10 diciembre, 2006

Acueducto de Segovia, hoy. Por Francisco Sosa Wagner

Al pasear por Segovia se encuentra uno con el acueducto, una vista hermosa la de esta obra pública convertida en símbolo de una ciudad, en su seña de identidad, como ahora dicen los modernos del embrollo político.
Me acordé de Ramón Gómez de la Serna que tiene una novela que se llama precisamente “el secreto del acueducto”. Es una novela, como todas las de Ramón, desencuadernada, sin hilo conductor ni trama, como no sea el esfuerzo de trenzar ocurrencias, frases, ingeniosidades del lenguaje. No es una novela apta para quienes andan buscando un guión de cine o si Julio Alberto se casa con Yolanda Tania o si al final él la mata muerto de celos por las miradas que echa la gachís a un vecino que tiene el músculo altivo y trabajado. Las novelas de Ramón son para quienes gustan del lenguaje como gusta un castillo de fuegos artificiales, para el deleite momentáneo, fugaz, sin remuneración directa. Igual que una verónica de Sebastián Castella. Son placeres efímeros pero es que justo ahí está su busilis.
Véase un ejemplo de la prosa de Ramón: “don Pablo creyó que debía someter a su esposa a su mismo andar, como si fueran pareja del mismo tílburi. Macho y hembra”. Y luego: “no te lo digo, que me da vergüenza decirte estas cosas delante del campo”. Cuando se enfrenta a las tejas, Ramón dice de ellas que “el tiempo se las come como galletas tiernas para sus formidables dientes de anciano”.¿Somos muchos o pocos los que apreciamos esta forma de decir? No lo sé, tampoco me importa, a mí me gustan y las releo porque es una manera de dar un achuchón al diccionario y meter anarquía en su vida ordenada y alfabética. Ramón en la Academia de la Lengua hubiera sido un ser tan extraño como lo sería el pirata Morgan haciendo de magistrado en la sala de lo civil del Tribunal Supremo.
Pero a lo que íbamos: el acueducto. ¿Para qué sirve un acueducto? Pues para llevar el agua de donde está, allá en su regazo natural y en sus soledades desdeñosas, al lugar en que se consume porque los humanos se empeñan en instalarse en sitios raros. Esta simpleza, lejos de ruborizarme, es la que me llevó a pensar en el blindaje de los ríos, y de ahí pasé a los trasvases de agua de una cuenca a otra. La conclusión a la que llegué es que hoy, con la fiebre estatutaria y ecologista, no se hubiera construido el acueducto de Segovia porque se hubiera constituido una coordinadora y una mesa contra la obra que hubiera dado al traste con ella. O se hubiera visto envuelta en una maraña de pleitos contencioso-administrativos imposible de desenredar. Una cabalgata fastuosa de abogados y procuradores. Es decir que el intento hubiera quedado atrapado en escritos de demanda, en proposiciones de pruebas, en trámites de alegaciones, y en una catarata de considerandos, de sumandos y de normandos. Enterrado en cemento de papel.
Sin embargo, la obra se hizo porque de aquella no había estatutos ni coordinadoras y probablemente porque los romanos disponían de unas leyes destinadas a llevar a cabo sus proyectos, no a permitir su paralización indefinida por el juego de intereses encontrados (por lo demás, siempre inevitables). El resultado ha sido no solamente que muchos han bebido y se han lavado sus posaderas con el agua transportada a lo largo de los años, sino que se logró construir un emblema urbano.
Por eso, quien se opone a los trasvases debe oponerse también al gasoducto que trae el gas de Argelia o al que nos enchufará a las reservas rusas. Es decir, se apunta a la idea de que la armonía de la naturaleza diseñada por la divina providencia es perfecta y la mano del hombre no es quién para meter en ella la pata. Igualito que sostenía la Iglesia hace siglos ante determinadas construcciones, por ejemplo las vías férreas. De donde se sigue que quien más alejado cree estar de los postulados religiosos, más envuelto se halla en puridad por el discurrir teológico.
Paradojas, lector, acaso las alforjas de nuestras vidas.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Invado la "columna" del maestro para dar las gracias en nombre de todos los desdichados/as al Sr Mohamed Yunus , banquero de los pobres. Un ejemplo para la humanidad.

Tumbaíto dijo...

Para suponer que nuestras leyes son tan eficaces como las romanas para los quehaceres públicos sólo tenemos que suponer que al estado no le interesa emprender negocios ingenieriles.

¿Es mucho suponer?

Anónimo dijo...

Tumbaíto, yo creo que es peor: al estado no le interesa el bien común, porque el estado no es propiamente tal, sino un mero instrumento al servicio del partido político que lo ocupa. Y para éste el único bien común es el de los intereses de sus votantes y clientes. Si en las comunidades de Murcia y Valencia gobernara el PSOE, y el PP en las de Aragón, Calatuña y Castilla - La Mancha, este gobierno no hubiera liquidado los trasvases, sino todo lo contrario.

