27 abril, 2008

Historia para dummies

Ha sido una semana muy simpática en León. Además, en la Universidad la hemos tenido de vacaciones desde el miércoles, inclusive, por acumulación de festividades autonómicas, locales y universitarias. Cuánto tiempo para pensar en Bolonia o en las musarañas, que viene a ser lo mismo. También es muy buena cosa para fomentar la relación entre Universidad y sociedad, porque así los de la primera vamos de bares y paseos y nos vemos mucho más con los de la segunda, esa señora que llaman sociedad y que, al parecer, está muy interesada en lo que se hace en el campus por la parte de dentro. Ya ves.
Entre esas fechas que hemos consagrado al estudio y la reflexión está la del 24 de abril, fiesta local leonesa recién instituida por obra y gracia de un pacto de gobierno municipal, en la que por vez primera se ha celebrado la heroica resistencia de un puñadito de leoneses ante la invasión napoleónica. En el supremo momento de exaltación nacional leonesa, el pasado jueves, se reunieron en León trescientas personas, convocadas por la Unión del Pueblo Leonés. Para empezar, ya debería dar que pensar que se junte menos gente para tales fines de exaltación patriótica que para un botellón, un partido del Madrid en la pantalla gigante de algún bar o una actuación de Los Lunis, pongamos por caso.
Pero lo más simpático es la polémica entre los historiadores. Ahora los historiadores de este país que vuelve a llamarse España no se dividen ya por escuelas científicas o metodológicas, sino en razón de sus naciones y parroquias. En León andan a papirotazos los historiadores leonesistas y los no leonesistas. Es como si entre los físicos teóricos hubiera dos grupos, los de Villamelones de Arriba y los de Villamelones de Abajo, y como si esa adscripción político-geográfica determinara visiones diversas e incompatibles de neutrinos y neutrones.
Resultaba gracioso estos días leer los sesudos análisis de las lumbreras historiográficas de estas pedanías, los unos insistiendo en que el 24 de abril sólo salieron a la calle cuatro gatos a tomarse unos vinos y a soltar unos gritos de nada en favor de Fernando VII, y los otros dale que te pego con que aquello fue el primer acto de resistencia que en la Península se dio contra el gabacho y que vaya bemoles y fíjate qué patriotismo y qué Volksgeist, que en leonés debe de traducirse como “espíritu pueblerino”.
Hasta ahí todo normal. También habrá interpretaciones diversas de por qué los árabes arrasaron en Guadalete o de cómo consiguió el Real Madrid su primera Copa de Europa. Oye, dicen que del debate nace la ciencia. Lo simpático del caso es que si eres leonesista, estás obligado a acoger una versión de la historieta de los cuatro gatos leoneses, y, si no eres leonesista, la otra. Lamentable ver la ciencia histórica así contaminada de política barata y cultivada por mequetrefes afanosos de pesebre. Pero en el fondo se entiende todo, pues ya se sabe cómo se anda poniendo el Euribor. Lo que uno no acaba de percibir es qué tendrá que ver lo que hicieran hace dos siglos aquellos parroquianos de por aquí con la división territorial del Estado hoy mismo. Pongamos que efectivamente hubo en León en 1808 una erección popular, que fueron los de aquí los primeros, antes que zaragozanos, madrileños y demás, que lo que movía a los excitados por el francés no era el cariño al rey absoluto o la añoranza del Antiguo Régimen, sino un genuino sentimiento leonés. Bueno, esto último no se lo cree ni el que asó la manteca, pues, todo lo más, se trataría de un fuerte sentimiento español y españolista. Pero admitamos como hipótesis lo que haga falta. Y a continuación hagámonos la gran pregunta: ¿y qué?
Ya sé que el razonamiento es tal que así: si una vez un puñado de paisanos de un lugar actuaron unidos contra alguien de fuera, eso significa que sus tataranietos y el conjunto de los que hoy viven por esos pagos tienen derecho a autodeterminarse como pueblo, a tener parlamento propio, gobierno autónomo, representante en Eurovisión y selección nacional de tiro con piedra. Así las cosas, no entiende uno cómo los numantinos no se han declarado hace tiempo Estado independiente, el Liechtenstein de la Meseta; o cómo los de un pueblo de mi tierra asturiana, llamado Següencu, no reclaman la condición, al menos, de Comunidad Autónoma uniparroquial.
Pues verán lo que una vez ocurrió por aquellas tierras de los montes de Cangas de Onís. Allá por mis catorce años, un grupo de mozalbetes de mi pueblo y alrededores nos acercamos a la romería de Següencu. Todo transcurría con normalidad y de modo bien cordial, hasta que, caída la noche, procedimos los foráneos con sibilina estrategia para sacarles unos bailes agarrados a las aborígenes, que se agrupaban cerca de la orquesta, lozanas, bien apretadas las faldas a aquellos muslos hechos a peñas y pendientes y los mofletes adornados de lo que parecían rubores y no eran sino huellas del sol y las faenas al aire. Ahí se armó la gorda. Los mozos nativos captaron nuestro designio de invasor y se pusieron como un solo jabalí a defender lo que tenían por suyo. Tuvimos los extranjeros que correr como alma que lleva el diablo, mientras nos llovían piedras y retumbaban aquellos gritos que, amén de hijoputas, nos decían que volviéramos a nuestro pueblo y que nunca más enfiláramos mozas ajenas ni riscos de otros.
Vean, vean. Eso sí era conciencia colectiva, sentimiento popular, orgullo de lo propio y resistencia al invasor. Hasta me temo que nos llovieran más piedras a los de Ruedes y alrededores de las que les tocaron en León a los franceses. Pues, por cierto, los franceses asomaron por León en julio y la valerosa resistencia de los de aquí tuvo lugar en abril, tres meses antes. Joder, así me peleo yo también. Pero volvamos a los de Següencu. ¿Es su actitud razón bastante para considerarlos nación? ¿Tenemos base histórica bastante para establecer que están oprimidos dentro de la Comunidad Autónoma de Asturias, la cual no les reconoce ni especificidad como pueblo ni particularidad como raza ni, tan siquiera, denominación de origen para sus bien alimentadas mujeres?
Permítaseme a modo de postdata una pequeña chanza, en contraste con la seriedad de las consideraciones que anteceden. Escribía en el Mundo de León el día 23 pasado una procuradora socialista por León lo siguiente: que “los leoneses y las leonesas” siempre han sido y son defensores de las libertades. Con un par lo afirma la buena señora, que debe de ser historiadora también. Claro que sí, mujer. No hay más que recordar lo putas que las pasaron Franco y los suyos en estas tierras, la enorme antipatía y la gran resistencia con que en los pueblos de toda la provincia se trató siempre al dictador y sus secuaces. O acordarse del otro abuelo. Brava tierra ésta, izquierdista, democrática, feroz en su lucha de siempre contra tiranos, opresores y obispos reaccionarios. Viva la memoria histórica. Manda güevos. Y yo con estos pelos.

