Pobre diablo con complejitos:
Me dirigo a ti, en tu penosa pequeñez, para ayudarte a reflexionar sobre tu condición y con el deseo de que puedas hallar la paz al aceptarte como lo que eres: una piltrafilla. Ciertamente, los de tu especie cumplís una función bien relevante en la cadena ecológica, pues alguien tiene que ocuparse de las felaciones de los jefes cuando estos están tensos, o de ejecutar por la espalda a las víctimas inocentes, cuando así lo ordena algún capo, o, simplemente, de perseguir a los más desvalidos y ensañarse con ellos, única manera en la que los ridículos os sentís grandes y poderosos durante un ratito. Pero al llamar a este blog te equivocas de puerta y, además, lo dejas todo perdido de babas.
Déjame que te cuente el porqué de esta misiva, pues hasta aquí no te habrás dado por aludido. Así, podrás ir a donde los de tu camada y comentar que qué mal hablado y cabrón el García Amado este.
La pasada semana tuve una llamada telefónica sorprendente y que acabó resultándome muy agradable. Es lo malo de tu oficio vil, que a veces acabas haciendo un favor sin proponértelo y contra tu naturaleza. Una persona bien respetable y con la que no tenía contacto desde hace años me telefoneó y, después de los saludos, me dijo lo siguiente, literalmente: el otro día, por pura casualidad, fui a parar a tu blog y me encontré con que un hijo de la gran puta había puesto un comentario ofensivo y lo había firmado con mi nombre, por lo que primero fui a la policía para ver si se podía hacer algo contra semejante suplantación y por dañar así mi honor, y ahora te llamo a ti para que, si no te parece mal, suprimas ese comentario y, ante todo, sepas que no he sido yo quien soltó semejante porquería.
Le di las gracias, le contesté que tranquilo y que bien sé cuáles son los inconvenientes de hacer un blog a cara descubierta, pues hay mucho cobarde que se ampara en el anonimato y el disimulo para hacer de sí mismo.
Nunca borro comentarios que sean críticos conmigo u ofensivos para mí. Solamente he quitado algunos que dañaban claramente a otras personas que ninguna culpa tienen de que haya tarados colgados de la red. Pero últimamente hay algún tontaina al que no le basta parapetarse tras un alias, sino que pone bajo sus esputos el nombre de otra persona y así piensa, el muy imbécil, que mata dos pájaros de un tiro. Esos, compréndelo, tengo que eliminarlos. Me refiero a los comentarios, lastimosamente.
Puede que tú, en tu inanidad, pienses que en algo me complicas la vida al poner en boca ajena frases que a mí pudieran dañarme. Te equivocas. No tengo cadáveres en el armario. Para que me entiendas mejor: cadáveres tendré, pero no en los armarios. No confundas el temor con el asco. Asco me puede dar toparme inesperadamente con gusanos, pero si los temiera sería como ellos, sería como tú.
Es una pena que tu condición te impida mostrarte y que tengas que desdoblarte de esa manera, aprovechando el anonimato o el nombre falso para dar salida a tus humores. Es tan fácil hacerte la radiografía y el diagnóstico... Apuesto a que si alguna vez nos cruzamos en algún lado, me sonríes y mueves la colita y puede que hasta me pidas un huesecillo o una pelotita para jugar. Pero de frente no vas a venir, no hay cuidado.
Sal de aquí, criatura. Para lamerte tus miserias o para exponer tu personalidad de cagarruta tienes alternativas mejores. O intenta ver qué se siente firmando con tu nombre auténtico, aunque te cueste un dineral en papel higiénico.
Ha vuelto a suceder lo de firmar un mensaje mezquino con el nombre de una persona honorable. Ya está borrado. Existen medios técnicos para ubicarte con alguna precisión y hasta para localizarte en tu covacha, pero no me apetece nada perder el tiempo así. A fin de cuentas, aunque no sepa exactamente quién eres, te conozco de sobra, pues ya he visto muchos como tú. Por eso te pido que te largues con viento fresco y sigas haciendo la esquina y cultivando con mayor rédito tu vocación. Ya sé que la crisis económica nos está poniendo en un brete, pero si bajas el precio, seguirás teniendo clientes.
Confío en que con esta misiva te baste y no haga falta tomar otras medidas. Si alguna vez quieres que hablemos, sabes donde encontrarme porque, como habrás visto, firmo con mi nombre y mis señas, no como tú.
Aquí termina nuestro díalogo y hasta aquí llegó la consideración que me mereces.
Me dirigo a ti, en tu penosa pequeñez, para ayudarte a reflexionar sobre tu condición y con el deseo de que puedas hallar la paz al aceptarte como lo que eres: una piltrafilla. Ciertamente, los de tu especie cumplís una función bien relevante en la cadena ecológica, pues alguien tiene que ocuparse de las felaciones de los jefes cuando estos están tensos, o de ejecutar por la espalda a las víctimas inocentes, cuando así lo ordena algún capo, o, simplemente, de perseguir a los más desvalidos y ensañarse con ellos, única manera en la que los ridículos os sentís grandes y poderosos durante un ratito. Pero al llamar a este blog te equivocas de puerta y, además, lo dejas todo perdido de babas.
