28 febrero, 2009

Nuevo título universitario: "Dinámicas del coito"

Según mis últimas noticias, la ANECA va a proponer a las universidades españolas un nuevo título universitario que provisionalmente se denomina “Sexo transversal y dinámicas del coito”. Se pretende que se imparta como postgrado y que esté abierto a los diplomados en Derecho, Económicas, Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Biotecnología, Lenguas de todo tipo, Física, Relaciones Laborales y Geografía.
En el borrador de memoria, elaborada por un comité de expertos presidido por un ingeniero agrónomo catalán, el doctor don Albert Pi y Somier, se dice que “la cultura de los derechos humanos no puede dejar de lado lo que de humano y de derecho tiene el sexo, auténtico eje transversal en el que cuerpo y espíritu se interpenetran en dialéctica amalgama que rompe, al tiempo, la separación constitutiva entre individuos tomados como mónadas y configura el ente social en transcendente plenitud, ahormando las costumbres en un entramado de reglas siempre provisionales y siempre superadas por nuevos ritos y nuevos hitos”. Aclarado así el fundamento último de la empresa, se pasa en dicha memoria a señalar que “la perspectiva de género, tan en boga, precisa el complemento de un género en perspectiva, bajo un enfoque plural y pluralista que descosifique como si tal cosa la fusión carnal, entendida como encuentro en la diversidad y diversidad de los encuentros. En el abrazo íntimo la identidad de los individuos implicados se desidentifica al identificarse con el otro y se entona con nuevos tonos a tono con las tonalidades del sujeto cognoscente que se desconoce en el encuentro con el conocido”.
Luego se mencionan, en apretada síntesis, los antecedentes doctrinales que vienen al caso: “El amor como idea y como ideal, tan presente en el idealismo platónico, descubre a su contraparte física en la mismísima caverna, donde Aristóteles supo de ver un zoon politicon que es un zoon sexon que funda la comunidad social haciendo de la necesidad virtud. La ataraxia de los estoicos puede ser leída como trasunto de la tristitia post coitum y el retirarse del sabio cabe de entenderlo como placentero abatimiento del sujeto ahíto. La república agustiniana deja de ser una banda de ladrones cuando la voluntad se de vuelve voluptuosa y los individuos se abandonan al empuje del más natural de los derechos naturales. Mientras que la Escolástica se esforzó en oposición a los planteamientos contra natura, el racionalismo ilustrado trató de que nuestra naturaleza polimorfa entrara en razón para que el de hacer no se hiciera sin pensar. El positivismo científico moderno contribuyó a poner de relieve el componente físico-causal de la empresa erótica, mientras que la metafísica hegeliana insistía en que madre no hay más que una, llámese sociedad civil o Estado ético, y Kant desconocía el verdadero imperativo categórico del animal humano. El método fenomenológico husserliano sirvió para de poner en claro que poca cosa es la cosa cuando se reduce a su esencia, si bien la llamada rehabilitación de la razón práctica volvió a insistir en que la única práctica que merece la pena es la práctica razonablemente rehabilitada. Con las éticas comunicativas de corte habermasiano y apeliano se propone un modelo de práctica sexual dialogante y se insiste en que conviene hablarlo, frente al patrón silente hasta entonces imperante. En el plano jurídico-político, las doctrinas neoconstitucionalistas explican que, de resultas del poderío del poder constituyente, la Constitución está preñada de principios que nos avalan y nos embalan, como el de libre desarrollo de la personalidad y el de dignidad del ser yacente, amén de otros de carácter menos sustancial y más procedimental, como el de non bis in idem y el de presunción de inocencia”.
Seguidamente en el referido documento se enumeran, según los esquemas al uso, las habilidades, destrezas y competencias que el estudiante ha de adquirir. Entre las competencias se menciona la competencia sexual, base indubitada de toda sexualidad competente. Como destreza se insiste en la destreza sexual, de la que se dice que “no ha de ser entendida como patrimonio exclusivo de los diestros”, pues cabe con ambas manos y dependiendo de las circunstancias contextuales y de las coyunturas inmanentes. En cuanto a las habilidades, se destaca la habilidad sexual, distinguiendo entre sexo habilidoso y sexo hábil y primando este segundo por ser mejor y más completa expresión de una personalidad integral y mejor integrada.
El lo que se refiere a la organización de las enseñanzas, la opción por el sistema de créditos ECTS deja al alumno el necesario margen para el trabajo personal debidamente computado, frente a la dinámica pasiva y meramente contemplativa que aquejaba a las enseñanzas tradicionales, especialmente en lo que tiene que ver con la clase magistral asignada a maestros con escasa maestría y excesivamente dados a la oralidad. También se insiste en la conveniencia de que las tutorías sean auténticamente personalizadas y en que tutores y pupilos se tomen su tiempo, a fin de evitar los sinsabores de un tránsito frío y precoz por los despachos.
El programa concreto de la materia se deja a la decisión de las universidades, en ejercicio de su autonomía, limitándose el documento oficial a sugerir algunos ítems temáticos de muy conveniente asunción. Entre ellos, los siguientes: “El sexo como turbación y más”, “El sexo en grupo como coitocircuito”, “Sexo estético y sexo dinámico”, “Estiramientos y apósitos”, “De la química del estímulo al estímulo químico”, “Jaquecas y pretextos”, “Estrategias depilatorias”, “Cuando el otro tiene lo mismo que tú: recursos y recovecos”, “Derechos de los animales”, “El sexo en la patrística y en la matrística”, “Sexo no deseado y sexo sin matrimonio”, “Sexo fortuito y otros juegos de azar”, “Sexo por un tubo: los peligros de las nuevas tecnologías”, “Patologías sexuales I: el sexo con el jefe”, “Patologías sexuales II: el sexo con la jefa”, “Patologías sexuales III: sexo y política”, “Patologías sexuales IV: el sexo de los sábados”, “Patologías sexuales V: el cilicio no es solución”, “Patologías sexuales VI: por qué te vas”, Patologías sexuales VII: cuándo llegas”, Patologías sexuales VIII: fantasías con la pareja propia”.
Se espera que pronto se pronuncie la CRUE, que por el momento está más pendiente del botín y de las ayudas del Banco de Santander para la implantación de los nuevos títulos de la enseñanza pública. La ministra, señora Garmendia, ha vuelto a declarar, esta vez a este propósito, que Bolonia anda imparable y que este título es un importante paso en el acelerado proceso de modernización de nuestras universidades, que están que se salen.
Por ahora, la única universidad que ha manifestado su inequívoco propósito de implantar estas enseñanzas es la Universidad Juana la Loca, universidad privada de reciente constitución y que destaca por sus modernas instalaciones en Jarandilla de la Vega y por su buen trato a las blancas.
Si non è vero...

Un poquillo de vanidad

Permítaseme que me ponga hoy un poquito vanidoso.
José María Ruís Soroa es persona a la que leo, admiro y aprecio. Nos conocimos personalmente el pasado verano en la Menéndez Pelayo, convocados por amigo común.
Así que me pone orgulloso verme citado en artículo suyo en El Correo y, además, comprobar que estamos sustancialmente de acuerdo al criticar los excesos punitivos que ponen a las víctimas como coartada.
Vean aquí o aquí el escrito de Ruís Soroa. De paso, no le pierdan la pista, si es que no lo siguen ya.

27 febrero, 2009

Bolonia y las huelgas

(Publicado esta semana en Gaceta Universitaria)
El Sindicato de Estudiantes ha convocado para el 4 de marzo una nueva huelga contra Bolonia. Vaya por delante el derecho de cada sindicato o grupo a protestar por lo que mejor le parezca y a hacerlo desde sus convicciones. También entre las huelgas generales las hay como huelgas políticas o contra el sistema establecido y como huelgas contra medidas concretas. Pero parece claro que una huelga puede tener tanto más éxito cuanto más abarcadoras y comunes sean las razones con que se justifique.
En el documento de convocatoria de tal Sindicato leemos, entre otras cosas, alabanzas a las pasadas acciones de los estudiante griegos como forma de sacar a la luz “todas las injusticias opresión y represión que sufre la juventud y la clase trabajadora en Grecia”, y se afirma que la juventud no puede tener un futuro digno bajo el capitalismo. Por su parte, un “padre de la patria” sentenciaba el domingo 14 en El País que afirmaciones como la de que se trata de privatizar la enseñanza universitaria son falsedades que “calan en algunos sectores del alumnado y favorecen posiciones radicales de grupos antisistema”, y se refería a “personas infiltradas en el movimiento, que tienen intereses ajenos a los universitarios para crear el desorden y descalificar al sistema”. Vieja táctica.
Un asunto tan importante puede desembocar en puro diálogo de sordos y cabe que, entre tales polos, los estudiantes acaben decidiendo en función de razones que no sean datos y juicios ponderados sobre lo que el sistema de Bolonia tenga de positivo o negativo. En la medida en que los estudiantes hayan de luchar en común por una universidad mejor o menos mala, deberán esmerarse en el análisis concreto de las reformas desde la óptica de lo que a todos concierne, por encima de sus adscripciones políticas o “de clase” y no con la vista puesta en lo que sea útil para otro tipo de fines políticos. Sin la confluencia basada en el interés en una universidad seria y una educación pública de calidad, sólo imperará la división y habrá tantas posturas como partidos e ideologías políticas en liza. Del mismo modo que trabajadores de diferente extracción y encaje partidista o sindical pueden acordar una huelga por motivos de interés común cuando esos motivos son claros, no puede esperarse ningún logro útil del movimiento estudiantil contra Bolonia si no se consigue que prevalezca en él un enfoque suficientemente aglutinador, basado en análisis bien calibrados y en propósitos suprapartidistas. Evitar la involución universitaria es una cosa; propugnar la revolución social es otra bien distinta, aunque también merezca respeto.

26 febrero, 2009

El harén del César

A ver, a ver, despotriquemos a diestra y siniestra. Esta temporada resultaba hiriente y muy poco edificante para el espíritu de las instituciones y las reglas del juego lo de ver a Bermejo y Garzón hechos un ovillo de pelo de muflón y dándose arrumacos entre tiro y tiro. Ciertamente, también los del PP tienen lo suyo y entre sus habilidades supremas no parece que se cuente la ciencia jurídica, tal vez porque se especializaron sus líderes en oposiciones memorísticas y tal. Pero allá se las compongan y que salga el sol por Antequera.
Lo que vuelve a dar grima es que el Vicepresidente del Consejo General del Poder Judicial salga bramando que Garzón es un prevaricador. Lo será o no lo será, doctores tiene la Santa Madre Iglesia y profesores de Penal paran por este blog y podrán ilustrarnos sobre el intríngulis de ese delito. Lo que a uno, pureta irredimible, no le cuadra, es que desde el órgano de gobierno de los jueces se dicten sentencias a tontas y a locas. Cualquier día veremos a los señores y las señoras que componen tan docta institución ciscándose en la mamá de alguien y volveremos a preguntarnos de dónde los sacan. Y ahí está la madre del cordero, en el de dónde los sacan. Pues los sacan de los partidos y de los secuaces de los partidos. Y los buscan, unos y otros, leales ante todo a la causa partidista y más entregados a sus líderes que a su función constitucional. Hoy en día ser independiente no mola y el que va por la vida sin más equipaje ideológico que la Constitución no vende una escoba en los altos poderes.
Resulta, y es bien sabido, que el señor Fernando de Rosa, Vicepresidente del contubernio judicial, fue hasta hace cuatro días Consejero de Justicia del Gobierno valenciano. Y, claro, cuando las garzonadas salpican a su jefe y a quien seguramente lo promocionó al cargo actual, se lanza a la yugular del enemigo. Impresentable, absolutamente impresentable. Pero nada sorprendente. De aquellos polvos partidistas vienen estos lodos institucionales. Si en vez de juristas serios y personas comprometidas con las reglas de juego se nombran hooligans, pasa lo que pasa: da asco.
No tendremos ni democracia seria ni Constitución tomada en serio ni Estado de Derecho que merezca tal nombre mientras no se establezca un rígido y exquisito sistema de incompatibilidades. Mismamente, el juez que se pasa a cargos políticos no ha de poder regresar a la judicatura en una larga temporada, por ejemplo diez años. Que cobre una buena pensión entre tanto, que le mantengan el coche oficial, que le den vales para vestirse de Armani, que le permitan cazar sin licencia, lo que sea. Pero que se acabe este corretear entre poderes dejando en el camino más babas que un caracol acatarrado.
Puesto que no sirve de nada implorar la prudencia de la mujer del César, dada su veleidosa condición y su ninfomanía incontenible, apliquémosle un cinturón de castidad legal. Y que tenga tres vueltas y ocho candados el de los señores miembros del CGPJ, el de los magistrados del TC y, como mínimo, también el del Tribunal Supremo.

