28 abril, 2009

Mola más saber menos

(Publicado esta semana en Gaceta Universitaria*).
¿Se aplicará a la ciencia y la universidad ese dicho minimalista de que menos es más? ¿Será cierto que los conocimientos cuanto más escasos mejor? Se pinte como se pinte y aunque se vista de seda, una de las más claras consignas actuales en las enseñanzas universitarias es que se debe rebajar el nivel de exigencia de los títulos y de las correspondientes asignaturas. No ha de ser necesario, en suma, que el estudiante acredite tantos conocimientos como antes. Al parecer, que los que acababan la carrera supieran bastante suponía un gran fracaso, pues sólo se titulaban los que estaban muy bien preparados, mientras que lo bueno y moderno a tope es que cualquiera obtenga fácil y sin deslomarse su título de médico, ingeniero filólogo o lo que desee.
Es como si en un equipo de fútbol de primera se acortaran las horas de entrenamiento con la esperanza de que los suplentes y los del filial tengan así las mismas oportunidades que los titulares. Engañabobos y trampa saducea, pues el equipo siempre será de once y o bien se alinean los once mejores, o bien el equipo se va a la porra por enredarse en tamañas gansadas demagógicas. Y, en cualquier caso, los mejores serán siempre los mismos. Aflojar el entrenamiento de todos simplemente servirá para que los once más capaces de este equipo rindan menos que los de otros equipos que trabajan más. Así nunca se ganará la Champions.
En España se nos cuenta que la bajada del nivel y la reducción de la exigencia universitaria tienen como finalidad nuestra convergencia con Europa. ¿Acaso aquí éramos más competentes y estábamos más preparados que alemanes, franceses o ingleses y se trata de que relajemos un poco a fin de no acomplejarlos más? Raro, raro. Más bien es de temer lo contrario: ya andábamos en el pelotón de los torpes y se pretende dar estatuto legal a la torpeza y homogeneizarla de puertas adentro. Aquí nunca nos han gustado ni los listos ni los que suben la media. Igualemos por abajo. Y viva nuestra boina convergente de paletos titulados.
Este infiltrado se encontró hace unos días un amigo que enseña en una universidad privada de las de a tanto el título y un juego de toallas de regalo adicional. Me contó que una vez se le ocurrió suspender a un alumno y que el jefe de su Departamento le corrigió la nota y a él casi lo despiden. ¿Es el ejemplo que han de seguir las universidades públicas?
(*Por cierto, Gaceta Universitaria estrena web. Ahí estaremos).

4 comentarios:

Unknown dijo...

Y los que más saben ya no molan: El ministro Gabilondo planta a los Premios Nacionales Fin de Carrera y suspende el acto.http://precarios.org/tiki-view_forum_thread.php?forumId=102&comments_threshold=0&comments_parentId=34607&comments_offset=210&comments_per_page=30&thread_style=commentStyle_plain

Anónimo dijo...

Hombre, en institutos y colegios públicos al profesor, el director (del centro o provincial) aún le puede decir misa a la hora de modificar una nota... eso sí, cuando la pequeña Elsa empiece con eso de la "m" con la "a", queme todos los cuadernos escolares de su hermano mayor, si es que conserva alguno, no sea que la nostalgia de mejores tiempos y niveles le afecte en exceso. Y procure no ir a hablar con los maestros, no sea que acaben los dos llorando como Magdalenas a propósito de lo mismo.

Anónimo dijo...

Cuando digo "los dos" me refería al maestr@ y a usted: si añade a la madre de la niña y a la dirección del centro, igual acaban todos y todas en el bar más cercano, ahogando en alcohol las penas y las invectivas contra todo lo que se menea en educación: y francamente, no es buen ejemplo para los tiernos infantes.

AnteTodoMuchaCalma dijo...

Biba. Biba i vrabo por la hescelenciha hacadémica, hermanos. ¡Porfín surten hefesto las ténicas pedagójicas tan lahargamente hestudihadas!

¡Cantad conmigo!

Vive le ped-a-gogó!