(Publicado hoy en El Mundo de León)
El miedo guarda viña, dice el refrán. En épocas de crisis y vacas flacas, nuestro miedo guarda sobre todo el poder de los gobernantes y el privilegio de los que nos dominan. La gestión del miedo es una sutil técnica de manipulación social. Mientras los ciudadanos andamos temerosos por peligros más o menos imaginarios y mirándonos de reojo, no nos paramos a reflexionar gran cosa sobre asuntos de mayor enjundia y en los que nos jugamos bastante más, como la sinvergonzonería de las grandes empresas financieras, la incompetencia de los políticos que nos han caído en suerte como castigo por nuestros pecados o la acelerada degradación de servicios públicos tan relevantes como la educación o la sanidad.
Lo principal es que nos pasemos el tiempo entretenidos de susto en susto. Un día es una peligrosísima gripe que nos acecha y por cuya causa nos aconsejan que ni nos besemos ni nos demos la mano. Resultó una gigantesca estafa y un negocio redondo para ciertas industrias farmacéuticas, pero nosotros resoplamos aliviados porque no se producen esos millones de muertos que nos anunciaron y se nos olvida preguntar quién se llevó los cuartos y dónde están los timadores. Otro día nos hacen creer que el país está repleto de violadores, asesinos y pederastas y nos ofrecen la carnaza de cadenas perpetuas y penas sin cuento para que desahoguemos un malestar que deberíamos proyectar en otros hechos y otros personajes. Acto seguido pretenden que nos preocupemos con los cementerios nucleares y que imitemos los zafios debates de esos demagogos que buscan nuestro voto sembrando escándalo y contradiciéndose como dementes. Y así día tras día.
Mientras, el paro crece sin control, la desigualdad se ensancha, la economía se hunde y las instituciones se corrompen hasta la médula. Y nosotros, ingenuos y desorientados, pedimos mano dura para los delincuentes que no sean de cuello blanco, echamos culpas a los inmigrantes, nos fortificamos con puertas blindadas y alarmas, reclamamos vacunas innecesarias y..., seguimos votando a los de siempre, para que nos salven y nos protejan. Como si no fueran esos caraduras los que nos inoculan el pánico, nos arrebatan el bienestar y nos dejan la autoestima hecha unos zorros.
Lo principal es que nos pasemos el tiempo entretenidos de susto en susto. Un día es una peligrosísima gripe que nos acecha y por cuya causa nos aconsejan que ni nos besemos ni nos demos la mano. Resultó una gigantesca estafa y un negocio redondo para ciertas industrias farmacéuticas, pero nosotros resoplamos aliviados porque no se producen esos millones de muertos que nos anunciaron y se nos olvida preguntar quién se llevó los cuartos y dónde están los timadores. Otro día nos hacen creer que el país está repleto de violadores, asesinos y pederastas y nos ofrecen la carnaza de cadenas perpetuas y penas sin cuento para que desahoguemos un malestar que deberíamos proyectar en otros hechos y otros personajes. Acto seguido pretenden que nos preocupemos con los cementerios nucleares y que imitemos los zafios debates de esos demagogos que buscan nuestro voto sembrando escándalo y contradiciéndose como dementes. Y así día tras día.
Mientras, el paro crece sin control, la desigualdad se ensancha, la economía se hunde y las instituciones se corrompen hasta la médula. Y nosotros, ingenuos y desorientados, pedimos mano dura para los delincuentes que no sean de cuello blanco, echamos culpas a los inmigrantes, nos fortificamos con puertas blindadas y alarmas, reclamamos vacunas innecesarias y..., seguimos votando a los de siempre, para que nos salven y nos protejan. Como si no fueran esos caraduras los que nos inoculan el pánico, nos arrebatan el bienestar y nos dejan la autoestima hecha unos zorros.
2 comentarios:
Si tienes 10 min, échale un vistazo a este vídeo http://www.youtube.com/watch?v=3GDDYU8NS6E&
Pero no dejan de ser peligro los dos, de naturaleza diferente pero peligros ambos y los dos precisan de acertada diagnosis y eficaz terapia: el uno es como una apendicitis y el otro se asemeja más a una esclerosis múltiple.
Pero en este caso uno y otro derivan de lo mismo: "Todo desorden y mal moral es siempre fruto de una mala organización y gestión de lo público" (Santo Tomás Moro, patrono de esta patulea, año 1516)
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