16 marzo, 2011

Bajando de las nubes

Algo va a tener que pasar o deberán las generaciones nuevas que elegir con sana reflexión y buen tino. El mundo que hemos vivido los de mi generación y similares no va a ser igual. Hemos tenido mucha suerte, se diga lo que se diga. No conocimos guerras cercanas, no supimos del hambre de verdad, los servicios públicos funcionaron bastante bien y hasta le sacamos su tajada a un Estado del bienestar que tuvo más de milagroso que de merecido. No nos ha faltado de nada, o casi, hemos viajado, hemos comido como leones, hemos tenido nuestras farras impunes. Vivimos, en suma, como quien aprovecha el maná y hasta siente que lo merece. Nacidos para la gloria y la cuchipanda, elegidos para el derroche, probadores de placeres diversos y señores de la naturaleza y de una hedonista vida propia.

Se va a acabar, probablemente. O se termina ese estilo procaz de buen vivir o se asumen conscientemente los riesgos que acarrea. Se va a terminar lo de estar en la procesión y repicando, lo de nadar y guardar la ropa de marca en el vestidor lujoso del chalet, cobrando sin pagar apenas, criticando sin dar buen palo al agua, pontificando a humo de pajas desde un olimpo hogareño y una tarima barata. Se termina, sí. Pronto habrá que elegir entre el cambio y el miedo, tendremos -o tendrán nuestros hijos- que optar entre la modestia o la estoica asunción de los finales, cuando toquen.

Con los resabios de aquel marxismo de antaño se diría que son las contradicciones objetivas las que estallan ahora que las centrales nucleares japonesas explotan. Pero más bien da la impresión de que las que habrán de saltar por los aires son nuestras contradicciones subjetivas, personales, íntimas. La noche entera debatiendo sobre ecología con las luces todas encendidas, la excursión a la montaña en cuatro cuatros por cuatro para observar alguna peculiar margarita de los riscos, el jet privado de algunos para pontificar a veinte mil euros la horita sobre ahorro energético.

A mí, gañán perenne, me va a costar fregar los cacharros después de comer sin tener media hora corriendo el grifo del agua caliente. Cuando el agua caliente llegue solo un par de horas por jornada reaprenderé a lavar en una palangana, como cuando en Ruedes. Me viene el recuerdo de lo que eran los inviernos sin más calefacción que lo que de la casa calentara aquella cocina de carbón y maderos. Acostarse con calcetines, calzoncillos abrigados y hasta jersey de lana era más gozoso de lo que cualquier jovenzuelo del presente pueda suponer. Tal vez más gustoso que ese despertarse sudando esas noches en que se nos olvidó, antes de acostarnos, bajar el termostato casero de veintitrés graditos de nada. Hogares caribeños en plena meseta castellana (bueno, o leonesa, qué coño importa ahora que Japón puede ser tan solo una isla en la memoria).

A lo mejor no se sentirán tan desgraciados nuestros nietos al notar la felpa en el reverso de la mano que acaricia la piel ajena, o cuando viajar lejos sea como antaño la soñada aventura que ocurre pocas veces en la vida, o al redescubrir que los conciudadanos son de cuerpo entero y caminan, bípedos, no esos demediados monstruos cariacontecidos que se agarran a un volante y dan vueltas y vueltas en la noria urbana. Quien sabe si hasta volveremos a hablarnos, si volverán a hablarse, y serán en verdad sociales las redes sociales, como en aquella infancia del pueblo que a los niños ya les parece un invento más, otra historia de gormitis, pero con boina y madreñas, embeleco para que coman y callen. Quizá dentro de poco no haya que regañar a los mocosos para que coman, sino enseñarlos a domeñar el hambre y administrar un vaso de leche diaria, si la hay.

El desastre es la contrapartida de la opulencia, el apocalipsis es la bala juguetona de nuestra ruleta rusa. O jugamos o no jugamos. Es cuestión de pensarlo. Lo que no tiene presentación es que nos apuntemos a la sien con la sonrisa boba del lelo que cree que es la carga es de fogueo.

Miro a Elsa y se me ocurre que por qué no va a ser feliz de otra manera. Sólo tendrá que olvidar lo que le estamos enseñando, desvivir la vida postiza nuestra; igual que otros, los mayores que de niños fuimos felices, deberíamos recordar lo que un día aprendimos.

5 comentarios:

un amigo dijo...

Lo decía ya hace algún tiempo un tal Georgescu-Roegen...

Volviendo al presente y a su proyección en las próximas décadas, yo alteraría un pelín la pregunta, transformándola en proposición.

Probablemente Elsa sólo sea feliz de otra manera.

Salud,

Anónimo dijo...

jajajaja. La crisis son cíclicas. Los privilegiados del sistema siempre está como "por ahi". Y como estás, haz que Elsa esté. El apocalipsis aún no llega, no desesperes.Es que ando con Malthus. Me influencia lo que leo, voy por libre. La gente ve la tele y es homogénea. Me falta encender el cándil. Me han dicho extemporánea, y el último ha sido mi profe...buaff. ¿sabes por qué? porque me dediqué a escribir en el foro de la asignatura cuando ya la tenía aprobada. Y es que había unos temas que a mi me inquietaban y como no repetimos nunca profes..El estaba dándonos clase en dos cursos. No sé que paso. Me dio por escribir los findes en el foro de la asignatura. Extenmporánea me llamo.
No temas, el fin del mundo lo llevan pronósticando desde ni se sabe. No le va a tocar a Elsa, eso seguro. Ya nos las arreglaremos. No vamos a ser la generación que hunda la civilización.

Anónimo dijo...

No sólo aludio al término extemporáneo sino que me hizo dos guiños. que gracia.Pues sólo yo podía saber. Y leía toda la clase.

Anónimo dijo...

en un par de renglones me dijo todo. aunque yo si que siento que mi vida está a merced de mi fluctuante estado de ánimo. Porque además influye sobre quiénes me rodean o se cruzan.

un amigo dijo...

Visto que no ha sido comentada aún, me permito apuntar a otra reciente bajada de las nubes, una más todavía, en este caso brusca y accidentada (no tanto por los 20.000 euritos de nada a cotizar por el contribuyente, cuanto por la sonora bofetada de ida y vuelta sobre nuestros procedimientos judiciales concebidos según la doctrina del 'por ser vos quien sois') ...

Concierne nada más y nada menos que a la Audiencia Nacional, al Tribunal Supremo y al Tribunal Constitucional -e indirectamente también al Borbón, faltaría-.

Un poco más limpitas se van quedando las nubes ... ¿correrá la misma suerte, dentro de no mucho, la "Ley" de Partidos?

Salud,