Pasan y pasan los días y mi inquietud aumenta. Leo periódicos, compro revistas, me sumerjo en las profundidades de la red, pido auxilio a los más potentes y acreditados buscadores ... nada. Inútil todo el esfuerzo. En el horizonte no vislumbro resultado positivo alguno. La desesperación es la única salida. Todo -me veo obligado a concluir- ha quedado en el anonimato más vengativo y humillante. ¿Cómo ha podido ocurrir algo así, algo tan lacerante para mí, para mi estima personal? ¿habrá algún médico del alma que pueda consolarme? ¿algún cura dispondrá del remedio espiritual que me serene?
Porque resulta, he de soltarlo de una vez pues ya la angustia me destruye, porque resulta, repito, que yo soy el padre del hijo de la guapísima soprano Ana Netrebko. Sí, esa mujer morena de labios de fruta, vestida siempre de deseo, cuerpo de maga, caderas para engarzar sueños ... Esa mujer de ojos que iluminan almas y turban ánimos, de manos enguantadas de caricias, de besos, ay, como obleas del cielo ... sí, es ella, Ana, Ana Netrebko, la coronada por los dioses, la espuma de la virtud, la que derrama fuego. El surco hirviente.
Ana, es decir, la “Susana” de las Bodas de Fígaro, la “Annina” de la Sonámbula, la “Pamina” de la Flauta, la “Rosina” del Barbero, la “Gilda” de Rigoletto, la “Violeta”, nada menos que la “Violeta” de la Traviata ... Ella y solo ella. Ha recorrido el mundo y lo ha estremecido con su voz, ha pisado los más encumbrados escenarios, ha recibido aplausos como ardores de auroras y mieles, ramos de flores con furia de rosas, ha reído, ha llorado, se ha descalzado y bailado cantando “meine Lippen” en “Giuditta”, se ha agotado del esfuerzo, se ha recuperado y ha vuelto con nuevo ritmo, con ritmo de risa, con alboroto de fuente ...
Ana es verde. Verde de esperanza, de río, de quien lleva ropa de hiedra. Es decir, verde de verde.
¿De dónde saca Ana su voz? De las anfractuosidades más anfractuosas del Universo, de las orillas más distantes, de los campanarios que hay en el fondo del mar, de los caminos que llevan al cielo, de los despertares de astros que se habían quedado dormidos hace siglos, de las agonías, de las alegrías, de los murmullos de las rocas, de los confines del oriente, de las notas de los pájaros, de las vibraciones de los crepúsculos, de los perdones y de las distancias, de los paisajes. Es decir, de la concha de los siglos.
Pues esta Ana, la Ana de todos los cielos, se me entregó. Ante mí se abatieron sus divinas cumbres, ante mí se incendiaron sus divinas lumbres, ante mí bramaron sus inmortales mares. Así de claro, hay que decirlo y hoy toca airearlo a los vientos de todos los vientos, a los espejos de todos los espejos y a las luces de todos los reflejos.
¿Tardó o fue víctima del rayo del amor? ¿Se me resisitió? ¿fueron muchas mis tretas? ¿fueron pocas? ¿fue en la noche cuando la historia descansa? ¿o fue durante el día, cuando se engarzan las vidas? ¿fue en ciudad de vasallos o en poblado ahíto de abuelos? ¿fue junto al río con peces escamados o junto a la soberbia montaña que desvaría en su libre albedrío?
Ah, lector, ya te gustaría saber todas estas intimidades. ¿Qué darías por tener noticias exactas? ¿Qué no empeñarías porque yo abriera el cofre de mis secretos y te los confiara? Reconoce que eres ascua de ascuas, curiosidad de curiosidades e indiscreción de indiscreciones. Pero seré una tumba, nadie me hará hablar de asuntos que no interesan al común. Que quedan entre Ana y un servidor. Para la tumba, allá donde reciben sepultura los ecos y las caricias.
Solo puedo proclamar que de la unión salió el fruto. Como sale del pincel el cuadro, del buril la estatua, de la pluma el poema. Como sale de la cajita de música la canción de Schubert. Así, con esa naturalidad que es propia de la naturaleza. Y solo de ella.
Nadie lo había contado. Ahora todos lo sabéis, hasta la propia Ana Netrebko espero que se entere de una vez pues es el caso que ella tampoco lo sabe.
