10 diciembre, 2011

Caros banqueros

(Publicado el pasado jueves en El Mundo de León. La noticia que sirve de base puede verse aquí).

La ignorancia es atrevida y será por eso, por mi ignorancia, por lo que me pregunto qué diantre hace falta saber para ser alto directivo de un banco. No es que nos los vayamos a imaginar contando con los dedos o ayudándose con un ábaco para calcular sus balances, pero pongamos que con una carrera de Económicas bien resuelta debería servir de sobra. Si no, no sé para qué valen los estudios universitarios y desconozco cuál será el sublime secreto de la gestión bancaria, que es negocio con pinta de muy simple: más que nada, sacarle partido al dinero ajeno. Lo que pienso de esos directivos vale también para los consejeros, pero multiplicado. Si no me equivoco por completo, los consejeros son unos señores y señoras que asisten periódicamente a unas reuniones conjuntas en las que practican el fino arte de asentir y cobrar. Aunque, visto que la unión de Caja España-Caja Duero tiene más de treinta consejeros, habrá que concluir que cada uno de ellos es imprescindible y trabaja como un mulo. Informaba este periódico el otro día de que en 2010 esas reuniones han costado un millón de euros, y eso sin contar los consejos de las sociedades participadas. Será por dinero.

Hará falta una extraordinaria cualificación para llegar a gerifalte y consejero de alguna caja de ahorros, no digo que no. Pero muy mala suerte han debido de tener los que las han ido arruinando una tras otra, pese a su excelsa formación y sus sueldos magníficos. Si usted tiene una tienda o una panadería y cae los números rojos, el que se queda a dos velas y buscando empleo es usted. Pero una caja de ahorros es diferente, y aunque la mala cabeza de sus mandamases la haya llevado poco menos que a la quiebra, ellos o permanecen en sus puestos tan felices o se prejubilan pletóricos y se marchan con un millón de euretes para aliviar sus penas, como el de Caja Segovia. Será necesaria una gran preparación para llegar a uno de tales consejos, no lo niego, pero entonces que me expliquen qué han pintado y pintan tantos consejeros que no tienen más mérito conocido que el de haberse dedicado a la política de medio pelo, al sindicalismo alimenticio o al simple peloteo de los que parten el bacalao. Cirugía es lo que se echa de menos. Sin anestesia.