24 noviembre, 2007

Al pueblo lo que es del pueblo

Últimamente el pueblo se va de rositas y se nos suele olvidar su responsabilidad en tantos desmanes. Uno de los grandes problemas de la democracia es que exige un muy esforzado acto de fe, pensar que eso que llamamos la ciudadanía es un conjunto en el que los ceporros totales son los menos, creer que hay una cosa llamada opinión pública que en verdad es opinión y no puro asentimiento de rumiante con panza llena. Es una pura ficción y seguramente usamos expresiones como soberanía popular para no mirarnos las entretelas y para no tener que pensar que casi todo lo popular es una vergüenza y una caquilla. Lo que pasa es que mejor una caritativa ficción como ésta que una dictadura de cualquier tipo. Todas las dictaduras tienen en común el hecho de que la voz de ese pueblo lamentable la suplanta por completo un enano gilipollas y sanguinario que es la hez de la hez. Así que del mal el menos y viva la democracia, aunque sus titulares seamos semejante masa pringosa de pijos y mequetrefes.
Sí, se levanta uno pesimista algunos días. Pero a ver cómo se explican las noticias de cada jornada. Se destapa una trama tremenda de corrupción en el Ayuntamiento de Madrid y con buenas razones nos indignamos con políticos municipales que están a uvas -o no- y con funcionarios desalmados dispuestos a convertir la capital de los españolitos en un remedo del Chicago de los mejores tiempos cinematográficos, pero nos olvidamos demasiado de los que han pagado y pagado sin decir ni pío. Las víctimas de este tipo de delitos suelen ser bien poco inocentes. Pena da pensarlo y a lo mejor soy un perfecto desalmado por proclamarlo así, pero por lo general el chantajeado o tiene mala conciencia o está dispuesto a soportarla a cambio de mejor ganancia. Por cierto, que se lo pregunten también a los empresarios del País Vasco que pagan calladamente la mordida a los mierdas de ETA después de echar cuentas y ver que el balance sigue dando positivo y que más vale cebar asesino que largarse con la empresa a otra parte sin fascistas. Por cierto, y salvando algunos distancias que habrá ciertamente que salvar, ¿se acuerda el amable lector de cuántas y cuáles empresas alemanas se avinieron a negociar con las SS y a pagar a cambio de que les dieran mano de obra esclava de los campos de concentración? La jerarquía nazi cobraba y les organzaba a esas empresas ejemplares unos campos de trabajo en los que los prisioneros esclavos solían morir en pocos meses, agotados. Pero no había problema, se disponía de mano de obra ilimitada que ni cobraba ni reclamaba más cosa que una muerte rápida. ¿Que cuáles empresas? Ahí van unas pocas: Siemens, Daimler-Benz, Krupp, Volkswagen, Knorr, I.G. Farben, Dynamit Nobel, Dresdner Bank, BMW, AEG-Telefunken, Ford, Astra, Heinkel, Messerschmidt, Shell, Agfa, Solvay, Zeiss-Ikon, etc.
El pueblo traga tan tranquilo con casi todo lo que le echen y que no le afecte demasiado al bolsillo o al vermut de los domingos depués de misa. ¿Que constructores sin entrañas destruyen costas y hermosos parajes a golpe de ladrillo y hormigón? Allá va el personal de tres en fondo a comprarse su apartamento con paredes de papel y olor a fritanga. Se llama urbanización a la aglomeración de cuchitriles y todos tan contentos y presumidos. ¿Que cuatro mastuerzos jovencillos y sin seso se proclaman insurgentes y rompen cada noche lo que pillan en nombre del espíritu prostituido de algún pueblo con pedigrí de psicópatas? Nadie los ve y el que no tiene más remedio que verlos sufre un repentino ataque de amnesia. ¿Que el compañero de trabajo es un inútil, un corrupto y un ladrón? Chitón, que en el fondo todo el mundo es bueno y mejor no buscarse problemas que lo saquen a uno de este dolce far niente de la oficina.
Semejante sociedad adiposa rebosa hipocresía por sus pliegues. Miren lo de la tele. Gran escándalo porque en uno de esos programas para jabalíes con muermo salió un maltratador jurándole amor a su víctima, a la que mató a los pocos días. Tremenda consternación. Como si los cerdos que hozan en el estiercol protestaran por toparse en él algún gusano. Queremos mierda, pero pura, sin tropezones. Millones de supuestos ciudadanos se extasían cada noche ante unos cretinos que cuentan su vida íntima a otros cretinos que se la preguntan para que la conozca a fondo, con pelos y señales, todo un pueblo de cretinos. Uy, pero de pronto resultó que un pegón pegaba y un matón mataba. Por Dios, por Dios, qué sorpresa, cuánto escándalo. Nosotros que creíamos que en tales programas para retrasados mentales sólo aparecían personas que se insultan sin agredirse y seres que sólo se zumban sin hacerse herida. Nos habíamos hecho la ilusión de que la sangre era salsa de tomate, o salsa rosa, y que el semen no era sino yugur griego. La culpa es de las televisiones, claro que sí. Igual que en el caso de las moscas: la culpa es de la vaca que dejó allí la boñiga, tan desordenada ella. Ellas que van a hacer, las pobres, si no son más que humildes moscas atraídas sin remisión por ese abismo aromático.
Y todo así. El silencio de los cabritos. Ya se imagina uno cuántos levantarían la voz si aquí hubiera judíos bastantes y surgiera de pronto una Noche de los Cristales Rotos: poquísimos. Y si la televisaran, el colmo de la felicidad y el no va más de las audiencias. Somos más de pegar a los pequeños que de plantarle cara a los grandes. Muy matones, sí, pero en camada; muy críticos, pero en la barra del bar y por lo bajinis. Muy decentes, pero mientras no pillemos una buena ocasión para dar el palo. De firmes convicciones todos, claro que sí, pero generalmente votamos contra alguien o porque alguno nos prometió un chollete muy particular. ¿Qué hay de lo mío?
Y las encuestas. ¿Qué me dicen de las encuestas? El CIS ha debido de caer en manos de una alianza de sádicos y masocas. Zapatero es el político mejor valorado del país. Tienen bemoles las encuestas. Y los encuestados, si es que los hay y no se lo inventa todo un funcionario con guasa. Zapatero el político que más aprecia el pueblo. Palabra de Pueblo, te alabamos, Señor.
Merecemos lo que tenemos. Y lo que nos vendrá. ¿Te gusto así, en esta posturita, mi amol?

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