Porque resulta, he de soltarlo de una vez pues ya la angustia me destruye, porque resulta, repito, que yo soy el padre del hijo de la guapísima soprano Ana Netrebko. Sí, esa mujer morena de labios de fruta, vestida siempre de deseo, cuerpo de maga, caderas para engarzar sueños ... Esa mujer de ojos que iluminan almas y turban ánimos, de manos enguantadas de caricias, de besos, ay, como obleas del cielo ... sí, es ella, Ana, Ana Netrebko, la coronada por los dioses, la espuma de la virtud, la que derrama fuego. El surco hirviente.
Ana, es decir, la “Susana” de las Bodas de Fígaro, la “Annina” de la Sonámbula, la “Pamina” de la Flauta, la “Rosina” del Barbero, la “Gilda” de Rigoletto, la “Violeta”, nada menos que la “Violeta” de la Traviata ... Ella y solo ella. Ha recorrido el mundo y lo ha estremecido con su voz, ha pisado los más encumbrados escenarios, ha recibido aplausos como ardores de auroras y mieles, ramos de flores con furia de rosas, ha reído, ha llorado, se ha descalzado y bailado cantando “meine Lippen” en “Giuditta”, se ha agotado del esfuerzo, se ha recuperado y ha vuelto con nuevo ritmo, con ritmo de risa, con alboroto de fuente ...
Ana es verde. Verde de esperanza, de río, de quien lleva ropa de hiedra. Es decir, verde de verde.
¿De dónde saca Ana su voz? De las anfractuosidades más anfractuosas del Universo, de las orillas más distantes, de los campanarios que hay en el fondo del mar, de los caminos que llevan al cielo, de los despertares de astros que se habían quedado dormidos hace siglos, de las agonías, de las alegrías, de los murmullos de las rocas, de los confines del oriente, de las notas de los pájaros, de las vibraciones de los crepúsculos, de los perdones y de las distancias, de los paisajes. Es decir, de la concha de los siglos.
Pues esta Ana, la Ana de todos los cielos, se me entregó. Ante mí se abatieron sus divinas cumbres, ante mí se incendiaron sus divinas lumbres, ante mí bramaron sus inmortales mares. Así de claro, hay que decirlo y hoy toca airearlo a los vientos de todos los vientos, a los espejos de todos los espejos y a las luces de todos los reflejos.
¿Tardó o fue víctima del rayo del amor? ¿Se me resisitió? ¿fueron muchas mis tretas? ¿fueron pocas? ¿fue en la noche cuando la historia descansa? ¿o fue durante el día, cuando se engarzan las vidas? ¿fue en ciudad de vasallos o en poblado ahíto de abuelos? ¿fue junto al río con peces escamados o junto a la soberbia montaña que desvaría en su libre albedrío?
Ah, lector, ya te gustaría saber todas estas intimidades. ¿Qué darías por tener noticias exactas? ¿Qué no empeñarías porque yo abriera el cofre de mis secretos y te los confiara? Reconoce que eres ascua de ascuas, curiosidad de curiosidades e indiscreción de indiscreciones. Pero seré una tumba, nadie me hará hablar de asuntos que no interesan al común. Que quedan entre Ana y un servidor. Para la tumba, allá donde reciben sepultura los ecos y las caricias.
Solo puedo proclamar que de la unión salió el fruto. Como sale del pincel el cuadro, del buril la estatua, de la pluma el poema. Como sale de la cajita de música la canción de Schubert. Así, con esa naturalidad que es propia de la naturaleza. Y solo de ella.
Nadie lo había contado. Ahora todos lo sabéis, hasta la propia Ana Netrebko espero que se entere de una vez pues es el caso que ella tampoco lo sabe.
8 comentarios:
jajajajaaja
Genial!
¿Este tipo es el que ha escrito "El Mito de la Autonomía Universitaria", "El Estado fragmentado", etc.?.
Pues tiene mi voto en las próximas elecciones europeas, porque como buen político miente, pero son tan hermosas sus mentiras.
Aprende a mentir Pepiño!
Yo siempre he estado a favor de la clonación por motivos fundados.
sorprendente la vena literaria de S. Wagner
off topic: recomendable el artículo de B. de la cuadra sobre (de nuevo) el CGPJ (hoy en El País)
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Bipartidismo/bastante/imperfecto/elpepuopi/20080918elpepiopi_5/Tes
¡Lo que yo no me explico es cómo se ha dado cuenta que canta!
Ah, maravillas de la femenina hermosura. Vaya señora guapa, guapa. Y qué excelente el gusto del Maestro, que tiene a bien presentárnosla (confieso, ah, vergonha, que no la conocía)
excelente homenaje
Publicar un comentario