25 marzo, 2012

Por qué las universidades privadas acabarán imponiéndose a las públicas

Hace poco me invitaron a dar una conferencieta en una universidad privada de una importante capital de este país o lo que sea (por cierto, ¿por qué somos más nación, ya casi somos nación, ahora que hay una crisis de mil pares?). Me trataron con suma amabilidad, me enseñaron todas las instalaciones y me dieron datos y detalles de gran interés. Quedé agradecido y, como profesor de universidad pública, más pesimista de lo que ya andaba. Es cuestión de poco tiempo, las privadas rebasarán a las públicas en rendimiento y prestigio. No lo deseo, no es eso, solo hago una predicción. Si estoy equivocado, pues estupendo. Dentro de unos años me dicen.

Los alumnos de Derecho pagan, en esa que visité, diez mil euros por curso. Las instalaciones son nuevas, ultramodernas y superferolíticas. El personal administrativo destaca por su simpatía y su entrega. Eran las cinco de la tarde y allí seguían, cosa que no defiendo, sino que constato. La secretaria del decano hablaba inglés como si tal cosa. Están recibiendo un buen número de alumnos extranjeros, no precisamente hijos de los parias de la tierra.

¿Y los profesores? Me contaron que casi cada día les llega desde la pública algún joven doctor con el currículum en la boca. Les llueven ofertas de profesores formados primero en la pública, luego con estancias postdoctorales en buenos centros extranjeros y, al fin, con la huella en la posadera de la patada que ahí mismo les han dado en aquella universidad pública en la que inicialmente se adiestraron. Piden trabajo en la privada antes de irse para siempre a otro país si en ella no suena la flauta.

O sea, que funciona el tema más o menos así. El Estado y sus diversas administraciones se gastan un dinero primeramente en subvencionar las matrículas de esos buenos estudiantes en las universidades públicas, cosa que veo bien en términos generales, aunque no estaría mal que se pagara en proporción a la renta. Si un papá rico puede abonar en la universidad privada diez mil euros por la matrícula de su vástago o vástaga, ¿por qué no ha de apoquinar al menos cuatro mil si lo manda a la universidad pública? ¿O es que hay que subvencionar a los cresos para que la universidad pública sea competitiva? El mundo al revés. Después, ese chaval o chavala, que es despierto y currante, obtiene una beca de investigación, pagada con los impuestos del personal. Leída con éxito su buena tesis doctoral, logra otra beca más, esta vez para irse de postdoc a Estados Unidos o así. Cuando tiene ya treinta y pico años regresa a España con ganas de estabilidad y de casarse, y las universidades públicas le dicen que nanay del peluquín y que a la puta calle y que quién se ha creído y si pretende quitarle el cocido a la prima del vicerrector de caridad (perdón, quise decir de calidad), que es titular de escuela universitaria por vía intravenosa o a modo de supositorio académico.

Total: ese excelente investigador y prometedor docente se va a pedir trabajo a las universidades privadas, que lo reciben encantadas de la vida porque se lo ha formado la universidad pública y se lo regala el Estado, empacadito y con resquemores administrativos, neoliberal reciente. Es como si el Estado corriera con los gastos de La Masía, que, si no me equivoco, es la escuela de fútbol en la que se forman los jugadores de la cantera del Barça. A cuento de qué. Y más si, al final, los que salen buenos se van a esa empresa privada que es el equipo de fútbol de primera y los mantas se los quedara el propio Estado en unos equipos suyos, a cuya alineación llegan a base de promociones internas y con mucha presencia de sindicatos preocupados porque todo el mundo juegue y ninguno gane más que los otros, aunque meta más goles.

Otro dato interesante. En esa facultad privada me explicaban que los profesionales más acreditados se pirran por dar unas clases y que eso les viene a los de la empresa como anillo al dedo. No hay presidente de tribunal importante que no ansíe su contratito. ¿Y luego qué? Pues que los chicos y chicas de esa facultad hacen prácticas en esos juzgados o en los grandes despachos jurídicos, donde son recibidos con los brazos abiertos por esos mismos profesionales-profesores. ¿Y en facultades de Derecho de las públicas? Ya hemos echado prácticamente a todos los profesores asociados, con la correspondiente marca en las retaguardia, porque no hay carga docente y no es plan andar molestando a la Cheli, aquella titular de escuela universitaria que es primísima y que prepara unas croquetas que te chupas los dedos, si no te los chupa ella primero.

