03 junio, 2006

Proceso de paz. Un relato futurista.

Esto es una pura ficción literaria, un intento elemental de cuento futurista. Cualquier parecido con la realidad no sería más que broma del azar: es imposible. Palabra.
Corre el año 2023 y estamos en el Estado Ibérico Oriental. Se palpa la inquietud en la población, pues desde hace unos diez años una muy organizada banda de chorizos lleva sus fechorías por todo el territorio del Estado. Comenzaron robando en pisos deshabitados, luego pasaron a los adosados y pareados, sin importarles que estuvieran sus moradores dentro. Y fueron ampliando la gama de sus fechorías, incluyendo el llamado secuestro express y distintas formas de extorsión. A veces han matado, incluso, a alguno de los asaltados. En los últimos tiempos también se ha vuelto común que cobren impuesto de "seguridad" a las empresas o comunidades de vecinos de áreas residenciales, a cambio del compromiso de excluirlas de sus asaltos. La policía ha detenido a muchos de estos bandoleros, pero parece que tienen una buena cantera y cada uno que va a la cárcel es rápidamente remplazado por un miembro nuevo, de idéntica proveniencia. Porque éste de la proveniencia es un detalle peculiar y, por lo que vamos a decir, muy importante: todos los de esa banda tienen el mismo origen, son naturales de un territorio que llamaremos T. Hablan, la mayoría, la lengua de su tierra y cultivan con esmero sus tradiciones originarias. Hasta se consideran descendientes de no sé qué guerreros de no sé cuándo.
Al principio cometían sus delitos sin más. Pero con tanta actividad y lo peculiar de su organización, perfectamente jerárquica y con disciplina militar, los ciudadanos empezaron a especular sobre sus propósitos últimos, la índole de sus razones o las causas que los llevaron a vivir al otro lado de la ley. Los medios de comunicación tuvieron mucho que ver con todo eso y abundaron los programas sobre la banda, programas de todo tipo: documentales, reportajes, debates, y telenovelas. La opinión pública está ya muy familiarizada con la fotogénica imagen de su líder encarcelado, un tipo cuarentón, de ojos vivos y sonrisa permanente, con buena planta. Se hizo tan famoso, que muchos jóvenes ya imitan su modo de vestir, con esos jerseys de cuello redondo, sin camisa debajo, y esas cazadoras informales de paño, muy diferente todo de aquellos trajes cruzados de los mafiosos de antaño.
El Gobierno anterior puso todo su esfuerzo en la persecución policial de la delictiva organización, para lo cual aumentó el presupuesto de las fuerzas de seguridad. Y los éxitos fueron muchos, ciertamente, pero no suficientes; el índice de los delitos descendió notablemente, pero no se acabaron las ominosas acciones de ese grupo de los de T., ni mucho menos. El Gobierno actual ganó las elecciones a base de prometer que a este país retornaría la paz, aunque fuera a costa de ponerse a negociar directamente con los jefes de los ladrones. El mismísimo Parlamento avaló dicho propósito, si bien bajo condición de que los robos y secuestros parasen antes de que las conversaciones formales se iniciaran.
Dicho y hecho. Las acciones de la banda han cesado hace meses y sus portavoces se dicen dispuestos a negociar con el ejecutivo del Estado. Todo el mundo se preguntaba cuáles serían sus reclamaciones, qué pedirían a cambio de convertirse en ciudadanos que viven dentro de la ley y no a su margen. Esta misma semana se ha desvelado el misterio. Quieren un territorio dentro del Estado en el que puedan vivir juntos y a su aire, y autogobernarse sin interferencias del Estado central, con su propia ley y sus propios jueces. Y que sean indultados sus presos. Y subvenciones y unas autopistas. La reacción primera de los partidos estatales y de los medios de comunicación fue de incredulidad y rechazo, pero los jefes de la banda adujeron que existían precedentes de situaciones similares resueltas como ellos pretenden. Aluden a algún caso del 2006, nada menos.
No se sabe qué ocurrirá, pero la sociedad vuelve a estar muy esperanzada y el optimismo renace. Es probable que se les dé gran parte de lo que piden. Al fin y al cabo, es tan importante para el ciudadano de a pie poder vivir tranquilo y sentirse seguro...

6 comentarios:

IuRiSPRuDeNT dijo...

"No consentiré que cuestionen la mejor oportunidad para la paz"
José Luis R. Zapatero
President of the Federal Spanish republic

Anónimo dijo...

Soy anónomo, pero ya me conoces
Ciertamente, y este es un caso paradigmático, la realidad supera con creces la ficción.

Anónimo dijo...

y en el 2025 vendrán los marcianos
y en el 26 por fin las ranas tendrán pelo

Anónimo dijo...

