18 febrero, 2007

Más sobre niños, móviles y escuelas.

Nuestro amigo que firma aquí como "un amigo" ha dejado un comentario al post de ayer sobre "Mocosos, papis y normas" que merece lectura independiente y detenida. Recordemos que el arranque del post lo daba la norma madrileña que quiere prohibir a los estudiantes el uso de los móviles en las escuelas. Esto opina "un amigo":
La propuesta de ley regional es en efecto una soberana estupidez, que conecta fatalmente -pero con impecable lógica- a los ciudadanos estúpidos a quienes su privado "hecho biológico" convierte en padres estúpidos de hijos estúpidos, y a quienes su público "hecho político" convierte en electores estúpidos de legisladores estúpidos.
Para no ser todo negatividad, aunque la situación invite a ello, pienso que habría que trabajar en varias direcciones:
- una, relativamente banal, la tecnológica, limitando algunos usos del producto. Crear interferencias electromagnéticas para un espacio físico es bastante simple: se debería buscar la manera de imponer legalmente a los concesionarios de licencias de explotación del espectro que, a su costo, creen tambien las zonas de sombra en los espacios públicos que para ello se designen, donde interesa activamente a la sociedad (perdona, Margareta hijadeputa, allí donde estés, que mente algo para ti inexistente) que no haya señal. Estoy seguro de que no hay problemas de fondo para ello, salvo la evidente connivencia entre grandes empresas y poder político.
- otra, mucho más importante, preparándonos (psicológica y jurídicamente) a vivir en una sociedad (perdona de nuevo, Margareta cabrona y rapaz) transparente, donde no existe privacidad: cualquier cosa que hagas/digas puede ser grabada o fotografiada o interceptada. Curiosamente es el modelo social que, con muchísima menos tecnología, proponían los puritanos del siglo XVIII (subsisten aún hoy trazas de esta mentalidad: por ejemplo, en la mayor parte de los Países Bajos, llama la atención la costumbre de que los salones de las casas privadas, por la noche, están iluminados y con los visillos descorridos); está por ver si lograremos combinarlo con una visión social teóricamente basada en la tolerancia. Y no carece de ventajas: cuando uno se ha liberado de los relativos complejos, qué duda cabe de que correrse aullando voces guturales a pleno pulmón es más placentero que hacerlo mordiendo la almohada, por aquello del qué diran los vecinos del 4º izda.
- la tercera, y quizás más importante de todas (por lo que es obvio que es casi imposible que se haga) es revisar los fundamentos del contrato didáctico, entiendo por tal el acuerdo, casi siempre implícito, que se establece entre quien quiere aprender una cosa y quien se ofrece a enseñarla. Las reglas, dentro del marco de la ley general, las define quien enseña; si no, el contrato simplemente no funciona. Deberíamos recordar este simple hecho a la parte adquiriente del servicio. El padre gilipollas del Nokia de 600 patacones quizás se preocupa porque su Jenny grabe las proezas espermopirotécnicas de sus compañeritos de clase, enguarrinándose el costoso teclado si algún chisguete se desvía, que suele ocurrir; lo que tendrá que comprender algún día es que la Jenny va a clase, a fin de cuentas, a aprender a sumar y restar, y a hacer la "o" con un canuto, y que si tiene en mano el Nokia, la maestra o maestro van a sonreirle angélicamente, si no tienen otro instrumento para imponer disciplina, pero desde luego que van a pasar a la grande de corregirle sus cuentas, o de sugerirle que se saque el canuto de entre las piernas y lo vuelva a apoyar sobre la planilla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eeeeh...

Tras tanta poesía (Margareta por allí, rollo algo más Bukowski por acá), lamento ponerme tan prosaico...

... pero me juego seis céntimos, botón de puño de camisa y una pelusa de bolsillo azul y blanca a que lo del proyecto de la Espe tiene algo que ver con los "problemas de legalidad" que últimamente se señalan en los regímenes sancionadores escolares y universitarios.

Estoy con ustedes en que la regulación me parece en el mejor de los casos, tonta de baba. Pero si van a empezar a resolver esto por algún lado, mejor el lado más idiota y la peor de las maneras que seguir dependiendo de la autovía de los recursos para-lelos.

El barrio donde vivo / no es ninguna pradera. En mi Universidad, los rorros algo mayores a los que se pille copiando en un examen obtienen la calificación de suspenso. Y punto. No hay más consecuencia, según una resolución del Consejo de Gobierno. Usted rómpase los cuernos estudiando. Si suspende, está jodido. Si su compañero copia y le pillan, obtendrá la misma calificación que usted; pero si no le pillan, él aprobará y usted habrá hecho el canelo. La pregunta es: si el día antes no controlas mucho el tema, ¿por qué no copiar? Lo peor que le puede pasar es lo mismo que si no copias. ¿Por qué? Porque al parecer no teníamos base normativa para el régimen sancionador.

Luego al parecer hicieron un reglamento. Al carajo: sigue vigente lo de que si copias, suspenso y ná más. Y la bronca se la mete usted a su puta madre, calvo de mierda.

Eso no me lo dices en la calle.

Anónimo dijo...

AGUDEZA INTELECTUAL
Averigüe, en menos de tres horas, si hay alguna relación entre un régimen sancionador pacato e idiota y el sistema electoral universitario.