Déjame que te cuente el porqué de esta misiva, pues hasta aquí no te habrás dado por aludido. Así, podrás ir a donde los de tu camada y comentar que qué mal hablado y cabrón el García Amado este.
La pasada semana tuve una llamada telefónica sorprendente y que acabó resultándome muy agradable. Es lo malo de tu oficio vil, que a veces acabas haciendo un favor sin proponértelo y contra tu naturaleza. Una persona bien respetable y con la que no tenía contacto desde hace años me telefoneó y, después de los saludos, me dijo lo siguiente, literalmente: el otro día, por pura casualidad, fui a parar a tu blog y me encontré con que un hijo de la gran puta había puesto un comentario ofensivo y lo había firmado con mi nombre, por lo que primero fui a la policía para ver si se podía hacer algo contra semejante suplantación y por dañar así mi honor, y ahora te llamo a ti para que, si no te parece mal, suprimas ese comentario y, ante todo, sepas que no he sido yo quien soltó semejante porquería.
Le di las gracias, le contesté que tranquilo y que bien sé cuáles son los inconvenientes de hacer un blog a cara descubierta, pues hay mucho cobarde que se ampara en el anonimato y el disimulo para hacer de sí mismo.
Nunca borro comentarios que sean críticos conmigo u ofensivos para mí. Solamente he quitado algunos que dañaban claramente a otras personas que ninguna culpa tienen de que haya tarados colgados de la red. Pero últimamente hay algún tontaina al que no le basta parapetarse tras un alias, sino que pone bajo sus esputos el nombre de otra persona y así piensa, el muy imbécil, que mata dos pájaros de un tiro. Esos, compréndelo, tengo que eliminarlos. Me refiero a los comentarios, lastimosamente.
Puede que tú, en tu inanidad, pienses que en algo me complicas la vida al poner en boca ajena frases que a mí pudieran dañarme. Te equivocas. No tengo cadáveres en el armario. Para que me entiendas mejor: cadáveres tendré, pero no en los armarios. No confundas el temor con el asco. Asco me puede dar toparme inesperadamente con gusanos, pero si los temiera sería como ellos, sería como tú.
Es una pena que tu condición te impida mostrarte y que tengas que desdoblarte de esa manera, aprovechando el anonimato o el nombre falso para dar salida a tus humores. Es tan fácil hacerte la radiografía y el diagnóstico... Apuesto a que si alguna vez nos cruzamos en algún lado, me sonríes y mueves la colita y puede que hasta me pidas un huesecillo o una pelotita para jugar. Pero de frente no vas a venir, no hay cuidado.
Sal de aquí, criatura. Para lamerte tus miserias o para exponer tu personalidad de cagarruta tienes alternativas mejores. O intenta ver qué se siente firmando con tu nombre auténtico, aunque te cueste un dineral en papel higiénico.
Ha vuelto a suceder lo de firmar un mensaje mezquino con el nombre de una persona honorable. Ya está borrado. Existen medios técnicos para ubicarte con alguna precisión y hasta para localizarte en tu covacha, pero no me apetece nada perder el tiempo así. A fin de cuentas, aunque no sepa exactamente quién eres, te conozco de sobra, pues ya he visto muchos como tú. Por eso te pido que te largues con viento fresco y sigas haciendo la esquina y cultivando con mayor rédito tu vocación. Ya sé que la crisis económica nos está poniendo en un brete, pero si bajas el precio, seguirás teniendo clientes.
Confío en que con esta misiva te baste y no haga falta tomar otras medidas. Si alguna vez quieres que hablemos, sabes donde encontrarme porque, como habrás visto, firmo con mi nombre y mis señas, no como tú.
Aquí termina nuestro díalogo y hasta aquí llegó la consideración que me mereces.
5 comentarios:
Habrá que pedir paciencia porque si pedimos fuerza...
Ni caso, no merece la pena dedicar un solo minuto a estos limitados. En caso de que insista, se denuncia y yastá.
;-)
Un cordial saludo.
Cosas de la red, pues ha sido suerte que este hombre haya leído el comentario en tu blog. Cuántas veces no nos suplantarán sin que ni siquiera nos enteremos. Esto viola un articulo constitucional derecho al honor...derecho de los amparados por el tribunal constitucional. En fin, son cosas de la red. Tb mucha gente conocida está suplantada en las redes sociales, una pena; no sé hasta que punto llega nuestra indefensión, porque muchas veces los suplantados ni se enteran.
Un aplauso.
Como dice un amigo, los riesgos del directo,
Bien por el mensaje. Veremos si el personaje sigue en las mismas.
Gracias, Juan Antonio.
Publicar un comentario