27 septiembre, 2012

Sobre etiquetas, censuras y boicots

Un anónimo y amable comentarista del post de ayer escribe esto:
 "Por el primer párrafo: !qué desilusión! Se le ve a usted la patita rojigualda, querido amigo. Creí que los "no nacionalistas" debíamos mantenernos neutrales frente a esas cuitas tribales. ¿También usted se apunta al boicot patriótico de productos catalanes? Nunca creí que hiciera frente común con los gatos al agua and co.?"

Con el mayor respeto y la mejor consideración a ese amigo lector, me permito comentar el comentario y, de paso, hacer alguna observación adicional sobre el ambiente de cogerse las palabras con papel de fumar, aun cuando estoy seguro de que ninguna vocación censora acompaña a mi interlocutor. 

Mi párrafo rezaba así, subrayando ahora una condición importante que en él ponía: "Sigo en mis trece de que si tengo que tirar de pasaporte para ir a Barcelona o considerar vino extranjero un blanco del Penedés que yo me sé y que está muy bueno, ya veré si viajo a Cataluña o a la Conchinchina o si me paso a los blancos alemanes, que también tienen su aquel. Con tranquilidad y porque tampoco lamento que Portugal no esté en España". Ya ven, me estaba imaginando después de que Cataluña fuera Estado independiente.

Un servidor no dijo ayer absolutamente nada de boicots, ni he insinuado ningún apoyo a campañas así. Pero conceptualmente el asunto es muy interesante y habría que definir qué se entiende por boicot en este tipo de debates. Cuando en las estanterías de una buena tienda de vinos veo el rico blanco del Penedés y el rico blanco alemán, tengo una (posiblemente irracional) inclinación a comprar antes el catalán, porque a los catalanes los siento como compatriotas o cercanos o colegas o como queramos llamar tal sensación. ¿Soy por eso nacionalista rojigualda, como este amigo dice? Pues dependerá de la amplitud del concepto. Pero imagino que también habrá muchos catalanes, incluso nacionalistas catalanes, que si ven un vino portugués y uno de Rioja, supuestamente de calidad similar, cogen antes el Rioja por parecido sentimiento. ¿Serán rojigualdas si así actúan? Y si prefieren el portugués porque ya les están cayendo pesados algunos riojanos, ¿estarán boicoteando a La Rioja? O si un catalán compra el portugués porque está un poco hartito de los españoles y su nacionalismo, ¿podría decirse que eso es un boicot unipersonal a los productos españoles?

También debo de ser nacionalista europeo, ya que si he de elegir entre un vino francés o alemán y uno similar de California de parecida calidad, tiendo a comprar antes uno de los europeos, no sé si por cercanía emotiva o por qué. A lo mejor, si los alemanes empezaran a dar la turra con que se quieren ir de Europa o de la UE, que la UE los está timando todo el día, que van a fundar ellos una Unión nueva con los húngaros y los checos, etc., a mí se me pasaba esa propensión y ya no me apetecería comprar el caldo alemán. Pregunta: ¿estaría yo boicoteando los productos alemanes al hacer, simplemente, lo que mi voluntad o mi emotividad me dictan? ¿Debo seguir, siempre y pase lo que pase, en mis trece de adquirir productos alemanes antes que americanos o asiáticos, para que no venga algún amigo alemán y me diga que qué desilusión y que si me sumo a un boicot antigermano?

El boicot, en estos asuntos, presupone concierto y organización, una propuesta para los demás. Por tanto, yo hago lo que deseo, compro lo que quiero y a ningún boicot me adhiero si cambio de costumbres comerciales, siempre que no esté invitando exprasamente a los demás a hacer lo mismo y montando una campaña o apuntándome a ella. ¿O es que debo autocensurarme y no contarle a nadie la alteración de mis hábitos como comprador de vinos, a fin de que no se me tache de boicoteador y tribal?

