14 marzo, 2009

Chorradas sabatinas

Está divertidísima la prensa hoy. Los sábados suelen ser jugosos. Cae en mis manos El Mundo en papel y voy leyendo con la emoción del que hace una jinkana (o como diablos se escriba) de aquellas que había en las romerías de mi tierra en aquellos tiempos. Repasemos.
En portada Carod recibiendo una lanza de un aborigen ecuatoriano, del grupo, tribu o lo que sea de los “shuars”. En la foto se nota encantado al prohombre catalán, ministro de asuntos exteriores virtual de la Generalitat real. ¿Por qué tendrán esa propensión a la tribu los que toda su puñetera vida han sido burguesotes con ínfulas de business class? Yo creo que lo que más les mola es ver que en las tribus como Dios manda hay caciques y hechiceros, y que en el fondo aspiran a tener naciones así para que los lleven en andas o parihuelas los de la plebe. Usted cría un niñato a base de yogures y de mayor se emperra en que no hay nada como el gingseng y la raíz de enebro, yo qué sé. En mi pueblo a esa sensación la llamamos “refalfiu” que es algo así como hartazgo de lujos. Hay mucha pijotería de lo alternativo de diseño que marca paquete de persona especial. Casi todas las personas así de especiales que conozco son unos pijillos redomados en traje de Coronel Tapioca. En fin, allá se las compongan y que cada imbécil se lo monte como pueda para seguir mostrando que lo es.
La gran aportación de Carod a favor de los oprimidos por la miseria y la discriminación en Ecuador consiste en poner pasta para que los indígenas que hablan sus idiomas nativos puedan seguir siendo tribus que hablan sus idiomas nativos. Tiene que haber clases, oiga, aunque la lucha de clases la hayamos cambiado por la lucha de tribus bajo la batuta del paternalismo progre con visa oro. Un millón de euros ha dado Carod para favorecer en Ecuador la “educación intercultural bilingüe”. Me juego la hipoteca a que con ese dinero y un poco más que ponga una ONG noruega se consigue crear allá un Instituto de Bilingüismo Intercultural dirigido por un blanquito de Quito con familia en Tarrasa y mogollón de apellidos chulos. El nuevo colonialismo viste de Armani y regala derechos de pacotilla. Ya puestos, lo bonito sería que la Generalitat garantizara a los ecuatorianos que curran en Barcelona su derecho a hablar en Las Ramblas sus idiomas nativos o a rotular en los mismos sus tiendas en el Raval.
Otra noticia de primera página: que Garzón recientemente cobró por una conferencia en México 14.000 euros, más 11.000 de gastos. Seguimos con la ayuda al Segundo o Tercer Mundo. Nuestra solidaridad es imparable. Aunque reconozco que aquí es la envidia la que me envenena la prosa. Más de dos millones de las antiguas pesetas por hablar una horita sobre “Seguridad y Administración de Justicia: reflexiones comparativas”. Imagino que con la que está cayendo en México les habrán venido muy bien esas doctas consideraciones de nuestro peripatético magistrado. Modestamente, un servidor les habría ilustrado sobre el mismo tema por un modesto precio de doscientos o trescientos euros, pero no vamos a comparar lo que uno sabe con lo que el otro hace. Supongo que los habrá puesto bien firmes y habrá metido el dedo en el ojo a las mafias que en aquel país matan a discreción, dado el arrojo ejemplar de nuestro juez-galaxia.
El evento debió de ser bonito, pues lo que en Tamaulipas se celebraba era la “Semana Estatal de Emergencias 066”. Seguramente por eso, y según cuenta con mala idea el periodista, Garzón se arrancó por rancheras después de la cena de gala. Me encantan las semanas de emergencia que acaban en cena de gala con rancheras. Que parece que no, pero eso también libera oprimidos y encauza Estados a la deriva. En tiempos yo también me marqué mis maratones de cumbia después de conferencieta, pero ni por esas consigo nunca salir de la clase turista. Insisto, aún hay clases.
Hablando ahora medio en serio, el tema de las conferencias se las trae. ¿Cuánto cobraría Belén Esteban -también sale hoy en El Mundo- por una conferencia en cualquier lugar? Dicen que por salir en el programa de Ana Rosa Quintana gana al año el doble que un Presidente del Gobierno. En su caso se entiende, pues estuvo casada con Jesulín. Pero ¿y en el caso de Garzón? ¿Qué hay que hacer para que a un juez le paguen tan bien las charlas? ¿O se las pagan así a cualquier juez de la Audiencia Nacional? ¿Qué pasa si un juez gana más disertando por el mundo que persiguiendo cacos del PP o “gales” del PSOE? No sé por qué extraña asociación de ideas me recuerda a esos rectores universitarios que después de pasarse varios mandatos proclamando a los cuatro vientos la necesidad de fomentar la relación universidad-empresa acaban colocados en una empresa, generalmente del Banco de Santander. ¿He dicho Banco de Santander?
Menos mal que el consuelo llega pronto, pues unas páginas más adelante se informa en el mismo periódico de que doña Letizia tiene sangre azul, aunque sea la gotita nada más. Un genealogista, seguramente republicano, ha averiguado que la Princesa de Asturias desciende un poquito de Fernando II de León. Seguro que en cuestión de días los leonesistas colocan la efigie de Letizia en sus pendones. Como para quitarle importancia al descubrimiento, el sabio de los árboles genealógicos explica que, a nada que hurgas, mucha gente que parece del montón desciende de reyes y marqueses. Será por lo del derecho de pernada de antaño y porque en este país nuestro la nobleza siempre ha encontrado la manera de jodernos bien jodidos. Sea como sea, estamos ante un dato avalado por el mejor método científico, pues el acreditado investigador no sólo ha desempolvado legajos, sino que también se ha basado en “la tradición oral”. Buenísima tradición la oral, oiga. Seguro que algún abuelete de la Montaña leonesa aún se acordaba de que hace novecientos años Fernando II se lo montaba así. Con todo, la duda, que todo lo corroe, se nos aparece insaciable: ¿será Princesa porque tiene sangre azul o tendrá sangre azul porque es Princesa?
En medio de tanto sobresalto informativo, lo que más me ha gustado es el reportaje sobre Helg Sgarbi, ese hombre con nombre de gárgara que sedujo a la dueña alemana de BMW y luego le sacó pasta hasta que la secó. Ya había oído algo de la noticia y me había imaginado un ligue complicadísimo con una señora tan exclusiva e inalcanzable. Pero no, acercamiento vulgar y conversación de andar por casa. Parece que fue de esta manera: “Ella estaba leyendo El Alquimista, de Paulo Coelho, cuando el hábil Sgarbi se le acercó: "es mi libro favorito", le dijo, mientras se acomodaba junto a ella. Tras una pequeña charla intrascendente ella quiso saber más”. Tan sencillo. Uno pensaba que esas damas sólo leían balances de resultados o, si son teutonas, las obras completas de Thomas Bernhard. Y ya ven, para nada: cosas de Paulo Coelho y meras ganas de unos refrotes alquímicos. Lo mismito que la vecinita del quinto. Y su misma ingenuidad, pues ella le preguntó en qué trabajaba y él le respondió que era “consejero especial del gobierno suizo para situaciones especialmente conflictivas”. Me recuerda al famoso mentiroso de mi universidad, del que tanto he hablado aquí, ése que seduce rectores y consejeros con trolas igual de increíbles. El día menos pensado me entero de que, pese a lo feo que es, también se los folla y les saca dineros, lo que me hará caer en una depresión definitiva e irreversible.
Está bien eso de presentarse ante una dama ricachona y “refalfiada” que lee a Paulo Coelho y decirle que uno es agente secretísimo, pero que sólo se lo cuenta a ella a media luz los dos. Se lo cree seguro, pues es todo un detallazo y signo de gran sensibilidad. Porque no olvidemos que las damas primero beneficiadas y luego perjudicadas por el galán suizo declaran que lo que más les impresionaba de él era su sensibilidad. Normal, y a quién no. Con todo, esos ricos alemanes son un poco cutres, pues los encuentros amorosos entre la señora automovilística y el sensible ligón ocurrían en un hotel muniqués de a 109 euros la noche. Lo que paga aquí cualquier mindundi por llevarse a la peluquera a un sencillo motel. Nos pasamos de generosos.
Y, a propósito de agentes secretos, unos amigos brasileños me contaban esta semana que en su país hubo unas oposiciones para personal del servicio secreto y que se hizo pública la lista de los aprobados, con su filiación completa. Hoy en día nadie sabe mantener un secreto.
Pero vean lo que declara la mujer del tal Sgarbi, refiriéndose a la dama burlada y chantajeada: “Es ella la que se ha ido a la cama con mi marido, no yo con el suyo. Es ella la que ha traicionado, estando, como está casada. Es ella la que debería sentir vergüenza”. Lo dice así para defender a su marido, al señor Sgarbi. No sé por qué, pero a mí esa lógica tan peculiar me ha recordado a nuestro Zapatero. Obseso que es uno.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Ha dicho "pendones"?

