03 junio, 2011

La Academia de la Historia, Franco y otras hierbas

Cáspita, el país arde de indignación. ¿Volvemos a las concentraciones de la Puerta del Sol? No, esta vez es indignación intelectual. Resulta que la Academia de la Historia ha perpetrado un kilométrico diccionario biográfico y algunas entradas sobre gentes de otro régimen las escriben historiadores amigos de su régimen. El caso más claro, parece, es el del medievalista Luis Suárez, que explica la vida de Franco como si no fuera mal tipo. Bajo una óptica medieval puede que las comparaciones sean beneficiosas para el que iba de caudillo de España por la gracia de Dios.

No sé bien qué pensar. Mejor dicho, creo que sí sé, pero me sale embarullado. Por una parte, si las informaciones y comentarios no mienten (seguro que no) sobre algunas entradas, como esa sobre Franco, me sumo a los críticos y discrepantes que se escandalizan porque Franco pueda ser presentado como un militar tirando a majete y que era algo autoritario, pero no dictador del todo. Si resulta también que el conjunto del Diccionario tiene un tufo machistoide, bien estarán las objeciones por la escasez de biografiadas. Y así sucesivamente. En realidad, y para tratar de decirlo claro, no me parece mal casi nada de lo que se está diciendo, sino algo de lo que se calla o no se discute.

Me explico. En buena lid democrática y con un fundamento sanamente liberal (de la parte sana del liberalismo político), cada uno debe poder escribir de lo que quiera y sostener lo que le dé la gana. Y luego lo criticamos como ciudadanos porque no nos gusta el tono o el planteamiento, o como historiadores porque sean defectuosos los fundamentos o las tesis. Y ya está. No tiene que haber historia oficial ni filosofía oficial ni ética oficial ni biología oficial. Aquí lo único que no cabe son los “lysenkos” y similares. Y hay por ahí mucho Lysenko con cara de conejo. Para eso tenemos una Constitución democrática, pluralista y llena de derechos y libertades, incluidas las de expresión, opinión, credo religioso y ciencia.

Una de las actividades que se han vuelto más peligrosas en este país doloroso es la apología. Hay una preocupante tendencia a empapelar a los apologetas. Te puedes ir entre rejas por apología del terrorismo, del nazismo y de no sé cuántas cosas más. O te puedes ganar las iras de articulistas, tribunos y variados columnistas si te da por decir que Franco no estaba tan mal, opinión que ciertamente un servidor no sostendría, repito por si las moscas. No son cosas comparables el encarcelamiento y el empa(pe)lamiento periodístico, bien lo sé. Pero resulta que una de las cosas que bajo Franco ocurrían era que también te podías buscar serios problemas si hacías alabanzas a los malos o no peloteabas debidamente a los buenos. A los malos oficiales y a los buenos oficiales, ya se entiende. Y había censura y libros prohibidos y otras lindezas de similar jaez. ¿Nos marcamos una hipótesis diferenciadora? Tal vez una no desdeñable diferencia entre dictadura y democracia es que en dictadura no puedes defender la democracia, pero en democracia sí puedes decirte partidario de la dictadura.

Aquí y ahora está haciendo falta que se regulen las censuras para que podamos debatir sobre su fondo. Que alguien elabore la lista pertinente de réprobos y santos. De acuerdo, cero confianzas con Hitler. ¿Y con Stalin? ¿Y con Pol-Pot? ¿Y con Mao? Que nadie haga loas a Franco, vale, ¿y a Fidel Castro? Yo prefería que se pudiera decir cualquier cosa, buena o mala, de cualquiera de ellos. Hasta mentiras, si me apuran. Ya pondrá el tiempo a cada opinante en su sitio. Ya ha pasado con más de cuatro viejas figuras, ya lo creo que sí.

No me vengan con matices y minucias diferenciadoras, no las necesito, pues voy a dar mi respuesta: que se hable libremente de cualquiera y de cualquier cosa. ¿No merecerá la pena despenalizar? Que los historiadores franquistas se retraten glosando las virtudes supuestas de Franco y que los maoístas, si alguno hubiere, entonen himnos al Gran Timonel. Luego los criticamos, si queremos y a los que queramos. Pero no por sus opiniones políticas, no por ser feroces derechistas o peligrosos izquierdistas, pues los ampara su libertad para hacer de su ideología un sayo con tal de que no peguen a nadie y se paguen sus gastos. Los criticamos si hacen mala historia, si tergiversan datos, si esconden sucesos. Los criticamos no por ser malos e historiadores, sino por historiadores malos.