La mejor manera de no ser tribal, o una de las buenas, consiste en no preocuparse de qué dirán o pensarán los de las tribus, las que sean, desde su particular torre de vigilancia sobre el habla y la comunicación. Porque el día que nos autocensuremos por miedo a la censura, seremos nosotros, cada uno, los individuos, los que habremos perdido la independencia que importa, la única, la independencia invidividual. Si para que yo pueda decir que si Fulano se me pone pelma o se va de casa ya no me va a apetecer comprarle su pan o sus sardinas en escabeche tengo que mirar que Fulano sea varón, heterosexual, blanco, ateo y de una tierra de gentes que no se mosqueen tan fácil, más me vale achantar y dedicarme al macramé que a escribir cosas y opinar.

Así que, con su permiso y sin que me lo tomen a mal, seguiré haciendo y diendo lo que me parezca y sin preocuparme demasiado de los repartidores de etiquetas y sambenitos. 

Por cierto, no tengo ni la más remota idea de quiénes son esos que el atento comunicante llama gatos al agua, palabra de honor. Pongamos que son horribles, pero me da igual. Porque, miren, si resulta que un día un grupo de violadores y yo coincidimos al defender el sexo libre o al Sporting de Gijón, tal coincidencia ni me hace violador a mí ni implica que sea idéntica la concepción del sexo libre y su práctica que ellos y yo  mantenemos. 

Ya solo me faltaba que se me politizara también la muy lúdica y personal costumbre de mercar el vino que me dé la gana o las galletas que se me antojen. Acabarán poniéndome (y poniendonos) un inspector o un espía que me siga en mi deambular por Carrefour y que tome nota y se chive a algún comité. La leche, vamos. 

Cordiales saludos.

19 comentarios:

un amigo dijo...

Diga lo que quiera, estimado. Sin cortarse un pelo, o mejor dicho, respetando como único vínculo el de la buena educación.

Y el que se la quiera pelar con disquisiciones ideológicas, que lo haga. Conozco unos cuantos - con sus interpretaciones torcidas (torcidas no por contenido, que me dan igual los contenidos, sino por finalidad). Lo único que buscan es restringir el campo del discurso de los demás, acotar dogmáticamente lo que "no se puede decir" y "lo que se puede decir". Que los zurzan... se habla de lo que queramos, donde queramos, como queramos.

Salud,

Perplejo dijo...

Visto lo visto, la única independencia por la que uno tiene ya ganas de luchar es aquella que nos desvincule de una puñetera vez de los religiosos, de los tribales, de los progres y los fachas, de los decanos, de los irrespondables, de los mafiosos, de los trepas, de los pedagogos y de un largo etcétera.

Quédense ellos con casi todo y que se maten entre sí, si así lo desean. Y déjennos a los (pocos) demás tan sólo una republiquita, una parcelita mínima a la que no se acerquen ni para saludar.

¿Alguien se apunta a la causa?

Anónimo dijo...

Me parecieron impecables las respuestas de su colega (no sé si amigo) Juan José Moreso cuando le preguntaron (Arcadi Espada) sobre todo lo que está pasando en Cataluña. Me gustaría conocer su opinión, profesor.

1. ¿Quiere usted que Cataluña siga formando parte del Estado de España?

«1. Sólo las personas son fines. Los Estados son medios, instrumentos que han de servir para proteger los derechos de todos los ciudadanos y crear las condiciones para su bienestar. la única justificación de los Estados reside en la aconsejable división del trabajo para alcanzar estos objetivos. Por lo tanto, su pregunta no tiene una respuesta categórica. Está condicionada a cuál sea el modo, la permanencia en España o la secesión, que proteja mejor los derechos de todos los afectados, posibilite su bienestar y sea más respetuosa con la voluntad de todos libremente expresada.

2. ¿Defendería activa y públicamente su punto de vista si en algún momento Cataluña y el resto de España iniciaran un proceso de discusión de su vínculo constitucional?

2. Defenderé activamente mi posición tratando de que contribuya a la generación de un espacio público de deliberación, en donde el lugar primordial lo ocupen las razones que se defienden con argumentos, y no los intereses, que a menudo se defienden con amenazas.»

Juan Antonio García Amado dijo...