25 febrero, 2009

Más pena y más asco

Leo en La Razón el titular que dice “Zapatero, reacio a la implantación de la cadena perpetua” y me pica tanto la curiosidad, que vuelvo a meterme en noticias que me resultan vomitivas. Lo que viene en el periódico es toda una retahíla de declaraciones del señor Antonio del Castillo, padre de la muchacha asesinada en Sevilla, así como de un tío que actúa de portavoz de la familia. Le han pegado un buen repaso al Código Penal y han planteado al Presidente del Gobierno lo que un periodista pedante llamaría toda una batería de propuestas: referéndum sobre la cadena perpetua, aumento de las penas por encubrimiento, la modificación del protocolo a seguir en caso de desaparición, el cumplimiento íntegro de las penas, etc., etc. Lo estupendo es que en tales declaraciones de estos hombres Zapatero queda exactamente como lo que es, un chiquilicuatre de chichinabo. Vean si no estas dos perlas salidas de la boca del señor Del Castillo: «Las penas se están cumpliendo ya íntegras, esta es la frase de Zapatero con la que me quedo» y «Él mismo [por Zapatero] se sorprendió de que los encubridores sólo tengan que pagar entre tres meses y dos años de cárcel».
Así estamos, exactamente así: las víctimas de los delitos acudiendo a La Moncloa para poner al Presidente del Gobierno al tanto de cómo anda el Código Penal y a cuanto sale este mes el kilo de reo, y éste informándoles, a su vez, de que ya casi está todo arreglado. Un gobierno de imbéciles y un modo imbécil de gobernar sólo puede -en democracia y estando garantizadas las libertades más básicas- ser indicio de una cosa: de una sociedad perfectamente imbécil.
Y por qué todo este ruido ahora. Como muy bien apuntaba Rosa Montero ayer o anteayer en su columna de El País, el homicidio o asesinato -eso aún hay que verlo- de Marta del Castillo es uno más de los que en este país y en cualquier país ocurren cada año. Lamentabilísimo como toda muerte violenta e injusta, tristísimo para sus allegados, merecedor de todos los esfuerzos investigadores de la policía y de un juicio justo para los culpables y una pena proporcionada..., pero uno más de los homicidios o asesinatos que ocurren cada día inevitablemente. Ni siquiera están presentes esos elementos que enardecen a la opinión pública o tocan más nuestra sensibilidad: no era un niño, no parece que existiera abuso sexual, no consta ensañamiento... Y, con todo, los periódicos le sacan un partido bárbaro al suceso y la familia aprovecha para presentarle al Presidente del Gobierno en La Moncloa toda una lista de reformas jurídico-penales urgentes, y el Presidente o calla o les dice que hay que ver cómo está todo y que, en efecto, que poca pena para tanto malón. Y a lo de la cadena perpetua les responde que no, porque la Constitución no lo permite, pero que para el caso da igual, pues con lo de cumplir íntegramente treinta o cuarenta años viene a ser lo mismo y ahí se pudran y que los resocialice su puta madre, como supongo que dirá también la Constitución, al menos en la interpretación del egregio jurista que nos preside, don Forrest Gump Garofalo.
Oye, y lo curioso es que uno escribe aquí o por ahí estas cosas y vienen los amigos progresistas de tres en fondo a manifestar su acuerdo y a insistir en que no puede ser y en que Zapatero mu mal, mu mal, parece mentira. Y en cuanto llega convocatoria electoral, desfilan en idéntica formación a votar a Zapatero porque si ganan otros puede ser entoavía pior, virgen santa que me quede como estoy porque aún puede llegar a mandar aquí uno más idiota, que ya es decir. El progresismo patrio tiene una fe en el progreso que corta el hipo.
Me apuesto una cena -no de las más caras, pero decente- a que antes de que acabe esta legislatura y si vuelve a haber un par de crímenes bien mediáticos y con padres sedientos de cámara y de tomarse unos vinos con el ZP, el inefable Presidente encuentra la manera de proponer la cadena perpetua para un mogollón de delitos y contándonos que es constitucional a más no poder y que sólo los fachas dicen que no porque quieren que sigan muriendo los pobres y los más inocentes, que mira cómo se mosquean si es un banquero la víctima. Ya me imagino sus argumentos, respaldados por la comitiva habitual de penalistas progres a mesa puesta: que si la Constitución dice que el castigo penal tiene que resocializar, pero que algunos sólo se mantienen resocializados mientras están en la cárcel; que, si dura una vida entera la pena de los deudos, por qué va a durar menos la de los criminales que se la provocan; que hoy en día la esperanza de vida de la gente ha subido mucho y si salen de la cárcel con setenta años aún pueden estar en contra del consenso como si fueran del PP mismamente; que en la cárcel viven como Dios y que de qué se quejan con el paro que hay fuera, aunque el Gobierno no va a dejar en la estacada a ningún parado y va a arrancar la estacada; que, si bien se mira, terrorismo es todo, pues a quién no lo aterroriza que le quiten el bolso y le den un par de leches... Y así sucesivamente, y los medios de comunicación de la derechona diciendo que pase por esta vez, pero que llega demasiado tarde, y los medios progres dicendo que, bien mirado todo, las cosas son como son y esto es lo que hay y Zapatero no puede hacer otra cosa en este momento histórico en que los mercados se hunden, y veinte profesores de Derecho penal firmando un manifiesto de protesta y doscientos mil profesores de Derecho penal firmando un contramanifiesto y tildándolos de reaccionarios que no tienen corazón y que su amor no vale nada, y la reforma legislativa saliendo adelante en el Congreso por unanimidad, y el Tribunal Constitucional que, cuando un juez plantee la cuestión de inconstitucionalidad, dirá que sí, pero no, pero sí y al final sí es constitucional la cadena perpetua porque ha ponderado los principios y valores enfrentados y le ha salido un gramo más para el lado de que a por ellos, oé, y citará muchos párrafos de otras sentencias ejemplares suyas de esta temporada otoño-invierno, como la de la violencia de género con discriminación por razón de género y así.
Lo dicho, va una cena. Pero sin alcohol ni excesos, no vayamos a pisarle un juanete a alguien y nos la carguemos de por vida mientras las televisiones entrevistan a aquella novia primera que nos vio el pito en la guardería.
Puto país deprimente.

24 febrero, 2009

Soneto para Bermejo, nuestro penúltimo franquista

Duran los cargos lo que un suspiro,
qué poco tiempo para tanta ciencia.
No le hace falta al Presi la licencia
para echarte como quien pega un tiro.

Es Bermejo jurista al que no admiro,
ligero de principios y conciencia,
experto en escopetas y pendencia,
cobardica muflón que se da el piro.

Temblaban ante él jueces y gamos
y en su mano comían los garzones
como comen los perros de sus amos.

Pensó que lo querían por sus dones,
pero importaban sólo sus reclamos:
su modo de tocarnos los cojones.

23 febrero, 2009

Mamones

Cada mes, al conocerse el aumento astronómico de los índices de paro, la calle se convierte en un inquieto hervidero y los sindicatos organizan nuevas protestas y más contundentes acciones. Es posible que el sistema capitalista no resista con su actual configuración la organizada presión de los trabajadores. La protesta sindical también está poniendo contra las cuerdas al Gobierno. Tuvo uno de sus puntos culminantes cuando este Ejecutivo pseudosocialista aprobó la entrega de grandes cantidades a los bancos para que éstos pudieran compensar lo perdido en pelotazos fallidos y créditos imprudentes. El lema de las manifestaciones fue "Más justicia social y menos botín".
Ante las cifras del paro, los sindicatos se han convertido en mucho más que protectores de los trabajadores con empleo y organizan auténticas cajas de resistencia para asistir a los desempleados que ya no tienen más recursos. También los trabajadores inmigrantes hallan en las organizaciones sindicales su sostén y su mejor amparo, y sólo hace falta recordar la virulencia con que los dos grandes sindicatos reaccionaron ante la reciente noticia sobre la persecución policial de inmigrantes sin papeles. Un portavoz de Cáritas declaraba la semana pasada lo siguiente: "Desde que los sindicatos se han movilizado para ayudar a la asistencia de los más desamparados, éstos ya no acuden tanto a pedir nuestro axilio".
Ante la presión de la calle, liderada por los trabajadores afiliados a CCOO y UGT, tanto el Gobierno central como muchos gobiernos autonómicos han tenido que elaborar planes de austeridad, han renunciado a lujos y tren de vida propios de ricachones sin escrúpulos y de pijos estreñidos y se han bajado los sueldos, todo ello para dar ejemplo y aplacar las iras obreras. Igualmente, varios grupos de izquierdas, integrados tanto por sindicalistas como por veteranos políticos como Alfonso Guerra, han emprendido una dura campaña para el saneamiento tanto económico como político y moral de las cajas de ahorros. Para empezar, se está exigiendo que en todas ellas se acrediten los títulos y los conocimientos económicos de sus presidentes y de los demás miembros de los consejos de administración, pues se ha corrido la voz de que algunos no tienen oficio conocido y de que hasta los hay que no dominan ni las cuatro reglas.
No acaban con eso, ni mucho menos, los quebraderos de cabeza de Zapatero y sus ministros. Por ejemplo, varios grupos ecologistas y numerosas asociaciones antitaurinas y de defensa de los derechos de los animales han tomado recientemente las calles al grito de “queremos muflón vivo y ministro dimitido”, “Bermejo, cabrón, respeta al muflón” y “Los derechos del muflón que los defienda Garzón”. Por su parte, la Coordinadora de Grupos Pacifistas del Estado español ha comenzado a recoger firmas contra el envío de más tropas españolas a Afganistán en cuanto Obama se lo ordene por fax a Zapatero, y le recuerdan a éste que su compromiso con la paz y la autodeterminación de los pueblos es incompatible con su empeño en hacerle la pelota al nuevo presidente norteamericano.
Y por si todo esto aún fuera poco, varios directores de cine pretenden llevar a la pantalla grande la vida y milagros de algunos de los más pintorescos ministros de Zapatero, como Bermejo, Maleni o la Aido. La película sobre esta última la dirigirá José Luis Cuerda y se titulará “La ahijada”, pues, al parecer, la tal chavala, ministra por méritos propios y por no tener pito, es ahijada del señor Chaves, padrino y, a la sazón, presidente de Andalucía.
Sí, todos sabemos que esto que acabo de escribir es una sarta de mentiras, que nada de tales cosas está ocurriendo ni va a ocurrir, pero ¿por qué? ¿Es tan raro? ¿Por qué se callan casi (subráyese el casi) todos los grupos críticos, progres y supuestamente levantiscos? Respuesta: porque tienen la boca llena. Pues ya está, que les aproveche.
Nuevo lema para la semana: “Mamones nunca mais, protestemos por libre”.

Bibicampañas. Por AnteTodoMuchaCalma

(Nuestro amigo ATMC ha colgado ahí abajo un comentario que merece primera plana a tope. Así que ahí va. El título de este post no es culpa suya, lo he puesto yo).