Mientras en las privadas andan así, y hacen bien, ¿en las universidades públicas qué tenemos? Pues andamos recortando de todo lo recortable y nos esmeramos para conseguir alumnos a base de incentivar al profesorado para regalar aprobados cuasigenerales y cuasicoroneles. Aprobados generales que no valen un carajo y que tampoco están asociados a prácticas en ningún gran despacho o relaciones con ninguna institución jurídica. Porque nosotros somos autorreferentes, recursivos, autopoiéticos, cerrados sobre nosotros mismos, impermeables, impasible el ademán y hasta que la muerte nos separe. En muchas facultades de Derecho públicas, empezando por la mía (que es de las buenas, ojo), la mitad de las clases prácticas no se dan y una cuarta parte de los profesores son oligofrénicos o se quedaron así, como tristemente están, por alguna desgracia. Pero todo el mundo es bueno, y cabronazo el que proteste. Lo importante es que no nos hagamos daño unos a otros.

Por cierto, acabo con una cuestión para que meditemos: díganme en cuantas universidades privadas existen esas titulaciones imbéciles que en las públicas estamos pariendo y pagando. Y cuéntenme en cuántas universidades privadas hay una facultad de…, de… No me da la gana decirlo, pero a ustedes se les ocurrirá el ejemplo pertinente de facultad universitaria sin pies ni cabeza. Por ejemplo, una de Ciencias del Sexo o de Ciencias del Tiempo Libre.

No estoy haciendo la apología de la universidad privada. Bien al contrario, aunque las respeto. Estoy diciendo que vamos camino de que las universidades públicas españolas se autodestruyan para dejar el sitio y el prestigio a las otras. Y los rectores tan felices. Y la Cheli también, mi amor, corasonsito, croquetita mía. Si fuéramos un poco conspiparanoicos, pensaríamos que se trata de una sutil conspiración para terminar de una vez por todas con la buena enseñanza pública y para regalar a las empresas la investigación que en sede pública se hace. ¿No habrá algo de eso en verdad? A la postre, la Espe somos todos. O eso parece.

9 comentarios:

Sr. IA dijo...

Yo también doy clase en la pública. Y con dolor de mi corazón debo decir que la gestión, coordinación, interés por el alumno, nivel didáctico y casi todo es incomparablemente mejor en una privada de élite que también conozco.
Los culpables máximos de esto son los aparatos docentes -usted, en mayor medida que yo, modesto asociado que soy-... Simplemente nos hemos cargado la universidad publica a base de ignorar la gestión y coordinación y la calidad docente, sustituida por un merdé de papeles y nominalismos más falsos que Judás a mayor gloria de nuestra pax laboral. Téngalo claro. Usted y,en menor medida, yo. Y eso que, al menos,usted y en menor medida yo no renunciamos a decir la verdad.

Núria Moratal dijo...

Yo creo que la Universidad pública es buena. Esa es mi opinion. Mejorable pero buena. Y creo que en España hay muchos mas fallos y carencias en las universidades Privadas que en las públicas. Pero tardaría mucho en enumerarlos. Para empezar no creo que se regalen aprobados en la Pública. Todo lo contrario. Es la privada quien regala aprobados. Y eso que soy de las que cree que mas dificultad no implica mejor enseñanza. Uno de los mayores problemas que, en mi opinión, tiene la Universidad pública es que los profesores son solo profesores, no son profesionales de un sector determinado. Que un profesor de clase en una signatura de dirección de empresas, sin haber trabajado en su vida en una empresa privada es totalmente ilógico. Lo mismo para asignaturas de derecho relacionadas con la práctica de la abogacía. Es un desproposito que quien lo enseñe sea alguien que nunca ha ejercido la abogacía. Por otra parte usted dice claramente que lo bueno que tienen las universidades privadas son los contactos. Profesores que además de ser profesores trabajan en bufetes reconocidos. Estos profesores acaban contratando para sus despachos a los alumnos a los que previamente han dado clases en la Universidad. Pero eso no hace mejor la educación que se recibe en una Universidad Privada.

un amigo dijo...

estimada Núria,

la privada no regala los aprobados, ¡quia!; los vende. Abiertamente.

Eso puntualizando, la crítica garciamadiana tiene un punto de razón, o quién sabe si dos, o incluso tres. Pero del desastre que describe -verazmente, más allá de lo pintoresco- no surgirá una universidad privada (oxímoro donde los haya; y no me vengan con los ejemplos de la Ivy League americana, porque son falaces - allí lo único que ocurre es que "lo público" reviste la forma de la filantropía, que no del presupuesto estatal, porque mama de una tradición social diferente.) No: del desastre viene simplemente una noche de la Universidad. Pero noche viene de tantas cosas, que otra más... ¿qué importa, dicho con cinismo desesperanzado?

La pregunta grande ya no es qué Universidad queremos, sino qué planeta, qué especie, qué sociedad, qué modos de relación entre personas. Malos tiempos corren, estoy de acuerdo. Pero precisamente por eso, no nos dejemos distraer por las preguntas pequeñas.

Salud,

Anónimo dijo...