Estimado amigo:
José Juan Moreso es colega mío al que mucho respeto en lo profesional y a quien por amigo tengo.
Dicho lo cual, me sumo a la opinión de usted, la de que son impecables sus respuestas. También son una impecable manera de escurrir el bulto muy inteligentemente.
El Dr. Moreso es rector de universidad catalana y es entendible que esté poseído por su papel institucional y llevado por él a la ambigüedad del ya veremos y a ver cómo se nos presenta la cosa. Perfecto. La pena es que muchísimos que no son rectores también están al acecho de ver cómo pinta el futuro y de que les digan qué hay de lo suyo antes de ver por dónde tiran. El silencio más curioso es el que se reviste de prosa eximia.
Con los nacionalistas de acá o acullá se puede discrepar y debatir. Con los que callan, o salen por la tangente, y aguardan, no. A los nacionalistas de tal o cual pelaje les podremos decir aquello de que son pelín tribales, pero dan la cara, eso es así. Los que esperan a ver quién gana antes de decir de qué equipo son, se quedan voluntariamente fuera del debate y la deliberación.
Hay mucho pillín agazapado, en Cataluña y por doquier. Y repito que no estoy hablando de mi querido amigo Moreso, que cualquier día se descuelga con un libro y nos lo explica a base de bien, como él sabe.

Perplejo dijo...

¿Impecables respuestas?

Pregunta Espada si QUIERE que Cataluña forme un estado independiente.

Responde Moreso:

"su pregunta no tiene una respuesta categórica. Está condicionada a cuál sea el modo, la permanencia en España o la secesión, que proteja mejor los derechos de todos los afectados, posibilite su bienestar y sea más respetuosa con la voluntad de todos libremente expresada."

En efecto: antológico escurrimiento de bulto. Moreso querrá o no querrá la independencia. Y tendrá una idea de qué tipo de independencia (y por qué medios) quiere; o una idea de qué tipo de permanencia quiere.

Responder con un: "yo quiero lo mejor para todo el mundo" esconde una falacia monumental: ante la diversidad de deseos incompatibles, la "solución" no puede contentar a todo el mundo.

Anónimo: considerar impecable esa respuesta es proponer como ejemplar una equidistancia imposible. Claro que todos queremos "proteger los derechos de todos los afectados"; pero, en política, no existe la "barra libre de derechos". Cualquier elección implica una renuncia. Impecable es, ante un conflicto, defender argumentadamente una posición concreta: no lavarse elegantemente las manos.

Anónimo dijo...

Yo por el contrario creo que se moja mucho: no es nacionalista ni de un signo ni de otro y por eso en principio le da igual qué comunidad humana (españa, cataluña, iberia) se constituya en Estado. Lo relevante es el cómo no el qué. Vamos, eso creo.

Perplejo dijo...

"se moja mucho: no es nacionalista ni de un signo ni de otro y por eso en principio le da igual qué comunidad humana (españa, cataluña, iberia) se constituya en Estado."

Es que resulta, Anónimo, que el profesor Moreso no vive en el mundo de las felices abstracciones, sino en una nación real, con un ordenamiento concreto que (algunos) ciudadanos de una comunidad desean cambiar.

Y es sobre esa situación concreta sobre la que se le pide que "se moje".

Insisto: Moreso sólo puede estar a favor de la permanencia o la secesión de Cataluña PORQUE NO HAY OTRA ALTERNATIVA.

Y en efecto:

"Lo relevante es el cómo no el qué."

Moreso, si es que no desea escurrir el bulto [opción respetable pero, a mi parecer, en modo alguno ejemplar], deberá responder:

"Pues mire estoy a favor (o en contra) de la secesión (o la permanencia) en estas condiciones concretas, según ESTE CÓMO."

Insisto: queda muy bonito eso de que se protejan los derechos de todos y se delibere habermasianamente; pero ¿eso, en concreto, qué quiere decir? Porque a mí -acaso soy muy obtuso- no me queda nada claro...

Anónimo dijo...

