21 mayo, 2007

Escenas ejemplares

- Pepe, me tienes harta. Harta me tienes, harta.

- Qué dices, mujer. ¿Ya has vuelto a crisparte? Qué carácter, por Dios. Encima de que estás gorda como un cesto...

- Sí, tú cambia de tema y sigue con lo tuyo. Sabes perfectamente por qué digo que me tienes hasta el moño.

- No, no lo sé.

- Cínico, mentiroso, hipócrita, cobarde...

- Así es como te explicas. Muy bien. Se lo contaré a nuestros hijos.

- ¿Que les contarás qué? Mira cuéntales esto. Has vuelto a pegármela con esa zorra y esta vez os han descubierto. Tengo las pruebas.

- ¿A qué llamas tú pegártela?

- Pues a que te has acostado con ella, a que te las has follado, caray.

- Estás muy equivocada, haces caso de cualquier infundio. Eres una irresponsable por andar pensando y diciendo eso.

- Ah, ¿sí? ¿No os descubrieron encamados y no ha dicho el conserje que lleváis años viendoos cada mes en ese hotelucho de mala muerte?

- No es lo que tú piensas.

- No os encamáis, no me digas más. Habláis del tiempo y de la subida de la bolsa. De cajón, cómo no se me ocurrió.

- No follamos, si es eso lo que te interesa.

- ¿Y por qué te acuestas con ella entonces? ¿Para ver si tiene granos en el culo?

- Para estar informado, mujer.

- ¿Cómo que informado?

- Pues para saber lo que se trae entre manos, para enterarme de si ella quiere acostarse conmigo y tomar las medidas oportunas para que no ocurra tal cosa.

- Te metes en la cama con ella para enterarte de si ella quiere acostarse contigo.

- Sí, pero no follamos.

- ¿Tú no quieres?

- No.

- ¿Y ella?

- Es lo que trato de averiguar.

- ¿Y no basta con que se lo preguntes?

- No, las mujeres sois muy sibilinas.

- Y entonces te la follas para comprobar si ella quiere follar contigo, ¿me equivoco?

- Sí, te equivocas. No follamos.

- ¿Entonces cómo sabes si ella quiere follar, según tu teoría?

- Con la puntita.

- ¿La puntita, so cerdo?

- Sí, la puntita nada más.

- Y qué haces tú con tu sucia puntita, si puede saberse?

- Sólo amagar.

- ¿Y te parece poco?

- Apago la luz y no le digo ni una palabra, puedes estar tranquila.

- ¿Y ella a ti qué te hace?

- No hay ella.

- ¿Cómo que no hay ella? ¿Con qué me vas a salir ahora?

- Es él.

- ¿Él? ¿Qué él?

- Un travestido.

- ¿Y a qué te dedicas tú con un travestido en la cama, so guarro?

- A averiguar qué quiere hacerme, para estar prevenido si un día me tropiezo con uno en serio.

- ¿Y qué quiere hacerte? ¿Lo que me imagino?

- Sí.

- ¿Y tú lo dejas?

- La puntita nada más. Y con la luz apagada y en silencio, no tienes por qué preocuparte.

- No sé, no sé.

- Confía en mí, soy tu marido.

- ¿Puedo creerte?

- Claro, sabes que te soy y te seré fiel hasta la muerte.

- Me quedo un poquitín más tranquila.

- Así me gusta, detesto verte tan crispada por esas mentiras que te cuentan de mí.

- Vale. Ahora dame un caprichito. Vente a la cama un rato conmigo, Pepín.

- Ahora no puedo, tengo una cita.

- ¿Una cita? ¿Con quién?

- Tengo que seguir consiguiendo información, ése es mi deber.

- ¿Otra vez con el de la puntita?

- No, ahora son unos chavalotes de Bilbao.

- Bueno, pero no vuelvas tarde, amor.

- Claro que no. Pero, por si acaso, no hace falta que me esperes despierta.

- Vale, cielo. Que te sea leve.

CODA.- "No ha habido ningún diálogo -señaló-. Lo que es evidente, porque es la responsabilidad del Gobierno, es que hay que tener la mejor información de lo que pasa en ETA en cada momento". "Lo publicado hasta ahora es un dislate", sentenció.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jaJAJAJJAJAJA
Yo he pensado lo mismo , pero no habría podido expresarlo tan bien.
Absolutamente genial!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

La vida está llena de cosas raras; la política y la univesidad también.
Hace unos años tuve que organizar un evento para el que requerí la intervención de un técnico de audiovisuales. La univesidad me envió uno que, según me explicó nada más llegar, podía decirme lo que había que hacer (labores de asesoramiento), pero no podía hacer nada, ni aproximarse a un enchufe (ya no sería asesoramiento, tenía otra tarifa y, además, se solicitaba con un formulario diferente del que había empleado yo). Pensé que me tomaba el pelo, pero no. Esas eran sus instrucciones precisas. Para quien se las dio, tenían sentido.
Es lo que tiene partir pelos: agotado por la filigrana termina uno creyendo que la cuarta parte de un pelo ya no es tal pelo, sino algo distinto.
Saludos a todos

Juan dijo...

Soberbio, ni más claro ni mejor expresado. Esto es de manual para hacer que los burriciegos aprendan a leer y a ver lo que pasa.

¡Muy bueno!.

Achab dijo...

Señor, qué bueno.