No puedo presumir de estar muy versado en ciencias históricas, pero puedo contar que allá en la tierna juventud me empapé de obras de Tuñón de Lara. Luego, algunos historiadores creíbles me explicaron que era tendenciosillo y pelín manipulador. Debe de ser también el caso de Luis Suárez, el medievalista nostálgico. A lo mejor, si leemos al uno y al otro y a muchos más, de todo pelaje, aprendemos a diferenciar la exposición de los hechos pasados del mero juicio personal sobre los hechos del pasado. Escriben, luego pensamos. O no hay Historia oficial o fomentamos la competición entre historias oficiales. Si ya hay casi tantas como Autonomías, ¿cómo no va a haber tantas como ideologías? Que la Historia prospere en libre competencia. Y que la Historia juzgue a los historiadores. Pero no los echemos a la hoguera por no ser de los nuestros.

Tiene más aristas importantes la polémica de estos días. Otra parte del escándalo es por los dineros públicos que ha costado ese diccionario de biografías que salió con unos cuantos trabajos conservadorones y tendenciosos. Se descubre o redescubre con horror que la Academia de la Historia es un nido de reaccionarios con cardenal y todo, y hasta aristócratas de medio pelo. Por cierto, al ver hace poco con qué alegría circulaba por los medios la noticia de que el Rey había hecho conde o duque o cosa así a Vicente del Bosque, creí que no estábamos contra los títulos nobiliarios. Va por días, al parecer. Pero caemos en la cuenta de que la Academia de la Historia no sólo es un antro machista, vetusto y medio franquista, sino también de que está rematadamente mal que los ministerios de Educación y de Cultura le anden metiendo dinero como si se tratara de un banco necesitado de rescate. Porque el Diccionario de marras ha costado, dicen, un puñado de millones de euros. ¿Eso está mal en sí o está mal porque la biografía de Franco la hizo el medievalista con morriña del palo? Si hubiera salido que Franco era un dictador sanguinario, pero que Largo Caballero era partidario del pacifismo y la huelga de hambre como única vía hacia la revolución social, ¿estarían igual de mal gastados esos cuartos?

Pues miren por dónde, quizá lo que haya que plantearse es el sistema de subvenciones a las Academias de (casi) todo tipo, con total independencia de que digan que un dictador era feo o guapo. Que los investigadores trabajen en las instituciones que los tienen en nómina o que sigan investigando tranquilamente después, mientras perciben su pensión. O que se busquen las Academias patrocinio privado, ahora que está tan de moda pedirle platica a Botín & Cia. O que se financien con sus obras y trabajos.

Insisto en que no es de mi personal agrado que venga el académico medieval a poner por las nubes a Franco y a algún siniestro curote, que esa es otra. Pero está en su derecho si escribe por su cuenta y riesgo. Otros podrán dar y darán distintas opiniones o más certeros datos. Pero lo que de verdad empieza a cansarme, modestamente, es que todo quisque, con academia o sin ella, escriba o pinte o haga películas por cuenta mía, de mis impuestos. Y no porque esté contra los impuestos, para nada, pues creo en el Estado social, en los derechos sociales y en la consiguiente necesidad de cierta redistribución de la riqueza para igualar las oportunidades. Pero he dicho que creo en el Estado social, no en el Estado cultural. El Estado cultural es cosa de franquismos y similares, precisamente.

14 comentarios:

J. A. Lucero dijo...

Muy bueno su artículo. Pero yo creo que lo que se juzga aquí no es a Luís Suárez. Como usted dice, historiadores hay de muchos tipos, buenos y malos, afines o no afines, etc. Lo que se juzga es a una institución como la Academia de la Historia y su poco tacto a la hora de colocar y publicar una biografía de un personaje tan polémico históricamente como el general Franco.
Y lo que se juzga desde los historiadores es lo siguiente (soy estudiante de historia y más o menos sé de lo que hablo): no tanto el matiz pro-franquista de la biografía, sino la profunda carencia que hay en ella de academicismo. Me explico: la ciencia histórica ha avanzado mucho en cuanto a sus estudios sobre el Franquismo. Hay verdaderos grandes trabajos y tesis de grandes historiadores, que han revelado muchísimos datos en sus investigaciones. Esa historia académica, que realmente no llega al público "normal" tampoco se ha visto reflejada en una obra que viene desde "la más alta instancia de la Historia española", es decir, la Real Academia. Y lo que se presupone de esta Academia, esto es: ser la punta de lanza de los más novedosos estudios históricos, resulta que no es sino un "geriátrico" de historiadores de otro tiempo, que no tienen nada que ver con las nuevas corrientes en el estudio de la Historia. Y esta cuestión ha quedado reflejada en esta magna obra, que podría haber sido una muy buena oportunidad para significar una revisión de muchas de las biografías (como la de Franco) aportando lo más novedoso respecto a éstos, y resulta que es tan sólo una vulgar repetición de los viejos clichés de la historiografía tradicional.

