23 agosto, 2012

Escándalos principescos


                Hoy la noticia es que un príncipe inglés, un tal Harry, aparece desnudo y abrazado por dos señoras también despelotadas en unas fotos tomadas en una habitación de un hotel de Las Vegas. Los periódicos de aquí lo cuentan como el acabose y los diarios británicos no sacan las fotos, por lo aquello de que el príncipe tiene un pedazo de intimidad así de grande y hay que respetársela. Creo que si fuera un ministro del Gobierno de Su Majestad el pillado en paños menores y magreándose con unas chavalas sí vendrían las imágenes en la prensa de la pérfida Albión y, de propina, lo más seguro que el interfecto acababa dimitiendo o destituido. Se ve que en tierras británicas sí que tiene un estatuto especial la monarquía, no como aquí, donde intentan montárselo de populares, llanos y tan choricetes como el frutero de la esquina o un vulgar concejal de urbanismo. Allá los príncipes no dimiten, pues donde se vio que pueda dimitir un príncipe, que sería como trasfundirse sangre roja que sustituyera a la suya azul turquesa con aroma a té de menta. Y tampoco hay quien los cese o les mande el motorista con el recado de que para casa y en plan particulares del montón, pues las coronadas o coronables testas no admiten semejantes rebajas ni tales tratos propios de mortales sin pedigree.

                Pero no voy a eso, aunque bien interesante sea resaltar que lo de tener reyes y príncipes debe ser así y no a nuestro modo. O somos o no somos y o los vemos a ellos como la leche en bote, el no va más de la excelencia y la clase fetén, o sorteamos la corona si es que vale que te consideren tarugo al tiempo que rey o princesona. Lo que me apetece es que nos preguntemos dónde está el problema de que un señor sin ropa, príncipe o no, se magree un rato con unas damas también desnudas y se haga unas fotos para el eventual recuerdo manual. ¿O es que todavía se lleva la pudibundez y andamos aún, incluso aquí, con la moral victoriana como moral victoriosa?  Por cierto, como ya me imagino a alguna tocándose los bigotes con mala baba  creyéndose la mar de progre mientras hace de Teresa de Ávila con jeans ajustados, me apresuro a aclarar que la pregunta vale lo mismo si se trata de una dama que se da unas alegrías con dos varones sin ropa. O con dos señoras tan desnudas como ella, rediez, déjenme ya en paz con la casuística, los géneros y las orientaciones. Pues lo que quiero defender es que cada uno debe poder hacer con su cuerpo lo que le dé la maldita gana y sin que nadie se tire de los pelos ni se llame a escándalo, siempre que a nadie fuerce y que no nos pase a nosotros la factura de las copas o la cama.

                Si se trata de que hay que ser gilipollas para que esas fotos te las cacen o para dejar que te las haga una que a lo mejor las vende a la prensa libre, estoy de acuerdo. Pero eso vale lo mismo para un príncipe que para mí, con perdón. Si en una fiesta de fin de carrera me da por marcarme públicamente un despelote acompañado de variados tocamientos, mientras disparan los móviles de la concurrencia estudiantil, no me sorprenderá verme mañana en el youtube y en diversas páginas de variedades cutres.

                Mas si el problema radica en que el príncipe o el camarero del bar de todos los días dedican sus ratos libres al carnal devaneo con gentes que consienten y como ellos disfrutan, ¿dónde está el maldito problema? Respuesta obvia: lo tenemos nosotros, por reprimidos, fariseos y caguicas. Envidia insana y mala uva de los que no se atreven o padecen espantosa halitosis, ese sería el veredicto para los escandalizados.

                Ay, cuánto tienen todavía que aprender los ingleses de nosotros los hispanos. ¿Escándalos serios en la Casa Real? Que vengan aquí y miren. Desde yernos que se hacen de oro estafando, llevándose el dinero a paraísos fiscales, evadiendo impuestos y mintiendo como bellacos a jueces y fiscales, hasta monarca jodón y putero (con material fino y control médico, eso sí, tipo actrices en decadencia y aristócratas que prefieren cobrar en especie) al que no le sacan fotos, pero le acaban el calcio de los huesos de tanto darle al dale que dale. Y luego a no perderse misa, eso no.

                No hay monarquías como las católicas. En cambio, los ingleses no saben más que protestar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

España no es una monarquía católica. Ya no. Al menos, ésta no lo es. Lo tengo claro. Ser católico no se mide sólo por el 6º y el 9º...también hay otros muchos pecados...IGUAL DE GRAVES...O MAS GRAVES...