14 diciembre, 2008

Alí Babá & Cia

(Publicado en El Mundo de León el jueves 4 de diciembre por éste que suscribe).
Mientras la crisis obliga al pueblo a apretarse el cinturón y hasta los banqueros piden limosna a las puertas de La Moncloa al grito de si nosotros no seguimos forrándonos aquí se hunde hasta el lucero del alba, hay unas señoronas la mar de orondas y felices que miran por encima del hombro a todo el mundo y piensan que con ellas no van los apuros, mientras mojan su galleta en nuestro café y sueltan unos regüeldos que suenan como himnos. Las llaman comunidades autónomas. Dicen que sirven para que los pueblos se autodeterminen y los ciudadanos sientan más próximo y humano el poder que los achucha.
El Mundo contaba el pasado domingo que los presupuestos de las CCAA suben como si esto fuera Jauja y que se lo gastan casi todo en mujeres y hombres. Según ese estudio, “un tercio del gasto total autonómico es de personal”. Precisamente ahora, en la época de las nuevas tecnologías, es cuando hace falta más personal. Por muchos ordenadores que haya, quién va a dar los masajes al jefe y a decirle lo guapísimo que viene esta mañana, vamos a ver. ¿Acaso eso puede hacerlo con tanto esmero una simple máquina? ¿Y los parientes? ¿Y los amigos? ¿Y los compañeros del partido de toda la vida? ¿Dónde los colocamos si han salido botarates e inútiles y sólo saben poner la boquita así y asentir con fruición?
Es un mal general, son diecisiete males más uno. En Asturias, hace unos días, el jefe de la sección de Nóminas del Principado quiso enviar un correo electrónico a una compañera a la que, al parecer, llama muñeca. Se equivocó y lo mandó a todo el personal de la Administración de la Comunidad. En él se dan pelos y señales y sueldos de los sesenta y tres trabajadores eventuales de las consejerías, todos nombrados a dedo y en cargos de confianza, como jefes de gabinete, jefes de prensa y así. El que menos, cobra veintidós mil euros anuales; el que más, cincuenta y cuatro mil. Por supuesto, entre tales empleados se cuentan hermanos y primos de consejeros y consejeras, así como personajes de un sindicato afín. Todo muy emotivo. En pie, famélica legión.
Descubierta la metedura de pata, se tuvo a los trabajadores del Principado casi un día sin correo electrónico, para tratar de tapar lo que había quedado al aire. Los servicios jurídicos advirtieron que sería ilegal divulgar esos datos. Deben de ser parte del derecho a la intimidad de los beneficiarios y de los que se los benefician. Ya se sabe, además, que la transparencia es el lema y la razón de ser de nuestras modernísimas administraciones, y más de las autonómicas, que son unas señoronas muy dignas que se lo gastan en lujos y vicios, pero sin mala conciencia y con la cabeza muy alta. Faltaría más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El carnete y/o la sumisión son básicos si lo que queremos llevar se una vida regalada y que los chicos no pasen apuros.

También el hecho de incrementar plantillas, hasta el infinito y más allá, permite manejar presupuestos generosos, signo de poder y prestigio entre los distintos departamentos de una administración dada.

Me emociona pensar que 1/3 de mi vida laboral se la dedico a financiar las gilipolleces más insospechadas de los gilipollas más gilipollas que en el mundo han sido, a alimentar a inútiles pesebristas y a perpetuar un sistema lo más parecido a una mie... del tamaño del sombrero de un picador.