Un saludo!

J. A. Lucero dijo...

Y respecto a lo que dice que "Luís Suárez está en su derecho si escribe por su cuenta y riesgo", diría que sí y que no a la vez. Sí porque irremediablemente es un historiador y tiene libertad absoluta tanto de escritura como de cátedra (si es que da clases). Pero no, porque él no escribe una obra propia, sino escribe para la Real Academia, es decir, y como dije antes, en nombre de "la más Alta Instancia histórica de España". Y eso conlleva una responsabilidad tremenda. La responsabilidad de escribir una biografía de Franco acorde con lo más novedoso de las corrientes historiográficas y preocupándose por contrastar sus viejos datos con éstas.

Juan Antonio García Amado dijo...

Gracias por el comentario, Mars Ultor. Estoy muy de acuerdo con usted y acepto los matices. Efectiamente, Luis Suárez ni escribe "por su cuenta" ni por su "riesgo", no no sólo por él, sino también por el de la Academia.
Alguien en la Academia debería salir a explicar (quizá lo han hecho y lo ignoro) con qué criterio se seleccionaron los biógrafos y quién es responsable de la selección.

J. A. Lucero dijo...

Finalmente me he animado y yo también he escrito mi opinión sobre la polémica de la RAH en mi blog de Historia, animo desde aquí a leerlo, un saludo!
http://lacunadehalicarnaso.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Como tantas veces, el "escandalizado" grita: ¡Huuuyyy lo que dijooooo!

Volvemos a parvulitos.

un amigo dijo...

Que escriban lo que quieran, joder.

Lo curioso es que surjan estas encendidas discusiones por un mal artículo en un mal diccionario. Tranquilos, que el papel lo aguanta todo.

Y que al mismo tiempo, hayan pasado 36 años sin anular las sentencias de la dictadura. Y que siga de Jefe del Estado el heredero del Caudillo. Y que sigan muchas fosas cerradas.

En fin...

Salud,

Carmen dijo...

Al parecer, es una enciclopedia de hagiografías encargada por Esperanza Aguirre y pagada con nuestros impuestos. Como la misma palabra dice: impuestos de imponer, taclaro.
Uno de los hagiógrafos se ha defendido de las críticas diciendo que Franco no fue un dictador porque nunca dictó.
De todas maneras como ha dicho Savater, lo preocupante es la historia que se enseña en determinadas autonomías, ahí le ha dado.

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Un amigo dijo: "Y que siga de Jefe del Estado el heredero del Caudillo."
Aparte de estar meado fuera del tiesto esta majadería supone ignorar el refrendo que la sociedad española dió a la CE78...

un amigo dijo...

Estimada Carmen,

en cuanto al uso que Vd. menciona de nuestros impuestos, aún siendo deleznable, es uno de los más inocuos. Mucho mejor hagiografías de carnicerito del Pardo que no guerra en Afganistán, por poner un ejemplico de ná.

En cambio lo de las escuelas -en las diecisiete autonomías, no veo razón para centrarnos en una sola- clama al cielo. Y está en relación con lo anterior. La enseñanza amaestradora para adiestrar sumisos -ya sea con la Historia, con las Matemáticas o con lo que a Vd. se le ocurra- es la pieza clave para mantener las cosas como están.

Se habla tanto de la televisión y de su poder embaucador, pero creo que a cualquier chico enseñado a pensar con su propia cabeza, lo ponemos delante del noticiario de una televisión autonómica cualquiera -aquí tampoco hay que singularizar, bien que Vd. y yo tengamos ganas, imagino- y se muere de la risa. Y le damos el Mein Kampf y no pasa nada -bueno, algún riesguecito lo corren las coyunturas de la mandíbula del joven lector, a fuerza de encadenar bostezo inmenso tras enorme bostezo-.
El panfletín suareciano, creo que ni lo abriría, como cualquier cosa que venga de la Academia de la Polilla. A lo mejor para calzar la mesa...

Si pudiera contribuir a la reescritura de esa Constitución destartalada y tambaleante que algunos tanto admiran (puro ejercicio mental que no tiene la menor posibilidad de ocurrir, porque soy sólo un contribuyente), juro por arturo que antes descentralizaba las competencias en materia de defensa y de diplomacia y de emisión de moneda que la de educación.

De todos los desastres del proyecto 'socialista', creo que éste ha sido uno de los mayores. La derechona por supuesto que quería la escuela de toda la vida. Pero que estos advenedizos e indocumentados que nos han gobernado del 1982 al 1996, y del 2004 hasta ahora, hayan permitido o estimulado el desmadre escolar... el auge de la escuela privada...