Tumbaíto dijo...

A nadie mínimamente inteligente le interesa EL bien común; crea pobreza.

El bien común es una excusa para el espolio de las personas eficientes y eminentes.

Anónimo dijo...

Tumbaíto
i) El bien de la sociedad, o incluso, de la humanidad crea riqueza y es deseable que no haya diferencias entre los seres humanos en cuanto a bienes materiales, lo que es una mentira es el cuento chino de la mano invisible del ñoño Adam Smith, el economista trasnochado, es como si citasemos ahora mismo a Hipócrates en materia genética.
ii) las personas eficientes y eminentes ¿no comen los garbanzos o el caviar que proporcionan los trabajadores eficientemente en las tierras y ríos de latifundistas sociatas y liberales? ¿o se alimentan del aire y circulan en permanente levitación? Hay que ser solidarios joder.

Tumbaíto dijo...

Roland:

i.) Desconpongamos:

i. i.)Hay una pléyade innumerable de sociedades cuyo bien es algo espantoso. Por ejemplo, el bien que le hubiese supuesto a la Unión Soviética su pervivencia habría supuesto un mal insoportable.

i. ii.)Desee usted lo que quiera y que todos los que quieran se unan a sus deseos. Pero págueselos usted.

i. iii.) Tampoco Adam es santo de mi devoción. En economía, la escuela de los teólogos de Salamanca son de una excelencia intelectual que oscurecen las luces de ese señor.

ii.) El pobre sale beneficiadísimo en el intercambio.

Anónimo dijo...

Sigamos descomponiendo:

1. Una cosa era el bien de la URSS, es decir, lo bueno para el conjunto de los intereses del PCUS, y otra el bien de los ciudadanos rusos. Aunque, históricamente, hubo coincidencias ocasionales: era un bien común para ambos la liquidación del antiguo régimen zarista, o la derrota de los ejercitos de Hitler. En definitiva, el concepto de "bien común" solo consiste en anteponer los intereses generales de una sociedad dada, a los particulares de cada uno de los grupos de esa sociedad.

2. No se trata de desear esto o lo otro, sino de jerarquizar los intereses que coexisten en una determinada sociedad política, los cuales generalmente están en conflicto unos con otros, y de llevar a cabo dicha jerarquización haciendo prevalecer los intereses generales (dejando por ahora el problema acerca del método para definir éstos en una sociedad democrática)sobre los intereses no generales.

3. Debe haber diferencias materiales entre los seres humanos, según su trabajo, su esfuerzo,y su aportación a la sociedad en la que viven. Lo cual no es incompatible con la cobertura de unos mínimos, la existencia de mecanismos de protección ante la adversidad, la protección social, etc. etc. Donde no debe haber ninguna diferencia es en las oportunidades. Lo único que hace posible superar la pobreza es la igualdad de todos en las oportunidades. En ella reside la verdadera solidaridad, y lo demás es mero limosneo, en el mejor de los casos.

Tumbaíto dijo...

1. Supongamos que para un país x existe un cúmulo de proposiciones -sea ese cúmulo el cúmulo m- que describen el bien común de x y sea "y" un país coexistente con x para el cuál existe un cúmulo de proposiciones -n- que describen su bien común.
¿No existe algo así como el conjugado de m y n que debe ser preferido a m o a n por cualquier persona que crea en el bien común?

O sea, cualquiera que crea que los españoles debemos sacrificarnos por el bien común de España no es un pedazo de hijo de puta mentiroso?
Porque claro... ¿Su conjugado es compatible con la existencia de cada uno de esos cúmulos?

2. ¡No hombre de Dios! ¡No deje el método! ¿Conoce del Teorema de Arrow?


3. El estado del bienestar es una de esas cosas incompatible con la cobertura de unos mínimos.

Aunque claro... podemos hacer trampas. Podemos hacer que el descubierto de Europa se sume al descubierto de África y tener en África el descubierto de Europa y de África.
Qué pena nos dan los sídicos, ¿verdad?

Anónimo dijo...

Tumbaíto el 2 de Antón L no está mal, si que se pueden jerarquizar valores sin entrar en contradicción con el teorema de Arrow.

Tumbaíto dijo...

Claro usted no tiene problemas, con su dictador. El teorema de arrow a los nazis se la trae floja.

Pero es que una de las condiciones es no dictatoriedad.

Anónimo dijo...

