Es de ver el guirigay que se ha formado con el intento de la Academia Española de modificar algunas reglas de la ortografía de nuestra lengua. Al gran sabio que es Salvador Gutiérrez Ordoñez, autor del trabajo filológico, le han llovido rayos cósmicos desde todos los cantones amotinados de las Españas. Como él mismo ha dicho con gracia “algunos han reaccionado como si quitar una tilde fuera algo parecido a cortar un dedo”.
¿Qué podemos pensar de esta labor? Pues la verdad es que uno no sabe para qué se esfuerzan los señores de la Docta Casa en tales empeños. Los chicos españoles son víctimas de las reformas y de los planes elaborados por pedagogos a la violeta y además ahora escriben solamente signos en los mensajes de correo electrónico y SMS que es el género literario que cultivan. Bastante tienen las pobrecillas criaturas con saber conjugar el verbo “haber” y con entender el jeroglífico de las palabrejas alumbradas por la alta ciencia pedagógica (los “segmentos”, las “habilidades”, las “competencias” y otras lindezas).
A ello hay que añadir que una buena porción de ellos ya no estudia el castellano sino el vasco, el gallego, el catalán, el bable, el leonés etc. Se advertirá pues que las fatigas ortográficas académicas carecen de sentido.
Mejor sería que los académicos dedicaran sus bien aparejadas entendederas a decirnos algo sobre el festival de exóticas expresiones y siglas que salpican las conversaciones de los españoles más enterados. Verbigracia ¿qué debemos pensar cuando un señor nos dice que se ha comprado un coche que lleva ESP, ABS, ASR, EDL y MSR? O que tiene “desbloqueo remoto del respaldo”. O árbol de serie para neutralizar el C02. O volante multifunción detector de fatigas ... Un amigo mío me ha preguntado hace poco si mi coche incorpora el “asistente de carril” y la radio RCD con lector MP3. Como lo he negado, solo su educación le ha impedido decirme lo que estaba pensando: que soy un soplagaitas merecedor de un soplamocos.
Pues si de la conversación automovilística pasamos a la económica, de moda por la crisis que han tenido a bien desencadenar los Bancos de nuestros pecados y desvelos, nos encontraremos con misterios lingüísticos de parecida envergadura. Un compañero de infancia, que era un muchacho encantador con el que yo intercambiaba cromos y títulos de novelas imprescindibles, hoy es un gestor de carteras y de lo que me habla es de colocarme “SWAPS y ventas PUT ”. La verdad es que solo lo intenta porque estoy determinado a no escucharle hasta saber qué piensa el estructuralismo lingüístico de este galimatías.
Hace poco acudo a un cóctel en Bruselas y oigo a un directivo, de esos empedernidos, con las pilas cargadas de dinamismo y fuerza persuasiva, que estaba “dispuesto a aprovechar las sinergias de la fusión de INFINIX Y MOLINIX para ganar continuidad operativa y autenticidad”. Ahí queda eso ...
Ahora, lo más moderno entre la gente con recursos saneados en Liechtenstein es tener una “hoja de ruta”, “conocer el escenario”, padecer “jetlag” y apostar por los “unit linked” que aseguran rentas copiosas, dios sabe a costa de qué trapacerías (las descubriremos en breve y sus costos los pagaremos entre todos; no se haga el distraído, lector, usted también).
A la vista de estas circunstancias idiomáticas ¿no les parece a nuestras lumbreras de la Lengua que procede declarar el estado de sitio y fusilar a quienes expulsan estos excrementos? Si así procedieran ya tendrían justificadas las dietas. Y recibirían la recompensa en la morada eterna.
¿Qué podemos pensar de esta labor? Pues la verdad es que uno no sabe para qué se esfuerzan los señores de la Docta Casa en tales empeños. Los chicos españoles son víctimas de las reformas y de los planes elaborados por pedagogos a la violeta y además ahora escriben solamente signos en los mensajes de correo electrónico y SMS que es el género literario que cultivan. Bastante tienen las pobrecillas criaturas con saber conjugar el verbo “haber” y con entender el jeroglífico de las palabrejas alumbradas por la alta ciencia pedagógica (los “segmentos”, las “habilidades”, las “competencias” y otras lindezas).