Pues por ejemplo que si la nueva Cataluña independiente tuviera una Constitución como la española (dónde pone España cámbiese por Cataluña), calcadita, podría resultarle a uno indiferente el Estado en el que vive. Moneda al aire. A no ser que uno sea nacionalista, claro, de uno u otro signo. Para mí tan nacionalista es un independentista como un unionista. Me interesan las personas, los ciudadanos, no los rebaños.
Quizá las palabras de Moreso vayan por ahí, no sé.

Juan Antonio García Amado dijo...

Está interesante el debate y tercio de nuevo en él. Trabajemos con un ejemplo que nos aleje del componente emocional de lo de Cataluña vs. España.
Yo vivo en una localidad llamada Navatejera, que pertenece al municipio de Villaquilambre, todo ello al lado de León. Pongamos que muchos ciudadanos de Navatejera quieren desvincularse de Villaquilambre y tener ayuntamiento propio. Puede ser por muchas razones, por ejemplo, porque piensen que la mejor inversión municipal y los mejores servicios se los lleva la otra población grande de ese municipio, que también se llama Villaquilambre. Hay un fuerte movimiento popular en Navatejera y se exige o se va a convocar un referéndum de autodeterminación municipal. Como hay mucho debate en los medios locales, viene un periodista y me pregunta a mí cuál es mi actitud y cómo lo veo. Puedo responder cosas bien diversas:
a) Que estoy por que Villaquilambre y Navatejera se mantengan unidos en la forma que hoy lo están. Podré dar las razones de dicha opinión, sean económicas, culturales, históricas…
b) Que estoy a favor de que Navatejera se haga autónoma de Villaquilambre. Podré dar las razones en que baso mi juicio, de los mismos tipos que las anteriores.
Tanto en el caso primero como el segundo, yo estoy tomando postura y los fundamentos de ella. No escurro el bulto, con independencia de que a unos o a otros mis razones les parezcan mejores o peores, más discutibles o menos, basadas en informaciones y datos ciertos o dudosos, etc.
c) Puedo decir que me son indiferentes cualesquiera estructuras municipales, pues no creo en municipios o ayuntamientos, o bien que soy completamente ajeno a esta discusión concreta, pues no veo la diferencia relevante entre una u otra salida; o que, total, me paso la vida viajando de acá para allá y allá se las arreglen los que discuten.
d) Puedo contestar que los ayuntamientos no son medios, sino fines, que están al servicio de los derechos y legítimos intereses de los ciudadanos y que será mejor la solución que más proteja los derechos de los ciudadanos y su voluntad, libremente expresada. Esto, por su ambigüedad o indefinición sobre el tema de fondo, puede interpretarse de varias maneras:
- Que mi posición es básicamente como la de la opción c) y que, por tanto, no me pronuncio porque no veo mucho sentido a esos “rollos”.
- Que estoy a la espera de que los de Villaquilambre que quieren mantener la unión y los de Navatejera que queden separarse nos digan a los de Navatejera cómo se nos va a tratar en uno u otro caso y qué tal nos va a ir. Es decir, mi voto depende de una puja, es un voto de conveniencia, lo cual tampoco es ilegítimo.
- Que sí tengo opinión o postura personal sobre el fondo, pero que me la callo, por los motivos que sean, algunos tan respetables como que no quiero que estos o aquellos me cojan ojeriza o me limiten el bienestar.
Yo no soy quién para hacer juicos sobre las intenciones de mi amigo J.J. Moreso, y se las respeto sean las que sean. Pero, en nuestro ejemplo, mi postura es ambigua si admite esas tres interpretaciones que he enumerado. Si la ambigüedad es deliberada, pues es deliberada y no sería raro que algún vecino (o el periodista) me pidiera que aclarara un poco más. Si mi ambigüedad no es intencionada, será que no he sabido expresarme mejor y porque ando un poco torpón. Mi apreciado colega Moreso no es torpe, en eso rompo una lanza por él.

Anónimo dijo...

Magnífica exposición. Y, desde luego, solo Moreso o quienes le conocen pueden desentrañar con qué modalidad de d) se corresponde su respuesta. Quisiera creer que obedece a la segunda opción: indiferencia en caso de igualdad de condiciones, que puede decantarse hacia una u otra propuesta cuándo haya más concreción. Creo que solo esa es la que debería abrazar una persona no nacionalista, para entendernos y pidiendo disculpas por las simplificaciones.