Permítanme un "on topic". Se trata de un anuncio del Ministerio de Igualdad. En un cartel reza la siguiente lindeza: "CUANDO MALTRATAS A UNA MUJERDEJAS DE SER UN HOMBRE". Se trata de una intimidación dirigida a un posible maltratador. Si maltratas, te ocurre algo negativo: dejas de ser un hombre.
"Hombre" es un término polisémico. Puede significar tanto "ser humano" como "ser humano varón".
O sea, que el texto puede significar dos cosas: que cuando maltratas...a) dejas de ser un ser humano para convertirte en algo peor: en un ser infrahumano; o
b) dejas de ser un varón para ser algo peor: un mariconazo, una tía o algo peor.
Olé. ¿Se puede ser más nazi? Como maltratador se te degrada por debajo de la dignidad humana y pasas a ser un Untermensch. O bien, en el colmo de la perversidad, para combatir la violencia machista, se reproduce al nivel más increíble el mensaje más machista posible. Biban el Ministerio de Higualdad, hoyga.
Probablemente en esta flatulencia intelectual y moral se entremezclen ambas ideas, como queda claro en el vídeo de la campaña, cargaíto de machismo barato y olor a farias.
La guinda es el nombre que tiene el cartel que cuelgan en la página del Ministerio de Igualdad. La imagen se llama "hombres.jpg".
Por favor, que nos invada algún país normal, o al menos menos anormal (Andorra, Gibraltar...) y nos imponga a sangre y fuego una Administración normal.

22 febrero, 2009

De pena

Ayer hubo una manifestación en Madrid para reclamar la cadena perpetua, se supone que previo paso por la correspondiente reforma constitucional. Nada que objetar, pero me llena de perplejidad saber que la convocaba la familia de la chica asesinada en Sevilla. Y el otro día leí que ya habían pedido vez para que los reciban en La Moncloa. Estupendo, tenemos nuevos rituales. Visto lo visto en los últimos tiempos, cada vez que una familia pierda un hijo de resultas de algún crimen horrendo, acudirá a La Moncloa unos días después del funeral y del sepelio y allí será recibida por el Presidente de Gobierno de turno, que pondrá la consiguiente cara de cretino apenado, posará con el padre mucho rato y luego dirá a la pobre gente que jolín qué fatal está todo y cuánto criminal anda suelto. Al siguiente día convocará de nuevo a la prensa para informar de que el Ministerio de Justicia ya está formando una comisión para el estudio de la correspondiente reforma penal que endurecerá la pena del delito que haya venido al caso. De dicha comisión, por supuesto, formarán parte algunos de los penalistas más progres del país, los cuales hasta el mismísimo día anterior habrán sostenido de palabra y por escrito que el punitivismo galopante y a golpe de víscera es moralmente reprobable y jurídicamente incompatible con la Constitución y el Estado de Derecho. Oye, pero por no sé qué misterio ocurre que si eres penalista progre (o jurista progre en general) y te llama el Presidente de un Gobierno progre (o, posiblemente, cualquier Presidente, incluso el de una Autonomía cutre) para decirte que te va a meter en una comisión para legalizar la tortura con picana de los que se hagan pajillas pensando en ovejas, tú te apuntas porque hay que darse cuenta de que las buenas doctrinas no son para el verano ni para cuando las elecciones. Y, carajo, hay elecciones cada dos por tres, por lo que conviene tener a la bestia popular saciada de sangre y bien surtida de laxantes penales.
Tengo dos hijos, un varón ya bien crecido y una pequeñita de veinte meses. Puedo imaginarme el dolor atroz si me mataran alguno, y también, si el crimen era muy cruel, mi sed de venganza. En cambio, no me veo ni telefoneando a La Moncloa ni organizando manifestaciones para solicitar reformas penales. Cada uno es como es y, de acuerdo, cada cual está en su derecho de reaccionar como pueda o quiera. Aunque, por mucho que estiremos la comprensión, a mí seguirá dándome una grima horrible el padre de la niña Mariluz, al que la semana pasada vi en foto reunido con Ibarretxe. En cuanto consiga encontrarse y retratarse con Obama y con el Papa, supongo que ya se dará por satisfecho; o quién sabe si empezará otra ronda para no perder audiencia. Es una mierda que alguna gente consiga sus minutos de gloria a costa del asesinato de sus hijos.
Y es una porquería cómo nos está educando mal este perverso contubernio de políticos y medios de comunicación. Nos quieren asustados, nos quieren histéricos, nos quieren mezquinos, nos quieren sumisos a ellos, con esa pueril cobardía del que busca para sus miedos amparo en padres ya imposibles. Con lo fácil que sería ir y preguntarle al manifestante si tendría narices para exigir la misma cadena perpetua o la misma pena de muerte si el asesino fuera hijo suyo, o incluso sobrino. Porque, ¿sabe usted?, un hijo violento o desequilibrado o psicótico total o con alguna sorprendente perversión nos puede salir a cualquiera, pasa hasta en las mejores familias. Además, no nos engañemos, si somos de víscera fácil y de los que nos calentamos con un par de telediarios para ir a gritar que maten a tirios o a troyanos a base de garrote vil, es más fácil, por razones genéticas y educacionales, que nos salga un hijo hijoputa. Si es nuestro hijo el que golpeó hasta la muerte con el cenicero y luego tiró el cadáver de la chica al río, ¿qué pena solicitamos? ¿Y si es hijo nuestro el pedófilo que nos enseñan cada semana? Porque no hay semana sin pedófilo nuevo, igual que no hay mes sin su luna llena, no sé si ustedes se han dado cuenta. ¿A qué estamos hoy? A veinte de marzo. Ah, pues ya toca detención de pedófilo peligrosísimo que tenía tres fotos y una barbie en pelotas, no se vaya a mezclar la noticia ésa con la detención a fin de mes de célula islamista que mandaba cajas de requesón a Pakistán.
Con lo fácil que sería también recordarnos a los ciudadanos lo que son los riesgos generales de la vida, hacer que no olvidemos que vivir es peligroso y que la vida es una tómbola, una jodida tómbola de la que no podemos librarnos. Cada vez que cojo el coche y salgo a la autopista estoy comprando papeletas para matarme o para matar a alguien, con culpa o sin ella, por torpeza o por pura mala suerte, por un fallo mecánico del coche o un fallo neurológico mío. Y eso no lo puede cambiar ninguna ley que amenace con pena de muerte, pongamos por caso, a los conductores imprudentes o a los que no lleven en su debido nivel el líquido de frenos. Cada vez que voy al fútbol y grito ¡gol! al marcar el Sporting, me estoy arriesgando a que camuflado a mi lado haya un forofo violento del Oviedo y que me haga fosfatina con una navaja trapera; o a que me llegue una bengala de la grada de enfrente y me atraviese la panza. ¿Qué hago? ¿Dejo de ir al fútbol o pido pena de muerte para los hooligans? Si soy mujer, cada vez que accedo a irme a la cama con un señor al que no conozco desde hace veinte años y me meto en su apartamento o en una habitación de hotel me expongo a que sea un tarado violento y asesino. ¿Qué hago, pido plaza de monja o me sumo a la legión de los y las que reclaman penas salvajes para la violencia contra la mujer, como si eso fuera a disminuir el riesgo de dar con un psicópata al subirte la falda? Pero es que si soy hombre también me puede pasar y me puede estrangular con mis propios pantalones el hermano macarra de la chica o el padre islamista de la señora. Y así sucesivamente, hasta el infinito. La única manera de que no haya delitos ni crímenes de los que pueda uno ser víctima es pegarse un tiro a tiempo. O renunciar por completo a vivir y a salir de casa. Cosa que, por cierto, es inútil, porque también se te puede caer encima la escayola del baño y dejarte los sesos en plan pastel de cabracho, lo cual puede ser excelente ocasión para que, animadas por los periódicos, las masas se manifiesten en pro de la cadena perpetua para escayolistas despistados y Zapatero se entreviste con la asociación de madres de víctimas de la escayola.
Los penalistas se pasan muchas horas y gastan mucha tinta dando vueltas a cuál es para cada delito la pena justa y proporcionada, así como intentando explicarse cuáles son los límites debidos de cualquier castigo penal. A lo mejor podríamos patentar un método revolucionario y solucionar tan esquivo enigma. Pregunte usted a cien personas qué pena querrían para el asesino de un hijo suyo. Luego pregunte a otras cien qué pena querrían para su hijo si éste hubiera asesinado al hijo de otro. Saque la media y ésa será seguramente la pena justa, proporcionada, aplicable y respetuosa tanto con las garantías del reo como con los fines del Derecho penal. Eso sí, procure que los entrevistados sean normales y que sus datos queden en el anonimato. Porque los hay que, con tal de salir en la tele treinta segundos, pueden decir cualquier cosa.

19 febrero, 2009

Naturaleza y educación. Por Avelino Fierro, fiscal de menores

Desde que se abrieron las ventanillas de las Fiscalías de Menores, muchos mayores acuden en demanda de ayuda porque sus niños se les están yendo de las manos y no siguen la senda que ellos les habían trazado con dedicación, desvelos, buenas intenciones y buenos ejemplos. Nosotros decíamos que si vienen hasta aquí es porque o no han sabido o no han podido educarlos.
Quizá deberíamos modificar esta manera de expresarnos, en la que veníamos a responsabilizar a los abnegados padres de haber errado en la misión de moldear adecuadamente a sus hijos.
Algunas afirmaciones de etólogos o genetistas conductuales podrían llevarnos a pensar que la correlación entre las conductas de padres preocupados y las de sus hijos no tienen mucho que ver con un ejercicio responsable de la paternidad y que los genes son más determinantes.
Así, “si se desea construir una sociedad en la cual los individuos cooperen generosamente y con altruismo al bien común, poca ayuda se puede esperar de la naturaleza biológica. Tratemos de enseñar la generosidad y el altruismo, porque hemos nacido egoístas”, (R.Dawkins) o “Un resumen convencional es que más o menos la mitad de la variación en la inteligencia, la personalidad y los resultados en la vida es hereditaria –un correlativo o producto indirecto de los genes-.” (S.Pinker).
Si los rasgos conductuales son hereditarios y el efecto de criarse en una familia es menor que el efecto de los genes, podríamos pensar que no es legítimo exigir a los padres “convertirse en máquinas parentales las veinticuatro horas del día”. Pero al lado de las dos leyes formuladas, estaría la tercera ley: “Una porción sustancial de la variación en los rasgos conductores humanos complejos no se explica por los efectos de los genes ni las familias”.
Pinker dice que procede de algo que está en el entorno y, citando a Harris, nos lleva a buscar fuera de la familia, en el modelo de los iguales y no de los padres, nos lleva a la “socialización de grupo”. Pero aunque declara estar convencido de que los niños se socializan en grupos de iguales y no en su familia, afirma que los grupos no explicarían cómo desarrollan los niños su personalidad: por qué resultan ser tímidos u osados, inseguros o seguros, abiertos o conservadores.
Y defiende a Judith R. Harris de sus críticos, que la acusan de liberar a los padres de la responsabilidad de la vida de sus hijos y repite las razones de ésta: La educación es ante todo una responsabilidad ética; los actos de los padres pueden marcar una gran diferencia en su felicidad, y la forma de comportarse tiene consecuencias para la calidad de la relación que existe entre ellos.
En fin, parece que algo sí podemos hacer en beneficio de los jóvenes como padres, educadores o fiscales de menores, a pesar de que sus “antenas sociales están orientadas hacia los iguales”.
Como escribe Ricardo Moreno Castillo en su último libro: “Hay un dicho muy repetido, en mi opinión rigurosamente falso, que afirma que al niño lo educa toda la tribu. Es falso porque nuestra sociedad es familiar, no tribal, y al niño han de educarlo en primer lugar sus padres, en segundo los profesores, y si unos y otros tienen escrúpulos en ejercer la autoridad, entonces es cuando el niño busca, inevitablemente, el apoyo de una tribu”.
Lo anterior puede parecer razonable, pero las leyes educativas –hechas por los políticos ayudados por la secta pedagógica- están consiguiendo que la cultura de los alumnos sea paupérrima, que la mala educación sea habitual, que los profesores se sientan deslegitimados y se les obligue a montar un “foro de discusión” cada vez que se mande algo al alumno para convencerle de que debe hacer lo que se le ordena.
Y, como escribe Fernando Castro, a imitación de la sociedad de sus mayores, donde lo que interesa es el pragmatismo laboral y la diversión, el nivel cultural es abominable y las facilidades técnicas han creado toda una legión de analfabetos de nuevo cuño.
Pero, de nuevo, si esto parece evidente y no debería alentarse la huida de la cultura del esfuerzo, de la memoria y la tradición (el último avance tecnológico y pedagógico es el “cortar y pegar” de la Wikipedia), el Estado parece haber dimitido de todo compromiso, los medios de comunicación siguen promoviendo ese estado de cosas (“el videojuego es el lenguaje del futuro en la enseñanza”, Egenfeldt, en El País, 28-11-2008, en el reportaje titulado “El videojuego es parte de mi escuela”), la sociedad de los mayores sigue dando estupendos ejemplos (los periódicos del fin de semana están llenos de noticias de políticos comprando, con el dinero de todos, coches “máscarosqueeldeobama” en plena crisis económica, o siguiendo con sus negocios inmobiliarios)…
Difícil se lo ponen a los jóvenes y a los que no han abjurado de sus responsabilidades para con ellos. Queda mucha tarea por hacer.

