Oye, pues ya están completas y fresquitas las comisiones para hacer titulares y catedráticos de universidad. Ajos, ajos, ajos, compre ajos al por mayor, señora. Tenemos las mejores ofertas, ristras y ristras a un precio increíble, no se lo pierda.
En mi pueblo, que sabíamos más de táctica que el mismísimo Capello, resumíamos el planteamiento de las jugadas ensayadas de la siguiente manera: tuya, mía, cabecina y gol. Se ve que nos han copiado los privilegiados y sesudos cerebelos ministeriales y rectorales. Resumamos el simpático proceso.
La Ley Orgánica 4/2007, que reforma la Ley de Universidades para evitar inconvenientes tales como que un candidato a profesor funcionario para toda la vida tuviera que exponer oralmente unos temitas o defender su ejemplar currículo cuando padecía un repentino ataque de afonía o cuando la cabeza se le quedaba en blanco por sobrecarga, dice en su artículo 57.1 lo siguiente: “El acceso a los cuerpos de funcionarios docentes universitarios mencionados en el artículo 56.1 exigirá la previa obtención de una acreditación nacional que, valorando los méritos y competencias de los aspirantes, garantice la calidad en la selección del profesorado funcionario. El Gobierno, previo informe del Consejo de Universidades, regulará el procedimiento de acreditación que, en todo caso, estará regido por los principios de publicidad, mérito y capacidad, en orden a garantizar una selección eficaz, eficiente, transparente y objetiva del profesorado funcionario, de acuerdo con los estándares internacionales evaluadores de la calidad docente e investigadora”. Así me gustan a mí los legisladores, mojándose a base de bien, garantizando potestades y derechos… del Gobierno. En cualquier caso, el objetivo queda bien señalado: vamos a garantizar “una selección eficaz, eficiente transparente y objetiva del profesorado funcionario”. Por adjetivos que no quede. Y con estándares internacionales, ahí es nada. Para “mérito y capacidad", los del legislador.
O sea, ley en mano no se sabía nada, salvo que el Gobierno iba a implementar (usemos palabras apropiadas para los tiempos que corren) un sistema la mar de guay y nada franquista. Ja. Y llegó el Gobierno y nos atizó el Real Decreto, que es el 1312/2007 (Jesús, qué mogollón de decretos; cómo trabaja esta gente). El artículo cuatro de esta norma ejemplar e internacional a tope dice que la valoración de esos méritos y capacidades de los candidatos la realizarán unas comisiones designadas por el Consejo de Universidades. ¿Cuántas comisiones? Tantas como “ramas del conocimiento” que, al parecer, son cinco. Así, así, ahorrando, que no todo va a ser comer conejo. Los de Derecho ya tenemos ahí una rama de la que colgarnos los méritos y las vergüenzas: Ciencias Sociales y Jurídicas. Dime con quien andas…
Para que no parezca que el Consejo de Universidades, benemérita institución a la que tanto debe el saber en los últimos tiempos, decide a huevo quién corta el bacalao, establece el Real Decreto que elegirá a los miembros y miembras de las comisiones a partir de unas listas que propondrá la ANECA. Los integrantes de la ANECA, como se sabe, también son elegidos conforme al principio sagrado de mérito y capacidad. La ANECA nos invitó a apuntarnos a los que teníamos algunos méritos, más o menos, y allá fuimos casi todos al grito de si tú me dices ven, lo dejo todo. Pitas, pitas, pitas. Pero muchos son los llamados y pocos los elegidos. Aparecieron hace unas semanas esas listas y, oh sorpresa, sólo estaban los que estaban, pues no íbamos a estar todos, eso ya se sabe. ¿Cómo se eligió a los que estaban? Ah, amigo, usted quiere saber demasiado. Los designios del Señor son inescrutables; o inescrotables.
Todavía andábamos rascándonos la ralas cabezas cuando, oh eficacia, oh eficiencia, el Consejo de Universidades seleccionó de entre esos elegibles. Raúl no estaba. Al que el Consejo se la dé, San Pedro se la bendiga. Pero, ojo, aviso para malpensados: el Consejo de Universidades es inmaculada instancia que designa movido nada más que por un incontenible afán de objetividad.