Los evidentes límites de la ciencia ficción (I). El argumento consecuencialista. "Si cedemos una vez, cederemos todas".
Asombra que pueda colar. A lo mejor, en duermevela, cuando uno está poco agudo, pero es posible. La respuesta es sencilla: sí, si vuelve a haber una banda con actividad armada durante 40 años, con confusa pero extendida legitimación durante algún tiempo por pelear también contra una dictadura, cuyo brazo político tiene un 17 % de apoyo en las urnas (con zonas del territorio donde obtiene MÁS DE LA MITAD de los votos) es posible que piense eso.
Pero sería el menor de los problemas.

Por eso no hace falta agarrarse de los pelos del escroto de Agustín de Hipona y buscar para su sátira un "tertium comparationis" en una banda de ladrones de verdad (una banda de ladrones "pequeña", que diría su querido Don Hans). Un Estado no es del todo Estado en las zonas de GRAN apoyo electoral al brazo político de una banda que lo cuestiona (como no lo es donde hay zonas de dominio fáctico de un contrapoder; así me lo aprendí yo de los amigos locombianos).

El rollo del patriota español es la esquizofrenia constante de odiar a Francia pero querer jugar a ser el Estado francés todo el rato.

P.D. Si Don Hans no dijo que la banda de ladrones sólo se distingue del Estado en su tamaño, hubiera sido su deber decirlo.

Anónimo dijo...

Los evidentes límites de la ciencia ficción (II). Afrancesado consciente y afrancesado malgré lui.
Los patriotas españoles son aspirantes a franceses. Algunos lo son con coraje y voluntad de afrancesamiento, en plan Goya o Jovellanos, e inspiran tanta simpatía como compasión. Otros no saben que lo son, es posible que no salgan jamás del armario, pero odiando a Francia (es uno de los cinco enemigos del facha hispano) quieren que su Estado sea un calco del Estado centralista francés.
Y la ideología, como el amor, es una magnífica máquina de negar hechos.
Una máquina de negar que no tuvimos legislación civil moderna hasta casi el siglo XX, porque no somos Francia y no se podía hacer un Code Napoleon. De negar que no podemos ser UNA república cívica porque no hay UN demos cívico: hay varios demos con imaginarios identitarios antiguos (lengua, historia, etc.), que si daban un poco la lata en el XIX, en el s. XX crecieron sanos y fuertes, tras ser bien atizaditos por esos criptofranceses fachosos que nos han gobernado, y están hoy rozagantes y magníficos. Nada mejor para los nacionalismos que los patriotas extranjeros.
Qué gran máquina de negar lo que somos. Qué genial plantear planes para una tierra que no existe e intentar que la realidad se ajuste a los sueños. Es como comprarse una motora para pasear por las calles de Guadalajara.

P.D. Los 5 enemigos del facha hispano son el gabacho, el moro, el catalán, el vasco y el sociata. Por eso las diversas tesis sicalípticas del 11-M que les metieron a los fachas españoles les entraban con vaselina. Nos bombardeó ETA, en conjunción con los servicios secretos marroquíes y franceses, y el psoe lo sabía. ¿Y Cataluña? Bah: dices "son amigos de Carod" y arreglado. ¿O es que alguien pedía finezza?

Anónimo dijo...

Los evidentes límites de la ciencia ficción (III). El argumento prinzipiell (o "de principio", como lo traduce Garciamado) y la incomprensión del concepto de armisticio.

Hago abstracción de su formulación y me iré un rato por las ramas.
No hay justicia en la fundación de los Estados. Si Portugal hoy es un Estado independiente de España y durante un tiempo no lo fue, no se debe a justicia sino a fuerza. Quien quiera engañarse a lo jegueliano e identificar historia con justicia y estado (actual) con Estado ideal, es muy suyo. Pero es difícil que cuele.
Las pretensiones de independencia no suelen ser consideradas en el imaginario occidental como pretensiones malas o viciosas (salvo en la opinión pública de los países de los que se quieren independizar). Pocos países más simpáticos como tales que Quebec, Irlanda, Timor Occidental, etc.
Y si no es mala, se puede ejercer. Lo que pasa es que la pretensión de independencia, salvo donde surjan cauces razonables tipo quebecoise, tiende a enzarzarse en espirales de violencia, pues el Estado-madre, jeguelianísimo él, sí se cree que está bien como está, y se defiende con uñas y dientes (es uno de los argumentos COPEros, llamativamente luhmanniano: "la principal tarea de un grupo humano es garantizar como sea su subsistencia como tal; no la de las personas que lo integran, sino la del GRUPO").
Así que puedes meter en la cárcel a un grupo que quiere pasar a la acción política o bien puedes organizar un cauce referendario con todos los requisitos razonables que se te ocurran. También puedes cerrar los ojos muy fuerte y esperar a ver si cuando los abras esa presencia independentista, cocida a fuego lento durante ciento cincuenta años, desaparece ahora.

SÓLO SE FIRMAN ARMISTICIOS CON AQUELLOS A QUIENES NO SE PUEDE VENCER.

Para amigos de los armisticios penales, recomiendo leerse ciertos preceptos del CP, como el 305.4, el 21.4, 21.5, etc.