Verdaderamente 'socialista'. En fin...

Salud,

Carmen dijo...

Amigo, a mí lo que me duele es el bolsillo, ya ve usted. Que hagan todas las enciclopedias que quieran, con quien quieran y como quieran, pero no con mi dinero. ¡Hasta ahí podíamos llegar, oiga!

Respecto al tema de las autonomías, lleva usted razón, Savater comentaba lo que conoce, lo suyo. Yo opino que las autonomías que tienen idioma propio son las menos objetivas en ese y en muchos otros temas.

A mí me importa un bledo lo que digan, escriban y hagan...siempre y cuando no se financie a estultos con mis impuestos.

http://www.elpais.com/articulo/cultura/he/leido/biografia/Franco/elpepicul/20110604elpepicul_1/Tes

Un cordial saludo.

Jacobo Dopico dijo...

Querido Toño:

Creo que la cosa no va por ahí en absoluto. Y creo que la gente no es totalmente tonta, y distingue perfectamente entre "hagiografías de Franco" y "hagiografías de Franco pagadas con dinero de todos los españoles y publicadas con el sello de instituciones de todos los españoles".

En los últimos tiempos se han publicado multitud de revisiones de la figura de Francisco Franco, que buscan reescribir la historia como hacían los funcionarios del Ministerio de la Verdad orwelliano. Y nadie discute el derecho a escribirlas (ni debería discutir el derecho de que yo, por ejemplo, diga que son basura escrita para indigentes morales por parte de indigentes morales).

Pero si alguien toma SEIS COCHINOS MILLONES DE EUROS DE DINERO DE TODOS LOS CONTRIBUYENTES y se dedica a pagar a cuerpo de rey esta basura que oculta los crímenes de Franco, entonces es cuando la gente, con toda la razón del mundo, pide la cabeza y demás apéndices de sus (ir)responsables. Si cobra usted dinero por hacer una obra institucional y escribe no ya un trabajo con calidad historiográfica cero, sino además un asqueroso panfleto rehabilitador del jefe de un aparato criminal que usurpó el Gobierno del Estado durante décadas, es usted un miserable corrupto.

Estas cosas puedo escribirlas porque no estoy cobrando un duro público por ello. Ah: al parecer, también han hecho una bonita hagiografía de Felipe González.

¿Sabes que el "autor" de la biografía de tu querida exministra Aído las PLAGIÓ de una web? (¿Habrá cobrado por eso? ¿Lo mismo que el que escribió la de Franco?).

Por favor, dime que si lees esta entrevista al Director de la RAH no te hierve la sangre al leer semejante sarta de sandeces e indecencias, sumada a la cobardía de que aquí se cobra dinero público a espuertas y nadie es responsable de nada. Corrupción de la más hedionda. En una institución financiada públicamente, endogámica y corrupta, que nombra a sus propios miembros siguiendo colegueos infames (¿a qué otra institución me recordará?), que pide a gritos litros de lejía y desinfectante.

Juan Antonio García Amado dijo...

Sí, querido Jacobo, sí, también contigo estoy de acuerdo. Lo de la entrevista es tremendo en mucnos punos y el final es apoteósico. Se cierran en banda. Como aquí no dimite nunca ni El Tato, el señor Anes tampoco va a dimitir ni a dar buenas explicaciones.
No debí de escribir con claridad mis impresiones. Lo de quién ponga el dinero o por cuenta de quién se escriba es fundamental. También lo es que alguien se haga responsable de la selección de los biógrafos. Es marca de este país: grandes escándalos y nadie que responda de ninguna manera.
Los dineros públicos han de emplearse mejor y la libertad hay que ampliarla, incluida la de que cada uno diga lo que quiera, pero no a nuestra costa. Tú lo expresas bien: nada de amiguismo ni corrupciones con financiación ministerial. Y que cada palo aguante su vela.
Y ecuanimidad, en lo posible; que no significa ni indiferencia ni equidistancias forzadas, por supuesto que no.

roland freisler dijo...

Jacobo tilda de "asqueroso panfleto" lo que no le gusta. Líbrenos de tí el destino.

Anónimo dijo...

El historiador trabaja con pruebas fehacientes, papeles en el caso de hombres públicos. Nadie discute que donde mas e inéditos hay es en la Fundacion Francisco Franco. Si don Luis Suarez es su investigador principal, ? Por que no va a ser el redactor de la biografía? Franco fue la consecuencia de la prostitución de la república por los que gritaban ! Viva Rusia! Con orgullo. Y por tanto hizo lo que pudo y supo con la II Guerra Mundial, la guerra fría, etc. ! Dejemonos ya de ser tan asquerosamente "correctos", por favor. Buenas noches.