19 enero, 2008

Generalizando

Hay un cliché de los debates o un vicio del razonamiento que cada día me desespera más y me pone más nervioso. Me refiero al “no generalices”. Me acaba de ocurrir en un contexto bien curioso, que demuestra los riesgos de tener un blog y de usarlo para cosa distinta de decir que todo el mundo es bueno o para escribir pendejadas pseudopoéticas o vaciedades de intectualoide escocido.
A raíz de aquel post de noviembre titulado “Ay, Colombia”, me han mandado a freír churros unos cuantos nativos de ese querido país que se decían amigos y hasta admiradores de mi mala leche. También me escriben ahora de allá para comunicarme que me retiran la invitación para un congreso al que iba a ir de ponente dentro de una temporada. No pasa nada, se asume y se esperaba. No está uno ya para tanto viaje y de amigos aún sobra la mitad de los pocos que quedan. No ha llegado uno a esta edad provecta para descubrir que su misión en este mundo es sobarles el lomo a los más chorras ni hacer de mamporrero de este o aquel espíritu del pueblaco (Villorriogeist). El que quiera que le den gusto y le echen piropos, que pague, que están los periódicos llenos de anuncios ofreciendo esmeradísimos servicios por cuatro euros de nada.
Lo que me saca de quicio es otra cosa: que quienes se mosquean me digan que es porque generalizo. Así que vamos a hablar otra vez de las generalizaciones. Parece que no entendemos esa herramienta que continuamente usamos al hablar y, sobre todo, me temo que hay mucha ley del embudo en lo de molestarse con las generalizaciones.
Un juicio general o generalización tiene la forma “los x son y”, donde “y” suele ser un calificativo. “Los asturianos son fanfarrones”, “Los españoles son vehementes”, “Los italianos son ligones”, “La comida francesa es rica”, “El derecho nazi era injusto”…, son ejemplos de tales generalizaciones. Las usamos constantemente en nuestra comunicación y sería muy difícil hablar y entenderse si no las empleáramos. ¿Qué significan? Desde luego, no significan “Todos los x son y”, salvo que por otros indicios o afirmaciones resulte muy evidente que ésa es la intención del hablante o salvo que por razones puramente lógicas o conceptuales no pueda ser de otra manera (ejemplo: “Los de Madrid son madrileños”, “Los que no tienen brazos son mancos”…).
Normalmente nos entendemos perfectísimamente al “generalizar", pues en el contexto de la conversación va de suyo que se alude a una mayoría, un promedio o una frecuencia. Cuando afirmamos “Las mujeres gallegas son dulces” (cosa que creo que se puede sostener fundadamente) queremos decir que la mayoría lo son o que hay un mayor índice de mujeres dulces en Galicia que en otros lugares. Por eso dicha afirmación no es propiamente contradicha si alguien contraargumenta que él conoce una gallega que es más tiesa y arisca que un coronel de la guardia civil. De la misma manera, si alguien sostiene que “Los españoles son muy machistas”, no trata de decir que todos y cada uno de los españoles sean machistas, por lo que no viene a cuento que uno salte y se ponga a vocear “Pues yo no lo soy, pues yo no lo soy”. De usted en particular nada se dice con aquella afirmación general, así que métase su yo ahí donde suele guardarlo, so capullo. Afirmar excepciones frente a un enunciado que en modo alguno las excluye es una manera de dislocar un debate.
La manera adecuada de contradecir una generalización como las que estamos viendo es mostrar que es falsa la hipótesis estadística o el dato sociológico que está en su base: acreditar que no hay mayor proporción de mujeres dulces en Galicia que en otro lado o que no es cierto que sean más frecuentes las actitudes machistas entre los varones españoles que en los de otras partes.
Hasta aquí estamos hablando de una frecuente patología de la comunicación, de malentendidos. Pero lo que me cabrea es la ley del embudo que suele aplicar el que, indignado, te dice eso de “mecagoentusmuertos, no generalices”. Pon que sea asturiano ése que de tal guisa se mosquea. Ese mosqueo nunca va a ser propiamente porque tú hayas hecho un juicio general así, no se va a deber a que piense que no es verdad que “Los x son y”. Si “y” tiene un sentido positivo, agradable, gratificante, y ese sujeto es un “x”, nunca te va a decir, “Oye, no generalices”. Por ejemplo, ante un asturiano más feo que Picio, tú afirmas que “Los asturianos son muy guapos” y él jamás te va a contestar “No generalices, que yo soy asturiano y soy más feo que un demonio”. En ese caso, no tiene el sujeto ningún interés en hacer valer que hay excepciones, a fin de incluirse él en una de ellas. En cambio, si tú afirmas “Los asturianos son unos chulos lamentables”, tu interlocutor asturiano posiblemente va a saltarte con que “Oye, cuidadito, que hay excepciones”. Y eso aunque él sea un chulo de libro.
Así que mucho me temo que el problema no está en las generalizaciones en sí, sino en que cada quisque quiere que le digan cosas bonitas a él. Tú puedes decirle a un colombiano, pongamos por caso, “Todos los colombianos, menos tú y exactamente otros dos (que posiblemente son parientes tuyos) son unos cabrones”. Te mirará comprensivo y te contestará: “Tristemente así es, tienes mucha razón, no se puede negar”. En cambio, si tu has afirmado meramente que “Los colombianos son cabrones”, te replicará que no generalices y que vayas a hacer ponencias a casa de tu p. madre. Y esto que en el ejemplo le pasaría a un colombiano, sucedería igual con españoles, asturianos, gijoneses, argentinos o curas, da igual. Es una tendencia general; que, naturalmente, tiene excepciones.

