25 de septiembre de 2030. El País Semanal.
En los próximos días aparecerá la sentencia del Tribunal Supremo que se espera con inusitada expectación. El asunto, la posible demolición de la catedral de León. ¿El motivo? La demanda presentada hace años por la asociación islámica Un Sólo Dios Verdadero. Las alegaciones de los demandantes se resumen en que su sensibilidad religiosa resulta gravemente herida cuando, al circular por el casco antiguo de León, se ven obligados a contemplar la catedral, ese símbolo de una fe que no comparten, que ha sido durante tantos siglos opresora de las libertades, y muy en particular de la libertad religiosa, y que, ante todo, representa un monumento a una divinidad que no tienen por suprema o por verdadera.
Todo comenzó hace ya algunas décadas, cuando numerosos musulmanes exigieron la retirada de crucifijos de los edificios públicos españoles, tales como escuelas u hospitales. En ese momento, muchos de los intelectuales que daban abundantes conferencias sobre multiculturalismo y lo que se tercie apoyaron tales pretensiones, pero no aduciendo que en un Estado no confesional tales imágenes tenían difícil encaje, sino apelando a la sensibilidad delicada de las minorías culturales y religiosas. Fue la misma época en la que los mismos intelectuales orgánicos de su propia conferencia manifestaron también su total rechazo a unas caricaturas de Mahoma que se habían publicado en un periódico danés, pues, decían, dichas caricaturas atentaban contra los sentimientos de quienes abrazan la fe del Islam y tienen perfecto derecho a que los símbolos de su credo sean respetados por todos y no resulten puestos en cuestión por nadie.
Por entonces hubo algún cristiano que solicitó que en las escuelas públicas de Arabia Saudí se retirasen los símbolos religiosos, pero fue ahorcado por impío antes de llegar a los tribunales. Tanto el gobierno Saudí como la autoridad religiosa saudí como los tribunales saudíes, que son los mismos, puesto que la separación de poderes es un asqueroso invento occidental y marica, expresaron con contundencia su razón: si el Estado saudí es confesional, como ha de serlo cualquier Estado decente, a qué viene andar pidiendo que se recojan los emblemas de la verdadera fe. Aquellos intelectuales españoles encontraron básicamente correcto el argumento. Si España ha sido confesional durante el franquismo, por qué no han de serlo también los países árabes cuando les dé la gana, afirmaban. Incluso fue demandado por islamófobo un señor de Cuenca que un día protestó en la calle a voces porque en Irán habían ahorcado a un homosexual por ser homosexual. “Parece mentira que, con nuestro turbulento pasado y cuando aún no hemos pagado a esos pobres países árabes una indemnización por las Cruzadas, pueda haber españoles que todavía cuestionen las señas de identidad básicas de esas culturas”, declaró en 2011 a la Agencia EFE Francisco de Marcos, catedrático de Metafísica de la Universidad de Barcelona.
Pero, ahora, con el asunto de la catedral de León las opiniones están mucho más divididas. Ya no es que una mayoría silenciosa piense que mecagoentossusmuertos pero no diga nada, sino que los propios intelectuales que pueden hacer oír su voz en los periódicos y las revistas de pensamiento no se ponen de acuerdo. Unos se expresan a favor de la demolición, si bien proponen salvar las famosas vidrieras y donárselas a alguna asociación de maridos saudíes, mientras que otros plantean esconder la Pulchra Leonina bajo un gran toldo, a fin de que los musulmanes que paseen por León con su chilaba o las musulmanas que pasen con su velo no se sientan incomodados por esa obscena representación de la fe enemiga. Además, de ese modo los fieles católicos podrían seguir asistiendo a misas en la catedral los domingos, previa autorización de la Delegación del Gobierno y con estricto control de sus identidades por la policía nacional.
Lo que vaya a decidir el Supremo sigue resultando a día de hoy muy incierto. No se ve cómo puede la Sala llegar a una decisión por mayoría, dado que los magistrados de cuota islámica se muestran favorables a la demolición, las magistradas de cuota femenina están divididas entre la idea de demoler sólo el altar y la de derribar la catedral entera y levantar en su lugar un monumento a las esposas maltratadas en España, los magistrados propuestos por la sección del PP el CGPJ son partidarios de dejar la catedral como está pero organizar una novena por las almas de los infieles con turbante y los magistrados del PSOE prefieren conservar algún trozo de la catedral pero alzar en él una escultura en recuerdo de los abuelos de León asesinados por las tropas de Franco. Desde su retiro en las costas de Venezuela, el expresidente Rodríguez Zapatero ha declarado que lo peor ya ha pasado y que el problema se puede resolver con el esfuerzo de todos. Mientras, en la Conferencia Episcopal española la propuesta de que los obispos se pusieran en huelga de hambre fue rechazada por unanimidad porque no estamos en época de vigilia ni nada y no se quiere que la Iglesia pierda peso.
