15 agosto, 2012

Triunfadores


                El acto, sencillo y con cierto aroma de improvisación, resultó emocionante y, para muchos, inolvidable. Los padres felicitaban a sus hijos con lágrimas en los ojos, y también daban palmadas y parabienes a los retoños ajenos, los chavales se sonreían unos a otros, el decano estaba pletórico y al vicerrector de turno se lo veía exultante y repartiendo palabras amables de grupo en grupo. Había también unas cuantas abuelas que lloraban, hermanos pequeños que correteaban y formaban pequeñas pandillas para jugar al pilla-pilla, profesores que fueron capaces de mantener el gesto adusto hasta la hora de los canapés, cuando al fin dejaron que se vertiera su generosa humanidad en bromas, vino y montaditos de tortilla y gambas a la gabardina.

                La idea fue de la vicedecana de estudiantes, María Priscila Rejón, quien para la ocasión había cambiado el chándal y las playeras por un traje chaqueta de color pistacho y unos zapatos con tacón que la hacían caminar como si se moviera sobre zancos. Pronto se convenció todo el equipo decanal de la bondad de la iniciativa y pensaron primero en algo más ligero, una conferencia de fin de curso seguida de unas palabras del decano y el vicerrector. Pero al Vicedecano de Calidad y Grados se le ocurrió que las familias querrían estar presentes y que se trataba de una magnífica oportunidad para promocionar la Facultad y exponer sus brillantes resultados. Así que se prescindió del conferenciante, que iba a ser un catedrático de Historia del Derecho de la casa que pensaba hablar sobre el régimen de los rebaños ovinos en los primeros asentamientos de la Reconquista, y se incorporó una actuación del coro universitario, que interpretó un par de piezas breves del cancionero local y terminó con el Gaudeamus. Antes, se entregó a cada alumno un pequeño obsequio consistente en un pin con el escudo de la universidad y un diploma sencillo, a modo de recordatorio. También se leyó el nombre de los profesores, para que, de uno en uno y puestos en pie, recibieran el sentido aplauso de la concurrencia.

                No era más que el fin del primer curso del Grado en Derecho, pero había que resaltar el notabilísimo hecho de que todos y cada uno de los ciento veinte estudiantes matriculados habían aprobado cada una de las asignaturas. El decano, doctor Abel Paraíso, profesor Titular de Derecho Financiero, en su discurso bien leído puso el mayor énfasis en esa afortunada circunstancia. Felicitó sentidamente a cada uno de los once docentes por su entrega y su amor al oficio académico y se explayó en la glosa de los méritos de los chavales y las chavalas, como familiarmente los llamó en su bien trabada pieza oratoria. Porque, como él mismo recordó, si ya constituía un hito que todos y cada uno, con ser novatos y sentir, sin duda, los rigores de la exigencia universitaria, habían superado cada una de las difíciles materias, ese logro se convertía en memorable al considerar que el promedio de las calificaciones era de notable y que el sesenta por ciento de los discentes habían llegado al sobresaliente en todas las asignaturas.

                El doctor Paraíso puso un nudo en las gargantas del auditorio al recordar algunos casos particulares. Como el del alumno don Kenny Altamira Seisdedos, que había pasado nueve meses a la vera de la cama de su abuela enferma y atendiéndola sin desmayo, y a cuyo domicilio los profesores habían ido acudiendo, primero para entregarle los diversos materiales, y al final para llevarle los exámenes e ir resolviendo con él las preguntas de los tests, en ejemplar manifestación de tutoría personalizada y de interacción dinámica. O el de la estudiante doña Rebeca Candanal-Twisted Gómez de Aro, jugadora de la selección autonómica de  baloncesto, para quien el profesorado elaboró programas adaptados a sus intereses deportivos y exámenes con preguntas que versaban sobre las muy importantes relaciones entre Derecho y deporte. Así, el responsable de Teoría del Derecho le encargó un pequeño trabajo sobre las reglas del básquet y su evolución desde las olimpiadas de Barcelona, el de Derecho Penal le encomendó un par de lecturas sobre las lesiones deportivas como lesiones no punibles, la catedrática de Historia del Derecho le solicitó que estableciera al menos cinco diferencias y cinco coincidencias con los juegos tradicionales de la Comunidad Autónoma, con particular atención a la petanca, y el titular de Derecho Internacional le sugirió que explorara la prensa deportiva para elaborar un dossier con noticias sobre competiciones deportivas internacionales y su incidencia positiva sobre la paz entre los pueblos. Y qué decir del caso del estudiante don Ariel Albacete Navajas, que siempre había soñado con ser piloto de Fórmula 1 y se negó durante tres meses a pisar la Facultad, como protesta porque su padre lo había matriculado en Derecho. Al bueno de Ariel se le terminó la reticencia y se le fue imponiendo una incontenible vocación de jurista cuando sus primeros profesores, con sensibilidad y mano izquierda, lo colocaron en equipos de trabajo que lo exoneraron de todo indeseado esfuerzo y le granjearon un notable tras otro, hasta que se convenció de que en la materia jurídica se combinan magistralmente el rigor con la emotividad, la adustez de los códigos y las teorías con el respeto a la identidad y el libre desarrollo de la personalidad del estudiantado.