Fe

(Publicado hoy en El Mundo de León).
Cuando la fortuna sonríe él invoca nuestra condición de pueblo elegido por sus virtudes, premiado por su tesón, favorecido por sus muchos méritos, comenzando por los de sus pastores. Cuando cambian las tornas la culpa no es de los pastores ni de ese pueblo, sino una dura prueba a la que es sometido para que, una vez más, brille en todo su esplendor la capacidad de superación. La consigna es que no se deje de creer ni en la gente ni en sus líderes, pues Dios no dejará de lado a quien no merece ese abandono. Perseveremos en una fe capaz de mover montañas, aunemos resignación por el oscuro presente y esperanza en un porvenir que sólo puede ser nuevamente esplendoroso. Cuando las aguas retornen a su cauce, no olvidemos quién nos mantuvo con la moral alta y nos consoló en la adversidad con promesas de dicha futura, aunque no haya hecho otra cosa que predicar al buen tuntún.
¿Acaso nos estamos refiriendo al Papa y a sus fieles? No, aunque es obvio que es un pensamiento religioso y cuasimágico el que así describimos y es una actitud propia de dirigentes religiosos la que ahí se refleja. Hablamos de Zapatero ante todo y, por extensión, de muchos de nuestros políticos. Mientras en medio mundo los gobernantes se afanan por inventar y ensayar fórmulas para superar la crisis, nuestro Presidente rescata los más trillados tópicos de los viejos sermones y repite obsesivamente que somos los mejores, que debemos tener inquebrantable confianza en nuestro porvenir y renovar el esfuerzo del que sólo nosotros somos capaces. Mientras no salgamos de la crisis y mientras la crisis se ahonda, nuestra confianza debe ser más intensa y nuestro esfuerzo más denodado. Y ahí se acaba la responsabilidad del Gobierno.
Durará la crisis dos años o diez, pero cuando se termine el político dirá que él ya lo anunció y que fue gracias a la confianza que nos infundió y al esfuerzo al que nos incitó, mérito suyo para que sigamos votándolo. Mientras la crisis no se agote la culpa será de otros, extranjeros u opositores, y la mejor prueba de que él no se equivocó fue que nada hizo en lo que pudiera errar. Y a este país, religioso hasta la médula, semejantes discursos lo fascinan. Así que a esperar sentados hasta que escampe cuando Dios quiera.

18 febrero, 2009

Currículos de diseño

Me acuerdo de cuando mi padre preparaba una vaca para intentar venderla en el marcado de ganados de Pola de Siero. Cepillado integral, lavado y recorte de cola (lavar y marcar), ordeño escaso para que las ubres se viesen bien prietas... Lo que son las cosas, ahora me viene esa imagen cuando veo a los profesores universitarios que aspiran a venderse en la ANECA y sus imitaciones a escala autonómico-parroquial. Se trabajan el currículum como el que se arregla el tupé para salir a ligar o para la foto de la agencia matrimonial. ¿Tú qué tal tienes el curriculum? A mí me tira un poco de la sisa, ¿y a ti? Yo tengo que meterle un poco los bajos.
Van desbocados de acá para allá, se mueven con desenfreno de chorrada en tontería. Uno pasa a la carrera para un cursillo de actualización didáctica, el otro prepara una comunicación de tres páginas para un congreso en Mansilla de las Mulas, el de más allá suplica un carguete a cambio de lo que sea y aunque duela al principio, y hasta hay quien implora algo para dirigir, una tesina, un trabajo de fin de carrera o una redacción escolar, cualquier cosa con tal de que se pueda poner en la casilla correspondiente de la aplicación informática oficial. Al final de la jornada, cuando llegan a casa, suspiran y murmuran en voz baja aquello de me siento sucia.
Antes se pensaba que para llegar a ser profesor de alto standing había que aplicarse; ahora lo importante es rellenar bien las casillas de la aplicación. Y con la dichosa aplicación sudan en frío. Si el título de una ponencia que hicieron es largo, se les queda a la mitad, pues en las casillas de la aplicación sólo hay espacio para títulos de cincuenta caracteres; si impartieron una charla en un curso de verano, se devanan los sesos para ver si eso es ponencia, comunicación, conferencia u otros méritos; si publicaron un artículo en una revista de Ciudad Real, recorren la red del derechas y del revés para tratar de averiguar si esa publicación tiene índice de impacto o si es de tipo bonoloto; si asistieron a un congreso hace diez años en San Petersburgo, escriben miles de mails para intentar que algún ruso blanco les certifique la presencia y el aprovechamiento. Y así todo el rato. Desde luego, lo que ya no pueden hacer es leer ni investigar en mucho tiempo; tampoco les compensa, ésa es la verdad. Lo importante es hacerse un lifting en la docencia, ponerse botox en la los artículos de revista e inflar los proyectos de investigación a base de silicona académica por un tubo.
Luego, cuando terminan los arreglos, dan al botón “enviar” en el menú de la aplicación y se quedan unos meses con el alma en vilo y las cicatrices tirantes en el expediente operado. Es lo que tienen los “castings”, que el que te juzga está detrás de una cámara y puede salirte por peteneras o echarte con cajas destempladas aduciendo que no te ve en el papel de titular o de cátedro y que mejor se lo damos al conejo de la Loles o a la Bernarda, por lo del tal.
Esto de las acreditaciones cada vez se parece más a la Pasarela Cibeles (o como se llame ahora, que ni lo sé ni me importa). Van desfilando los y las modelos y los modistos evaluadores ya están pensando en cómo serán las líneas (de investigación) para la próxima temporada otoño-invierno. Este año, por ejemplo, los currículos se llevan entallados por la parte de la investigación, con unos volantes de gestión y con mucho vuelo en las faldas pedagógicas, pero el día menos pensado se salen con la suya los artistas de la moda y consiguen candidatos con cabeza pequeña y unos morritos tal que así, de tanto tragarse memeces sin respirar.
Por cierto, por cierto. Según dicen por ahí, también cuentan las calificaciones que al profesor le ponen los alumnos en esas encuestas diseñadas por diseñadores de encuestas y en las que se pregunta: “marque si el profesor es a) muy puntual, b) regular de puntual, c) mal de puntual”. Pues bien, el cretino pedabobo que le dio curso a mi señora la pasada semana –ya me referí a él aquí, su curso era sobre habilidades comunicativas (¿orales?) en el aula-, les dijo a sus admirados alumnos –todos profesores- lo siguiente, con un par: yo sé un truco para que los estudiantes os califiquen muy bien, sólo tenéis que entregarles el formulario ya relleno con notas muy buenas, pero diciéndoles que si alguno no está de acuerdo con esas calificaciones le dais un impreso en blanco y tan amigos. Estos son los nuevos hallazgos, ultramodelnos y bolonios a tope, de esa panda de soplagaitas. En fin, con su aneca se lo coman.

17 febrero, 2009

Pedagogía. Por Andrés Ibáñez

(Publicado en ABC de Las Artes y Las Letras el 14 de febrero. Se ve que cada día somos más lo que -cada uno en la medida de sus posibilidades- denunciamos la impostura pedagógica. Gracias, Anónimo, por la indicación).
Pedagogía. Enseñar a enseñar. La falacia dice que «no sólo es necesario saber de algo, sino que también es necesario saber enseñarlo». Este principio o axioma casi místico se basa, como el amable lector habrá visto enseguida, en una presuposición no menos axial y mística, y no menos falaz que la anterior: a saber, que todos aquellos que no son pedagogos, no son ni pueden ser nunca buenos profesores.
Pero entendamos la razón de esta falacia, o de ambas falacias. Sin ellas, los pedagogos no podrían existir. Para que exista un pedagogo, para que el pedagogo tenga una razón de ser, es necesario que exista un mal profesor. Si no hubiera malos profesores, no habría necesidad de pedagogos. Por lo tanto, para los pedagogos, todos los profesores son, por definición, malos. Para los pedagogos, los profesores son una pandilla de vagos y de anticuados reaccionarios que «se niegan a cambiar».
Usted se preguntará por qué tiene el pedagogo esa necesidad de denigrar una profesión antaño respetable (la docente) a fin de afirmar su propia existencia. En otras palabras, ¿por qué tiene el pedagogo tantas ganas de ser pedagogo? Hay una respuesta parcial para esta pregunta. Aunque parcial, resulta de lo más curiosa.
El hecho es que en todos los centros de enseñanza siempre hay personas muy interesadas en la pedagogía, en la metodología de la enseñanza, en los criterios de calificación, en la elaboración de exámenes, etc. Podríamos calificar a estos docentes de verdaderos enamorados de la enseñanza. Tan enamorados están, que en cuanto pueden dejan de dar clases e ingresan en la secta pedagógica: se meten en la Comunidad, en el Ministerio, en el Cervantes, quién sabe dónde. Y ya no vuelven a pisar jamás un aula. Los pedagogos son aquellas personas que, apasionadamente interesadas por la enseñanza, no dan clase jamás.
Millones de asignaturas. Los pedagogos acaban de ganar una gran batalla. El Curso de Aptitud Pedagógica (que duraba, no lo olvidemos, ¡nada menos que seis meses!) se verá sustituido por un interminable Máster con millones de asignaturas que robará todavía más tiempo de vida a los pobres desdichados que se metan, a partir de ahora, en esa trituradora de carne que es el sistema de oposiciones español.
¿Cómo han podido ganar esa batalla? Seguramente porque su discurso suena bien, y porque sus afirmaciones parecen inteligentes y sagaces. Por ejemplo, la idea de que es mejor que el alumno deduzca la regla que decírsela. Esto parece muy moderno y muy sensato, pero no lo es. Cuando aprendemos a conducir, el profesor nos explica qué pedal es el freno y cuál el acelerador. Nuestro aprendizaje no es menos «práctico» por eso.
La mayoría de los axiomas de los pedagogos son igual de vacíos y perogrullescos. En la enseñanza de idiomas, por ejemplo, se ve como una aberración el enseñar «gramática» (¡horror!) y se considera muy anticuado suspender a un alumno sólo porque diga y escriba cosas incorrectas. En confianza, amigo lector, si usted aprendiera una lengua extranjera, ¿no desearía aprender a hablarla correctamente? ¿No desearía escribir sin horribles faltas de ortografía, conjugar los verbos bien y utilizar las preposiciones de la forma adecuada? Los pedagogos no piensan así.
Creación mitológica. El gran enemigo de la pedagogía no es ese profesor vago, anticuado y que «se niega a cambiar» que es, en gran medida, una creación mitológica de esa nueva forma de fanatismo dictatorial que se llama «pedagogía». El verdadero enemigo de la pedagogía es el buen profesor, el profesor que tiene experiencia, amor por lo que enseña, un estilo propio y una personalidad carismática. Ya que el gran sueño de la pedagogía es la homogeneización radical y el control. Que todos hagan lo mismo, que todo sea «objetivo» y que todo esté controlado.
La pedagogía nada tiene que ver con la enseñanza, sino más bien con la burocracia y con la burocratización de la vida. Los pedagogos son burócratas enamorados del papeleo, de los procedimientos, de las ordenanzas, de las normas, de los memorandos, de las reuniones, de las encuestas, de las estadísticas, de la «estandarización», de la terminología pedante y rebuscada. Lo peor de la pedagogía es el horrible aburrimiento que causan todas sus memeces. Lo peor de los pedagogos es que han obtenido carta blanca para aburrir hasta la muerte a toda una generación.