Perplejo dijo...

Estimados Anónimo y Juan Antonio,

Muy aclaratoria su exposición, profesor; pero no nos alejemos de lo relevante.

No me parece inconveniente mantenerse en el caso de España por la presunta distorsión del "componente emocional": me parece imprescindible ceñirse a él porque estamos hablando [y a Morese se le pregunta] sobre un caso concretísimo.

Aquí no se discute sobre una fenomenología del "secesionismo contra unionismo"; no estamos ante una abstracción rawlsiana: estamos ante una elección concreta en una nación concreta. Como dirían los existencialistas, estamos "en situación".

Ante el planteamiento de la secesión de Cataluña, los ciudadanos no pueden evitar "mojarse". Sostener que a uno ese asunto le es completamente indiferente supone dejarlo en manos de los demás. Abstenerse también es tomar postura: apoyar los hechos consumados (por los otros).

Si uno no se abstiene por completo, debe tomar posición conforme a los medios para alcanzar la secesión o mantener la unión:

1) Uno puede apoyar la secesión (o defender la permanencia), pero con la condición inexcusable de que se decida respetando el procedimiento legal.

2) Uno puede apoyar la secesión (o defender la permanencia), incluso saliéndose del procedimiento legal [y, en este caso, debe aclarar hasta dónde está dispuesto a llegar para conseguirlo].

Asimismo, es inexcusable dar cuenta de las razones de esa toma de posición. Que puede ser desde "las cosas están como están no hay que cambiarlas" hasta "los catalanes somos distintos y tenemos que ser una nación" pasando por una infinita tipología de argumentos.

Todo lo demás es marear la perdiz y abstraerse de una situación concretísima.

Anónimo dijo...

Yo, y perdón por rebobinar, vuelvo al post de marras para identificarme con nuestro querido anfitrión: según lo que pase es posible que entren unas repentinas ganas de cambiar de hábitos de compra (que me conozco). Espero, lo digo ahora que tengo la cabeza fría, que llegado el momento sepa mantener a raya la irracionalidad y no comportarme como un primate.

Ay, !cuán difícil sustraerse a los bellos cantos de la patria (qué hermosos, banderas al viento)! Habrá que atarse al mástil y ponerse cera en los oídos.

Perplejo, con todo el cariño: le veo emocionalmente afectado por todo lo que está ocurriendo. ¿No podemos mantener un poco la templanza y evitar ser arrastrados por las llamadas de la tribu? ¿Se puede ser neutral?

Anónimo dijo...


Eso de que el orden de los factores no altera el producto, no acabo de entenderlo.
Considero que, a Cataluña se le debe dar la indepencia el próximo lunes a mas tardar. Con la que está cayendo ahorrarse 5.023 milloncetes, no es baladí. También se pude independizar y luego negociar el rescate. Incluso, se pueden ir a la mierda sus políticos y los del gobierno central, de la mano con los de enfrente.

¡Menuda tomadura de pelo!

Un cordial saludo.

roland freisler dijo...

Nada de independencia, unos cuantos habitantes de un lugar no pueden privarnos a otros aunque seamos 4 y un cabo de lo que es nuestro por nacimiento.
¿Se imagina cualquiera de Vds que en una casa uno/a de sus legítimos dueños dijese que una habitación a partir de ese momento no era de todos sino sólo suya?

Perplejo dijo...

Anónimo,

"Perplejo, con todo el cariño: le veo emocionalmente afectado por todo lo que está ocurriendo."

Ya tardaba usted en recurrir a argumentos "ad hominem". Para su tranquilidad: Cataluña me pilla lejísimos; y mi estado emocional es de una serenidad envidiable. No sufra.

"¿No podemos mantener un poco la templanza y evitar ser arrastrados por las llamadas de la tribu?"

?

"¿Se puede ser neutral?"

Vuelvo a intentarlo con argumentos; aténgase a ellos -si lo tiene a bien- y obvie -si puede- sus presunciones sobre mi estado emocional.