Ciertamente, las comisiones han quedado monísimas y ya pueden los aspirantes a la gloria universitaria dormir tranquilos; o simplemente dormir. Con la inevitable promiscuidad que el Real Decreto garantiza, cegado por nobles afanes de interdisciplinariedad, resulta que los miembros y miembras de las áreas jurídicas que tendrán que juzgar sabiamente son dos de diez, tanto en la comisión para titulares como en la de catedráticos. Ahí tendrán que departir sobre méritos de romanistas, historiadores del Derecho, civilistas, penalistas, administrativistas, etc. con expertos en Didáctica de las Ciencias Sociales, Comunicación Audiovisual y Publicidad, Didáctica y Organización Escolar y maravillas así. Pedagogos habemus. Siento un gustito aquí dentro…
Dicen que ya están también listas las listas de los asesores que, a instancia de esos comisionistas (¿o se dice comisionados?), asesorarán sobre los méritos y las capacidades de los aspirantes. No sabemos quiénes son, ni falta que nos hace, ¿verdad? Sin duda estarán seleccionados con el mismo afán de transparencia. Mire, mire que transparente es esto, ¿usted que ve? Nada. Ah, pues buena señal.
¿Que duda usted de las transparencias? So impío, tenga en cuenta que la ANECA va a publicar en su página güev los currículos de los miembros de las comisiones, para que se vea que son los mejores entre los mejores, el top (no le ponga mayúsculas a esto del top, please). Faltaría más, quién podría imaginar otra cosa.
Ahora en serio. Es muy de agradecer este esfuerzo legislativo y gubernamental en pro de la objetividad, imparcialidad, transparencia y de todo. No perdamos de vista que pudieron estipular reglas muy oscuras y sospechosas y no lo hicieron, por lo mucho que nos respetan y por su amor infinito al saber y la ciencia. Por ejemplo, podrían haber dicho que los miembros de las comisiones actuaran encapuchados, o que se reunieran en un casino, o que calificasen a los candidatos y candidatas por el ancho de cadera o por cualesquiera otros atributos también objetivos, pero un poquito menos objetivos. También podrían haber colocado en las comisiones a algunos representantes del sindicato de estibadores portuarios, por el bien de la conexión entre universidad y sociedad. Pero no, han procedido con exquisitos patrones patronales.
A mí, particularmente, lo que más me ha gustado de esta decisión del Consejo de Universidades, así como de la previa de la ANECA, es la excelente y rigurosa motivación que las acompaña. Así no hay lugar a dudas sobre intenciones y apaños, y descartado queda todo móvil torticero. ¿Acaso motiva el Papa la elección de cardenales? No. ¿Acaso Dios convocó elecciones para seleccionar al Pueblo Elegido? No. ¿Acaso Nerón designaba a los senadores por sorteo o baremando como un pringao? No. Pues por qué vamos a ser menos nosotros (o sea, ellos), dígame usted.
Y, para acabar, éste que suscribe lanza el guante y hace una oferta bien sincera: si hay un grupito de colegas de cualquier disciplina que se anime a poner un pleito por falta de motivación, arbitrariedad, oscurantismo, desviación de poder, inconstitucionalidad, discriminación y olor a caca, sé de uno que se apunta, pone sus dineros para el recurso y se cisca en quien haya que ciscarse: un servidor. Nos llamarán fachas, ya sé; pero se asume.
¿No sería más justo y equitativo que cada año se sortearan cien, doscientas o mil titularidades y otras tantas cátedras entre todos los aspirantes que pasaran un reconocimiento psiquiátrico y juraran por su powerpoint guardar fidelidad eterna a su escuela? Vendría a ser lo mismo, a fin de cuentas, pero aún más objetivo, transparente y acorde con el espíritu de Bolonia y el de los antepasados.
Para acabar, un ruego: que no se me ofenda ni se altere quien se haya visto agraciado con su jefe en la comisión. Sólo queremos socializar la suerte y organizar mejor las rifas.
En mi pueblo, que sabíamos más de táctica que el mismísimo Capello, resumíamos el planteamiento de las jugadas ensayadas de la siguiente manera: tuya, mía, cabecina y gol. Se ve que nos han copiado los privilegiados y sesudos cerebelos ministeriales y rectorales. Resumamos el simpático proceso.
