25 mayo, 2009

El gobierno no importa

Es posible que, sin darnos cuenta, estemos asistiendo a un experimento que hará época y marcará la historia. Llevamos siglos y siglos preguntándonos qué es lo que legitima al gobernante para que pueda mandar sobre nosotros y debamos acatar sus normas, pues partimos del convencimiento de que el acontecer social obedece a los imperativos de los gobiernos y de que a las sociedades el poder les da forma igual que un escultor a la madera con que hace su talla. Y a lo mejor resulta que no.
A lo mejor resulta que el mundo humano tiene su acontecer y su transcurso perfectamente independientes de que nos rija éste o aquél, al margen por completo de que las riendas del Estado las lleve un partido u otro. Ya teníamos algunas buenas razones para sospechar que los gobiernos son nada más que adorno y las disputas políticas únicamente pasatiempo para el vulgo, y que lo que ha de ser será y lo que tiene que pasar pasará, mande Agamenón o su porquero. El caso hasta ahora más evidente era el de Italia, país que progresó sin parar pese a que de la Segunda Guerra para acá primero lo gobernó una cleptocracia sanguinaria de apellido confesional, luego cayó en la inestabilidad política absoluta y, finalmente, ha acabado en manos de un caradura con pasta e implantes.
Pero la pista definitiva para darnos cuenta de que importa un bledo quién nos presida o qué partido gobierne la tenemos aquí mismo, en España. Mientras en otros países se afanan en reformas serias para frenar la crisis económica, aquí el gobierno silba tangos y pone cara de que ya escampará cuando toque y, total, para qué vamos a despeinarnos. Si a la postre resulta que es verdad que nos recuperamos al mismo tiempo que los demás países y no nos quedan secuelas mayores, será la prueba definitiva de que ni hace falta política económica ni influye un carajo que el Ministerio de Economía lo regente Carmen Sevilla o alguien que tenga una mínima idea de finanzas y presupuestos.
Ocurre igual con el Estado mismo. Si dentro de medio siglo España aún existe con su territorio actual y en democracia, será testimonio más que sobrado de que este Estado es incombustible y de que no pasa nada por ponerlo en manos de unos niñatos con una cerilla y un bidón de gasolina. Así que tranquilos, seguramente podemos seguir votando a tontas y a locas y sin temor de que pase nunca nada grave por nuestra culpa.
Puede que ahí esté el gran reto de Zapatero y la razón por la que quedará en los libros: es un gran ácrata persuadido de que todo lo determinan, a medias, el mercado y los dioses, y quiere convencernos de que nuestros propósitos y afanes no pintan nada y la política es un pasatiempo tan intrascendente como entretenido. Una cosa así como jugar al monopoly o hacerse pajillas, maneras de matar el tiempo sin hacer daño a nadie. ¡Mira que si ahora empieza a caerme bien y hasta lo veo listo! ¡Cuán volubles somos los humanos!

3 comentarios:

Lopera in the nest dijo...

Y yo que quería escribir hoy sobre la titualción en igualdad , con sus recomendaciones de la ANECA sobre el exceso de tecnicismos en sus contenidos. Va Vd., querido profesor, y nos habla de cosas tan serias como el concepto de Estado en el pensamiento del Licenciado Rodríguez Zapatero.

rogelio dijo...

No le mire a los ojos que ha debido hacer algún cursillo de hipnotismo a lo Uri Geller, porque éste es tonto desde que se levanta hasta que almuerza y despues todo el día, liberaliza lo de naturaleza regulatoria y regula lo de naturaleza liberal.

Esto se parece cada vez a un estado Marxista, de los hermanos Marx.

No obstante a mí también me sorprende la resistencia de este pais y la de sus ciudadanos, a ver si va a resultar que estamos más emparentados con el borrego que con el mono.

Anónimo dijo...

¿Se ha planteado alguna vez la posibilidad de formar un partido político? Creo que ante el bochornoso panorama político de este país, hace falta que haya gente con ideas que se zambulla en la actividad de la polis, sin antes -desde luego, y por la parte que toca- felicitarle por este blog cargado de sesuda sátira. ¡Gracias por el blog!