18 agosto, 2008

Poemilla

Podrá el lugar ser éste o cualquier otro,
los árboles idénticos
que mece el viento,
los ubicuos gorriones,
esas nubes panzudas,
acelerados pasos
de individuos fungibles,
pensamientos perdiéndose
por sumideros.
Se adivinan esquivos los destinos,
cometas a su aire o vilanos.
Hinchada de tormenta está la tarde,
una tormenta más, igual que otras,
puesto que esta ciudad
podría ser cualquiera.
Que yo me encuentre aquí,
que me guíen propósitos y cálculos,
que alguien haya tejido horas,
cuadrado citas,
desbrozado agendas:
puro azar.
Comparecen también
puntuales las mareas,
los vientos, las corrientes,
los cuerpos celestes,
o los nuestros en su fugaz delirio.
De la misma manera que circula
la sangre en las venas
o que el loco repite
su canción.

1 comentario:

Rafael Arenas García dijo...

Thou wast not born for death, immortal Bird!
No hungry generations tread thee down;
The voice I hear this passing night was heard
In ancient days by emperor and clown:
Perhaps the self-same song that found a path
Through the sad heart of Ruth, when, sick for home,
She stood in tears amid the alien corn;
The same that oft-times hath
Charm’d magic casements, opening on the foam
Of perilous seas, in faery lands forlorn.


La razón nos dice que no somos más que un fragmento ¿nos lo dice también el corazón?

Sí que hay que esperar para disfrutar de tus poemas...