Tal vez donde había ética y política ahora ni hay más que variantes estéticas, y que me perdone la Estética. Vuelven los uniformes. O seguramente nunca se han ido. De hecho, muchos de los que más parecía que luchaban contra los uniformes de toda la vida, empezando por los uniformes militares, van rigurosamente uniformados en su vestuario y atavíos, con variantes contadas y variables bien definidas. El pañuelo palestino sustituye en muchos el alzacuello, y el pendientillo en la oreja hace las veces de los galones del sargento chusquero.
¿A usted nunca le ha pasado que, al ver en la mesa de un congreso de ciencias sociales o jurídicas a los conferenciantes alineados, ya sabe perfectamente por dónde va a ir cada uno? O cada una, ya me entienden. Como en los aviones o los autobuses, cuando en los asientos de enfrente vemos a los muy orgullosos pasajeros que se desplazan con la camiseta del Barcelona o del Real Madrid o del River o el Boca, o con un chándal adornado con el escudo del Atlético, mismamente. No hace falta fijarse en más para hacerse una idea cabal de seso del personaje. ¿Y el horterilla que se siente vanguardia de las masas con esas chanclas y las bermudas apostólicas y que se toca los rizos como si frotándolos fuera a inflamársele el marchito cacumen?
En los bipartidos bífidos, PP Y PSOE, el viaje soñado al centro se aprecia en la difuminación de la identidad indumentaria. Antes se reconocía pronto al conservador por el loden, primero, y el barbour, luego, y la gomina siempre, pero ahora se camuflan con el traje intemporal o la camisa de entretiempo, igual que los que mal se dicen socialistas se ponen la corbata de rayas para hacerse clase media y pasar por medianías. En las féminas, el traje-chaqueta ya no es monopolio de las candidatas pías y familiares y lo lucen por igual opusinas y socialdemócratas con posibles. Unos y otros se desabrochan en el mitin el botón de arriba de la camisa, como quien se depila con ocasión de la fiesta de la ofi por si acaso y para que no se diga que una no está dispuesta para lo que surja.
El último grito, que puede convertirse en aullido de licántropo, son esos alcaldes y concejales de Bildu con polos arrugados y camisetas sobre michelín y que siempre quedan en las fotos como si no supieran dónde meterse las manos, porque si las meten donde les apetece igual viene la Audiencia Nacional y les pone un interdicto.
En Asturias a Cascos lo votan los del caserío y la lonja porque le ven cráneo apropiado para la montera picona, y en Extremadura los de Izquierda Unida se desunen porque perciben efluvios de dehesa y se les pone ansia de colesterol. Impecables van siempre los del PNV e IU porque compran en boutiques extranjeras y se hacen la ilusión de que Hugo Boss podría ser delantero del Barça o diputado general de Vizcaya, que se dice Biakaia y se lee con angulas.
El mayor misterio de la vida política española de la última década es el de por qué a Zapatero le tiran todas las americanas cuando las abrocha. Me refiero a las chaquetas y al abotonarlas. Para lo otro no da. Con lo flaco que está. Y sospecho que nadie se ha preguntado por qué Zapatero no usa gafas, con lo que ha leído ese hombre y lo bien que luciría con una bifocales, para mirar a Botín de cerca y de lejos al pueblo soberano. Ahora que lo pienso, ¿por qué hay tan pocos políticos con gafas? ¿Y por qué las damas de Bildu tienen esas pantorrillas?
Un día de estos les voy a proponer, amigos lectores, que se imaginen un asunto erótico con la Cospedal y la Chacón a la vez, a ver qué sienten y cómo me lo cuentan. Ya les daré mis impresiones el día que me tome unos orujos de Valdebimbre. O, para las señoras, un menage á trois con González Pons y Pepiño. La leche, qué asco.
¿Por qué los/las votamos si no nos ponen nada? ¿O acaso lo de la erótica del poder es otra cosa? ¿Sólo disfrutan ellos?
Ya sé, ya sé. El problema es universal. Miren al Sarkozy y a la Merkel. ¿Y qué me dicen del borroso sex appeal de Durao Barroso o Van Rompuy? ¿Quién carajo va a construir Europa con esas trazas? Por cierto, y de pasada: ¿cuántos meses o años hace que no ven alguna noticia o información sobre el tal Van Rompuy? ¿Recuerdan quién era? Si, caramba, un medio volante defensivo del Standard de Lieja. Consiguió el más difícil todavía: desaparecer antes de que lo conociéramos. ¿Van qué? Van a lo que van. Y ya que estamos con lo de las apariencias o fachas: invito a unas rondas en el Húmedo leonés al que ahora mismo me diga cómo se llama la señora o señorita que se encarga de las relaciones exteriores de la UE y tal. Sí, relaciones. ¿Verdad que no se lo sabe usted? Pues ya está: Europa locuta, causa finita.
Retornemos a la apariencia de seriedad. Creo que lo que más desconcierta a los dizque anolistas (perdón, quise decir analistas) que se ocupan de las andanzas del 15-M es el desbarajuste del vestuario y la variedad del adorno. Lo mismo se ve en las fotos a un joven con crestas que a un abuelo con camisa de leñador. No me extraña que les pidan que se hagan partido y que se camuflen de burguesía vitivinícola o de alternativos homologados. Porque así, cada uno a su bola, no hay dios que los clasifique y los entienda. Porque o eres de unos o eres de otros, vamos a ver; y que se vea. ¿O no?
1 comentario:
El nombre de la "encargada" no tiene importancia; ahora bien, lo que no tiene desperdicio es la carita que dioh l'ha dao.
Salud,
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