6 comentarios:

Luis dijo...

Bueno, es que ls cuestión no está tanto en generalizar o no, como que el adjetivo empleado al generalizar responda a la realidad del grupo sobre el que uno generaliza. Conozco a muchas gallegas y no son tan dulces; sólo lo parecen. Ahí radica en realidad el problema!

Anónimo dijo...

Siempre he pensado que los de "purahí", es gente pelín radical y de mente cerrada. Así les va, claro.
¡Huy! ¿Estoy generalizando?

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Este problema de las generalizaciones, ocurrio hace un par de años en su clase (y supongo que siga ocurriendo), cada provocación que usted alentaba para que nosostros "saltásemos" y debatiéramos para esprimir nuestros novatos sesos... Provocaba lo contrario, la mala leche! y la indignación y la dejadez en su clase, yo siempre pensaba "...el que se pica ajos come...", creo que muy pocos nos dimos cuenta de lo que realmente quería hacer y decir... Un saludo!

Anónimo dijo...

Espero que la retirada de la invitación al congreso no sea un indicativo del nivel de la ciencia jurídica en Colombia.Paciencia y barajar.

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

Quizá haya que decir lo que dicen que dijo Churchill cuando le preguntaron qué le parecían los franceses y respondió: "No los conozco a todos".

Anónimo dijo...

Soy colombiano y para mi fortuna lo escuche una vez y considero que en su articulo de Ay Colombia tierra querida, dijo toda la verdad, mucha verdad, de nuestros hombres,nuestras mujeres, nuestros juristas, nuestras juristas. lo que pasa es que en mi pais todavia hay mucho resentido envidioso y por ello se dieron a la tarea de ponerle sancadilla, de que no lo invitaran mas para escucharle lo que los juristas colombianos no son capaces de hacer por la hipocresia que se maneja, no estoy generalizando, y eso si que es grave porque no hay cultura ni jurídica ni de ota indole para llevar los debates con rectitud y altura, solo con bajezas como esa se pretende callar a un excelente jurista, pero García Amado, no te dejes, por lo menos ya cuentas con el apoyo de un colombiano.