En los próximos días aparecerá la sentencia del Tribunal Supremo que se espera con inusitada expectación. El asunto, la posible demolición de la catedral de León. ¿El motivo? La demanda presentada hace años por la asociación islámica Un Sólo Dios Verdadero. Las alegaciones de los demandantes se resumen en que su sensibilidad religiosa resulta gravemente herida cuando, al circular por el casco antiguo de León, se ven obligados a contemplar la catedral, ese símbolo de una fe que no comparten, que ha sido durante tantos siglos opresora de las libertades, y muy en particular de la libertad religiosa, y que, ante todo, representa un monumento a una divinidad que no tienen por suprema o por verdadera.
Todo comenzó hace ya algunas décadas, cuando numerosos musulmanes exigieron la retirada de crucifijos de los edificios públicos españoles, tales como escuelas u hospitales. En ese momento, muchos de los intelectuales que daban abundantes conferencias sobre multiculturalismo y lo que se tercie apoyaron tales pretensiones, pero no aduciendo que en un Estado no confesional tales imágenes tenían difícil encaje, sino apelando a la sensibilidad delicada de las minorías culturales y religiosas. Fue la misma época en la que los mismos intelectuales orgánicos de su propia conferencia manifestaron también su total rechazo a unas caricaturas de Mahoma que se habían publicado en un periódico danés, pues, decían, dichas caricaturas atentaban contra los sentimientos de quienes abrazan la fe del Islam y tienen perfecto derecho a que los símbolos de su credo sean respetados por todos y no resulten puestos en cuestión por nadie.
Por entonces hubo algún cristiano que solicitó que en las escuelas públicas de Arabia Saudí se retirasen los símbolos religiosos, pero fue ahorcado por impío antes de llegar a los tribunales. Tanto el gobierno Saudí como la autoridad religiosa saudí como los tribunales saudíes, que son los mismos, puesto que la separación de poderes es un asqueroso invento occidental y marica, expresaron con contundencia su razón: si el Estado saudí es confesional, como ha de serlo cualquier Estado decente, a qué viene andar pidiendo que se recojan los emblemas de la verdadera fe. Aquellos intelectuales españoles encontraron básicamente correcto el argumento. Si España ha sido confesional durante el franquismo, por qué no han de serlo también los países árabes cuando les dé la gana, afirmaban. Incluso fue demandado por islamófobo un señor de Cuenca que un día protestó en la calle a voces porque en Irán habían ahorcado a un homosexual por ser homosexual. “Parece mentira que, con nuestro turbulento pasado y cuando aún no hemos pagado a esos pobres países árabes una indemnización por las Cruzadas, pueda haber españoles que todavía cuestionen las señas de identidad básicas de esas culturas”, declaró en 2011 a la Agencia EFE Francisco de Marcos, catedrático de Metafísica de la Universidad de Barcelona.
Pero, ahora, con el asunto de la catedral de León las opiniones están mucho más divididas. Ya no es que una mayoría silenciosa piense que mecagoentossusmuertos pero no diga nada, sino que los propios intelectuales que pueden hacer oír su voz en los periódicos y las revistas de pensamiento no se ponen de acuerdo. Unos se expresan a favor de la demolición, si bien proponen salvar las famosas vidrieras y donárselas a alguna asociación de maridos saudíes, mientras que otros plantean esconder la Pulchra Leonina bajo un gran toldo, a fin de que los musulmanes que paseen por León con su chilaba o las musulmanas que pasen con su velo no se sientan incomodados por esa obscena representación de la fe enemiga. Además, de ese modo los fieles católicos podrían seguir asistiendo a misas en la catedral los domingos, previa autorización de la Delegación del Gobierno y con estricto control de sus identidades por la policía nacional.
Lo que vaya a decidir el Supremo sigue resultando a día de hoy muy incierto. No se ve cómo puede la Sala llegar a una decisión por mayoría, dado que los magistrados de cuota islámica se muestran favorables a la demolición, las magistradas de cuota femenina están divididas entre la idea de demoler sólo el altar y la de derribar la catedral entera y levantar en su lugar un monumento a las esposas maltratadas en España, los magistrados propuestos por la sección del PP el CGPJ son partidarios de dejar la catedral como está pero organizar una novena por las almas de los infieles con turbante y los magistrados del PSOE prefieren conservar algún trozo de la catedral pero alzar en él una escultura en recuerdo de los abuelos de León asesinados por las tropas de Franco. Desde su retiro en las costas de Venezuela, el expresidente Rodríguez Zapatero ha declarado que lo peor ya ha pasado y que el problema se puede resolver con el esfuerzo de todos. Mientras, en la Conferencia Episcopal española la propuesta de que los obispos se pusieran en huelga de hambre fue rechazada por unanimidad porque no estamos en época de vigilia ni nada y no se quiere que la Iglesia pierda peso.
