11 diciembre, 2007

Putadas

Al bueno de Hugh Grant han vuelto a pillarlo con la masa en las manos. Y en Puerto Banús, para más inri. No, no es concejal. Es que se fue de putas. Como cualquier buen padre de familia, sólo que a éste lo cazan siempre. Debe de ir dejando un rastro de (a)miguitas; o está gafado. La otra vez fue en un coche, mientras una señora del oficio más viejo del mundo, después del de la política municipal, practicaba a su costa el noble arte de Gorgias y demás maestros de la oralidad. Escándalo farisaico a todo trapo entonces, pues su novia lo dejó porque probablemente tenían firmado un contrato de exclusiva. Periodistas eufemísticamente llamados del corazón llegaron, a todo correr y subiéndose los pantalones, a la redacción de sus periódicos para informar con todo lujo de detalles del singular evento. En todo el mundo no se habló de otra cosa durante varias semanas, y tengo entendido que a la salida de misa de doce el pueblo llano se hacía lenguas del descaro del actor. A quién se le ocurre. En lugar de montárselo por la brava con alguna aristócrata de papada recortada a bisturí que luego lo contara con las señales y los pelos en Salsa Rosa, al pobre Hugh le moló probar al estilo plebeyo. Horrible. Con lo edificante que habría sido gestionarse a una señora decente que luego lo explicara todo en la tele para solaz de las familias bien avenidas. Mucho vicio, eso es lo que tiene ese tipo.
En esta ocasión se propuso obrar según los cánones más tradicionales y se fue a un night-club. O sea, a Puerto Banús. Y ahí han vuelto a trincarlo, aunque, por lo que parece, sólo quería tomar una copa. Que es lo que dicen todos cuando los descubren en locales así, que sólo era por tomarse un güisqui y hacer unas risas con los amigos. Imagino que el hombre deseaba una relación sin complicaciones y sin tener que regalarle a la contraparte de la farándula una pulsera de diamantes y un papelito en la próxima peli. No, se dijo, esta vez buscaré sexo de pago propiamente dicho. Y ahí lo descubrieron, como a un vulgar colegial.
Hasta aquí todo normal, y más en estas épocas de cenas navideñas y despedida del año con los compañeros de la ofi. Lo desconcertante es lo de la hetaira. ¿No se equivocaría él de local? Pues, según cuentan los periódicos, la honesta profesional declara que el muy atrevido quería besarla, pero que ella no estaba por la labor porque en la mesa de al lado se hallaba su novio, el suyo de ella. Lo dicho, que el pobre señor Grant fue a dar con sus huesos y tal en el sitio erróneo. Él venga ponerse insinuante y meloso y la chica dale que te pego con hablarle de Derrida y la reconstrucción del ser sentiente. Y él: ¿Pero esto qué es? Y ella: La Facultad de Filosofía y Letras, mi amol. ¿Y aquí no se folla? Sí, corazón, pero cuando se acabe el seminario que estamos haciendo sobre posmodernidad y deseo. Ah.
No me digan que no es tierno. La ejemplar señora, que se llama Alvina Sabino, se había llevado el novio al trabajo, por si aparecía algún actor con la visa platino y había que mantener contra viento y marea la virtud incólume. Y luego dicen que la familia está en crisis. Con todo y con eso, parece que don Hugh consiguió sentarla en sus piernas de él, imagino que mientras ella insistía en preguntarle si no creía que iba siendo hora de someter a nuevos patrones hermenéuticos el segundo capítulo de Sein und Zeit. De modo y manera que es fácil entender que él se fuera a bailar con otras damas menos dadas a la fenomenología existencialista, con el consiguiente despecho de Alvina y la consternación de su novio, al que me imagino atribulado con el ordeño de alguna esencia zubiriana.
Es que en este país ya no hay donde caerse muerto. Está claro. Ni pagando. La próxima vez que se lleve un PowerPoint. O unas transparencias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Semi-OT, sobre Sein und Zeit

No pude leer "El Ser y el Tiempo".
No pudo ser:
No tuve tiempo.

(Marcos Mundstock)

Anónimo dijo...

Muy bueno! Para mí que el tonto de Grant confundió a los espectros de Sarah Kofman y Jean-Luc Nancy con Alvina y su novio. ¡Mira que ir a meterse en un antro de los años
70, con lo que ha llovido desde entonces! Hasta el mas ingenuo sabe que en esos sitios solo se puede tener éxito en compañía de un argentino. A ser posible, de Santa Fé.
Saludos cordiales.