16 febrero, 2009

Tiempo y ánimos

Hoy no tengo tiempo para escribir ninguna entrada. Así que contaré con brevedad la impresión del momento.
Mi mujer y yo, profesores ambos en la misma Facultad, llegamos a casa después de pasarnos el día de la Ceca a la Meca. Son las nueve de la noche y abrimos el correo electrónico, cada uno por su lado. Proferimos exclamaciones simultáneas. Ella es convocada a varias reuniones y a redactar distintas actas. Anda en tribunales de diversas cosas y, para mayor delito, metida en elaboración de planes de estudios. Más moral que el Alcoyano. A un servidor le solicitan que envíe a no sé cuántos sitios los programas de diversas asignaturas. Vale, se hará dentro de un rato. También me conminan a que acepte formar parte de un tribunal que pasado mañana (sí, pasado mañana) juzgará una tesis doctoral en la capital del Reino. Es la primera comunicación oficial al respecto. Menos mal que la tesis (magnífica, por cierto) sí la tengo en mi poder desde hace días. Recibo otro correo de la misma universidad manifestando su extrañeza por mi extrañeza, motivada ésta porque no me habían indicado hotel ni me habían enviado los billetes para el transporte. También se me indica, por otro lado, que debo redactar la memoria anual de un proyecto de investigación y resolver unos recursos de unas evaluaciones de unos currículos.
Y así sucesivamente. Es igual cada día.
Cuando me metí en este oficio estaba convencido de que consistía en estudiar mucho, investigar bastante y esmerarse en dar buenas clases. Pero, al cabo de los años, resultó que no era ese el fin principal, que uno es un burócrata más y que las clases hay que impartirlas a salto de mata y lo del estudio y la investigación se hace sólo si uno se obceca en ello y sacando horas por las noches y durante el fin de semana. Son cosas que hoy en día ya no se llevan mayormente. Los currículos quedan más monos con otras historietas que se montan a base de mover el culito en mamonadas.
No digo que sea un mal trabajo, pese a todo, no es exactamente que me queje. Simplemente que en tiempos yo penaba que era otra cosa. Encima mi mujer me ha contado el curso al que asistió la semana pasada, un curso de esos de formación pedagógica y que versaba sobre habilidades comunicativas en el aula, mira qué guay. Al parecer, el fulano no tenía mucha habilidad comunicativa y los asistentes se aburrieron y bostezaron como parlamentarios. Les ponía vídeos chorras, les insistía en que lo importante era colocar fondos o recuadros rojos en el powerpoint y mencionó a los de Derecho como ejemplos de profesores rancios que sólo saben dictar apuntes apolillados. Mecagoentodossusmuertos. Puto mamoneo pedagógico. Voy a empezar a apuntarme a los cursillitos de marras y van a saber esos cretinillos lo que cuesta un peine. Palabra.
Mañana será otro día. Durante toda la mañana tenemos reunión del Claustro de la Universidad. Apasionante.

15 febrero, 2009

El evento. Por Francisco Sosa Wagner

Antes se decía “suceso”, “acontecimiento”, al menos en España. En Latinoamérica era más frecuente emplear la palabra “evento”. Íbamos por allí a dar una conferencia y resultaba que estábamos protagonizando un evento, así lo recuerdo yo de la época en que solía viajar por Venezuela, Colombia, Ecuador o los países centroamericanos. A mí siempre me pareció una extremosidad la palabreja pero lo cierto es que con ella he sido anunciado. Recuerdo que en una ocasión hablé en Tegucigalpa sobre un tema abstruso de derecho administrativo y pude oír cómo eran voceados mis apellidos por todo el campus universitario y cómo se recordaba que yo actuaba en el marco de un “evento”. Por cierto, cuando se dejaba de oír mi nombre se podía escuchar por los altavoces esa canción inolvidable que dice “toma chocolate, paga .. ”.

Ahora el evento ha pasado a España y se ha convertido en un vocablo de uso frecuente. “Organizador de eventos” es un oficio apreciable como lo es el de agente comercial colegiado, odontólogo o veterinario. “Mi niño va para organizador de eventos” se oye decir a las madres que están a la moda y que desean que a sus hijos les toque lo mejor en la feria social. Mientras que antes los niños iban para ingenieros o para notarios, ahora van para organizadores de eventos. Y se entiende este cambio porque para ser ingeniero hay que aprender resistencia de materiales y abrir una notaría es complicado pues se exige saber el código civil, el reglamento notarial y una porción de leyes fiscales, conocimientos que exigen horas de estudio, es decir, el esfuerzo sostenido del entendimiento y la memoria. Un lío este en el que solo personas muy empecinadas se meten.

Sobre todo cuando es mucho más fácil organizar eventos para lo que basta desparpajo en las relaciones públicas, un móvil y un primo concejal. Con este escueto andamiaje se hace carrera en el mundo de los eventos y esa es la razón por la que en la Universidad no se estudia esta especialidad. De Bolonia y sus enredos se puede esperar cualquier dislate -y a la vista están- pero nadie ha pensado todavía en organizar un máster de eventos, con sus transferencias de competencias y habilidades, de manera que de momento lo más cercano que hay al evento es el cursillo pedagógico, también llamado camelo.

Aunque eventos hay muchos, los mayores están relacionados con el mundo de la política y sus aledaños. El mitin tradicional es tratado hoy como un evento y los congresos de los partidos políticos, esos en los que antes se abrazaba un “ismo” o se abominaba de él en medio de terribles discusiones y anatemas, ahora son simples eventos, algo de quita y pon, una ocurrencia, una bagatelilla.

Porque la palabreja -y por ahí empezamos a entender su entronización- encaja bien en el encaje superficial de nuestra sociedad pues que remite a “lo eventual” y a “la eventualidad”. Sabemos que, si algo nos caracteriza a los humanos actuales, es precisamente el hecho de que nada hay seguro, ni fijo, ni regular. Todo es volátil, como una cacería con ministro o el aire del alba, todo puede ocurrir o puede no ocurrir. Da igual: el trabajo es eventual y los ingresos son eventuales. Y hasta los principios, aquellos que antes se adjetivaban como “morales” o “éticos”, son el fruto de una eventualidad, de una contingencia reemplazable por otra. Nadie hubiera respaldado más y con mejores argumentos esta moda del evento que aquel obispo renco, ministro de mil caras y regímenes y hombre de mundo averiado, que fue Talleyrand quien aconsejaba a sus interlocutores: “querido amigo, usted apóyese siempre en los principios ... , ya verá cómo
acaban cediendo”. Que es lo mismo que decir “organice un evento”, da igual para qué sirva y cuál sea su naturaleza.

Por todo ello se verá que el evento tiene un no se qué de ficción, de circunstancia efímera, de pura fachada, de adorno fugaz .... el evento es al suceso serio lo que el toro afeitado al toro con los pitones en punta. Es algo así como una apariencia bien empaquetada, un artificio en celofán, un truco, un embeleco, lo que queda del acontecimiento después de pasarle por encima el cepillo de la frivolidad ... Es la huella que nada holla.

Evento suele por ello rimar con cuento.Y, a veces, por lo que leemos, con cemento.

14 febrero, 2009

Corrupciones y metacorrupciones

Con lo de la persecución judicial de la corrupción es facilísimo liarse y, desde luego, los hay que se lían intencionadamente, como los partidos políticos metidos en el ajo por activa o por pasiva y como los medios de comunicación en campaña -temporal o permanente- por unos u otros partidos. El gran peligro para eso que llaman la salud de la democracia estriba en que los ciudadanos ajenos a pesebres y a fanatismos descerebrados nos lancemos de la misma manera por ese tobogán maniqueo. Así que vamos a ver si afinamos el análisis y nos ponemos de acuerdo en unos pocos principios muy básicos.
1. Toda corrupción debe ser perseguida con un celo tan grande como grande ha de ser el respeto a las garantías jurídicas de todos los afectados o implicados.
2. Siendo sumamente grave toda corrupción que afecte al interés general e implique a quienes ejerzan responsabilidades en las administraciones públicas, cabe trazar en la gravedad una escala: resulta más reprochable y deben extremarse tanto más los controles cuanto más se ascienda en la jerarquía administrativa y de poderes del Estado.
3. La persecución legal y el castigo de los actos de corrupción mencionados no puede ser compensada por ni ponderada contra ningún otro tipo de consideraciones políticas, económicas o personales. Por ejemplo, no es admisible que las investigaciones, la apertura de sumarios o el desarrollo de procesos se aplace, se deje en suspenso o se modere por el hecho de que concurran circunstancias tales como la proximidad de elecciones políticas o por eventos atinentes a la vida interna de los partidos. En el orden de prioridades que han de regir a estos efectos la actuación de los poderes públicos competentes la “salus rei publicae” debe gozar de prioridad sobre cualquier otra consideración atinente a intereses parciales.
4. Los daños que para el prestigio de personas, instituciones, partidos y poderes y para la confianza en el entramado institucional del Estado de Derecho pueden derivarse de las meras investigaciones y sumarios son razón suficiente para que hayan de aplicarse hasta el límite ciertas garantías, de las que es un buen ejemplo el secreto sumarial. Por eso deberían arbitrarse, cuando no existan, o aplicarse con sumo rigor, cuando estén previstos, esos mecanismos de evitación de daños en tales fases. Por ejemplo, la institución del secreto sumarial debería estar respaldada por sanciones para los responsables de velar por el secreto y para los medios de comunicación que lo vulneren. También se ha de acentuar la operatividad de los mecanismos de responsabilidad por daño, especialmente en lo referido a las informaciones en los medios de comunicación.
5. Por los mismos motivos de confianza institucional, especialmente en lo que concierne al sistema judicial, y de peso del bien público en cuestión, se han de acentuar las precauciones legales y procesales a fin de evitar cualquier sospecha de parcialidad o partidismo de jueces y fiscales, teniéndose por motivo válido de recusación cualquier indicio o apariencia fundada de connivencia, amistad o interés particular común de jueces y fiscales con cualquiera de los partidos o grupos positiva o negativamente afectados por la investigación o el proceso.
6. Sólo existe para el Estado de Derecho un mal mayor que el que supone la corrupción de la Administración y de los gestores públicos: la corrupción, en cualquiera de sus formas y variantes, del aparato institucional encargado de perseguirla. Hablamos aquí de corrupción en sentido muy lato, no meramente técnico, y en este punto sería de aplicación el viejo principio alusivo a la honestidad, tanto real como aparente, de la mujer del César. En este caso es el vigilante del César, el controlador supremo de la Administración y del Ejecutivo el que ha de mantener una actitud de exquisita neutralidad, incluso en las apariencias, y, si tal apariencia no se da, debe ser razón bastante para que se lleven a su máximo punto las garantías formales y procedimentales. El máximo celo en la persecución de la corrupción puede y debe estar combinado con la búsqueda de que dicho celo no esté en ningún sentido motivado por consideraciones políticas y partidistas de jueces y fiscales.
7. Es sumamente deseable que ningún acto de corrupción quede impune. A dicho objetivo sirve precisamente la atención cuidadosa a la independencia de criterio y actuación de los jueces: sólo un juez perfectamente independiente es garantía de que se perseguirán por igual todos los actos de corrupción, vengan del grupo o partido que vengan y afecten al gobierno o a la oposición.
8. El sistema judicial sólo ofrecerá garantías en este punto cuando por sus acciones, tomadas en conjunto, puedan hacer al ciudadano confiar en que las actuaciones pertinentes son por completo independientes de la persona del juez que las emprende, confiar, en suma, en que ni el conjunto de la institución judicial está afectado por corruptelas o partidismos ni carece de medios para evitar que las posibles actuaciones de un juez parciales o con apariencia de parcialidad puedan dañar la capacidad de dicha institución para poner coto a la corrupción. Cuando un determinado juez resulta o parece imprescindible para enfrentarse a la corrupción, se da la impresión de que el conjunto del poder judicial no tiene esa disposición o tal capacidad.
9. Por la reseñada gravedad de la corrupción, el sistema legal y procesal ha de evitar a todo trance que por razones de “contaminación” del juez y de falta de garantías para los imputados puedan acabar los correspondientes procesos en absoluciones que produzcan impunidad de los corruptos, descrédito del sistema judicial e impotencia de los ciudadanos.
10. Es el propio sistema judicial el que ha de velar por estos extremos, y en ningún caso deben ser los medios de comunicación los que al respecto marquen la pauta en ningún sentido.
Sólo merece la etiqueta de demócrata y sólo se comporta como defensor sincero del Estado de Derecho quien aprecia más las reglas del juego y la pureza de las instituciones que lo que desprecia a los partidos que no son el suyo o el de sus simpatías.

