán pitar los aparatejos que detectan metales. El turismo huirá del territorio astur por imaginárselo repleto de bombas y malandrines. Algún taimado informador recordará aquella vieja canción que hablaba de la Asturias borracha y dinamitera, dios mío. En las escuelas católicas concertadas rechazarán a nuestros hijos.
Y los ministros dejarán de veranear en nuestras costas. Con lo orgullosos que estábamos de tales visitas, como hoy mismo se puede leer en La Nueva España. Hasta ahora les encantaba a los mandamases nacionales dejarse caer por la tierra de la virgen de Covadonga en plan de hacer trekking y tal, que por eso no quieren llevar hasta sus lares vacacionales el tren de alta velocidad, porque les mola más así mi tierra, agreste y aislada, inaccesible, reducto intocado para cantamañanas con pantaloncillos de Coronel Tapioca.
Se hablará para siempre del salvaje Norte, como antes se refería la gente al salvaje Oeste. Hollywood nos masacrará con películas en las que el villano será natural de Cudillero y Busch nos pondrá en la lista negra de países horribles-horribles, en pleno eje del mal, sector cantábrico. El CESID, o como carajo se llame ahora, montará en Madrid una exposición fotográfica bajo el título: "Esto se veían venir, pero lo callamos para no perjudicar". El Ministerio de Morotinos organizará actos de desagravio en las principales mezquitas de El País y se nombrará a Pelayo persona non grata. Llegarán de todo el mundo aventureros y mercenarios. La CNN enviará a sus corresponsales de guerra más aguerridos y los especialistas en fotografía bélica montarán campamentos en Lugones y La Corredoria. Se dará nueva prisa la UE en cerrar las pocas minas que nos quedan, pues en una mina comenzó todo el desmán, al parecer. Y el que fuera mina a cielo abierto se valorará como indicio del trasfondo teocrático que guió al infame Trashorras al apuntarse al atentado.
Cómo pudo alguien pensar que el culpable mayor era Bin Laden, guiado por su afán de reivindicar para el Islam la bella Al-Andalus. Quiá. Era un asturiano que pretendía reiniciar la Reconquista y atacar a los califas. Hay que joderse, lo equivocados que estábamos. Gracias, Del Guindo, por hacernos caer del idem.

1 comentario:

Achab dijo...

Como diría un amigo mío de Burgos: arriba del monte (Asturias y Cantabria)son gentes sin ley.