Tumbaíto, más que una de las condiciones , es la conclusión del teorema que si hay 3 opciones, bla,bla,bla...desemboca en dictadura.
Pero es que le insisto, no se puede partir de la falacia de la petición de principio, de la que tanto nos advierte Atienza, en este caso : A Vd como es nazi se le suponen una serie de opiniones, actos, gestos, gustos,etc...todos malévolos y a partir de ahí, bla,bla,bla...y miren que buenos somos que gracias a que estamos en democracia no les matamos y ...Vd aquí pondría : jajajajajajajajajajajajaja y yo pongo cuando me dan esa chapa : zzzzzzzzzzzzzzzzzzzz ; cuando en realidad el nacionalsocialismo es democracia, lo que no es democracia es nuestro sistema que es partitocrático y eso lo sabe Vd mejor que yo que reside en Bcn. Y ya se que a Vd la democracia como que no le hace mucho tilín.
Mire si me gusta la democracia, que uno de los pocos lugares realmente democráticos que hay es un aula de la facultad de derecho de León (lo que yo conocí). ¿Por qué?, porque se votaba siempre a mano alzada y no se guardaban rencores. Si yo no creyera en la democracia, cuando hubiera una votación en el aula, no participaría.
Y le voy a formular yo un teorema , llamemosle el teorema de la imposibilidad de Roland Freisler : siempre que en un aula de Derecho (universidades de León y Almería, las que yo conocí) se vote la fecha de un examen parcial, esta fecha será la más cercana al mes de junio y la votarán los alumnos de peor expediente que haya en el aula, aunque entre las dos fechas unicamente medien 24 h. La imposibilidad está en que nunca ganarán los alumnos de expediente ¿tal vez por que sean 4 ? pero que casualidad que siempre los 4 voten la fecha más lejana a Junio ¿eh?, bueno ahí queda el teorema ¿a que no hay cojones a desmentirlo?

Anónimo dijo...

No se trata de sacrificarse por el bien común, no seamos moralistas. En mi opinión:

1. Toda sociedad política es el resultado de la confluencia de diversos grupos sociales con intereses contrapuestos y, en ocasiones, antagónicos. Y ello como resultado, no de un contrato social a la manera russoniana, sino de un devenir histórico bastante complejo y dilatado en el tiempo.

2. Toda sociedad política se ha dotado de métodos e instituciones para equilibrar tales intereses contrapuestos, ya que de ello depende su supervivencia. Pero este equilibrio no es igualitario: los intereses de determinados grupos siempre se priorizarán sobre los de otros.

3. En una dictadura, quien decide los intereses que deberán prevalecer sobre todos los demás es el grupo social que sostiene al dictador (no creo en los dictadores solitarios: al dictador lo crea y lo sostiene el grupo cuyos intereses defiende).

4. En una democracia, la cuestión es más compleja, aunque en un ejercicio de reduccionismo podemos afirmar que se priorizan, explícitamente, los intereses que en cada momento defiende el grupo político que gana las elecciones.

5. El teorema de Arrow me parece sugestivo, pero creo que descansa en una pura abstracción irreal: la de que votantes y opciones son intercambiables entre sí y carecen de todo contenido, lo que no se corresponde con la realidad de las cosas.

6. Toda sociedad política considera su supervivencia un bien común, con la excepción de aquellos cuyo interés está, precisamente, en liquidar dicha sociedad política, por considerar que sus intereses de grupo no están suficientemente priorizados en ella. Pero su objetivo no es otro que constituir otra sociedad política en la que sí lo estén (o,lo que es peor, en la que no haya más grupo social que el propio grupo, lo que exige,en todos los casos, la eliminación del resto).

7. Naturalmente, todo lo anterior solo tiene sentido desde la conciencia de que el hombre es un animal político, es decir, que vive necesariamente en una sociedad política dada, y no es una mónada individual autosuficiente.

8. Por último, cuando defiendo que debe existir una cobertura social mínima, no me refiero a ésta país, ni a éste continente, sino al conjunto de las personas que habitamos esta planeta. La cuestión es cómo conseguirlo (estoy convencido de que es económicamente viable, si se rompe con el concepto de subvención, y se opta por el de corresponsabilidad económica y política; pero esto es otro debate)

Tumbaíto dijo...

¿Ha pensado en ser teólogo, Antón?

CREDO DEUM ESSE UNUM

Anónimo dijo...

Anton L
Magnífico debate el que propone Vd en el punto 8.
Yo también creo que es posible la máxima igualdad en lo material y por arriba.

Anónimo dijo...

¿Teólogo? ¡Líbreme .....! (puede usted sustituir los puntos suspensivos por su dios favorito o por su idolillo predilecto).

Tumbaíto dijo...

¡Qué gracia lo de los puntos!

Anónimo dijo...

Tumbaíto ¿por qué le hace gracia lo de los puntos?, si no es indiscreta la pregunta

Tumbaíto dijo...

Es un detalle que se acuerde de los politeístas.