Un alto responsable del Cabildo de la Catedral ha declarado hace poco que lo que en realidad les preocupa es que el asunto pueda llegar al Tribunal Constitucional pues, en ese caso, es de temer que la catedral se caiga por sí sola antes de que el litigio se resuelva en sus términos jurídicos. El Secretario Técnico de TC ha emitido una nota en la que se disculpa porque él no puede hacer nada mientras no se renueven las doce plazas vacantes por la lamentable muerte de todos los magistrados anteriores. Precisamente, los grandes partidos han decidido no proponer nuevos magistrados para ese órgano vacío mientras no se haya solventado adecuadamente ese problema de la catedral. "En cuanto no esté pendiente la decisión de ese asunto, propondremos a los nuevos integrantes el Tribunal para que puedan decidirlo", han dicho en rueda de prensa conjunta los secretarios generales del PP y del PSOE la pasada semana.
Varios promotores inmobiliarios de León se han puesto en contacto con la Delegación del Gobierno para hacerse con las piedras de la catedral en caso de que sea finalmente derruida, a fin de usarlas para la construcción de una nueva mezquita en los terrenos que en tiempos fueron del campus universitario leonés.
2 comentarios:
¡Malditos intelectualoides hipócritas! ¡Estar en contra de los símbolos católicos en escuelas públicas es lo mismo que querer demoler catedrales!
¡Estar en contra de que los centros de poder político porten simbología de una religión es, sin duda, síntoma de ser un quintacolumnista del Islam!
¡Pretender la separación de Iglesia y Estado es propio de intelectuales gilipollas, y lo hacen por jodernos a los demás y por hincarse ante el Islam! Porque ¡claro!, con el Islam, con los Mormones y con los Adventistas del Séptimo Día no se meten. ¡Hipócritas! ¡Malditos titiriteros!
Claaaaaaro, claaaaaro.
(Imagínense que un gabacho, un belga o un danés intentan entender estas cositas nuestras tan hispanas. Esto y lo del toro embolao...).
Si la catedral mayoritaria molesta a una minoría se puede, como explicas, cuestionas incluso que se tire o no.
Si una mezquita minoritaria molesta a una mayoría, la simple idea de no querer verla no puede pasar por tu cabeza y si pasa, no puede llegar a la boca, que serás objeto de crítica y censura.
Supongo, que mientras todos tenemos derecho a procesar o no la religión que más nos apetezca, debemos tener la obligación de respetar el resto de religiones y símbolos, independientemente de que nos gusten más o menos.
Estos son los problemas de haber salido de un día para otro de una época de censura y represión dura, que ahora se actua radicalmente en contra de todos los ideales que defendía el "opresor", aunque estos en otras sociedades o moralmente sean totalmente justos y válidos. Así con todos los colectivos minoritarios, como homosexuales, musulmanes, etc. prevalecen sobre los ideales más tradicionales de este país, como por ejemplo el ser cristiano, o la familia tradicional.
Con lo fácil que es vivir en una sociedad rica en cultura, donde se pueda elegir lo que uno crea que más le convenga o ayude y pueda opinar respetuosamente sobre todo. Pero no, aquí en España somos así de gañanes y encima como te salgas de las líneas generales, palo.
Lo peor de todo es que la gente no es autocrítica y no cuestiona esta forma de pensar, que está tan extendida que se toma por estilo de vida natural, cuando no hay más que ver a nuestros vecinos Europeos, en donde conviven diferentes culturas y pensamientos. Además aquí se educa desde pequeño para acatar esas ideas y censurar al que opine diferente, e incluso atacar contra su dignidad, con expresiones como retrógrado o facha.
Qué casualidad que cada vez estemos más a la cola de Europa, y que además tengamos un gobierno de ideología muy acorde al pensamiento social del país y muy desacorde al pensamiento del resto de la unión Europea. Será que sólo nosotros tenemos la razón y el resto se equivoca.
Si es que no se puede tener la mente tan cerrada...
P.D.: Un blog muy interesante el tuyo, te seguiré leyendo!
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