A ello hay que añadir que una buena porción de ellos ya no estudia el castellano sino el vasco, el gallego, el catalán, el bable, el leonés etc. Se advertirá pues que las fatigas ortográficas académicas carecen de sentido.
Mejor sería que los académicos dedicaran sus bien aparejadas entendederas a decirnos algo sobre el festival de exóticas expresiones y siglas que salpican las conversaciones de los españoles más enterados. Verbigracia ¿qué debemos pensar cuando un señor nos dice que se ha comprado un coche que lleva ESP, ABS, ASR, EDL y MSR? O que tiene “desbloqueo remoto del respaldo”. O árbol de serie para neutralizar el C02. O volante multifunción detector de fatigas ... Un amigo mío me ha preguntado hace poco si mi coche incorpora el “asistente de carril” y la radio RCD con lector MP3. Como lo he negado, solo su educación le ha impedido decirme lo que estaba pensando: que soy un soplagaitas merecedor de un soplamocos.
Pues si de la conversación automovilística pasamos a la económica, de moda por la crisis que han tenido a bien desencadenar los Bancos de nuestros pecados y desvelos, nos encontraremos con misterios lingüísticos de parecida envergadura. Un compañero de infancia, que era un muchacho encantador con el que yo intercambiaba cromos y títulos de novelas imprescindibles, hoy es un gestor de carteras y de lo que me habla es de colocarme “SWAPS y ventas PUT ”. La verdad es que solo lo intenta porque estoy determinado a no escucharle hasta saber qué piensa el estructuralismo lingüístico de este galimatías.
Hace poco acudo a un cóctel en Bruselas y oigo a un directivo, de esos empedernidos, con las pilas cargadas de dinamismo y fuerza persuasiva, que estaba “dispuesto a aprovechar las sinergias de la fusión de INFINIX Y MOLINIX para ganar continuidad operativa y autenticidad”. Ahí queda eso ...
Ahora, lo más moderno entre la gente con recursos saneados en Liechtenstein es tener una “hoja de ruta”, “conocer el escenario”, padecer “jetlag” y apostar por los “unit linked” que aseguran rentas copiosas, dios sabe a costa de qué trapacerías (las descubriremos en breve y sus costos los pagaremos entre todos; no se haga el distraído, lector, usted también).
A la vista de estas circunstancias idiomáticas ¿no les parece a nuestras lumbreras de la Lengua que procede declarar el estado de sitio y fusilar a quienes expulsan estos excrementos? Si así procedieran ya tendrían justificadas las dietas. Y recibirían la recompensa en la morada eterna.
2 comentarios:
La lengua es como todo: algo construido. Y necesariamente ha de evolucionar y cambiar. Yo siempre he pensado que el lenguaje sms pudiera de alguna manera influenciar a "lo oficial". En cualquier caso, se minusvalora el potencial de los jóvenes,... que si tienen bastante con hablar catalán, leonés...Es cierto que quiénes les preceden les imponen, obviamente. Y no sólo imponen, sino a veces determinan algunos aspectos. Pero lo jóvenes son eso jóvenes y altamente motivados y tienen la fuerza de la juventud y la adaptación. Y se les minusvalora, a veces; aunque todos deseamos tener 20 años. Yo me mezclo entre ellos en primer lugar porque no me dejaaron hacer mi vida y ando entre ellos y en segundo lugar porque por mi físico casi me confundo entre ellos; y les veo como "iguales" y veo el enorme potencial. Eso sí, quiénes les preceden, como siempre ha pasado, les condicionan y en el peor de los casos, les determinan. Tal como me pasó a mi, les pasó a ustedes y me sigue pasando a mí; que no tuve tanta suerte como otros.Cualquier resistencia será naturalmente superada, como lo fue siempre; en todos los tiempos. La ortografía y la lengua se han adaptado, siempre; como tantas otra cosas.
Querido Paco:
Hacia años que no sabía nada de tí, desde los tiempos heroicos de la Facultad de Económicas en Bilbao con Ramón Martín Mateo.
Me ha encantado tu comentario.
Un abrazo
Manfred Nolte
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