Anónimo dijo...

¿Ha dicho "oral"?

Anónimo dijo...

Vaya, ya le está quitando cosa a la cosa.

Estábamos tan contentos en casa pensando en que podriamos cruzar a alguno de los chicos con alguna de las herederas, emparentando de esa forma con los Sumajer y elevando nuestro caché social y ahora resulta que sigue siendo preceptivo tener algun rastro de realeza en las venas.

Si me pudiera faciitar la dirección del genealogista ese, para que le eche un vistazo a mi árbol y mantener una cierta esperanza en caso de dar positivo en el control, le quedaría muy agradecido.

Anónimo dijo...

Como está el patio, no me extraña que sigan viniendo foraneos a delinquir aquí.
Cualquier día viene ese de la lanza con Carod y le tratan mejor que a un nativo de toda la vida.
Pero ¿en qué se lo gastará Garzón?, en drogas no porque no hay nariz, ni vena que aguante ese dineral, en putas me extraña a no ser que las pague la hora al mismo precio que el cobra las de él, un misterio oiga y después alucinamos porque el "Patillas" tuviese 12.000 euros debajo del colchón.
Que la Leti tenga sangre azul tira por tierra la tesis de que nuestra monarquía era tan guay y tal.
Ostiás y al Correa le han metido en el maco en el programa anti suicidio.