(Publicado esta semana en Gaceta Universitaria)
Recientemente leíamos esto en un medio digital: “Bolonia evaluará cada cinco años la calidad de los docentes”. ¿Bolonia? Ampliamos y vemos que se trata de unas declaraciones de un Vicerrector de la Universidad de Santiago. La noticia, breve, acaba así: “Trabajos en grupo, exposiciones orales y el uso de nuevas tecnologías dinamizarán las aulas de la universidad, a la vez que las tutorías se impondrán en la relación profesor-alumno”. ¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro? ¿Significa que será negativa la evaluación de los profesores que no se esmeren en organizar trabajos en grupo y exposiciones orales de los alumnos? ¿Será tal evaluación independiente de cuánto sepan esos profesores y sólo contará cómo lo enseñen? ¿Merecen evaluación positiva simplemente si hacen esas cosillas? Si un profesor sabio se empeña en exponer su ciencia en magníficas clases magistrales, ¿debe suspender?
Demos al César lo que es del César y a Bolonia lo que es de Bolonia. Bolonia no va a evaluar a nadie. En la Declaración de Bolonia y en las declaraciones posteriores de la UE sobre el mismo tema no se dice ni cómo hay que evaluar a los profesores, ni cuándo ni por quién. Pero últimamente lo que cada Ministerio o cada Consejería con competencia en universidades deciden se imputa a Bolonia. Lo mismo hacen las universidades. Pura impostura. Que cada cual cargue con la responsabilidad por sus decisiones. Bolonia se está convirtiendo en la gran disculpa para que cada uno que tiene mando en universidades haga de su capa un sayo y le eche las culpas al maestro armero, que debía de ser bolonio. Si hoy alguno inventara que el profesor debe impartir sus clases en cuclillas y con taparrabos, también diría que la medida es inevitable consecuencia de Bolonia. Pero ¿quién diablos es Bolonia? La supuesta autoridad de Bolonia se está usando como tapadera del autoritarismo. Aceptemos las cuatro cosas que pide la Declaración de Bolonia y el resto discutámoslo: habría que debatirlo casi todo. Sin embargo, no se dialoga seriamente con nadie, como si de Bolonia ya viniera impuesto hasta el salario de los bedeles.
También el Ministerio ha sacado un borrador de Estatuto del PDI y en él se dispone que los docentes deberán ser evaluados cada cinco años. Esa decisión, buena o mala, es una decisión del Ministerio, no de Bolonia. No es palabra de Dios, aunque casi todo el mundo diga amén sobre la forma y el fin de esas evaluaciones.
Demos al César lo que es del César y a Bolonia lo que es de Bolonia. Bolonia no va a evaluar a nadie. En la Declaración de Bolonia y en las declaraciones posteriores de la UE sobre el mismo tema no se dice ni cómo hay que evaluar a los profesores, ni cuándo ni por quién. Pero últimamente lo que cada Ministerio o cada Consejería con competencia en universidades deciden se imputa a Bolonia. Lo mismo hacen las universidades. Pura impostura. Que cada cual cargue con la responsabilidad por sus decisiones. Bolonia se está convirtiendo en la gran disculpa para que cada uno que tiene mando en universidades haga de su capa un sayo y le eche las culpas al maestro armero, que debía de ser bolonio. Si hoy alguno inventara que el profesor debe impartir sus clases en cuclillas y con taparrabos, también diría que la medida es inevitable consecuencia de Bolonia. Pero ¿quién diablos es Bolonia? La supuesta autoridad de Bolonia se está usando como tapadera del autoritarismo. Aceptemos las cuatro cosas que pide la Declaración de Bolonia y el resto discutámoslo: habría que debatirlo casi todo. Sin embargo, no se dialoga seriamente con nadie, como si de Bolonia ya viniera impuesto hasta el salario de los bedeles.
También el Ministerio ha sacado un borrador de Estatuto del PDI y en él se dispone que los docentes deberán ser evaluados cada cinco años. Esa decisión, buena o mala, es una decisión del Ministerio, no de Bolonia. No es palabra de Dios, aunque casi todo el mundo diga amén sobre la forma y el fin de esas evaluaciones.
4 comentarios:
Sería conveniente que alguien explicara las implicaciones que tendrá, con la reforma, la nueva "unidad de medida", que ya no será sólo la “hora de profesor", sino la "hora que el estudiante habrá de dedicar a la preparación de la asignatura". Por supuesto que en éstas estarán incluidas aquéllas, pero también, y como gran novedad de la nueva reforma, las horas que el estudiante empleará en alcanzar los objetivos de la asignatura. No puede necesitar las mismas horas el estudiante que se ha preparado concienzudamente para, p.e., estudiar ingeniería, que el que pretende hacerlo desde la "preparación" que le da el que la última vez que estudió Física, en la maltratada Enseñanza Secundaria, fuera en la ESO, en "Física y Química", y porque era obligatorio. Estudiantes con tales “preparaciones” hace ya tiempo que están en las aulas universitarias. Esperemos que ellos, los gestores académicos, los planes de estudio y también, esas anunciadas evaluaciones quinquenales de la calidad, no olviden que los profesores tendrán que prestar esta verdadera “atención a la diversidad”.
No nos engañemos. Vincularán la calidad docente a las tasas de rendimiento (aprobados) por asignatura, y todos pasaremos por el aro.
Estamos asistiendo a la "logsificación" de la universidad, y ya sabemos lo que esto puede dar de sí. Las evaluacioones no son más que el marchamo de "calidad" del invento, amén de ANECAS y sus clones autonómicos, y tienen un único propósito: ponernos muy caro el incrementar las retribuciones que percibimos. Y os recuerdo: el profesorado universitario funcionario es el personal del grupo A1 más evaluado, y el peor retribuido.
Esto es lo que dice Fernando Savater (que tiene la suerte de poder jubilarse) al respecto, pasen y lean:
http://www.elpais.com/articulo/educacion/Preguntas/Bolonia/elpepusocedu/20090330elpepiedu_4/Tes
Excelente
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