                Durante la ceremonia, el Vicerrector de Estudiantes, doctor Clemente del Bayo y de la Higuera, leyó una muy sentida carta del Rector, quien antes que nada se disculpaba por tener que hallarse ese día en Hawái, en la decimoctava reunión de la Liga de Universidades del Siglo XXI, y que seguidamente felicitaba efusivamente a los estudiantes, a sus familias, a la Facultad y a los profesores, al tiempo que hacía votos para que los éxitos de este año no fueran flor de un día y para que tanto los estudiantes de esta promoción en marcha como los de todas las venideras culminaran sus estudios sin la mancha afrentosa de un suspenso o sin las dudas indebidas que en un expediente académico pone una calificación de “no presentado”. A este propósito, explicó el Vicerrector que estaba muy avanzada la elaboración de un reglamento para que tres “no presentado” en una materia se convirtieran automáticamente en un aprobado alto, con efectos retroactivo sobre la primera convocatoria, quedando así borrada toda discriminación para aquellos estudiantes que no podían o no deseaban concurrir a exámenes, pruebas o cualesquiera evaluaciones continuas o discontinuas.

                A la hora del vino español, los padres y madres hacían corrillos para documentarse sobre las salidas que más convendrían a esos hijos suyos que los llenaban de orgullo. Muchos deseaban la judicatura como destino para sus vástagos, pero tampoco escaseaban los que preferirían verlos de notarios, registradores de la propiedad, embajadores ante la Unión Europea o socios de Garrigues o Cuatrecases. Cada tanto, uno de los jovenzuelos se acercaba a su progenitor para recordarle lo del Audi, el BMW, el Mercedes o, los más modestos, el Seat León, y acabó sonando un murmullo acompasado de respuestas de este cariz: sí, hijo mío, te lo has ganado, mañana mismo nos vamos al concesionario, estoy muy orgulloso de ti.

                Para el día siguiente el equipo decanal tenía programada una reunión a fin de poner en marcha el papeleo y las solicitudes para que el próximo curso la cuota máxima de alumnos de primera matrícula en el Grado en Derecho pasara de los ciento veinte actuales a doscientos cincuenta o trescientos. El futuro de la Facultad parecía asegurado, prometedor incluso, y todos se alegraban de corazón por el despampanante futuro que a la vuelta de la esquina aguardaba a sus titulados.

3 comentarios:

Broncano dijo...

Amigo Toño, describes la autocomplacencia con palabras inigualables. He tardado en en coger el verdadero sentido de la entrada, Y claro, ¡que viva el vino español, coño!

IuRiSPRuDeNT dijo...

viva ESPAÑA¡¡¡¡ VIVA EL REY¡¡¡
Iñaki urdangarin for ministro de economía y hacienda Ya¡¡¡¡¡
En pro de la democracia y el estado de derecho español: Amnistía implícita para todos los cleptócratas de este País un paso al frente y a luchar todos unidos, como leales ciudadanos, de la paz celestial y en pro de la integridad de españa, porque ESPAÑA tiene potencial y el que incumpla la mínima regla protestando, a la carcel¡¡¡¡

Quicote dijo...

Magnífica sátira. Coincido plenamente. Como colega humilde tuyo, Toño, sufro a diario los devastadores efectos de la deseducacion de los universitarios, su falta de cultura, legítima aspiración a la superación personal y cutrez intelectual. He decidido tomármelo con calma por aquello de las edades de riesgo, pero cualquier día me da el soponcio. La última: un correo de un " universitario" que escribe "soi" y "halla", del verbo haber.