Por aquí otro de los que manda su cv a las privadas, porque el mamoneo de las públicas hace que ni me pase por la mente. Cada día se me va complicando todo un poco más a pesar de disponer de todos los titulos académicos posibles, becas y menciones europeas. Como yo conozco otros tantos y en diversas disciplinas, a veces pienso que en la pública se nos ha usado como un mérito más para otros,... ya no sé qué pensar, sólo en seguir y salir adelante. Tratando de conseguir el puzle esquizofrénico que exige la pesadilla de la ANECA. El otro dia escuché a una "miembr(a)" de ese invento de institución decir que se valoraban las publicaciones, sobre cualquier cosa... Pues que se enteren que para publicar, cuando acabas de salir tienes que pagar y sin un sueldo con el que poder hacer frente, es poco probable que puedas satisfacer esos pagos, y si no publicas, no te acreditas en la vida, ni para las públicas ni para las privadas. Yo no quiero trabajar más en este país y mucho menos en su universidad, en otros lugares valoran el trabajo y nada más, pero claro algún día, imagino, tendremos que volver, tal vez de algún modo parecido al que escribió Dumas en uno de sus míticos personajes. Yo no lo sé, el tiempo dirá... Saludos!

Gabriel Doménech dijo...

Estoy de acuerdo con el profesor García Amado. De un lado, porque los hechos cantan. De otro, porque mi experiencia personal así me lo indica. Me he pasado trece años impartiendo clases de Derecho en una Universidad privada y tres, los últimos, en una de las grandes (en tamaño) Universidades públicas españolas. Y éstas son mis impresiones:
1. La calidad del profesorado no difiere mucho (aunque esto depende, porque hay privadas de todo tipo). En la pública hay grandes maestros, pero también grandes impresentables. En la privada no hay tanta varianza y el profesor, en líneas generales, dedica más tiempo a la docencia y proporciona mayor atención al alumnado (por la cuenta que le trae), lo que frecuentemente compensa ciertas diferencias.
2. La privada es más eficiente. El mismo producto (bastante mediocre, en los dos casos) cuesta notablemente menos en la privada. Le cuesta menos a la sociedad y, desde luego, al Gobierno de turno (sobre todo si es de ideología conservadora). En la pública se despilfarra a manos llenas. En mi Universidad, por ejemplo, la mitad de los alumnos son fantasmas, no vienen a clase. Si aplicáramos una política de permanencia y tasas mínimamente decente (es un escándalo que los alumnos dispongan de seis o siete convocatorias, pagando un 15% del coste del servicio), nos quedábamos con menos de la mitad del alumnado. Pero, claro, a la Universidad no le interesa esto, habida cuenta de que el dinero que recibe del Estado depende, en gran medida, del número de alumnos que consiga matricular.
3. La Universidad pública está capturada por su profesorado, que en líneas generales trata de maximizar la satisfacción de sus intereses, no los de la institución a la que debería servir.
4. Reformar la Universidad pública es muy difícil. Por sorprendente que parezca, esta institución todavía goza en ciertos sectores de la sociedad de un notable prestigio (aunque cada vez menor) y resultaría muy impopular introducir determinados cambios en ella (entre otras razones, porque el profesorado universitario ya se encargaría de hacer ver la maldad de los mismos). Todavía no hemos llegado al punto de degradación necesario para que los poderes públicos se atrevan a modificar sustancialmente las cosas (v. gr., el sistema de gobierno de las Universidades).
5. La privada puede adaptarse más fácilmente a las cambiantes circunstancias y necesidades sociales.
6. A nuestras élites sociales les interesaba antiguamente asegurar el buen funcionamiento y el prestigio de las Universidades públicas, a las que sólo ellas tenían acceso. La jugada era maestra: sólo las clases privilegiadas se beneficiaban de las enormes ventajas competitivas derivadas de la educación superior, pero los costes se distribuían “solidariamente” entre todos. Colegios privados, sí, claro. Universidades privadas, ¿para qué? ¿Qué interés podían tener en montarse una? Mucho les interesaba que la Universidad pública fuese la “única y verdadera”, como le he oído decir a un profesor de mi Facultad. Pero las cosas han cambiado. El acceso a la Universidad se ha abierto algo. Haber estudiado en una Universidad pública española ya no ofrece las mismas ventajas competitivas. El equivalente ahora de lo que antaño era ser universitario es graduarse o hacer un máster en una Universidad extranjera o en muy contados centros de negocios nacionales de campanillas, y sumamente caros. A las clases altas (que siguen teniendo un peso muy importante en la política española) les importa hoy un pimiento el deterioro de nuestra Universidad pública. Es más, seguramente les conviene.
7. Así las cosas, es prácticamente inevitable que las privadas adquieran cada vez más presencia, especialmente en aquellas Comunidades Autónomas donde el partido gobernante muestra mayor simpatía hacia la “iniciativa privada”. No me parece que las ventajas intrínsecas de la pública (p. ej., el pluralismo ideológico) vayan a conseguir detener este proceso, nos guste o no.