13 febrero, 2009

¿Es usted un universitario cabal?

(Publicado esta semana en Gaceta Universitaria).
Hoy ofrecemos un sencillo test para que cada cual se mida cuánto tiene de universitario o si es que pasaba por allí. Marque su respuesta sincera a cada cuestión.
1. ¿Prefiere usted que los profesores sean de su región, incluso en el caso de que sepan algo menos? a) Sí; b) Sólo si no saben menos; c) No me fijo en su lugar de nacimiento.
2. ¿Piensa que un profesor sólo puede ser competente como tal cuando sabe mucho de su asignatura? a) No es necesario, el alumno puede aprender solo y el profesor está para charlar y dar palmas. b) No es imprescindible, pero conviene que sepa algo. c) Si no sabe mucho, no debe enseñar nada.
3. ¿Cree que es muy importante que en la universidad haya banderas locales, que se explique en ella en el habla o el dialecto del lugar y que desde ella se estudien mucho las cuestiones estrictamente comarcales? a) Sí, es fundamental. b) Me da igual. c) En una universidad todo eso es secundario y hasta estorba.
4. ¿Cree usted que debe ser premiado por su entrega y espíritu de servicio el profesor que se dedica más que nada a los cargos y la gestión universitaria? a) Sí, eso es lo que más mérito tiene. b) No, ya cobran por los cargos. c) Deben ser penalizados por no dedicarse a investigar más y a preparar mejores clases.
5. ¿Le parece adecuado que las universidades concedan doctorados honoris causa a empresarios que no han pisado las aulas o a financieros que dan grandes pelotazos? a) Sí, muy adecuado, a ver si nos regalan algo; c) Poco adecuado, pues muchos acaban en la cárcel al año siguiente. c) Nada adecuado, las distinciones académicas han de ser solamente para los universitarios que mejor hagan su trabajo.
6. ¿Considera correcto que los ministros y consejeros con competencia en universidades sean por lo general profesores de última fila o señores de su casa o de su partido que no tienen ni idea de cómo funciona una universidad? a) Muy correcto, pues así fastidian a los catedráticos y a los empollones. b) Regular, ya que veces se enteran poco. c) Fatal, pues confunden el culo con las témporas y pasa lo que pasa.
Ahora evalúe sus propios resultados. Es muy sencillo. Cuantas más veces haya usted marcado el apartado “a”, tanto menos le pega la etiqueta de universitario y tanto más se parece usted a los jerifaltes del Ministerio, las Consejerías del ramo y la CRUE.

12 febrero, 2009

Putiferios telefónicos

¿Cuándo se va a inventar el puñetazo telefónico de una maldita vez? ¿Y cuándo nos vamos a librar de la venta telefónica agresiva? Contaré lo que me acaba de ocurrir hace dos minutos, así me desahogo y puedo seguir con lo que me interrumpieron, que era leer y pensar sobre si las normas jurídicas son derrotables por excepciones implícitas. Vaya tela. Ya casi había dado con la respuesta y se me ha ido, mecachis.
Riiiiing, riiiing, riiiing. Menos mal que la niña no estaba dormida, pero casi me caigo por las escaleras. Voz de mujer con acento extranjero, cosa esta última que ni quita ni pone, me da igual, pues la entendía. Dice que me llaman de Telefónica y que, puesto que tengo contratado con ellos el teléfono y el ADSL, me ofrecen una promoción buenísima de Imagenio y que tal y que cual. Normalmente corto rápido con estas ofertas y, como los que llaman no se dejan cortar, acabo sacando el repertorio completo de juramentos en asturiano y se rinden cuando les miento a su mamá y me pierdo en consideraciones sobre la desgracia del papá desconocido. Pero esta vez me picó la curiosidad y se me ocurrió preguntar qué diablos es el Imagenio (entiendo poquísimo de teles y vertederos). Me explica, con creciente entusiasmo, que es un sistema para ver un montón de canales de televisión y me enumera la lista completa o algo así. A mí algunos hasta me sonaban, aunque no sé de qué. Luego la intrépida señora me detalla las condiciones económicas tan ventajosas de la oferta que me hace. Empiezo a planteármelo, francamente. A veces viene bien tener un montón de canales televisivos, por lo de las visitas y tal.
La mujer me dice que bueno, que qué, que si consumamos ya, que a qué esperamos. Escasísimos juegos preliminares. Le pregunto, sin mosqueo aún, que cuánto tiempo me da para pensarlo y que a dónde tengo que llamar si me animo. Respuesta: que se lo diga a ella y ahora mismo, ya, todo seguido. Tiro de la excusa habitual: que quiero consultarlo en casa. Y empiezo a alucinar con la réplica: que si mi mujer está en el baño, ella, la que me llama, espera tranquilamente al otro lado de la línea hasta que mi mujer termine y pueda yo obtener su opinión. Rediez, se me sube instantáneamente la bilirrubina. Con todo, me mantengo correcto y ponderado: dígame cuál es el plazo, aunque sea breve, y después de meditar si me interesa, yo les llamo. Me replica que el plazo es esta llamada y que debo indicarle antes de que cuelgue si sí o si no, pero que sería absurdo que le dijera que no. Se me evapora la paciencia y recurro a la ironía: mire, querida, aunque fuera usted Laetitia Casta, estuviera aquí ante mí de cuerpo presente así de sopetón y me dijera échame ahora mismo el gran polvazo, le contestaría que tranquila y que ya vamos viendo, pues me gusta pensar, aunque sea poco, antes de hacer.
Yo me veía gracioso con mi ocurrencia, qué quieren que les diga. Pero la dama no estaba para exquisiteces argumentativas. Así que me reitera el ultimátum y entonces, ya sin dudas de ningún tipo, le digo que no me interesa su Imagenio. Palabra de honor que no añadí métaselo por donde le quepa ni nada por el estilo, pues había recuperado mi estilo más sobrio. Y entonces vuelve a recitarme la lista de las ventajas y la de los canales y añade que ella no puede entender a alguien que rechaza una oportunidad así. Señorita, le cuento, me importa un bledo que usted me entienda o no, pero no acepto ultimátums, y menos por teléfono, así que buenas tardes. Pero todavía quiere más guerra y me hace otro reproche: que si no estoy interesado, por qué la he hecho explicarme lo de Imagenio y sus condiciones. Tócate los cataplines. Y yo: oiga, y usted por qué no me dijo al principio que me iba a hacer una oferta que tenía que aceptar ahora mismo. Ella: señor, su postura no tiene sentido, no cabe que me pregunte y ahora diga que no. El desenlace se lo ahorro a ustedes, amigos, pero antes de colgar se me llenó la boca de sapos, culebras y hasta muflones, como es lógico y natural.
Y me pregunto y les pregunto a ustedes: ¿pero qué técnicas de venta telefónica son éstas? ¿En qué putiferio vivimos? ¿Pueden llamar a uno para insistirle en que si no compra lo que le venden es un idiota y un cantamañanas? ¿Realmente traga el personal cuando lo tratan así los mercachifles de las narices? Y, sobre todo, ¿cómo puede uno lograr de una puta vez que no lo llamen para ofrecerle cosas? Hace tiempo ya que rellené unos impresos en los que manifestaba mi inequívoco deseo de que no me telefoneasen para esas cosas, impresos que envié a Telefónica. Como si nada, ni puñetero caso.
En fin, ya se me pasó. Gracias.

¿Irresponsabilidad en Unileón?

(Publicado por un servidor hoy en El Mundo de León)
Imaginemos que una comunidad de vecinos elige a uno de ellos para presidirla. Él hasta había hecho campaña previa y les había prometido a todos el oro y el moro, dosis máximas de honradez y eficacia por un tubo. Así que lo votaron los más y se puso a gobernarlos. Y pongamos que al término de su mandato no sólo quedan vacías las arcas, sino que la deuda es tan monstruosa que ya no se podrá en muchos años ni arreglar el ascensor ni pintar la escalera ni reparar la más mínima avería. Es más, se teme que en cualquier momento alguien venga a embargar las pocas cosas que restan. Para colmo, dicha comunidad tenía terrenos que el mencionado presidente vendió al comienzo de su ejercicio y con el pretexto de que de esa forma sanearía las cuentas.
Si yo fuera uno de los vecinos trataría de investigar cómo fue esa gestión, qué pasó con los dineros y si hubo alguna negligencia, como mínimo. Pues gestionar lo ajeno no es sólo disponer de un bonito poder y de un presupuesto con el que darse gusto o animar a los amigos, es también una responsabilidad y puede y debe haber mecanismos, jurídicos, políticos y sociales, según los casos, para exigir cuentas y explicaciones. Si no ocurriera así, sería muy bonito mandar una temporada a base de tropelías o de torpezas y luego irse para casita más contento que unas pascuas y diciendo aquello de que me quiten lo “bailao”.
Si yo fuera el nuevo presidente de esa comunidad y descubriera que estamos en bancarrota y que no nos queda ni para acabar las obras comenzadas, les aseguro que revolvería hasta el último papel y repasaría hasta la más simple cuenta para ver cómo es posible que mi antecesor nos haya puesto en semejante situación, incluso después de vender hasta el rosario de la abuela, y se haya ido de rositas y tan fresco. Como mínimo le sacaría los colores, aunque probablemente le sacara alguna cosita más. Y les aseguro que le recordaría y recordaría a todos cómo eran sus actitudes cuando nos mandaba, y qué decía él de los demás.
No sé si saben ustedes, amigos lectores, que, al parecer, el anterior rector de la Universidad de León nos ha legado una deuda tan enorme como inexplicable. Y si no es inexplicable, que la explique donde proceda.

