24 diciembre, 2008

Más madera, piden los Pájaros Locos

Ayer el Consejo General del Poder Judicial decidió mantenerle al juez Tirado la sanción de multa que su Comisión Disciplinaria había acordado anteriormente, en lugar de suspenderlo unos meses de empleo y sueldo. Desconozco la base legal de una u otra pretensión y carezco de información sobre precedentes comparables. Es decir, me encuentro en la misma situación que casi todo el mundo que se lanza a opinar. La consigna es más madera, y uno de los que encabezan la manifestación es el ministro de Justicia. El otro, el padre de la niña Mari Luz. Dos eminentes juristas, como todo el mundo sabe. Zapatero y Rajoy se afanan por salir en la foto y se pintan con tomate los belfos para parecer, también ellos, sangrientos comejueces e insobornables justicieros.
Mientras no salte a los medios de comunicación un escándalo porque asesinaron vilmente a una niña o a una señora separada, aquí todo zurrigurri vive feliz e indocumentado, todos disfrutamos instalados en la desidia y las corruptelas mil. Trampas en los juzgados, en las comisarías, en Hacienda, en la universidad, donde haga falta. Y los que tienen que poner los medios económicos y técnicos para que los jueces y secretarios judiciales no sigan trabajando con el ábaco y unas fichas de raída cartulina se dedican a tocarse la cítara y a cantar emocionadas loas a la diosa Justicia, excitados por su imagen de amplios senos y ojos vendados. Ah, pero cuando de tanto tensar la cuerda de la inepcia ocurre una desgracia, la culpa es del maestro armero. A por él, que está dormido y desarmado.
Da grima ver y escuchar al ministro de Justicia, soplagaitas con genes falangistas que ha alcanzado la cumbre de su incompetencia porque Zapatero multiplica los tiralevitas soberbios en lugar de multiplicar los panes y los peces. Si un servidor fuera juez ya estaría repartiendo panfletos para la huelga. Y quemando algo. Pero lo que ya es el colmo es lo del papá de Mari Luz.
Ya sé lo que procede decir en este mismo instante, y voy a escribirlo sinceramente para que no me caiga encima una plaga de langosta cibernética aprovechando que hoy es Nochebuena: que qué pena lo de su hija, que qué horror lo de su asesino y que cuánta comprensión para ese padre que pide justicia. De acuerdo, todo es verdad y al padre se le puede entender. A los que le siguen la corriente trabajándose el voto popular, no. Son políticos carroñeros que se disputan como hienas el cadáver de Mari Luz y el abrazo de su padre en gira. A los medios de comunicación que jalean la obnubilación de ese hombre tampoco se les comprende; o sí, pues la desgracia vende, el morbo vende, el vómito vende.
Aquí de un día para otro el padre de una pobre víctima, víctima él también si se quiere, se vuelve el supremo experto en leyes y justicias, el perito legal más cualificado, el dictaminador de sentencias, resoluciones y autos. Que cierren de una maldita vez las Facultades de Derecho y coloquen en su lugar púlpitos para que demagogos y ofuscados truenen en favor de venganzas y penas de muerte, y llamemos norma a sus deposiciones.
Habla ese hombre con retórica de vendedor, o del predicador que es. Adorna el recuerdo de su hija con maquillaje populista y esencia de víscera. Se exalta con órganos y competencias, se crece ante argucias legales, invoca constituciones y variadas normas como si arrojara cuchillos estragados. Yo lo admiraría más y lo comprendería mejor si por su cuenta y riesgo le pegara dos tiros al que mató a su niña. Así, con tanta labia, me parece un buhonero exhibicionista. Como Bermejo, el ministro. Y como toda su recua.
Por cierto, y ya puestos: ¿cuándo pedimos cadena perpetua y torturas varias para los ministros de Economía que no vieron venir -sólo ellos no lo veían venir- el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y el timo masivo de los bancos? Ya puestos a que cada palo aguante su vela y a aplicar la justicia con saña, empecemos por los que dejaron arruinarse del todo a tanto trabajador que ahora no podrá comprar para su casa una puerta blindada con la que protegerse de la terrible y descomunal inseguridad ciudadana que nos acecha desde la tele y por culpa de los jueces.
Puto país de chirigota.
Feliz navidad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No todo es cuestión de ser o no jurista, sino de ser humano y empatizar de vez en cuando.
Hemos de imaginarnos y ponernos en el pellejo del padre de la niña asesinada y pensar qué diríamos nosotros de un juez que se "olvidó" de meter preso a una alimaña.
Hoy sale en El Mundo la imagen de un pakistaní que fusila a los que mataron a un familiar suyo.
Yo atanto no llego, pero sí a una venganza privada en delitos de violación y maltrato a mujeres.
Feliz Navidad.

Anónimo dijo...

Querido, que no, que no. Aunque no sea determinista ni teósofo, las cosas suceden y lo hacen porque tienen que suceder, lamentablemente.
Aquel individuo fue denunciado, y la policía le detuvo, y el juez instructor a petición de la fiscalía lo metió en la cárcel. Y su defensa, a los tres meses, solicitó la libertad provisional, y el juez instructor la denegó, y apeló y la Audiencia confirmó la prisión. Motivos había (indicio de criminalidad, pena prevista, posibilidad de destrucción de pruebas. de nuevos actos criminales, y alarma social). Y su defensa volvió a solicitar la libertad provisional, con o sin fianza, otros tres meses más adelante. Y entonces, ya había desaparecedio la alarma social y era español, y con arraigo familiar y domicilio conocido y todo los demás, de modo que con o sin la conformidad del fiscal, si es que llegó a molestarse en impugnar el recurso de la defensa, le dieron la provisional. Y algún tiempo después le juzgaron, y le condenaron, hasta puede que a la máxima pena de prisión prevista (míratela), pero como había cumplido seis meses y ese tiempo se le abonaría en ejecución de sentencia, y no tenía antecedentes, mni constaba en el atestado de la policía "peligrosidad extrema", no hubiera ingresado en prisión, pues su defensa habría soliciado por todos esos motivos la suspensión. De modo que ni aún juzgado y ejecutado (sin tardanza) habría ingresdado en prisión, de modo que habría podido hacer lo que efectivamente hizo, y aún si hubiera ingtresado en prisión también, porque ese tipo de delincuentes no los rehabilita la cárcel.
Y por lo demás, que es casi todo, el padre, no te olvides, dijo en su primera -y curiossamente olvidada declaración- que en cuanto supo de la desaparición de su hija fue a hablar con el fulano, que vivía en la misma escalera, porque sabía que era un tipo que tocaba a la niñas; pero, entonces, qué hizo por evitar que su hija...
Amigo, la compasión sin inteligencia es estulticia sentimental.

Anónimo dijo...

Anónimo
Mucha labia , pero ¿el juez se olvidó o no se olvidó de la Ejecutoria?
Ahora debe reflexionar ¿ si le pasara a Vd lo mismo qué le parecerían los 1500 de marras?
Garciamado opina que comprendería más al padre si pegara dos tiros a la alimaña a que opine como un jurista, pero es que no opina como un jurista sino como ser humano al que le cuentan batallitas y luego se topa con lo que hay, al estilo de Mario Puzzo cuando nos cuenta en El Padrino la entrevista entre Bonasera y el Don cuando Corleone le viene a decir a su invitado ¿y tú confiabas en el sistema? la decepción de Bonasera es la misma que la de Cortés.
La foto del pakistaní practicando la venganza privada hace posible que no se tenga que recurrir a ningún Don cuando se produce una abominación.