15 marzo, 2010

Discriminación retropositiva

Tengo una noticia bomba y un modelo sorprendente para que lo discutamos en España. Pero primero, y para darle emoción al caso, déjenme que los ponga en antecedentes, que recree un ratito el contexto.
Estoy en Guayaquil, Ecuador. Es mi primera jornada aquí y la breve estancia promete ser inolvidable por la calidad y la cordialidad de mis anfitriones. Sé ya que voy a quedar por mucho tiempo agradecido y admirado. Entre otras cosas, porque sigue renovándome al ánimo y reconstituyéndome la vocación el encontrarme con jóvenes investigadores y profesores ya curtidos que, todos por igual, ansían por encima de todo debatir sobre teoría del Derecho con invitados como un servidor, que no escatiman el tiempo para comentar el escrito de Fulano o la obra última de Mengano, que no aburren a uno con disertaciones sobre Cristiano Ronaldo y Leo Messi, pero que se empeñan, por ejemplo, en buscar diferencias y analogías entre, pongamos por caso, Dworkin, Alexy, Manuel Atienza y Carlos Bernal. Una maravilla. Como en España, igualito.
Bien, ya tenemos el marco personal. El social nos lo da un país con unas desigualdades económicas apabullantes. Hoy he visto y voy a ver algunas zonas residenciales y ciertos clubes “selectos”, pero han prometido que me mostrarán también los barrios de miseria. No pretenden ocultarme ninguna realidad y eso también lo agradezco sobremanera. En cuanto al ambiente político, es conocido: hay un Presidencia progresista, la de Correa, que pretende hacer reformas sociales de calado, con peor o mejor éxito según quien se las narre a uno, como es normal.
Y ahora, al fin, la sorpresa, en forma de acción afirmativa o discriminación positiva, llamémosla como queramos. Resulta que para los concursos a numerosos cargos públicos, como por ejemplo los de fiscal, la condición de homosexual otorga ya de partida dos puntos. No doy crédito y les pido que no me tomen el pelo, pero me aseguran mis interlocutores, gente de Derecho bien experta, que es verdad y que mañana me mostrarán la norma correspondiente. No he podido esperar a verla y lo cuanto ya aquí tal cual. Cuando tenga dicha norma en mi poder, volveremos sobre el caso.
Les pregunté cómo se acreditaba a tales efectos la cualidad de homosexual y me contestaron que mediante una declaración jurada.
A mí me da un morbazo bárbaro, lo confieso. Por ejemplo: ¿se imaginan que para la acreditación de catedrático por la ANECA se concedieran cinco puntos por una declaración jurada de homosexualidad o por presentar certificación de haber asistido a unos cursillos de perfeccionamiento impartidos por unos de la Facultad de Educación? Ah, amigos, todo puede mejorar y aún nos divertiremos bastante.
Por cierto, lo que no me han explicado aún es en qué medida esa discriminación positiva repercutirá en reducción de la miseria de los barrios más pobres y si los heterosexuales u homosexuales que en ellos vivan tienen una solla posibilidad, alguna jodida posibilidad, de llegar algún día a fiscales. Pero lo importante es despistar con las maniobras. Como aquí, como en España.

1 comentario:

roland freisler dijo...

(Lease teniendo en mente el celebre soniquete infantil)

Dos mariquitas se balanceaban sobre la tela de una araña y como veían que no se caían fueron a llamar a Peces-Baarba.
Esos tres mariquitas se balanceaban sobre la tela de una araña y como veían que no se caían fueron a llamar a Grande Maarlaaska.
Etc... porque el 40% de la población española toma por el culo y aproximadamente el 70% de la mundial, que aquí seguimos siendo todavía más machos que nadie. Excepción echa de Tiger Woods y Warren Beatty.