11 febrero, 2009

Casualidades

Pero vamos a ver, por qué no van a poder cazar juntos Garzón, juez, y Fernández Bermejo, ministro de Justicia. Aquí a la mínima se alborota el personal. ¿Acaso no vemos mil veces juntos por ahí a opositores a plaza de la Administración y a miembros del tribunal de oposiciones? Pues eso. Y los que trabajamos en la Universidad, ¿no decimos siempre que qué cosa más bonita que un doctorando se lleve bien con su catedrático director y que luego éste lo vote en todos los concursos que se pongan a tiro? Pues ya está.
Es que en este país la gente se la coge con papel de fumar, la verdad. ¿Acaso el mismo Garzón no vería bien que cualquier otro juez de la Audiencia Nacional o de la Audiencia del Quinto Pino tomara café con Rajoy y se lo jugara con él al tute? ¿Acaso no tiene buena relación Rajoy con Enrique López y a todos nos parece normal que lo proponga para el Constitucional? Oye, si aparte de eso quieren cazar o pescar juntos, pues que lo hagan. ¿Va a ser mayor su amistad por eso? No necesariamente.
Además, no es como si los pillaran conspirando por ahí en cualquier esquina penumbrosa, no, simplemente andaban juntos pegando unos tiros, concretamente a unos bichos. ¿O es que a la gente ya ni le gusta que los titulares de los altos poderes del Estado hagan deporte? ¿Los preferimos fondones y torpes?
Lo que pasa es que los del PP y los de los medios afines se mosquean porque se ponen el el lugar de los jabalíes y los muflones esos que las pasaban putas en la finca de Jaén donde nuestros hombres en la Justicia se entretenían escopeta en ristre. Y si los del PP se identifican con jabalíes y cornúpetas que se lo miren, que por algo será.
Conviene superar la relación fría y distante entre los poderes del Estado. Es mucho mejor y resulta más humano que circule entre ellos el aprecio y hasta que se encamen un poquito cada tanto. Porque los poderes del Estado pueden controlarse sin dejar de amarse y de hacerse carantoñas cuando toca. Mismamente mi mujer y yo nos queremos una barbaridad y no por ello dejamos de controlarnos de aquella manera. ¿Por qué no va a ocurrir de esa guisa entre el Ejecutivo y el Judicial o entre el Legislativo y el Tribunal Constitucional? No queremos ver que hasta en el franquismo, régimen arisco y poco inclinado a las efusiones, se daban ya esos tiernos escarceos entre los poderes. ¿O es que Franco nunca cazó muflones con el Presidente del Tribunal Supremo, pongamos por caso? ¿O acaso los ministros de Justicia de entonces no les tiraban ya los tejos a los magistrados? ¿No merecen tales tradiciones nacionales una consideración y un respeto?
Otra cosa es que Garzón y Bermejo sean tímidos, lo cual es muy de lamentar, pero a base de disciplina (inglesa) pueden superarlo. Digo lo de la timidez porque esta mañana escuché unas declaraciones del Ministro en las que afirmaba que cuando se encontraron por sorpresa en el monte no pasaron de decirse hola qué tal, parece que va a llover y me gusta tu carabina. Ni siquiera comentaron eso tan típico de qué hay de lo mío, y, aún así, la gente protesta y se rasga las enaguas. Por favor, por favor. ¿Sería mejor que al verse se hubieran dado la vuelta sin la más mínima cortesía y hubiera tirado o disparado cada uno por su lado, con riesgo de perderse entre la maleza?
El personal se ha vuelto tan desconfiado que ya no cree ni en las casualidades. Pongamos que en lugar de echarse al monte el mismo día y por azar se hubieran encontrado mismamente trabajándose unas lumis en un local ad hoc o sacándose unas películas del videoclub. ¿Dónde dice que estén prohibidos esos encuentros fortuitos? La crítica tiene aquí tan poca base legal como la huelga de los jueces, y, si no, que le pregunten al Consejo General del Poder Judicial si hay que poner servicios mínimos de vigilancia para evitar las jugarretas del azar.
Tiene mucha razón Bermejo, don Mariano (el bueno), que también ha manifestado que a lo que hay que estar es a velar por el Estado de Derecho y no a despellejar al personal para echar cortinas de humo sobre la corrupción, que eso sí que tiene tela.
Humildemente propongo que la próxima vez que se vean al aire libre Garzón y el Ministro, se declare secreto del sumario, así nadie en el país se enterará y nos dejaremos de tanto cuento y tanto chisme.

10 febrero, 2009

Pelmas e impostores

Una de las desventajas de llevar ya una pila de años como profesor universitario es que se van perdiendo la inocencia y la paciencia. Menos mal que todo se compensa con ilusión, la ilusión de prejubilarse y pasar al cultivo del cebollino propiamente dicho, vegetal agradecido donde los haya.
Un ejemplo. Cuando se era primerizo se recibía con los brazos abiertos y los libros en presenten a todo aquel que se arrimaba a contar que quería hacer una exquisita investigación, una tesis doctoral de campanillas o un artículo de primera. La experiencia, madre de todo desengaño, enseña que muchos son los que llaman, pero pocos los elegidos. Abunda demasiado el candidato con calentón, que se piensa que convertirse en reputado investigador es cosa de ponerse un mes a medio gas y esperar sentado hasta que la Academia de los Nobel llame a nuestra puerta. Consumación sin juegos preliminares, aquí te cojo y aquí me doctoro.
Les cuenta uno que vale, pero que paciencia y que ahí están esos veinte libros para ir abriendo boca, más los cientos que ansiosos aguardan en la biblioteca. Muchos ya no regresan, convencidos de que poco se puede tratar con quien ve la ciencia tan esquiva y la piensa tan selecta. Pero, sorprendentemente, bastantes son también los que no se desaniman, convencidos de que ya caerá a base de cortejarla un par de días al mes. Vuelven algunos al cabo de seis meses y te cuentan que muy bien todo y que ya leyeron dos libros y medio. ¿Y? Pues que ya está, que ya pillaron las ideas esenciales y que han construido una teoría que hará furor. Antes yo les pedía que me la explicasen, pero ahora ya suelo poner cara de vale, un día quedamos y ya vemos, y entre tanto siga usted con sus meditaciones. Pero no suele funcionar, pues la mayoría persevera en su entusiasmo y te coloca por las malas la charla, con gesto de suficiencia y la esperanza de que los entiendas, pese a tus evidentes limitaciones y que se nota que ya estás acabado.
Llegados a ese punto, uno empieza a sentirse incómodo de verdad, pues no es fácil desengañar al que va tan ciego como convencido de haber dado con el buen camino. ¿Cómo le explicas que eso que tiene por ocurrencia genial es, en el mejor de los casos, una trivialidad de tomo y lomo y que, si en verdad hubiera leído algo con aprovechamiento, se habría dado cuenta de que su hallazgo está hasta en los libros del parvulario? Antiguamente yo me armaba de tacto y miramientos e invitaba sutilmente a seguir leyendo para profundizar en tan prometedora vía, con la esperanza de que el entusiasta fuera cayendo por sí mismo de la burra. Ahora digo tacos y juro en arameo sin cortarme ni un pelo. Pero da igual, ya que un año después el mismo sujeto regresa y dice que ya, que sí, que ha repasado y que él tenía razón y que cuándo permitiré que se doctore. Hay veces en que las montañas en movimiento acaban con la fe de cualquiera.
Bien pensado, esos personajes tienen ahora mala suerte. En otros tiempos, cuando las vacas gordas, su impostura les habría permitido triunfar y convertirse en funcionarios. ¿Quién no conoce impostores elevados a las máximas alturas profesorales? Recuerdo algunos casos verdaderamente graciosos y puedo hacer un buen retrato-robot de esos figuras. Sus mejores habilidades consisten en hablar raro y en fingir intimidad con los grandes maestros. Un tipo así nunca dice, por ejemplo, “las normas jurídicas están respaldadas por la coacción institucionalizada”, sino “la institución, sede en que la coacción de aplica sin mostrarse, es la muestra en que la institución se muestra ocultándose y usa la norma como subterfugio intimidatorio, como ya decía Anaxágoras y como acaba de escribir Agamben”. Sueltan esos nombres como podrían decir Messi y el Kun Aguero, pero, como levitan al nombrarlos, cualquiera que no esté bien despierto acaba creyendo que son unos genios que se expresan oscuramente porque sus ideas son demasiado ricas y complejas. Pero no son ideas, son diarreas.
Y luego lo de la falsa confianza con las lumbreras del gremio. Si en la disciplina hay un tipo muy prestigioso que se llama José Zubizarreta, pongamos por caso, nuestro fingidor nunca lo va a llamar así, sino Pepe o Zubi, como si comiera en su casa todos los días. “Como me decía Pepe el otro día en Florencia...”. Y tú, despistado, le preguntas que qué Pepe, y él te mira perdonándote la vida y te responde que Pepe Zubi, cuál va a ser, y aprovecha para contarte que qué risa el otro día en Albacete, que qué borracho estaba Zubi y que tuvo que llevárselo al hotel y acostarlo, no sin que antes le regalara un par de separatas dedicadas con muchísimo cariño y lo invitara a dar un par de conferencias en su universidad, en Paris III. A todo esto, tú sabes que el profesor Zubizarreta no bebe, lleva dos años y medio postrado en cama por una cruel enfermedad y ya se jubiló de Paris III, pero si se lo aclaras es peor, pues te responderá que no, que se ha recuperado milagrosamente, según le contó ayer mismo Candi en conversación telefónica. Si vences las ganas de arrearle un puñetazo y todavía le preguntas por el tal Candi, te contestará que sí, hombre, Cándido Westinghouse, otro de los grandes que es íntimo suyo, pues comparten un proyecto de investigación sobre las normas apofánticas en las culturas mesocráticas. Impasible el ademán, inasequible al desaliento.
En realidad, a esos pícaros les viene bien que tú te hartes, los mandes al carajo y les digas al fin que los dirija o los avale su tía la gorda, pues con eso se marchan corriendo a otro lugar y a otro colega, a ser posible enemigo, y le cuentan que los has reprimido malamente por envidia de su genialidad y porque estás liado con la de la fotocopiadora, que fue novia suya en tiempos. Y así de acá para allá, hasta que dan con el perfecto incauto que los acoge y los promociona una temporada. Y vuelta a empezar cuando al nuevo se le abran los ojos, pero en una de éstas habrán pillado la ola buena y se habrán hecho titulares. Luego échales un galgo. En adelante sus víctimas propiciatorias serán los alumnos.
Cada día me convenzo más de que a tales gusanillos hay que matarlos de pequeñitos, mientras aún son larvas y antes de la definitiva metamorfosis que los hará vampiros. O convencerlos a tiempo para que se dediquen a la política en algún partido de tronío.

09 febrero, 2009

Pintas

A uno se la han dado con queso un ciento de veces, y lo que te rondaré. Peco de ingenuo en mi trato con la gente y me he visto por eso en muchos líos y me han colocado trolas tremendas. Pero, como supongo que le ocurre a todo el mundo, algo va se va aprendiendo con la experiencia y las variadas lides. Por ejemplo, cada día me fío más de la pinta de la gente. No me refiero a que sean guapos o feos o a que vistan corbata o pañuelo palestino, sino a la pura fisonomía, al porte, a la manera de llevar por la vida el propio cuerpo y de perdonarnos la vida con un mirar tal que así. Ahí, después de los cuarenta, el que todavía yerra es porque quiere o porque no tiene remedio.
Vean en los periódicos de hoy las fotos del tal Correa y sus amigos. Ahora supongan que alguno de estos señores viene y le ofrece a usted un estupendo negocio o se le brinda para organizarle unos eventos muy interesantes por un módico precio. Se impondría echar a correr, sin dudarlo ni un segundo. Una disculpa cualquiera y vuelva usted el año próximo, que en este momento tengo que darle de beber al canario.
A lo mejor son inocentes, es perfectamente posible. Apliquemos las presunciones de rigor y que investigue la Justicia independiente y hasta el mismísimo PP, también independiente. Pero ante la duda, puerta. Se siente, uno no tiene por qué aplicar en su vida privada las garantías propias de las instituciones. Por si las moscas y porque dicen que la cara es el espejo del alma. Es como si se nos presenta una minifaldera espectacular, con escote asiliconado, maquillada hasta la rabadilla y girando el bolso con desparpajo, y nos cuenta que es una monja especializada en exorcismos y que, si nos apetece, por un módico precio y la camilla, nos hace uno preventivo. A lo mejor es que va de camuflaje para despistar a las fuerzas del Averno, pero si luego sale lagartona no podremos poner cara de inocentes y decir que nos fiamos de su aspecto angelical y apostólico. Pues en el caso de los enanos engominados que le crecen al PP lo mismo. Iban de empresarios ideales de la muerte y honestos a carta cabal, con esas pintas y esas mañas. Amos, anda. Quien no te cale que te compre o que ponga la mano.
Por cierto, y a propósito de exorcismos, sí que les vendría bien a los rajoyanos uno de los buenos, pero echado por el mismísimo Rouco en traje de faena, y no como se lo van a organizar cualquier día de estos, por cuenta de algún ayuntamiento y a cargo de cualquier pirolas con sotana de Armani y esclava de oro. Me refiero a la pulsera.
Si la cara es el espejo del alma, bien claro está que los partido se nos han vuelto desalmados. Si no, en otro orden de cosas y sin querer despistar ni mezclar las témporas del PP con el culo del PSOE, que me digan a quién puede engañar la jeta de Pepiño, mismamente.