Jacobo Dopico dijo...

¡Cuánto tiempo! Qué bien veo a los amigos...

El post me parece genial como punto de partida de un análisis crítico de la Universidad Pública; así como de la deriva empobrecedora de lo público en los últimos años. Y aunque es muy difícil hacer pronósticos a largo plazo, no obstante este concreto pronóstico me parece contraintuitivo.

En primer lugar, comparas una universidad de élite privada con LAS universidades públicas. Sería como comparar cualquiera de las sedes de la Universidad-Garaje de Santa Pija de la Sierra Para La Expedición de Títulos en Derecho Y ADE para Tarugos de Familia Bien Sin Media Pero Con Derecho A Título con uno de los centros del CSIC. El resultado está cantado, pero la pregunta es cuán representativo es.

En segundo lugar, en la comparación no veo útil incluir la disposición de mayores o menores medios materiales, instalaciones o personal de administración. Si ese es el baremo, mejor que el MIT y que la John Hopkins sería, por ejemplo, el IE en Madrid o la Asesoría Jurídica del Corte Inglés. Las Unichungas de la sierra madrileña tienen unas instalaciones de caerse de espaldas. En eso se gastan mucha pasta, porque impresiona a los Padres De Buena Familia Etc. Y el otro día, para traerme a un fulano de una universidad norteamericana de postín, la que tuve que montar fue de aúpa, porque sus servicios administrativos eran de manguitos y visera de celuloide.

En tercer lugar, creo que dejas de lado la función investigadora. A día de hoy, es difícil encontrar en España Universidades privadas que impartan grado y desde las que se publique investigación al menos al nivel de la Universidad pública media, si se exceptúa Medicina en la Univ. privada de Navarra. Cuélgale a cualquiera de las Universidades Garaje la obligación de gastar... qué sé yo: un 10% de sobrecoste salarial en investigación. Sin valorar los resultados, sólo por añadir el coste. Y a ver qué pasa.

Insisto en que me parece muy útil analizar los problemas de la Universidad pública en un contraste con la Universidad privada, y es un ejercicio muy revelador, como se ve en el post, aunque se pueda diferir del pronóstico (que vaya usted a saber por dónde amanecemos mañana).

También es recomendable hablar durante unas cañas largas con profesores de una Universidad privada "normal" (con los de plantilla, no con el equivalente de los asociados) para completar el análisis. Y más en estos tiempos de recortes de plantillas y sobrecargas bestias, en especial al profesorado más "pringao".

"The grass is always greener on the other side of the fence", dicen.

Anónimo dijo...

Que pronto se llenan la boca los que no han estudiado en privadas de decir que regalan los aprobados.
Un poco de profesionalidad y seriedad, por favor, no opinemos sin saber y así evitaremos quedar como ignorantes.
Puedo decir a ciencia cierta que en muchas privadas ni se compran ni se regalan aprobados, si así fuera, no serían consideradas la élite de algunas carreras por las empresas, que son a las que mas interesa coger a gente formada lo mejor posible.
Raciocinio, por favor, raciocionio

Jacobo Dopico dijo...

Estimado último anónimo:

ATENCIÓN A LA SERENDIPIA, que le disen. Ayer vinieron dos alumnos de una universidad privada a mi despacho. La casualidad era tan gorda y la entrevista tan inusual que pensé que era una broma de algún amigo de este blog.

¿Y para qué vinieron? Porque tenían la sensación de que en su Universidad Privada De La Sierra De Madrid no estaban aprendiendo nada, que les regalaban la nota, etc., y querían consejo sobre Universidades donde estudiar Derecho. En la medida de mi extensa ignorancia les dije lo poquito que sabía.

Las facultades de Derecho de las Universidades privadas en España tienen sus DISTINTOS nichos de mercado. Alguna (no digamos marcas, que estamos en la TV) apunta a una parroquia con notas medias muy altas porque por su nombre en el mercado tienen mucha demanda. Muchas otras buscan su target entre quienes no tienen media para hacer el estudio de Derecho+ADE (al que tienen derecho) en otras Universidades. Ayer me decían estos dos chavales que en su Universidad De La Sierra ofrecen estudios combinados de TRES carreras en 5 años.

La casualidad es tan gorda que todavía no me lo creo del todo. Pero fíjense, fíjense.

Televisores Pantalla Plana dijo...

Es lamentable esta situación ya que es ver el detrimento de la educación pública por culpa de la mala gestión en esta, creo que es deber de varios actores sociales cambiar esta situación.