La Ley Orgánica 4/2007, que reforma la Ley de Universidades para evitar inconvenientes tales como que un candidato a profesor funcionario para toda la vida tuviera que exponer oralmente unos temitas o defender su ejemplar currículo cuando padecía un repentino ataque de afonía o cuando la cabeza se le quedaba en blanco por sobrecarga, dice en su artículo 57.1 lo siguiente: “El acceso a los cuerpos de funcionarios docentes universitarios mencionados en el artículo 56.1 exigirá la previa obtención de una acreditación nacional que, valorando los méritos y competencias de los aspirantes, garantice la calidad en la selección del profesorado funcionario. El Gobierno, previo informe del Consejo de Universidades, regulará el procedimiento de acreditación que, en todo caso, estará regido por los principios de publicidad, mérito y capacidad, en orden a garantizar una selección eficaz, eficiente, transparente y objetiva del profesorado funcionario, de acuerdo con los estándares internacionales evaluadores de la calidad docente e investigadora”. Así me gustan a mí los legisladores, mojándose a base de bien, garantizando potestades y derechos… del Gobierno. En cualquier caso, el objetivo queda bien señalado: vamos a garantizar “una selección eficaz, eficiente transparente y objetiva del profesorado funcionario”. Por adjetivos que no quede. Y con estándares internacionales, ahí es nada. Para “mérito y capacidad", los del legislador.
O sea, ley en mano no se sabía nada, salvo que el Gobierno iba a implementar (usemos palabras apropiadas para los tiempos que corren) un sistema la mar de guay y nada franquista. Ja. Y llegó el Gobierno y nos atizó el Real Decreto, que es el 1312/2007 (Jesús, qué mogollón de decretos; cómo trabaja esta gente). El artículo cuatro de esta norma ejemplar e internacional a tope dice que la valoración de esos méritos y capacidades de los candidatos la realizarán unas comisiones designadas por el Consejo de Universidades. ¿Cuántas comisiones? Tantas como “ramas del conocimiento” que, al parecer, son cinco. Así, así, ahorrando, que no todo va a ser comer conejo. Los de Derecho ya tenemos ahí una rama de la que colgarnos los méritos y las vergüenzas: Ciencias Sociales y Jurídicas. Dime con quien andas…
Para que no parezca que el Consejo de Universidades, benemérita institución a la que tanto debe el saber en los últimos tiempos, decide a huevo quién corta el bacalao, establece el Real Decreto que elegirá a los miembros y miembras de las comisiones a partir de unas listas que propondrá la ANECA. Los integrantes de la ANECA, como se sabe, también son elegidos conforme al principio sagrado de mérito y capacidad. La ANECA nos invitó a apuntarnos a los que teníamos algunos méritos, más o menos, y allá fuimos casi todos al grito de si tú me dices ven, lo dejo todo. Pitas, pitas, pitas. Pero muchos son los llamados y pocos los elegidos. Aparecieron hace unas semanas esas listas y, oh sorpresa, sólo estaban los que estaban, pues no íbamos a estar todos, eso ya se sabe. ¿Cómo se eligió a los que estaban? Ah, amigo, usted quiere saber demasiado. Los designios del Señor son inescrutables; o inescrotables.
Todavía andábamos rascándonos la ralas cabezas cuando, oh eficacia, oh eficiencia, el Consejo de Universidades seleccionó de entre esos elegibles. Raúl no estaba. Al que el Consejo se la dé, San Pedro se la bendiga. Pero, ojo, aviso para malpensados: el Consejo de Universidades es inmaculada instancia que designa movido nada más que por un incontenible afán de objetividad.
Ciertamente, las comisiones han quedado monísimas y ya pueden los aspirantes a la gloria universitaria dormir tranquilos; o simplemente dormir. Con la inevitable promiscuidad que el Real Decreto garantiza, cegado por nobles afanes de interdisciplinariedad, resulta que los miembros y miembras de las áreas jurídicas que tendrán que juzgar sabiamente son dos de diez, tanto en la comisión para titulares como en la de catedráticos. Ahí tendrán que departir sobre méritos de romanistas, historiadores del Derecho, civilistas, penalistas, administrativistas, etc. con expertos en Didáctica de las Ciencias Sociales, Comunicación Audiovisual y Publicidad, Didáctica y Organización Escolar y maravillas así. Pedagogos habemus. Siento un gustito aquí dentro…
Dicen que ya están también listas las listas de los asesores que, a instancia de esos comisionistas (¿o se dice comisionados?), asesorarán sobre los méritos y las capacidades de los aspirantes. No sabemos quiénes son, ni falta que nos hace, ¿verdad? Sin duda estarán seleccionados con el mismo afán de transparencia. Mire, mire que transparente es esto, ¿usted que ve? Nada. Ah, pues buena señal.