08 febrero, 2009

Berlusconi es neoconstitucionalista

Esta entrada va para mis queridos colegas neoconstitucionalistas. Pero que no se inquieten las sanas gentes que no son de Derecho, pues a lo mejor consigo explicarme con claridad. De todos modos, esto será un poco largo y los que no tengan el virus de la teoría jurídica pueden saltarse tranquilamente este post.
El neoconstitucionalismo es una doctrina jurídica muy en boga y que, en pocas palabras, viene a sostener que lo que digan las leyes hechas por el legislador parlamentario y democrático es muy importante, ciertamente, pero que hay cosas de más peso y que deben prevalecer en caso de conflicto. ¿Qué cosas son ésas? Los mandatos de cualquier tipo que se contienen en la Constitución. La superioridad de la Constitución sobre la ley y el resto del ordenamiento jurídico no la discute casi nadie hoy en día, pero el debate comienza a la hora de ver qué entendemos por Constitución.
La Constitución contiene, por ejemplo, mandatos claros de hacer o no hacer, como cuando, por ejemplo, prohíbe la pena de muerte. También distribuye competencias, como cuando atribuye la legislativa al Parlamento. Desde luego, fija derechos fundamentales de los ciudadanos, como es el caso de la libertad de expresión, la de creencias, el derecho al honor, etc. Aparte de todo eso, también proclama muy enfáticamente principios como el de dignidad humana y valores como el de justicia. Pues bien, aquellos teóricos del Derecho que llamamos iuspositivistas mantienen que la naturaleza del Derecho es convencional y lingüística y que, en lo que a la Constitución se refiere, ésta no tiene más ser ni más contenido que el que quepa razonablemente dar a sus palabras según el uso lingüístico establecido. Y, dentro de esas palabras y expresiones de la Constitución, las hay más precisas, que sabemos con un buen margen de certidumbre qué quieren decir, y otras más imprecisas, que pueden significar muchas cosas diferentes; hasta llegar a algunas absolutamente imprecisas, como cuando se habla en la Constitución de que la justicia es un valor superior del ordenamiento. El positivista opina que si los órganos del Estado, especialmente el Poder Judicial, deciden otorgarle máxima potencia decisoria a esas cláusulas tan abiertas que no se sabe bien qué significan, lo que ocurrirá será que tales poderes acabarán imponiendo lo que a ellos les dé la real gana, aunque, eso sí, dirán que ellos no han sido, sino que eso que mandan en nombre de la Constitución es realmente lo que ella proclama sin proclamarlo claramente, es el verdadero significado de esas cláusulas tan indeterminadas que cada uno puede interpretar como le plazca, pero que ellos, los que mandan, interpretan del modo que va a misa.
Lo que pasa es que los positivistas suelen ser gentes que no creen que exista ni sea, por tanto, cognoscible, una única concepción del bien, una única verdad moral, sino que hay muchas, que caben muchas dentro de una sociedad cuya Constitución parte del pluralismo y organiza el modo de decidir en una sociedad plural y que, por tanto, nadie está legitimado para suplantar a la Constitución misma elevando su personal idea de lo justo a patrón único o supremo de constitucionalidad y, por ende, de juridicidad.
Los rivales de los iuspositivistas son los iusmoralistas, una auténtica legión en nuestros días y siempre. El iusmoralismo afirma que el Derecho y la moral no son sistemas normativos conceptualmente independientes, sino que comparten espacios, es decir, que hay partes de la moral que también son Derecho por definición. En su opinión, una norma jurídica injusta o muy injusta no es propiamente una norma jurídica, pues la norma más alta del sistema jurídico sería una norma que dice que ninguna otra norma jurídica puede ser muy injusta sin dejar de ser Derecho. Lo que los iusmoralistas no afirman es la tesis complementaria, que, visto lo anterior, tendría su lógica: que una norma moral que sea antijurídica, deja de ser norma moral. Y no afirman esto porque en su propósito está mantener que la moral está por encima del Derecho, es superior al Derecho y condiciona los contenidos posibles de las normas jurídicas, incluidos los contenidos que el legislador democrático puede dar a sus leyes sin vulneración expresa de la Constitución.
Los iusmoralistas han de creer, y creen, una cosa más, para que su actitud sea mínimamente congruente: que existe “la” moral verdadera y que sus contenidos son cognoscibles, y que, además, tales contenidos son suficientemente claros como para dirimir los casos de Derecho que son difíciles porque las normas de derecho positivo no los resuelven con claridad o no los resuelven justamente. En términos más pedantes, podemos expresar esto diciendo que los iusmoralistas son en materia moral objetivistas y cognitivistas: el bien moral existe con objetividad, no es una pura cuestión relativa a personas y opiniones, y lo que sea dicho bien puede conocerse con certidumbre bastante en cada ocasión y para cada caso, o casi.
Está haciendo falta una investigación empírica que nos aportaría mucha luz. Consistiría en pasar una encuesta a un número suficiente de iusmoralistas (o neoconstitucionalistas, como ahora veremos) suficientemente relevantes. En ella habría que hacer que se pronunciaran sobre un número significativo de cuestiones éticas, a fin de que podamos catalogar el tipo de sistema moral al que cada uno se adscriben. Les podríamos preguntar, v. gr., si son partidarios o enemigos del aborto voluntario, de la eutanasia, del matrimonio homosexual, de la experimentación con embriones, etc., etc. Luego les pediríamos que nos aclaren lo que en su opinión dicta para cada uno de esos temas el Derecho verdadero, ese Derecho en el que moral y norma jurídica se confunden. Y veríamos, sin duda, algo obvio: que cada iusmoralista (y cada neoconstitucionalista) alza a suprema verdad moral su personal verdad moral, que cada uno llama certeza ética a lo que es su opinión moral, y que cada uno piensa que el Derecho (y la Constitución) le da la razón y respalda como jurídicas esas convicciones personales suyas. Ahí está la explicación, por ejemplo, para el curioso fenómeno de que hoy en día son igual de antipositivistas, de iusmoralistas y de neoconstitucionalistas muchos autores que militan en organizaciones fuertemente católicas y muchos que se sitúan en una izquierda laica y a la izquierda de la socialdemocracia: todos están igualmente convencidos de que el legislador yerra cuando no les da la razón y de que ellos conocen mejor que nadie las intimidades del Derecho y la Constitución, dada su fe, sus muchos estudios o su soberbia.
Hasta hace un tiempo los iusmoralistas eran más que nada iusnaturalistas. Los iusnaturalistas piensan que hay un Derecho Natural formado por normas puestas en la propia naturaleza humana por Dios o porque sí, y que esas normas son Derecho superior al proveniente de las normas creadas por el legislador humano mediante los correspondientes actos de voluntad legislativa. Por ejemplo, cuando un autor de éstos opinaba que las relaciones extramatrimoniales o las relaciones homosexuales eran pecado o simplemente estaban muy mal, decía que la monogamia heterosexual es una institución de Derecho Natural que ningún legislador se puede saltar. Además, como la monogamia era completamente natural en el ser humano, de Derecho natural del todo, el derecho positivo debía imponerla a la pura fuerza. Muy congruente.
Ahora muchos de esos iusnatutalistas de antes se han tornado neoconstitucionalistas. Los neoconstitucionalistas sostienen que las constituciones actuales tienen su parte esencial y más obligatoria en aquellos principios y valores, como el de justicia o el de dignidad, que proclaman en sus textos. Por tanto, la moral verdadera ya no sólo es moral y verdadera, es también Constitución, derecho positivo, y la parte más importante de la Constitución. Por eso ahora, cuando a un iusmoralista no le gusta nada de nada una ley, no dice que no es verdadero Derecho por oponerse al Derecho Natural, sino que es inconstitucional. Inconstitucional, según ese modo de ver, ya no es una norma que contradiga una pauta clara y significativa marcada en la Constitución, sino cualquier contenido legal que se oponga al sistema moral que forma el cimiento, la base axiológica de la Constitución. Así, si uno de estos analistas cree que el matrimonio homosexual es un pecado y una aberración moral, añadirá que una ley que lo permita es inconstitucional porque está en contra de principios constitucionales como el de justicia, el de dignidad y otros similares; y si, en cambio, damos con un iusmoralista en cuya escala moral el matrimonio homosexual no es cosa mala, mantendrá que inconstitucional es la ley que lo prohíba, por razones del mismo tipo y con base en los mismos valores. Ninguno admite lo que a los positivistas nos parece más obvio: que del matrimonio homosexual la Constitución no dice nada, ni para bien ni para mal, y que todo juicio constitucional al respecto constituye un ejercicio de pura discrecionalidad interpretativa de aquellos valores y de otros preceptos del texto constitucional.
Para los neoconstitucionalistas los poderes del Estado están antes que nada sometidos a la Constitución y tienen su suprema responsabilidad en hacer valer sus preceptos y evitar sus vulneraciones. Esto lo piensan también los iuspositivistas, pero entendiendo de otra forma la naturaleza de la Constitución, que es nada más que lo que dice, sumado a un entramado institucional para que alguien tenga la última palabra, concretamente los jueces y el Tribunal Constitucional. La diferencia se halla en que para los iusmoralistas y neoconstitucionalistas esa última palabra ha de ser no sólo la última, sino la verdadera: los poderes del Estado han de garantizar la verdad moral inequívoca contenida en el trasfondo axiológico de la Constitución.
Y llegamos a Berlusconi. ¿Qué está haciendo Berlusconi en el caso Eluana? Poner todos los medios, jurídico-formalmente ortodoxos o heterodoxos, para que no se cumpla la sentencia del Tribunal Supremo italiano que autorizó la muerte de Eluana. ¿Y con qué argumento? Con el de que esa sentencia, por mucho que pueda ser formalmente correcta y legítima, es materialmente inconstitucional por ser radicalmente injusta. ¿Desde qué concepción de lo justo? Desde la de Berlusconi y la Iglesia católica. ¿Y qué dirán los neoconstitucionalistas que abrazan una moral diferente de la de Berlusconi y la Iglesia? Dirán, y dicen, que lo constitucional es dejar morir a Eluana y cumplir la sentencia, no en razón del entramado constitucional de los poderes, sino en razón de que la verdadera Constitución es la que acoge la verdad moral opuesta, la suya, que es favorable a la eutanasia. Berlusconi estaría haciendo lo que según ellos debe hacer un poder del Estado, sólo que no les gusta lo que en concreto hace ese poder en ese caso. Si hiciera lo contrario, es decir, si el Tribunal hubiera dicho que no se podía permitir la muerte inducida de Eluana y el Gobierno de Berlusconi procediera del modo que lo ha hecho, pero para contrariar tal opción del Tribunal, dirían que muy bien y que así se protege la Constitución.
Berlusconi actúa como un perfecto neoconstitucionalista. Pero lo que hace sólo agrada a los iusmoralistas que comparten su moral. Y es que, a la postre, lo que los neoconstitucionalistas pretenden siempre es imponer su moral haciéndola pasar por la moral de la Constitución. Por eso sus debates se parecen tanto a diálogos de sordos y por eso, en el fondo, todos ellos subordinan el valor de las sentencias, de la ley y de los actos de gobierno a la moral, concretamente a la moral personal de cada iusmoralista neoconstitucionalista.
En cambio, los iuspositivistas pensamos que la actuación de Berlusconi sería inconstitucional en cualquiera de los dos casos, pues socava la distribución constitucional de poderes y competencias. El positivista es más partidario de las reglas del juego que de andar jugando a conveniencia con dichas reglas. El positivista no cree que las reglas del juego constitucional sean un mero pretexto para hacer pasar sus personales creencias morales por la quintaesencia de la Constitución, nada menos.