Los españoles y los catalanes no viven en el mundo de Oz. Viven en un país y en una comunidad concretos, regidos por una ordenación política concreta, que afecta a sus vidas.

Quebrar ese "statu quo" supone inevitablemente un cambio de esas condiciones concretas de vida. Si en nuestro país se plantea seriamente una propuesta de secesión, se trata de una posibilidad que nos afecta a todos.

Y como a todos nos afecta (lo queramos o no), no puede uno abstenerse, en puridad, de la cuestión. Usted (cualquiera) puede:

1) Decidir que pasa del tema (porque no tiene opinión formada, o por ser un ácrata, un apátrida, un pasota, un eremita...). Perfecto; pero, independientemente de cómo se perciba a sí mismo, resulta que de iure y de facto deja el asunto en manos de los demás y será afectado por la secesión o seguirá afectado políticamente por la permanencia.

2) Apoyar la secesión o la permanencia; pero respetando el resultado contrario, si el deseado no se logra siguiendo el procedimiento legal vigente. En este caso, uno debe dar cuenta de las razones que sustentan su postura y las condiciones que deben existir para mantenerla (o cambiarla).

3) Apoyar la secesión o la permanencia, desautorizando el procedimiento legal vigente. En este caso, uno debe dar razón las razones de su postura (tanto para justificar los fines que defiende como para justificar los medios alternativos a los legales que propone para alcanzarlos).

Y no hay más.

Cuando alguien nose "abstiene" del todo y asume la postura de: "yo quiero lo mejor para todo el mundo, lo más justo y deliberativo" no está diciendo absolutamente nada, si no concreta qué entiende por "lo más justo". Lo que hace es escurrir el bulto soberanamente. Meterla, pero sólo la puntita. Nadar y guardar la ropa.

Lo cual está muy bien; pero tldarlo de postura ejemplar se me antoja frívolo.

Dicho sea todo con el mayor cariño y la mayor templanza emocional.

Exiliado dijo...

Resulta increíble que prácticamente ninguna de las personalidades catalanas (fuera del mundo de la política) consultadas por Arcadi Espada haya respondido a sus simples preguntas. Tengo respeto por el que defiende sus ideas, aunque sean las opuestas a las mías, pero no por el que se esconde.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/elmundopordentro/

Perplejo dijo...

Exiliado,

No se sorprenda: este país es una escuela de lustrabotas de los hechos consumados.

Anónimo dijo...

Perplejo: le pido disculpas por el post de ayer. Lejos de mi intención molestar a nadie.

Al grano: a quien se reclama no nacionalista debería darle igual la secesión o la permanencia. Claro, hablo en abstracto: parto de la base de que el andamiaje constitucional, el reconocimiento de los derechos fundamentales, etc. en el estado catalán se asemejaría al menos al nuestro (quizá incluso, de todo se aprende, intentan parecerse a los holandeses o los daneses).

Ahora si usted me dice y me demuestra que el derecho a la libertad de conciencia o el derecho de reunión estarán regulado de forma más cicatera que en la CE de 1978, o que no habrá escuela pública, etc, pues entonces ya me está convenciendo de que mejor la permanencia. Pero ahí ya no hablamos en abstracto.

Es decir, ceteris paribus qué más da un estado que otro.

Perplejo dijo...

Anónimo,

Descuide, que no estoy molesto.

Un último intento: insiste usted en abstraerse de la realidad. Aquí nadie está pidiendo tomas de posición ante "esencias nacionales", sino ante una [triple subrayado] propuesta concreta de secesión.

Si esa secesión se llevara a cabo, afectaría inevitablemente a la vida de españoles y catalanes. Y sólo podría ser llevada a cabo a través de unos medios concretos y con unos fines determinados.

Son los secesionistas los que deben explicar, con pelos y señales, qué medios y qué fines se plantean. Y, ante esa propuesta, que ha de ser [triple subrayado] una propuesta concreta cualquier ciudadano español y catalán está incumbido y afectado.

Por todos los vínculos existentes entre España y Cataluña, es imposible que una secesión (sea ésta como sea) concluya en un mero cambio de etiquetas dejando todo lo demás igual.