02 abril, 2008

El sexo de los prohombres

Esto del sexo es la repanocha, como es bien sabido. Así sufren los obispos para reprimir(nos)lo. Tarea no les falta, desde luego. En fin, qué les voy a contar a ustedes, queridos amigos, que no sepan o no intuyan, sobre cómo anda de alborotado el personal. Y no se preocupen, que sólo quiero hacer unas reflexiones sobre la relación entre nación y sexo y sobre el despendole puteril en que se andan los políticos de medio mundo.
Vayamos por (las) partes. Estos tipos norteamericanos o centroeuropeos que se casan con ricas herederas pasadas por el bisturí, que ligan con modelos y variadas mises, que frecuentan ambientes propicios al encamamiento por razón de Estado y que van con los bolsillos atestados de pastillitas azules para dar abasto con las exigencias de sus cargos, acaban un día sí y otro también en el puticlub. Luego, en los ratos libres, pontifican con voz tronante sobre la crisis de los valores en la sociedad occidental y proponen imaginativas soluciones para acabar con el vicio y el despelote universal. ¿Estarán todos poseídos por la esquizofrenia o será que quieren ver con sus propios ojos y tocar con sus mismas manos, etc., el imperio oscuro del pecado carnal?
Cuando no es un alcalde norteamericano por allá, es un concejal balear por aquí, y, ya en el colmo, ahora resulta que se tambalean también los acrisolados fundamentos morales de la Fórmula 1, donde parece que hay mandamases que corren que se las pelan hasta sin bólido. Para colmo, a la mayoría los pillan con la masa en las manos por andar pagando con la Visa oro de la correspondiente institución. Manía que tiene hoy en día la gente de no llevar suelto y de no aflojar del peculio propio ni a la hora de aliviarse. ¿Se acuerdan de aquella vez, hace tres o cuatro años, en que cayó como un pardillo hasta el gerente de una universidad de por aquí, por andar pasándole las facturas del night club a su reputada institución? Esta gente no tiene enmienda.
Y qué me dicen de los peculiares gustos de los ministros y altos cargos de según qué naciones. Los ingleses, por ejemplo, se ponen como locos si una madame los asfixia un poquito, o bastante, mientras van ataviados con la camiseta de su equipo preferido de la Premier League. Ya veremos si no acabamos contagiándonos, ahora que a TVE, siempre al servicio del interés general y la opinión pública libre, le ha dado por transmitirnos partidos de la liga inglesa. ¿Se imaginan a un político riojano haciéndoselo ataviado con los colores del Logroñés, mientras la contraparte de pago le atiza con el látigo de siete colas por no ascender?
Lo último es que el presidente de la Federación Internacional de Automovilismo, un tal Mosley, cuyo padre era nazi, ha sido filmado en plena orgía con nada menos que cinco prostitutas. Jugaban a zurrarse de lo lindo intercambiándose papeles de prisioneros y guardianes de campos de concentración. Que también son ganas. A esa gente le guiñan un ojo y se les empina una fusta. Y venga arrearse zurriagazos y ponerse los culos como pimientos morrones. ¿Qué diablos tienen en la cabeza?
Me parece que a estos propósitos el español es un pueblo mucho más conservador. O será que yo no me entero. Pero no concibo a nuestros prohombres yéndose al puti a disfrazarse de requetés o de tropa mora de Franco y dándose mamporros con unas huríes en traje de la Sección Femenina. En eso el español tradicional es al revés, las broncas las monta en casa y luego se va al lupanar a lamentarse de que la parienta no lo comprende, y le pide a la sacrificada trabajadora del sexo unos arrumacos como Dios manda. Paga con la tarjeta de la empresa o del ayuntamiento, eso sí, pero no lo filman en el menester ataviado de Mari Fe de Triana o de generalísimo de todos los ejércitos.
Tal vez va siendo hora de tomar el toro por los cuernos y de evitar esos desarreglos contables incluyendo en los presupuestos de las administraciones públicas la correspondiente partida para vicio y desenfreno. Y que los contratos con las empresas del amor venal se seleccionen con los rigurosos criterios de la Ley de Contratos del Estado. Se publican en cada caso las condiciones de trato que se requieren y que presenten las casas de alivio las correspondientes ofertas, todo en pro de la(s) transparencia(s). Es más, se podría ir pensando en crear unas empresas públicas de la cosa venérea o, al menos, con capital mixto y presencia de representantes de la sociedad civil en los consejos de administración. Las dietas podrían cobrarse en masajes y los puestos directivos se asegurarían con tratos blindados. Para cubrir los puestos laborales en dichas empresas del amor púb(l)ico no habría más que aplicar los sistemas de promoción interna actualmente vigentes en nuestras administraciones, puros concursos restringidos, computando con generosidad los servicios ya prestados en tales menesteres y primando algún detalle adicional, como los idiomas (francés, etc.). O sea, como lo que hay ahora, pero un poquitín más a las claras.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo pensaba que eso ya estaba inventado, pues gran parte de las Instituciones y de las Empresas Públicas funcionan como una Casa de Putas.

Anónimo dijo...

Por cierto, por ahí por cerca del topic:
Otro que habla sobre el putiferio pedagógico.

Anónimo dijo...

El ejemplo que Vd pone de requetés y tropa mora follándose a las de la sección femenina , claro que no es imaginable,...pero si ponemos de ejemplo a que se disfrazasen de comisarios políticos rojos follándose y azotando a milicianas rojas eso ya si es imaginable. Los ejemplos han de ser verdaderos.