24 febrero, 2006

Soneto para el reventador de conferencias

Fue una buena y completa conferencia,
brillante y exhaustivo el orador.
Pero ahora un preguntador
amaneza acabarnos la paciencia.

Quiere el hombre exhibir toda si ciencia,
adornarse con galas de retor,
mostrarle al auditorio con primor
que es igual o mayor su excelencia.

Sonríe, se escucha, se demora,
se estira, pues que quiere hacerse ver,
su verbo de sí mismo lo enamora,

Narciso sin charco en que beber.
Ya ninguno entiende qué perora,
pues perora por su propio placer.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Juan Antonio,

Tiene fácil remedio.
Dicen que ajeno rostro sólo obliga,
cuando bosteza tedio,
a una sonrisa amiga.
Jamás a envenenarnos la barriga.

Anónimo dijo...

Podría ser Laso Prieto, por ejemplo, dicho sea sin acritú y con respeto a sus canas.

Anónimo dijo...

ridículos de esos hay bastantes... Lo peor o lo mejor es que no se dan cuenta...