7 comentarios:

Rafael dijo...

Enlazo tu blog en mi blogroll porque lo bordas cada día. Felicidades.

Anónimo dijo...

exacto. De nuevo lo has bordado. Genial lo de vuestro remake del rapto de las sabinas

Anónimo dijo...

De acuerdo. don GA. Y, abundando en la misma línea, no sabe cómo está la cosa esa de la "Historia para memos" en Madrid con Exuperanza Agarre...

Lopera in the nest dijo...

Pues me he leído lo del Sr. Escolar que recomienda "antetodomuchacalma", desde luego, ante todo mucha clama, porque hay que tener mucha calma para leer lo que escribe el Sr. Escolar. Se me había olvidado que se podía ser tan sectario. Pero para endulzar un poco este esfuerzo lector, os propongo un poco de ironía desde Andalucía

Anónimo dijo...

Vaya, cómo tiene la gente el sectómetro.

Lo recomiendo porque recoge la ponderada opinión de Pérez Reverte, para quien lo del 2 de Mayo como "alzamiento en nombre de la Nación" es Historia para Memos (respétenle, hombre: para una vez que tiene una opinión ponderada...).

Eso sí: estoy con Escolar en que entonces no se entiende qué cojoño hace en el coro de Especulancia, para quien la única hipótesis explicativa del alzamiento es que Los Madrileños Descubrieron La Patria.

En fin. Que el Reverte y demás son todos unos hectáreos.

Lopera in the nest dijo...

Ah! ¿No es sectaria la frase?:

"A pesar del debate ideológico en el que tanto insiste, la tesis de Aguirre no es nueva. Bebe de la tradición franquista, que martilleó nuestro pasado para que todo encajase en una sola unidad de destino en lo universal."

Es que ahora aparecen tantos jovenes antifranquistas que cuando estaban en el jardín de infancia estaban organizando la Joven Guardia Roja. Exactamente igual que le maestro de todos ellos, el Sr. Juan Luis Cebrián.

El Dictador es que no pegaba ojo cada noche por culpa de esta gente.

Anónimo dijo...

Eeeeh... ¿no?

En esta mano... una metonimia.

En esta otra... una secta.

¡Vivan las caenas!