¿Que duda usted de las transparencias? So impío, tenga en cuenta que la ANECA va a publicar en su página güev los currículos de los miembros de las comisiones, para que se vea que son los mejores entre los mejores, el top (no le ponga mayúsculas a esto del top, please). Faltaría más, quién podría imaginar otra cosa.
Ahora en serio. Es muy de agradecer este esfuerzo legislativo y gubernamental en pro de la objetividad, imparcialidad, transparencia y de todo. No perdamos de vista que pudieron estipular reglas muy oscuras y sospechosas y no lo hicieron, por lo mucho que nos respetan y por su amor infinito al saber y la ciencia. Por ejemplo, podrían haber dicho que los miembros de las comisiones actuaran encapuchados, o que se reunieran en un casino, o que calificasen a los candidatos y candidatas por el ancho de cadera o por cualesquiera otros atributos también objetivos, pero un poquito menos objetivos. También podrían haber colocado en las comisiones a algunos representantes del sindicato de estibadores portuarios, por el bien de la conexión entre universidad y sociedad. Pero no, han procedido con exquisitos patrones patronales.
A mí, particularmente, lo que más me ha gustado de esta decisión del Consejo de Universidades, así como de la previa de la ANECA, es la excelente y rigurosa motivación que las acompaña. Así no hay lugar a dudas sobre intenciones y apaños, y descartado queda todo móvil torticero. ¿Acaso motiva el Papa la elección de cardenales? No. ¿Acaso Dios convocó elecciones para seleccionar al Pueblo Elegido? No. ¿Acaso Nerón designaba a los senadores por sorteo o baremando como un pringao? No. Pues por qué vamos a ser menos nosotros (o sea, ellos), dígame usted.
Y, para acabar, éste que suscribe lanza el guante y hace una oferta bien sincera: si hay un grupito de colegas de cualquier disciplina que se anime a poner un pleito por falta de motivación, arbitrariedad, oscurantismo, desviación de poder, inconstitucionalidad, discriminación y olor a caca, sé de uno que se apunta, pone sus dineros para el recurso y se cisca en quien haya que ciscarse: un servidor. Nos llamarán fachas, ya sé; pero se asume.
¿No sería más justo y equitativo que cada año se sortearan cien, doscientas o mil titularidades y otras tantas cátedras entre todos los aspirantes que pasaran un reconocimiento psiquiátrico y juraran por su powerpoint guardar fidelidad eterna a su escuela? Vendría a ser lo mismo, a fin de cuentas, pero aún más objetivo, transparente y acorde con el espíritu de Bolonia y el de los antepasados.
Para acabar, un ruego: que no se me ofenda ni se altere quien se haya visto agraciado con su jefe en la comisión. Sólo queremos socializar la suerte y organizar mejor las rifas.
3 comentarios:
El chiste es aún mejor, si tienes la mala suerte de encontrarte con alguno de los que están cerca de la ANECA y te dice que la primera selección se hizo a través de un "algoritmo" matemático. Yo, que soy de letras, pensé que lo de matemático era una redundancia y que lo de algoritmo un camelo; pero no. El RAE nos dice que algoritmo es un "Conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema". Seguro que el algoritmo existió, aunque lo de "matemático" lo debió interpretar uno de letras como yo; y el conjunto ordenado de operaciones, uno de los muchos ideólogos (en la quinta acepción no nata otra vez del RAE: "Persona que, entregada a unos ideales, modifica la realidad para su sagrado provecho")que pululan por los órganos, los organismos y las PDAs que pagamos todos, para implementar la objetividad (ja-ja-ja-ja).
No-no-no-no-no
Que la selección la hicieron "con algo de ritmo", más "temático".
¿Con un fondo de reggaetón, quizá?
Yo no voy a plantear ningún recurso, solo dejo constancia aquí. Si esta vez no me habilitan, te juro que todo el circo que se montó en la habilitación de la carlos III (por cierto que algunos de los elegidos fueron nombrados titulares en el boe del día de los inocentes!!!) abandona la docencia universitaria pero con los pies por delante.
Felices fiestas
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